miércoles, 29 de junio de 2022

Sellos-Moneda: El uso de las emisiones filatélicas como moneda

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático, julio-agosto 2022


Las emisiones filatélicas han sido utilizadas como moneda de curso legal en lugares tan distantes como los Estados Unidos, Europa o Extremo Oriente. Este uso se ha producido habitualmente en situaciones de conflicto bélico, por la falta de moneda metálica necesaria para las pequeñas transacciones y para su circulación en el mercado interior, pero también como medio de pago entre particulares en épocas de recesión económica, como sucedió con las emisiones privadas alemanas de  la ciudad de Settrup durante la República de Weimar.

 La primera vez que se produjo este uso del sello como moneda de manera generalizada fue durante la Guerra de Secesión norteamericana. En un primer momento, los comerciantes estadounidenses, ante la falta de moneda menuda, comenzaron a aceptar las emisiones postales para las pequeñas compras cotidianas, lo que llevó a que las adquisiciones diarias de sellos postales se quintuplicaran solamente en la ciudad de Nueva York.

 Este recurso a las emisiones postales como moneda de uso cotidiano presentaba el problema de que los sellos se deterioraban rápidamente por su uso diario y continuado. En vista de ello, un vendedor de máquinas de coser de Boston, John Gault, propuso en 1862 que los mismos se encapsulasen en discos metálicos de latón o plata con un revestimiento de una capa de mica para proteger el papel del sello. Para llevar a cabo estas emisiones utilizó una máquina para fabricar botones, y se estima que fabricó este tipo de sellos moneda por un montante global de unos 50.000 dólares.

 La mayor parte de estas piezas que se pusieron en circulación lo fueron en faciales de 5 y 10 centavos, si bien Gault fabricó sellos moneda de todas las emisiones postales realizadas por la Unión, de 1, 3, 12, 24, 30 y 90 centavos. Este hombre de negocios las vendía a las empresas y tiendas al 20% del valor nominal del sello incluido y, tras darse cuenta de que la parte trasera de los discos podía utilizarse como espacio publicitario, comenzó a incluir anuncios de al menos treinta compañías, algunos tan curiosos como “Zarzaparilla Aye para purificar la sangre”.  

 Sus sellos moneda circularon durante un año, hasta que en 1863 las emisiones de moneda fraccionaria del gobierno fueron suficientes para cubrir las necesidades de numerario menudo. Como efecto secundario no deseado, el uso de los sellos como moneda produjo su escasez para su uso primigenio, el postal. El propio gobierno estadounidense tomó ejemplo de los mismos, emitiendo sellos moneda con valores de 5, 10, 15 y 50 céntimos, e incluso algunas de ellas estaban troqueladas en sus bordes a modo de las emisiones postales, con la leyenda “Receivable for all U.S. stamps”.

 Un caso similar del uso de las emisiones filatélicas como moneda corriente se produjo cuando la Compañía Británica de Sudáfrica, establecida en 1899,  emitió sellos adheridos a tarjetas, en las que constaba la leyenda “Pague por favor en efectivo al portador de esta tarjeta el valor facial del sello adherido a la misma, si se presenta en fecha 1 de agosto de 1900 o con posterioridad”.

 Sin duda, fue durante la I Guerra Mundial y en el periodo inmediatamente posterior  cuando se recurrió más asiduamente al uso monetario de las emisiones postales, en países como Alemania, Austria, Francia, Rusia, Italia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Grecia y Argentina, entre otros. En muchos de estos casos se utilizó el mismo método antes visto e ideado por Gault, encapsulando los sellos postales en un cospel circular con la cara donde el mismo venía adherido transparente, y un anuncio en su parte trasera.

 Tanto durante la Gran Guerra como en la II Guerra Mundial el gobierno británico dio curso legal como moneda a sus emisiones postales, sin encapsularlas ni adherir los sellos a ninguna superficie. En el caso de Francia, se incluyó en uno de sus lados un número que indicaba el valor del sello utilizado. En cuanto a Rusia, emitió sellos impresos en cartulina delgada destinados no solamente a su circulación como moneda, sino que asimismo podían utilizarse como sellos postales, aunque carecían de engomado para ser fijados.

 Se llevaron a cabo tres emisiones diferentes. La primera de ellas se realizó en octubre-noviembre de 1915, con valores de 10,15 y 20 kopecks, en cuyo reverso se representaban las armas imperiales con la inscripción “a la par-mismo valor- que la moneda de plata”. La segunda, a finales de 1916, con valores de 1,2 y 3 kopecks, se llevó a cabo para hacer circular estas emisiones a la par de las monedas de cobre de los mismos faciales, con una inscripción igual que la anteriormente vista pero referida obviamente a la moneda de cobre.

 Dado que se descubrió la práctica de la alteración del valor de los valores de 1 y 2 kopecks para hacerlos pasar por los emitidos el año anterior, en el sello del anverso se imprimió la cifra de su valor en grande. Una última emisión está fechada en marzo de 1917, dado que tras la abdicación del Zar el Gobierno Provisional de Kerensky autorizó una nueva emisión de los mismos faciales que la anterior, con la única diferencia de que las armas imperiales del reveso fueron sustituidas por la cifra del valor.   

