martes, 18 de diciembre de 2018

La moneda navarra en el siglo XVIII

Publicado en Revista Numismática Hécate, nº 5 (2018), pp. 118-129.

http://www.revista-hecate.org/numeros/hecate-n-5.html

Resumen: Durante el siglo XVIII, la Casa de Moneda de Pamplona siguió operativa, aunque las emisiones que se llevaron a cabo lo fueron exclusivamente de moneda de vellón, la necesaria para el comercio al por menor y el tráfico diario, que como sucedió en otros reinos de la Monarquía escaseó en muchas ocasiones. Navarra no fue ajena a los problemas derivados de las distintas valoraciones de las diferentes monedas provinciales de cobre y vellón, y, como Aragón, se vio inundada de dieciochenos valencianos, dada la escasez de emisiones de plata propias. A pesar de mantener su capacidad emisora durante toda la centuria e incluso durante la primera parte del siglo XIX, y teóricamente su circulante propio, a finales del setecientos la mayor parte del numerario de oro y plata en circulación estaba compuesta de moneda castellana.

Palabras clave: Moneda, maravedí, cornado.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Un expediente de don Juan de Bolivar y Cruz sobre falsificacion de moneda en las Islas Filipinas en el siglo XVII

Publicado en Ab Initio, Año VI, nº 12, diciembre 2018, pp. 58-79
http://www.ab-initio.es/numero-12/

Resumen: En el Archivo General de Indias se conserva un expediente de mediados del siglo XVII sobre una petición de don Juan de Bolívar y Cruz, fiscal de la Audiencia de Manila, acerca de la circulación de moneda falsificada en el Archipiélago filipino y falta de peso procedente de Nueva España, que fue atendida, ordenándose su retirada y fundición, y la entrega de la plata en pasta a sus tenedores.
Abstract: In the Archivo General de Indias is preserved a file of the mid-seventeenth century, referring to a request from Don Juan de Bolivar and Cruz, prosecutor of the Audiencia of Manila, on the circulation of counterfeit currency in the Philippine archipelago and underweight  coins from New Spain, which was compiled,  and ordered their removal, melt down and delivery of the silver paste to their holders .
Palabras clave: Barrillas, pesos, falsificación de moneda, sangleyes, Galeón de Manila, circulación monetaria.
Key words: Barillas coin, counterfeiting, sangleys, Manila Galleon, monetary circulation.

Las Monedas de la Tierra en la América hispánica

Publicado en El Sitio. Boletín electrónico nº29, Año VIII, diciembre 2018, pp. 11-15
http://iunuy.org/flop01/wp-content/uploads/elsitio/ElSitioNº29.pdf

