miércoles, 7 de enero de 2015

El café Moka y los duros sevillanos

Publicado en Numismático Digital, 7 de enero de 2015

http://www.numismaticodigital.com/noticia/8000/

El Mar Rojo fue una arteria vital para la llegada de la plata española a los mercados de Oriente, por la que fluía gracias al comercio del café centrado en el puerto yemení de Moca, el mayor exportador de este producto entre los siglos XV y XVII y punto de control  del Imperio Otomano para el cobro de los tributos del tráfico en este mar. Procedente de este último y de Persia, la mayor parte de esta plata acababa siendo acaparada por el Imperio Mongol de la India.

Ya en el siglo XVI, y con el afán de controlar las rutas comerciales terrestres asiáticas, los portugueses ocuparon las salidas al Océano Índico en el estrecho de Ormuz y en el Mar Rojo. En el primero de ellos fundaron estados vasallos en sus principales enclaves, como Julfar, Lareca, Mascate, Barhein y la propia Ormuz. En cuanto al Mar Rojo, el bloqueo comercial llevado a cabo por los lusitanos fue la causa de importantes enfrentamientos en su cuenca con el Imperio Otomano a comienzos de este siglo, principalmente en Etiopía, el país de origen del café, y una de las principales causas de la anexión por los turcos del Egipto mameluco.

Las principales rutas terrestres que cruzaban Asia partían de los puertos mediterráneos de Alepo, Esmirna y de la misma Constantinopla. Las mismas suministraban plata española a la Persia safávida, a pesar de que entre los siglos XVI XVIII los enfrentamientos entre los persas y sus vecinos otomanos, uzbekos y mongoles de la India fueron frecuentes, pero la mayor parte de ella le llegaba por su comercio con los armenios, que vendían seda en Europa.

Persia era en muchas ocasiones sólo una escala en una tupida red comercial mucho más amplia, pero tenía una política monetaria muy estricta. Según Tavernier, los oficiales de comercio obligaban a los mercaderes a reacuñar los pesos españoles en abbassis, su propia moneda, que al llegar a la India debía ser nuevamente acuñada en piastras, perdiendo con ello los comerciantes un 10 ¼ % de su valor, por lo que los mismos intentaban ocultarlos en su transporte a través de su territorio.
 
Como recogía el abate Mably en el siglo XVIII, la mayor parte de dicha plata tenía como destino final el Imperio Mongol de la India. Aunque había varios itinerarios que pasaban o por Basora, donde en 1623 los portugueses habían fundado una factoría, o por Bandes-Abassi, una parte muy importante de la moneda española partía hacia el Mar Rojo para el comercio del café en Moca y en el estrecho de Bab-el-Mandel. Braudel recogía asimismo que todavía en el siglo XVIII este comercio del café seguía siendo vital para la llegada de la plata española a la India, como lo llevaba siendo desde el siglo XVI.

El principal puerto hindú de arribada de café era Surat, el más importante de los del subcontinente en esos momentos. Su precio venía referenciado en reales de a ocho, y fluctuaba en función de las llegadas de las flotas del Mar Rojo y de la distribución del mismo entre los distintos comerciantes. En 1670, cuando los barcos procedentes de Moca llegaban a Surat su precio era de 22 reales por maund, unos 18,18 kilos, bajando rápidamente el mismo a los 10-11 reales, que finalmente acababa estabilizándose en 12-13 reales. Los precios del café variaban asimismo en este puerto en función de la demanda de las principales áreas consumidoras, dado que una parte importante de la producción era enviada desde las zonas productoras a Alejandría, Persia y Basora.

La plata española era vital para la economía del Imperio Mongol, dado que era necesaria para su mantenimiento y financiación. En Surat se recibía la mitad de la plata española que llegaba a la India, de la que menos de la tercera parte venía por la ruta que circunvalaba África, dado que la mayoría llegaba por el comercio con el Mar Rojo y el Golfo Pérsico, si bien también se obtenía plata de las relaciones con otras naciones asiáticas, e  incluso una parte procedía del comercio con Rusia.

Tavernier recogía que en la India los reales de a ocho acuñados en Sevilla recibían una estimación de entre 213 y 215 rupias cada cien piezas, mientras que los pesos mexicanos se pagaban únicamente en 212 rupias. Ello suponía que con los primeros se obtenía un beneficio de un 11%, mientras que con los novohispanos el mismo se reducía al 10 ¼ %  antes citado. Afirmaba asimismo que se encontraban en el comercio tres o cuatro tipos diferentes de duros españoles, con valores comprendidos entre las 208 y 214 rupias por cada cien de ellos, siendo los más estimados los sevillanos de peso completo, de 21 dineros y ocho granos, que recibían una valoración de 213 rupias, y las 215 rupias antes citadas si había escasez de plata. Según este autor, la ley de las rupias era mayor que la de las monedas españolas, dado que mientras que aquellas tenían una fineza de 11 dineros y 14 granos, los reales de a ocho sevillanos la tenían de 11 dineros y los mexicanos únicamente de 10 dineros y 21 granos.
 
BIBLIOGRAFÍA

BRAUDEL, F., La dinámica del capitalismo, Breviarios del fondo de cultura económica, México, 3ª reimpresión, 2002, traducción de Rafael Tusón Calatayud.
CANO BORREGO, P.D., Al-Andalus, El Islam y los pueblos Ibéricos, Madrid, 2ª Ed., 2013.
CHAUDHURI, K.N., The Trading World of Asia and the English East India Company: 1660-1760,  Cambridge University Press, New York, 1978.
GUNDER FRANK, A., ReOrient: Global Economy in the Asian Age, University of California Press, 1998.
MABLY, G.B., abbé de, Oeuvres complètes, T. IX, Toulouse, 1791.
MARCOS GUTIÉRREZ, J., Librería de Escribanos, Abogados y Jueces, que compuso don José Febrero, Escribano Real y del Colegio de la Córte, Parte Primera, Tomo Primero, Séptima Edición, Madrid, 1829.
ROBINSON, F, El Islam. Revelación e Historia, Barcelona, 2002.
TAVERNIER, J.B., Les six voyages de Jean Baptiste Tavernier en Turquie, en Perse et aux Indes, Amsterdam, 1678.

martes, 6 de enero de 2015

La moneda española en circulación en Canadá durante los siglos XVIII Y XIX

Publicado en Revista Numismática Hécate nº 1 el 25 de diciembre de 2014

http://revista-hecate.org/files/5714/1944/6659/Cano_Borrego1.pdf

Resumen:

Tras la firma del Tratado de París en 1763, la mayor parte de Nueva Francia, incluida Canadá, fue cedida por Francia a la Gran Bretaña. Ante la escasez de moneda circulante y el uso de papel moneda muy depreciado, en mayo de 1765 se declaró la obligatoria aceptación de los reales de a ocho españoles. De acuerdo a esta política, la moneda española, tanto la plata nacional y los doblones de oro como las pesetas provinciales metropolitanas, se convirtieron en el principal medio de pago del territorio, así como del de los aledaños de Nueva Escocia, Terranova y la isla del Príncipe Eduardo, hasta bien entrado el siglo XIX.