 Uno de los casos mejor estudiados de estas emisiones, gracias sobre todo al estudio monográfico de Juan Bautista Miró, es el de los sellos moneda emitidos por el bando republicano durante nuestra última Guerra Civil. Los mismos, también conocidos como cartón moneda, consistían en un disco de cartón marrón rojizo con el escudo republicano, de unos 35 milímetros y con un peso aproximado de 0,5 gramos, y cuyo anverso de color pardo estaba libre para adherir un timbre móvil o un sello postal para determinar su valor.

 La razón para esta emisión, que fue aprobada con carácter transitorio por el Gobierno por Orden Ministerial promulgada en Barcelona el 24 de febrero de 1938, fue la escasez en los medios de pago disponibles de la moneda de plata y cobre en las últimas fases del conflicto. Aunque se previó que esta medida tuviese carácter transitorio, no se pudieron retirar de la circulación hasta el final de la contienda, lo que se produjo por el bando nacional, junto al resto del circulante republicano, por Decreto de 9 de junio de 1939.

 Las bases era facilitadas gratuitamente por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y fueron impresas en las instalaciones que la misma tenía en Aspe, Alicante. En la primera de las series catalogada por Miró se utilizaron para fijar el valor de esta moneda de necesidad los sellos de la serie Personajes de 1932 a 1938, y en otras la series de cifras emitidas entre los mismos años, los sellos dedicados a la Alegoría de la República de 1938 y los anteriormente emitidos durante la época monárquica y habilitados por la República mediante resello. Igualmente, se utilizaron timbres móviles con el sello de la República o los anteriores monárquicos habilitados mediante resello.

 Se estima que ya en el mismo año de su aprobación las piezas en circulación superaban los tres millones, con faciales que oscilaban entre un céntimo y una peseta y media. Junto a estas emisiones oficiales se encuentran los cartones emitidos por el Ayuntamiento de Barcelona con los escudos de las cuatro provincias catalanas, no respaldados por la Orden Ministerial anteriormente vista, así como algunos otros cartones moneda lanzados por algunas entidades privadas.

 Durante la II Guerra Mundial, la República Social italiana recurrió nuevamente al uso de los sellos moneda. Las necesidades económicas y la escasez de circulante hicieron que esta práctica fuese utilizada también en otras latitudes. Así, tanto en la isla de Ceilán como en el estado indio de Bundi se habilitaron tarjetas para pequeños pagos con los sellos postales en circulación. Igualmente, en 1942 los guerrilleros filipinos que combatían la invasión japonesa emitieron billetes de 5 pesos mediante la adición a los mismos de un sello de igual valor facial.

 Para saber más

Beresiner, Yasha, A Collector’s Guide to Paper Money, Nueva York, 1977.

Hodder, M.J. & Bowers, Q.D., The Standard Catalogue of Encased Postage Stamps, Bowers & Merena Galleries, 1989.

Luengo, S., “La moneda de ocupación y la moneda de emergencia”, OMNI, nº 1, 2009, pp. 93-100.

Miró Agulló, J.B, El sello moneda de la República, Alicante, 2008.

De la Nueva España a China. El Ciclo de la Plata en la obra de Francesco Gemelli

 Publicado en Boletín Numismático Sonumex nº 275, abril-junio 2022

https://www.academia.edu/82345029/De_la_Nueva_Espa%C3%B1a_a_China_El_Ciclo_de_la_Plata_en_la_obra_de_Francesco_Gemelli

Gianfrancesco Gemelli Carreri nació en la villa de Radicena, en la región de Calabria, en 1651. Por tanto, era natural del Virreinato de Nápoles y súbdito del rey de España, en su calidad de Rey de Aragón, al que este reino estaba adscrito. Se tienen pocos datos sobre su infancia y juventud. Se doctoró en Derecho en la Universidad de los Jesuitas de Nápoles y entró en la carrera judicial en diversas poblaciones del reino, aunque ya a partir de 1685 se dedicó a viajar por varios países europeos, como Italia, Francia, Inglaterra, los Países Bajos, Alemania y Hungría, país este último donde se incorporó al ejército imperial y fue herido durante el asedio otomano a la ciudad de Buda.

Tras viajar a la Corte de Madrid, obtuvo la merced del título de auditor en su reino por dos bienios y el título de Juez de Vicaría ad honorem. Tras cumplirlo, comenzó su vuelta al mundo el 13 de junio de 1693, que le llevarían a cruzar desiertos, bosques y estepas y a visitar las principales urbes del Mediterráneo, Asia y las Indias españolas, en un periplo que duró cinco años, cinco meses y nueve días, hasta su vuelta a Nápoles el 3 de diciembre de 1698. Como otros ilustres viajeros, en vida y posteriormente recibió tanto halagos como acusaciones de ser un plagiario de algunos de los pasajes.

 El relato de este viaje, su Giro del Mondo, se publicó por primera vez en seis volúmenes entre el 24 de septiembre de 1699 y el 24 de febrero de 1700. Gemelli fue uno de los primeros europeos que completó la vuelta al mundo sin la utilización de medios propios o públicos, pagando sus pasajes y por diferentes medios. Gozó de notoriedad y fama por ello, y sus obras fueron reeditadas y traducidas a diversos idiomas. De hecho, el relato de sus viajes fue la inspiración para que, casi dos siglos después, Julio Verne publicase su famosa novela La vuelta al mundo en ochenta días en 1872.

miércoles, 22 de junio de 2022

Medallas, monedas y billetes de Mariano Benlliure, en el 75 aniversario de su fallecimiento

 Publicado en Crónica Numismática, 22 de junio de 2022

https://cronicanumismatica.com/medallas-monedas-y-billetes-de-mariano-benlliure-en-el-75-aniversario-de-su-fallecimiento/