Ya desde 1493 los Cabildos indianos presionaron a los soberanos para crear Casas de Moneda en las Indias. El mayor obstáculo fue la falta de personal especializado, dado que aquellos que cruzaban el Océano preferían dedicarse a la platería, actividad mucho más lucrativa, que a batir moneda. La Corona además desconfió de las licencias a particulares, dado el pésimo resultado que esta práctica había dado en las emisiones bajo medievales castellanas. Esto supuso, como afirmaba Céspedes del Castillo, que gran parte de las transacciones se hiciesen a crédito, compensando deudas y liquidando los saldos con oro y plata al peso, sin amonedar.
La escasez de numerario, que debió ser importado desde la Península en la primera mitad del siglo XVI, hizo que los reales de plata que llegaban a territorio indiano desapareciesen rápidamente de la circulación, al ser atesorada por las clases pudientes, o retornaran como pago de las transacciones comerciales. El real acuñado tenía una valoración en las Indias superior a la de la Península en un 30%, dado que valía 44 maravedíes en vez de 34.
Carson afirmaba que se encuentran numerosas quejas por esta sobrevaloración en Santo Domingo, incluso tras el periodo en el que Antonio de Mendoza, gobernador de Nueva España, introdujo una producción regular de plata. Citando a Herrera, recogía que antes de 1510 no se encontraba moneda de oro circulando en Santo Domingo, pero que se encontraban castellanos y ducados falsos. La existencia de este premio, que se correspondía con los gastos de transporte, fue uno de los motivos, junto con la desconfianza de la monarquía por las causas antedichas, del retraso en el establecimiento ultramarino de Casas de Moneda.
Por su alto valor intrínseco, destacó el uso como moneda del oro nativo encontrado en los placeres  auríferos de las Grandes Antillas y la plata encontrada en el continente, que circulaba habitualmente en pasta, lo que supuso una adaptación flexible del sistema monetario vigente en Castilla. Con ello surgieron los obvios problemas para determinar el verdadero valor de estos trozos de oro y plata sin quintar, normalmente aleado con otros metales e incluso fraudulentamente falsificado con aleación de cobre al convertirlo en barras.
Los castellanos llamaron guanín al oro bajo de ley, aleado con cobre en proporciones cercanas al 50 %, que recibía lo nombres de tuob entre los taínos y caracoli entre los caribes. También se utilizaba para los rescates el latón, una aleación variable de oro y plata obtenida en las minas, y la chafalonía, aleación de cobre con poco oro. Hay que tener en cuenta que para los indios del Caribe el cobre era el más valioso de los metales, en un importe estimado para antes del Descubrimiento de 1 a 4 con respecto al oro.
Desde sus áreas de extracción en el norte del actual Chile su comercio se extendía hacia Centroamérica y el área caribeña, que sufría escasez de este metal por el monopolio ejercido por los incas sobre su transporte y comercialización. Su masiva introducción por parte de los españoles, en forma de moneda de vellón, vasijas o quincallas, la explotación de los yacimientos del río de las Balsas a partir de 1524 y su comercialización por todo el área conllevaron la rápida e irreversible depreciación de este metal.
El sistema prehispánico estaba basado en las tajaderas, piezas metálicas en forma de T, el  oro en polvo contenido en los cañones transparentes de las plumas de aves, en los granos de cacao, objetos de algodón, conchas u otros bienes. En el área mexicana los indios utilizaron para sus relaciones comerciales con los españoles esas tajaderas, hachuelas o cinceles fabricados con láminas de cobre. Su fragilidad, y el hecho de que se han encontrado en grupos de hasta un centenar en los enterramientos del área de Oaxaca, han hecho que algunos autores consideren que tenían la función de medio de cambio, opinión discutida por otros.
Estas formas de pago tenían el grave inconveniente de las grandes alteraciones en su valor, y no pueden considerarse realmente moneda, toda vez que no cumplen el requisito de medida común de valor. En estos sistemas se llevaron a cabo los llamados rescates. Estas monedas de la tierra fueron también en ocasiones bienes y productos manufacturados en Europa, como es el caso de los animales domésticos o los llamados cuchillos de rescate.
