miércoles, 7 de noviembre de 2012

El Tratado de Unión de la Gran Bretaña y sus consecuencias monetarias

Publicado en Numismático Digital, 7 de noviembre de 2012


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En 1707 entró en vigor el Tratado de Unión entre Inglaterra y Escocia. Por el mismo, una Escocia arruinada tras el desastre de la expedición de asentamiento en el Darién renunció a su soberanía, a su Parlamento y a su moneda, recibiendo a cambio de una Inglaterra inmersa en la Guerra de Sucesión Española el reembolso de la deuda contraída y la posibilidad de navegar y comerciar con sus colonias.

Si bien desde 1603 ambos estados tenían un monarca común, tras la entronización de Jacobo VI de Escocia como Jacobo I Estuardo de Inglaterra, jurídicamente seguían siendo entres separados, aunque Escocia no tenía representación diplomática y carecía prácticamente de ejército y marina de guerra. Tras la Revolución Gloriosa de 1688 y la caída del último Estuardo, las relaciones entre ambos países entraron en una profunda crisis.

Las Actas de Navegación inglesas restringían el uso de barcos extranjeros, incluidos los escoceses, en el comercio con Ultramar, y las continuas guerras libradas por los ingleses habían roto sus tradicionales rutas comerciales con otros países europeos. A ello se unía el importante crecimiento industrial escocés, que sería en la centuria siguiente la base del poderío económico británico en la Primera Revolución Industrial.

Durante el siglo XVII, los escoceses habían intentado fundar colonias en el Nuevo Mundo, de corta vida, como fueron las de la actual Nueva Escocia, la isla de Cabo Bretón y Carolina del Sur, habiendo sido esta última destruida por los españoles de San Agustín, Florida, en 1686. Los Estados escoceses promulgaron en 1693 una ley que liberalizaba la creación de compañías de comercio para operar en todo el mundo, y dos años después se creó la Compañía Escocesa de África y las Indias, con un capital inicial fijado en 600.000 libras.

De este importe, la mitad se reuniría en Londres, dándose la circunstancia de que se recaudaron a la apertura de libros, en noviembre de 1695, en tan solo nueve días. Pero las Compañías de las Indias Orientales y de África inglesas obligaron a la Cámara de los Comunes a que forzasen a los accionistas a que retirasen sus depósitos. Los escoceses, indignados, redujeron el capital a 400.000 libras, y a pesar de que se consideró su suscripción una cuestión de patriotismo, se tardaron siete meses en reunirlo.

William Paterson, escocés que había vivido en América del Norte y en Jamaica y que había sido uno de los fundadores del Banco de Inglaterra, decepcionado por la negativa inglesa se trasladó a Edimburgo, y persuadió a la nueva compañía de la creación de una colonia en la deshabitada costa del Darién, en el actual Panamá, la Nueva Caledonia. Su proyecto, tras dos intentos de asentamiento, fue desbaratado por los españoles de Cartagena de Indias, y los últimos escoceses salieron del Darién el 11 de abril de 1700, ante la pasividad de las autoridades inglesas.

Inmersa en la Guerra de Sucesión, Inglaterra ofreció a la arruinada Escocia, posible enemigo en su propia isla, el resarcimiento de todas las deudas y el pago de un interés de un 5%, así como la entrada de sus nacionales en el comercio colonial, a cambio de la unión política de ambos reinos, lo que fue aprobado por ambos parlamentos tras arduas negociaciones y entró en vigor el día 1 de mayo de 1707. Por el mismo Escocia conservaba su Iglesia y su derecho, pero perdía los símbolos de su soberanía, y entre ellos el derecho a tener moneda propia.

En virtud de ello, 320.372 libras y 12 chelines de antigua moneda escocesa de plata y otro circulante argénteo del reino fueron reacuñados en Edimburgo según los patrones ingleses hasta 1717, según informaba sir Isaac Newton al nuevo Parlamento unificado el 21 de septiembre de ese mismo año. Las nuevas piezas batidas en plata fueron coronas, medias coronas, chelines y seis peniques, con la leyenda ANNA DEI GRATIA y el busto de la reina en el anverso a derecha, con los hombros cubiertos por un manto.

En su reverso llevan la leyenda MAG. BRI. FR. ET HIB. REG., cuatro campos formando una cruz con las armas de cada uno de los reinos- Inglaterra, Irlanda, Francia y Escocia-, y en su centro la estrella de la Orden de la Jarretera, y debajo el año de emisión. En su canto llevan la leyenda DECVS ET TVTAMEN y el año de reinado, ANNO REGNI … El abundante numerario batido en Edimburgo lleva la marca de ceca E o E con una estrella bajo el busto de la reina, y es en todo similar a las emisiones inglesas y circuló en ambos territorios.

Una de las primeras medidas tomadas por el nuevo Parlamento, y seguramente una de las más importantes de la historia monetaria del Reino Unido, fue la ratificación en 1708 de una Proclamación de 1704, por la que se ordenaba que los reales de a ocho españoles fuesen la unidad monetaria de sus colonias, por lo que ello conllevaba de renuncia a su soberanía emisora. Todavía hoy en día el dólar sigue siendo la moneda nacional de la mayoría de estos países.

Bibliografía
· HENFREY, H.W., A guide to the study and arrangement of English Coins, Londres, 1870.
· LOZANO, A., “Nueva Caledonia. La aventura escocesa en el Caribe (1689-1700)” en Historia 16, año XXII, nº 254, junio 1997.
.  SEALY, H.N., A Treatise on Coins, Currency, and Banking, Londres, 1858.
·  SUMNER, W. G., ““The Spanish Dollar and the Colonial Shilling”, American Historical Review 3, July 1898, pp. 607-19.