El célebre escultor Mariano Benlliure Gil, nacido en Valencia el 8 de septiembre de 1862 y fallecido en Madrid el 9 de noviembre de 1947, es considerado el último gran exponente del realismo en la escultura del siglo XIX. Autor de destacados conjuntos escultóricos que adornan numerosas ciudades españolas e hispanoamericanas, tuvo una especial inclinación por la Medallística y una prolija producción de más de cincuenta ejemplares de personalísima factura. Algunas de sus monumentales esculturas fueron reproducidas en billetes y medallas, siendo el personaje elegido para el billete de 500 pesetas de 1951. Fue asimismo quien diseñó el retrato con la efigie de Francisco Franco que estuvo vigente en las emisiones monetarias españolas hasta 1967, y algunas de sus obras han sido asimismo elegidas para la acuñación de monedas y medallas conmemorativas, como ha sucedido este mismo año con las emitidas con motivo del 275 aniversario de Francisco de Goya. 

Nacido en una familia de extracción humilde pero de amplia tradición artística, Mariano Benlliure fue un artista precoz y autodidacta, dado que a la temprana edad de nueve años se inició como tallista, y antes de cumplir los diez se presentó a sus primeros concursos y exposiciones. Radicado con su familia en Madrid, en 1874 fue aprendiz de cincelador en la platería Meneses. En estos primeros años realizó sus primeras esculturas en dos temáticas que no abandonó en su dilatada carrera, la taurina y la imaginería religiosa. 

En 1881 se trasladó a Roma y abrió un estudio en Via Margurra, que estaría activo durante casi veinte años, dedicándose en un primer momento a la pintura de acuarela para posteriormente centrarse en la escultura. Su estancia en tierras italianas fue fundamental en su posterior devenir artístico, con el estudio de la escultura desde la antigüedad clásica hasta las nuevas tendencias en boga en aquellos años, el aprendizaje de las técnicas de fundición y frecuentes visitas a las canteras de mármol de Carrara. 

A partir de su primer reconocimiento, la Segunda Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1884, habiendo quedado la Primera desierta, se sucedieron los premios y reconocimientos en numerosas Exposiciones Internacionales de toda Europa. Estos logros llevaron a que recibiese numerosos encargos de la aristocracia madrileña, así como de instituciones públicas, destacando en su producción la cincuentena de monumentos públicos repartidos por la geografía española, muy especialmente en las plazas y lugares públicos de Madrid, Hispanoamérica y diversas ciudades europeas. 

Su fecunda y notable producción artística, que rebosa los márgenes de este pequeño estudio, le encumbró a los más trascendentales cargos del ámbito cultural español, siendo nombrado Director del Museo de Arte Moderno, Director General de Bellas Artes y Patrono del Museo del Prado. En su haber  se encuentran numerosos reconocimientos y condecoraciones, como la Gran Cruz de Alfonso X y la del Mérito Militar de España, la Legión de Honor de Francia o la de Comendador de la Orden de la Corona de Italia,  y su membresía en diversas Academias de Bellas Artes y en la Hispanic Society de Nueva York. 

Las medallas de Mariano Benlliure 

Como afirma Marina Cano, Benlliure fue uno de los pocos escultores de su tiempo que se sintió verdaderamente atraído por la medalla, siendo las causas principales de ello su excepcional interés por el retrato y su continuada relación con el arte francés y su admiración por el realismo presente en la Medallística francesa contemporánea. Exponentes de la sociedad de su época y con un marcado sentido popular, su producción destaca por el realismo de sus soberbios retratos, que destacan sobre un fondo generalmente abocetado. 

Su primera medalla conocida fue la realizada en 1888 dedicada por los artistas valencianos a José Ribera. En su etapa romana, y en contacto con la fecunda realidad Medallística de la urbe italiana, realizó varias monedas, probablemente por iniciativa propia. En 1899 dedicó una medalla al centenario de Velázquez, en la que como recoge Javier Gimeno se aúnan los conceptos de medalla y retrato. En su producción medallística, como la dedicada en 1891 a Alfonso XIII niño, se observa su tendencia a la naturalidad y la simplicidad, en convergencia con la nueva medallística europea. 

En  1902 realizó una medalla por encargo del Ayuntamiento de Bilbao y dedicada a la proclamación de Alfonso XIII. Será a partir de 1907 cuando se sucederán los encargos, y en 1910 concurrió junto con Bartolomé Maura a la exposición internacional de medalla contemporánea de la American Numismatic Society en Nueva York, en la que constaba como sculptor medallis, y en la que presentó un conjunto de nueve medallas y plaquetas, de diversos materiales y técnicas. 

Su originalidad, según Gimeno, y su aceptación social y a la vez oficial le permitió mantener una actividad escultórica y medallística extraordinariamente prolífica, la más fecunda en el Madrid de la primera mitad del siglo XX, conjugando acertadamente las esferas de lo personal y lo oficial, como afirma este autor, con la realización simultánea de los mayores monumentos urbanos y los más pequeños, las medallas, adquiriendo un sentido de doble dimensión que vuelve a recordar los tiempos primitivos de la medalla, y que constituye una nueva aportación singular. 