La gran diversidad existente entre monedas de la tierra y su distinta valoración hacía que estar al corriente de su valor fuese imprescindible para el comercio. Como ponía de manifiesto Burzio, las monedas de la tierra fueron las habituales en los tratos particulares y en el comercio en los siglos XVI, parte del XVII y en algunas regiones en el XVIII, y que en la parte que posteriormente constituyó el Virreinato del Río de la Plata  la moneda sellada en curso, compuesta mayoritariamente por moneda macuquina potosina, era de notoria escasez, como se puede observar en las Actas de los Cabildos de Asunción de Paraguay, Corrientes, Santa Fe o Córdoba. Igualmente sucedía en otras regiones, citando Burzio… El cacao en Nueva España, la coca en el Perú, las perlas y esmeraldas en Venezuela, las plumas de Ave Rica en Guatemala, la yerba mate, el tabaco y el lienzo de  algodón en el Paraguay…
Los granos de muchos tipos de cacao eran utilizados como moneda en Nueva España, Yucatán y Guatemala, e incluso se falsificaban rellenándolos con tierra, y si bien una Ordenanza de 1527 prohibió su uso monetario, en 1536 se volvió a permitir. Entre los españoles doscientos granos equivalían a un real. Covarrubias afirma que el año 1555 puede ser considerado como el en que la Corona aceptó plenamente el uso del cacao para los pagos menudos, dado que por Orden de 17 de junio se reguló que 140 bayas de cacao equivalieran a un real de plata, y que con ello se evitaban las oscilaciones de su valor en el comercio menudo y el contraste que se daba entre su valoración entre el comercio al por mayor y en el menudeo.
De acuerdo con Chacón, entre finales del siglo XVII y principios del XVIII se produjo una difícil situación económica que llevó a la ausencia de moneda de plata para las transacciones internas en Costa Rica, por lo que se solicitó y se consiguió en 1709 la autorización de la Corona para el uso monetario del cacao. Los granos de cacao en la actual Venezuela se contabilizaban a 140 el real en 1555, y en 1590 un escudo de oro valía 1.600. En el actual litoral venezolano la abundancia de perlas hizo que se utilizasen con fines monetarios, y así fue decidido por el Cabildo de Caracas, y su uso se perpetuó hasta que las ventas de cacao comenzaron a cobrarse en moneda mexicana ya en el siglo XVII.
Para las transacciones, los españoles usaron también las varas de algodón, utilizadas como moneda en toda la América tropical y subtropical, desde el actual México hasta los Andes y desde el Atlántico al Pacífico,  y con un valor de dos reales la vara en el área del Río de la Plata en fecha tardía. Los aztecas utilizaban las llamadas mantas pequeñas, mientras que en otras áreas se contabilizaban por varas de lienzo con una anchura más o menos uniforme y con un valor variable según su calidad, si bien había un valor estándar, conocido como lienzo común.
Aranda y Bello recogen que en el siglo XVII entre los grupos nahuas del Altiplano Central las mantas blancas o quauchtli eran la principal moneda en circulación, según León Pinelo. Las mantas eran utilizadas como principal moneda en los mercados mexicas, y los hombres recién casados daban quauchtli a sus esposas para adquirir en el mercado víveres, chiles, sal o leña. Los quauchtli eran, para estos autores, una forma conveniente de acumular riqueza.
Otras monedas de la tierra fueron los haces de tabaco, que en tiempos de Felipe III recibieron la calificación de dinero oficial en las áreas del Plata, Tucumán y Paraguay. La arroba de hierba mate en Paraguay recibía un valor de doce reales. En la ciudad de Córdoba, gobernación de Tucumán, llegaron a emplearse cabras como moneda. Beltrán recogía que a finales del siglo XVI en Buenos Aires se carecía de moneda metálica, por lo que se establecieron equivalencias de las distintas mercancías, como en Paraguay y en el Perú, y así un becerro de un año valía dos varas de lienzo de algodón, unas espuelas cuatro varas y unas botas dos.
En el actual Paraguay, la extrema escasez de moneda metálica hizo que los pagos se realizasen en objetos metálicos importados de Europa, como fueron los anzuelos, los cuchillos de rescate, los escoplos y las cuñas de ayunque. El metal recibido o reciclado era transformado por los herreros en estos objetos, quedando parte del metal en su poder como pago de su trabajo, dos onzas por libra trabajada. En el área del Plata, por tanto, las herrerías funcionaron como rudimentarias Casas de Moneda.  La moneda conocida como azuelo de mallas o de rescate fue creada por el gobernador de Paraguay Domingo de Yrala en 1511, hecha la primera con las mallas de acero de los soldados y un valor de un maravedí y la segunda con un valor cinco veces superior.

Bibliografía

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Muñoz Serrulla, Mª. T., “Legislación monetaria: La moneda de los Reinos de Indias en época moderna”, en Muñoz Serrulla, Mª. T., Coord., La Moneda: Investigación numismática y fuentes archivísticas, Madrid, Asociación de Amigos del Archivo Histórico Nacional y Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la UCM, 2012, pp. 116-153.
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