Benlliure y la notafilia 

Como escultor de éxito, algunos de sus magníficos grupos escultóricos han sido utilizados para ilustrar las emisiones de billetes del Banco de España. El primero de ellos fue el uso del busto de Francisco de Goya de la escultura emplazada enfrente del Museo del Prado en el billete de 100 pesetas de la emisión de 19 de febrero de 1946, una emisión que se previó fuese de 75 millones de ejemplares, pero de los que solo se fabricaron 29.850.000 billetes. 

Los proyectos y grabados del anverso y reverso de este billete de 130 x 78 mm. fueron realizados por José L. Sánchez, tomando como motivo del anverso el busto de Goya antes citado, y en su reverso una reproducción de uno de los cartones del genio de Fuendetodos realizado para la Real Fábrica de Tapices, conocido como El quitasol. Este billete, impreso en papel importado de Francia de la casa Des Rives, entró en circulación el 30 de diciembre de 1949, siendo oficialmente retirado de la circulación el 17 de diciembre de 1971. 

En fecha 15 de junio de 1945 se grabó en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre un billete divisionario por valor de 5 pesetas, según el diseño proyectado por Alfonso L. Sánchez Toda. En su anverso se reproduce el conjunto escultórico realizado por Mariano Benlliure para conmemorar en 1892 el IV Centenario del Descubrimiento de América, que muestra a la reina Isabel I de Castilla y a Cristóbal Colón firmando las Capitulaciones de Santa Fe, mientras que en su reverso aparece recogida una escena de la Guerra de Granada. 

A Benlliure le cabe el honor de ser el único escultor que cuenta con una emisión notafílica propia en España. Se trata del único billete de la emisión de 15 de noviembre de 1951, con un facial de 500 pesetas, unas medidas de 136 x 86 mm. y los diseños del antes citado Sánchez Toda. Del mismo se llegaron a fabricar 32.934.000 billetes en la FNMT, con papel de la casa gala Des Rives con una marca de agua con una cabeza romana de perfil. 

En su anverso se representa a nuestro protagonista en un busto grabado por Camilo Delhom, con una orla a torno geométrico con motivos a buril intercalados y como fondo el escudo nacional de composición fotomecánica. En su reverso se representa en una viñeta una de sus obras, el mausoleo del tenor Julián Gayarre en el Valle del Roncal. La viñeta, orla y textos son calcográficos, mientras que los fondos son litográficos. Este billete estuvo en circulación desde el 16 de septiembre de 1952 hasta su retirada oficial el 17 de diciembre de 1971. 

El busto de Francisco Franco en las nuevas pesetas 

Una vez terminada la II Guerra Mundial, el 18 de diciembre de 1946 una nueva ley monetaria esbozaba un sistema de circulante sustentado nuevamente en la plata y completado con el níquel y el cobre, estipulándose la incorporación en el mismo del retrato del general Franco en el anverso de todas las piezas a acuñar. Si bien se realizaron numerosos bocetos y modelos, que se conservan en el Museo Casa de la Moneda de Madrid, no fue hasta la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado de un año después cuando se previó la necesaria adaptación de los tipos monetarios a esta nueva realidad. 

En previsión de estas nuevas emisiones, se encargó a Mariano Benlliure que modelase un retrato con la efigie de Francisco Franco, que presentó una escayola con un buen retrato de su perfil derecho, que posteriormente creó problemas para su incorporación a las monedas efectivas a la hora de reducirlo al tamaño necesario por su excesivo y facetado relieve. El modelo original fue retocado y finalmente grabado por Manuel Marín, y con el mismo se acuñaron en 1848 y principios de 1949, aunque con leyenda de 1946, piezas de una peseta y algunas pruebas de 2,50 pesetas. 

Benlliure no pudo ver en circulación estas primeras monedas, al haber fallecido antes, emisión que es considerada actualmente la pieza más cotizada del Estado español, con fecha 1946 y *19-48 en las estrellas. Si bien la ley de emisión publicada el 27 de diciembre de 1947 autorizaba la acuñación de 150 millones de ejemplares, solamente se llegaron a producir unas mil monedas, de las que como recoge Martín Fombruena una parte llegaron por error a la oficina principal del Banco de Sabadell. Por ello, la mayor parte de las mismas presentan el desgaste propio de haber circulado, no conociéndose más que un ejemplar que merezca la calificación de sin circular. 

Tras la sustitución de la fecha de la leyenda por 1947, *19-48, comenzó la masiva emisión de este nuevo numerario, con la leyenda FRANCISCO FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA POR LA G(RACIA) DE DIOS, un tipo monetario que se mantuvo sin cambios hasta que en 1967 se sustituyó el retrato de Mariano Benlliure por el realizado por Juan de Ávalos. El busto de Benlliure, conocido popularmente como Cabezón,  fue igualmente utilizado desde que en 1957 se mandaron acuñar nuevas monedas de 5 pesetas, que se pusieron en circulación en 1958 junto con las novedosas monedas de 25 y 50 pesetas. En el reverso de estas emisiones se incluyó un escudo diseñado por Teodoro Miciano sobre un águila de San Juan. 

Para saber más: 

Cano Cuesta, Marina, “Mariano Benlliure y la Medalla”, NVMISMA 229, julio-diciembre 1991, pp. 129-150.

Feria y Pérez, Rafael, “1937-2002. Principio y final de la peseta fiduciaria”,  VII Jornadas Científicas sobre Documentación Contemporánea (1868-2008), 2008, pp. 73-120.

Fombruena Marchi, Martín, “La peseta de 1946. La pieza más cotizada de las acuñaciones del Estado Español”, OMNI, nº 1, agosto 2009, pp. 91-92.

Gimeno, Javier, “Bartolomé Maura, Mariano Benlliure, Miguel Blay: aspectos de una renovación”,  Actas del XIII Congreso Internacional de Numismática, Vol. 2, Madrid, 2005, pp. 1725-1736.:

Suárez de Figueroa y Prieto, Ramiro, Los billetes del Banco de España, 1782-1979, Madrid, 1979. 

1 Peseta 1946*19*48. (leyendomonedasnumismatica.blog)

Benlliure Gil, Mariano - Museo Nacional del Prado (museodelprado.es)

El Código Carolino de Pedro Vicente Cañete, un referente del Derecho Minero Indiano

 Publicado en Oroinformación, 22 de junio de 2022

https://oroinformacion.com/el-codigo-carolino-de-pedro-vicente-canete-un-referente-del-derecho-minero-indiano/

Pedro Vicente Cañete y Domínguez, nacido en 1749 en Asunción, Gobernación del Paraguay, y muerto en 1816 en Chuquisaca, Provincia de Charcas, fue un notable jurista, funcionario y tratadista con una notoria actuación en la administración del Virreinato del Rio de la Plata y del Reino de Chile. Acérrimo defensor del Supremo Consejo de Regencia, es recordado tanto por sus obras, capitales para el conocimiento de la producción minera y la producción monetaria de la Casa de Moneda de la Villa Imperial de Potosí, como por su frontal oposición a la Revolución de Mayo y a los movimientos insurreccionales de la América española.

Tras realizar sus estudios en Asunción y Córdoba de Tucumán, cursó sus estudios superiores en la Real Universidad de San Felipe de Santiago de Chile, donde cursó Teología y Leyes. En esta capital fue catedrático, Protector Sustituto de Naturales-indios- y asesor del gobernador, hasta que se trasladó a Buenos Aires al ser nombrado asesor general y auditor de guerra de su primer virrey, Pedro de Ceballos. Tras el cese del virrey pasó a su tierra natal y fue nombrado Teniente Asesor Letrado de su gobernador, el primero de la provincia de Paraguay. En 1874 se trasladó al Alto Perú como teniente letrado y consejero de los intendentes de Potosí Juan del Pino Manrique de Lara y Francisco de Paula Sanz. 

Fue en este destino donde colaboró activamente en la política llevada a cabo para la modernización de la minería, la reforma de la mita y numerosas mejoras en los métodos productivos y técnicos de la obtención de la plata. Para ello escribió varias obras, entre las que destacan sus Ordenanzas de la Minería y la Guía histórica, geográfica, física, política civil y legal del Gobierno e Intendencia de la Provincia de Potosí, que contiene una pormenorizada historia tanto de la minería como de la moneda potosina. Su obra culminante sería, unos años más tarde, el Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata, obra que pretendía incluir la regulación de todas las actividades mineras de este virreinato. 

El Código Carolino 

En 1783 la Real Ordenanza de Intendentes dispuso la aplicación en el Virreinato del Rio de la Plata de las ordenanzas de la minería que habían sido adoptadas para el de Nueva España, compuesto por los propios mineros novohispanos con la guía de los Comentarios de Francisco Javier de Gamboa. A la recepción de esta norma, el intendente potosino Juan del Pino Manrique protestó, elevando al virrey y al monarca un plan de reformas que se ajustase a las características propias de la minería altoperuana, un proyecto que fue preparado por Cañete. 

Por Real Orden de 3 de junio de 1791 la Corona admitió la propuesta, encomendando al gobierno de Potosí la preparación de unas ordenanzas que tras ser aprobadas por los propios mineros y por el virrey debían regir toda la actividad minera de este territorio. Pedro Vicente Cañete fue nuevamente el encargado de su redacción, para lo que recopiló documentación del Real Banco de San Carlos, las Cajas Reales, los archivos del Cabildo, documentos de la Escribanía de Minas e incluso de los propios ingenios para el beneficio de la plata. Tras retirarse cinco meses a la hacienda de Mojotorillo, compuso con toda esta información y el concurso de dos amanuenses el Código Carolino en cinco meses, dándole término en mayo de 1794. 

Francisco de Paula Sanz le prestó su aprobación, elevándolo inmediatamente al virrey del Rio de la Plata, don Pedro Melo y Portugal y recomendando su aprobación. Simultáneamente, el gremio de azogueros solicitó al monarca su inmediata aprobación. A pesar de ello, este proyecto chocó con la oposición del fiscal de la Audiencia de Charcas, Victorián de Villaba, por la petición realizada en el mismo del aumento del número de mitayos, lo que llevó a la celebración de numerosos pleitos. Otra complicación llegó con la pretendida publicación de la Guía histórica antes comentada, escrita por Cañete en 1789, y que si bien había contado con el beneplácito del gremio de azogueros y de la Corona, finalmente fue revocada por el escándalo que su publicación podía acarrear, por el trato que Cañete había recogido de los trabajadores indios en las minas. 

La Corona encargó a una junta de ministros del Consejo de Indias las cuestiones planteadas en Potosí sobre el estado de la mita, lo que incluyó el proyecto de código. En su contestación a la consulta la Junta consideró desfavorablemente el proyecto, si bien recomendó que se tuviese presente para tomar del mismo lo que no ofreciese reparos. Entre las razones esgrimidas se encontraba el hecho de que el mismo debía haber sido consultado a todos los mineros del virreinato, y no solamente a los de Potosí. Hacía referencia también a su gran extensión, 1.111 ordenanzas frente a las 499 que componían tanto las vigentes en el Perú como las nuevas de Nueva España, a las largas narraciones que cada ordenanza contenía, al entender que las leyes debían ser claras, breves y sencillas, a la multitud de citas incluidas en la obra e incluso al estilo del autor. 

El Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata, por tanto, no llegó a entrar en vigor. Su autor había intentado combinar las normas contenidas en las Ordenanzas de Toledo, en las de Nueva España, las aplicables de la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias de 1680 y las leyes castellanas que podían ser de aplicación. Más allá de su técnica legislativa, del estilo en el que fue redactado y del más que abundante recurso a las citas, el mismo podría haber sido con las debidas correcciones un interesante código minero adaptado a Potosí. Con el paso de los siglos, esta obra que durmió en los archivos más de un siglo y no salió a la luz hasta mediados del siglo XX se ha convertido, en sentido contrario y en base a la exhaustividad por la que fue repudiada, en un interesante e importante tratado recapitulativo del Derecho Minero Indiano. 

Últimos años y apoyo al virrey del Perú 

En 1804 Cañete fue nombrado oidor de la Audiencia de la Plata, actual Sucre, donde tuvo una gran influencia en las medidas tomadas por el presidente de Charcas, don García de León y Pizarro. Ello le llevó a enfrentarse con el virrey del Rio de la Plata, Santiago Liniers, y con la propia Audiencia, por lo que en 1805 se ordenó por la Corona su suspensión en el cargo hasta que se solucionase su procesamiento. Entre 1808 y 1810 ejerció de ideólogo contrarrevolucionario contra los movimientos juntistas y autonomistas del virreinato con numerosos escritos, y tras la Revolución de Mayo de Buenos Aires de 1810 se adhirió a la causa del Supremo Consejo de Regencia y fue designado con el apoyo de José Manuel Goyeneche Fiscal de la Audiencia de Charcas. 

Incorporado al ejército, tomo parte en las acciones contra las expediciones militares enviadas por la Junta de Gobierno de Buenos Aires contra Charcas. En 1814 fue nombrado rector de la Real Academia Carolina de Derecho de Chuquisaca. Absuelto en 1815 por el Consejo de Indias de todos los cargos que se habían levantado en su contra, falleció el 23 de enero de 1816, en vísperas de ser nombrado Fiscal de la Audiencia de Charcas. 

Para saber más: 

Cañete, Pedro Vicente, Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata, Archivo General de Indias, 1974.

Cañete, Pedro Vicente, Guía histórica, geográfica, política, civil y legal del gobierno e intendencia de Potosí, Ed. Potosí, 1952.

Martiré, Eduardo, El Código Carolino de Ordenanzas Reales de las Minas de Potosí y demás provincias del Río de la Plata (1794) de Pedro Vicente Cañete, Buenos Aires, 1973.

Peralta Ruiz, Víctor, y Moreno Cebrián, Alfredo, “Pedro Vicente Cañete: un ilustrado criollo contrarrevolucionario en Charcas (1808-1814)”, Fronteras de la historia: revista de historia colonial latinoamericana,  Vol. 23, Nº. 1, 2018, pp. 68-96.

viernes, 10 de junio de 2022

La utilización propagandística de las medallas por las Provincias Unidas en la Guerra de los 80 años

 Publicado en Crónica Numismática, 10 de junio de 2022

https://cronicanumismatica.com/la-utilizacion-propagandistica-de-las-medallas-por-las-provincias-unidas-en-la-guerra-de-los-80-anos/

El pasado mes de noviembre la prestigiosa firma Stack's Bowers Galleries incluyó en una subasta unas bellas medallas acuñadas en el siglo XVI y a comienzos del siglo XVII dentro de la Colección E Pluribus Unum. Dejando aparte las magníficas medallas con los bustos de Carlos I y Felipe II, nos centramos en los bellos ejemplares que fueron labrados por las Provincias Unidas, en rebeldía contra la Monarquía hispánica, en conmemoración de las victorias obtenidas en el Nuevo Mundo.

Una primera visión de las mismas parecería mostrar que los holandeses estaban ganando esta guerra desigual. Pero, como podemos comprobar aún hoy en día, la verdad es la primera víctima de todo conflicto bélico. En primer lugar, porque la Guerra de Flandes fue principalmente una guerra de religión y civil entre flamencos protestantes opuestos al rey de España y flamencos católicos defensores del mismo, que convirtió los Países Bajos en un territorio sembrado de fortificaciones, en un enfrentamiento enquistado de 80 años de duración.

 No menos cierto es que el poder naval de los neerlandeses no pudo hacer mella en los territorios ultramarinos de la Monarquía, repartidos por todo el mundo. De hecho, el siglo XVII vio un resurgimiento del poder naval hispano, con una alta productividad de los astilleros de la Cornisa Cantábrica y el uso de infantería de marina y de buques de guerra para proteger las flotas mercantes. Importante fue asimismo el papel de los corsarios, especialmente los del propio Flandes hispano, que hicieron un número elevadísimo de presas entre las flotas mercantes, pesqueras e incluso de guerra de las Provincias Unidas. Asimismo, el embargo general decretado en 1621 y que duró hasta 1647 redujo drásticamente el flujo de la plata hacia las Provincias Unidas y la totalidad del comercio holandés sufrió de escasez de moneda.

 Cuando en 1621 terminó la Tregua de los Doce Años, los holandeses tenían previstas sus acciones de forma premeditada, y no escatimaron en gastos para atacar y ocupar las posesiones castellanas y portuguesas en el Nuevo Mundo. Los principales ataques de los neerlandeses se produjeron contra el eslabón más débil de la Monarquía, el Reino de Portugal. Su primera acción de relevancia fue la toma sin dificultad de Salvador de Bahía en 1624. La Corte reaccionó rápidamente, haciendo un impresionante despliegue para proteger las rutas comerciales portuguesas en América, África y Asia, enviando una expedición para recobrar Brasil que recuperó Bahía en 1625, rechazando un intento de invasión de Puerto Rico ese  mismo año, defendiendo Angola y ocupando el norte de Formosa.

 A pesar de ello, en el año 1628 los holandeses consiguieron tomar con un ataque sorpresa siete galeones y nueve pequeños mercantes en la Bahía de Matanzas, Cuba, consiguiendo con ello el mayor botín capturado a una Flota de Indias en toda su historia en oro plata y otras mercancías, por valor de 11.509.524 florines, algo que no volvió a producirse, por estar muy protegidas. En 1630 una nueva flota neerlandesa financiada con la presa anterior se dirigió a Brasil, siendo vencida en la conocida como Batalla de los Abrojos. A pesar de ello, los holandeses se hicieron fuertes en Bahía, no siendo expulsados de Brasil por los portugueses hasta el 6 de enero de 1654.

 Las medallas de las Provincias Unidas

 Esta medalla de bella factura se labró en 1599 para conmemorar la toma de la isla de Santo Tomás, ubicada en las actuales Islas Vírgenes estadounidenses. Realizada en plata, tiene un diámetro de 32,4 mm. y un peso de 11,8 gr En su anverso aparece el busto de Mauricio, Príncipe de Nassau, a derecha, con la leyenda latina MAVRITVS P AVR CO NASS CAT MARC VER ET VLIS, Mauricio, Príncipe de Orange, Conde de Nassau, de Catzenelleborger, Marqués de Vere y de Flessinger. Su reverso, anepígrafo, aparece ocupando su parte central una mujer desnuda sosteniendo una vela de barco, y al fondo un barco hundiéndose, la vista de un puerto y una figura con un tridente conduciendo tres caballos de mar.

 La segunda de las medallas, de 1602, está fabricada en plata, con un diámetro de 51,9 mm. y un peso de 36,8 gr. En su anverso se reproduce una imagen de tres navíos a izquierda con las velas y las banderas desplegadas, con la leyenda circular POSSVNT QVAE POSSE VIDENTUR 16 MARTY 1602,  Son capaces de hacer lo que parece serlo, 16 de marzo de 1602. En su reverso se reproduce la imagen de un caballo rampante sobre un orbe y ondas de mar, escapando del león heráldico español, y un castillo también heráldico en su parte superior. La leyenda, dentro de una cinta, reza NON SVFFICIT ORBIS, Un mundo no es suficiente.

 La tercera de las analizadas fue acuñada en plata de gran módulo, 66,7 mm. y 54,7 gr., en 1624. En su anverso se reproduce el busto de Mauricio, Príncipe de Orange, rodeado de los escudos de las Siete Provincias, con el símbolo heráldico de un haz de flechas en su parte superior, y la leyenda en caracteres minúsculos MAURITIUS D G PRINCEPS AURIACAE COM NAFS EC PROV CONFAE GUB, Mauricio, por la Gracia de Dios Príncipe de Orange, Conde de Nassau y Gobernador de las Provincias Unidas. En su reverso viene grabado el escudo personal de Mauricio, coronado y rodeado de una corona de laurel, la leyenda IE MAINTIENDRAY, Lo mantendré, y el año de emisión y con privilegio, 16 CUM PRIVIL 24. 

Las siguientes tres medallas, todas ellas acuñadas en plata, tienen como motivo la toma de una parte de la Flota de Indias en Matanzas, Cuba, en 1628, su mayor éxito naval durante este largo enfrentamiento. La primera de ellas, de 1628, tiene 63,8 mm. de diámetro y pesa 82,4 gr. En su anverso se reproduce el continente americano en su centro, parte del africano y del europeo, con los paralelos y meridianos marcados y leyendas alusivas al Trópico de Capricornio y a la línea ecuatorial, y la leyenda circular GENTES SERVIENT EI DONEC VENIAT TEMPUS QUO EADEM AB IPSO SERVITUTEM EXIGENT JER 27 V 7,  una cita bíblica de Jeremías, 27, 7, que traducida afirma que Las naciones le servirán hasta que llegue el tiempo en que se sirvan de Él. 

En su reverso aparece en su parte superior una escena de las dos flotas enfrentadas, con un número muy exagerado de navíos, por lo que antes hemos explicado. En su parte inferior aparece la leyenda latina VI ID SEPT CIC IC CXXVIII AVSPIC FOED REGIM BELG IN ET SUB MATANZA SINU CUBA INS REGIA CLASSE ARGENTEA REGNI NOVAE HISP, El 8 de septiembre de 1628 la Compañía de las Indias Occidentales bajo los auspicios de las Provincias Unidas de los Países Bajos y bajo el mando de Peter Heyn, el hijo de Peter, capturó cerca de Matanzas, una bahía de la Isla de Cuba, la Flota Real del Tesoro del Reino de Nueva España. La leyenda circular reproduce otra cita de Jeremías, FILIA BABIL QUASI AREA CALCABITUR AB AQUILONE TEMPORE MESSIS EIUS, La hija de Babilonia es como una era, será trillada desde el norte en el tiempo de su siega. 

La siguiente de las medallas estudiadas está también fechada en 1828, con un diámetro de 60 mm. y un peso de 92,4 gr. En su anverso aparece el busto de Piet Pieterszoon Heyn, corsario neerlandés nombrado en 1623 vicealmirante de la flota de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, y la leyenda PET PETRI HEINIVS FOED BELG ORD ARCHITHALASS, Peter Heyn, hijo de Peter, almirante de los Estados Unidos de los Países Bajos. En su reverso aparece una imagen del combate naval, y la fecha en exergo, siendo la leyenda circular que la rodea HEINIAH NVP SENSIT SPOLIATA MATANCA, Matanzas saqueada ha sentido últimamente el poder de la nación de Heyn 

La tercera medalla que analizamos por esta misma temática fue labrada en 1629, tiene un diámetro de 58,8 mm. y un peso de 61,0 gr. En su anverso se reproduce una gran flota, con barcos grandes y pequeños, y la leyenda NON FERRO TANTVM HISPANVS QVANTVM VALET AVRO AVRVM AVFER FERRO NON SVPERABIT IBER, El español no es tan fuerte con la espada como con el oro: quítale el oro, el ibérico ya no ganará con la espada. Su reverso está totalmente ocupado por la leyenda INDICA CLASSE INTERCEPTA PAR TISQ SINE SANGVINE OPVLENTISSIMIS SPOLIIS AD CVBAE PORTVM HISPANORVM NVNC DAMNIS QVAM OLIM CAEDE NOBILIOREM FOEDERATAE BELGICO GERMANIAE PROCERES E GAZA CAPTIVA MONVMENTVM CVDI FECERVNT CIC DC XXIX CUM PRIVIL, Siendo tomada la flota de Indias, y riquísimo botín obtenido sin derramamiento de sangre, en la bahía de Cuba, ahora más festejada por la pérdida de los españoles que antes por su derrota, los jefes de las Provincias Unidas de los Países Bajos han hecho esta medalla que se acuñará de la plata capturada, 1629, Con privilegio. 

La siguiente medalla, emitida en plata dorada, tiene fecha de 1631, un diámetro de 68.5 mm. y 62.2 gr. de peso. Fue acuñada en conmemoración de la toma de Pernambuco y otras victorias. En su anverso se representa a Federico Enrique de Orange-Nassau dentro de una orla coronada, rodeada por dos figuras alegóricas, la de la derecha con una palma y la de la izquierda sujetando un escudo, y la leyenda AUREA CONDET SAECULA, Fundó la Edad de Oro. En su reverso, muy historiado, se encuentra un león rampante, coronado y con espada y flechas en sus garras, rodeado de dos figuras alegóricas, dos ángeles en la parte superior y la representación en cuatro óvalos en la parte inferior de las victorias de Grol en 1627, Wesel en 1629,  la vista de la Flota de la Plata en 1628 y la de 1630 en Pernambuco. La leyenda circular de la medalla es AVSPICIIS ADSIT VICTRIX CONCORDIA, CVM PREVIL, Que la paz victoriosa esté presente con sus auspicios, Con privilegio 

Para terminar, no podemos dejar de citar en este pequeño estudio la moneda acuñada en plata en 1631 conmemorativa de las victorias holandesas en las Indias españolas. En el anverso se reproduce el busto de Federico Enrique de Orange a derecha, con la leyenda FREDER HENR D G PRINCEPS AVRIAC COM NASS, Federico Enrique, por la Gracia de Dios, Príncipe de Orange, Conde de Nassau. Curiosa es la representación de su reverso, en la que el león holandés ataca y está tumbando una de las columnas de Hércules, la de la izquierda, habiendo sido las mismas el escudo personal de Carlos I y posteriormente consideradas como el blasón de los Reinos de las Indias. Más indicativa de su carácter propagandístico es la leyenda, que reza HERCVLEAS VLTRA EXTV LIT COLVNAS, VTRAMQVE, Se ha extendido más allá de las columnas de Hércules, ha golpeado a cada una de ellas. 

Bibliografía recomendada

BOXER, C.R., The Dutch in Brazil, 1624–1654, Oxford, 1957. 

HERRERO SÁNCHEZ, M., “La presencia holandesa en Brasil y la posición de las potencias ibéricas tras el levantamiento de Portugal (1640-1669)”, en SANTOS PÉREZ, J.M, Y CABRAL DE SOUZA, G.F. (Ed), El desafío holandés al dominio ibérico en Brasil en el siglo XVII, Salamanca, 2006.

ISRAEL, J.I., Dutch Primacy in World Trade, 1585-1740, Oxford University Press, 1989.

OTERO LANA, E., “El corso del Flandes español como factor de Guerra Económica”, Stud. his., H.a mod., 27, 2005, pp. 111-133.

RIVERO RODRÍGUEZ, M., “El enemigo holandés, el Conde Duque de Olivares y el servicio de los vasallos en la recuperación de Bahía de Brasil”, Eikón Imago 15, 2020, pp. 227-254.

VAN DER HOEVEN, M., Exercise of Arms: Warfare in the Netherlands, 1568-1648, Brill, 1997.

VV.AA., “La Armada española (IV). 1600-1650″. Desperta Ferro Especiales nº 26, 2021.