miércoles, 29 de junio de 2022

Sellos-Moneda: El uso de las emisiones filatélicas como moneda

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático, julio-agosto 2022


Las emisiones filatélicas han sido utilizadas como moneda de curso legal en lugares tan distantes como los Estados Unidos, Europa o Extremo Oriente. Este uso se ha producido habitualmente en situaciones de conflicto bélico, por la falta de moneda metálica necesaria para las pequeñas transacciones y para su circulación en el mercado interior, pero también como medio de pago entre particulares en épocas de recesión económica, como sucedió con las emisiones privadas alemanas de  la ciudad de Settrup durante la República de Weimar.

 La primera vez que se produjo este uso del sello como moneda de manera generalizada fue durante la Guerra de Secesión norteamericana. En un primer momento, los comerciantes estadounidenses, ante la falta de moneda menuda, comenzaron a aceptar las emisiones postales para las pequeñas compras cotidianas, lo que llevó a que las adquisiciones diarias de sellos postales se quintuplicaran solamente en la ciudad de Nueva York.

 Este recurso a las emisiones postales como moneda de uso cotidiano presentaba el problema de que los sellos se deterioraban rápidamente por su uso diario y continuado. En vista de ello, un vendedor de máquinas de coser de Boston, John Gault, propuso en 1862 que los mismos se encapsulasen en discos metálicos de latón o plata con un revestimiento de una capa de mica para proteger el papel del sello. Para llevar a cabo estas emisiones utilizó una máquina para fabricar botones, y se estima que fabricó este tipo de sellos moneda por un montante global de unos 50.000 dólares.

 La mayor parte de estas piezas que se pusieron en circulación lo fueron en faciales de 5 y 10 centavos, si bien Gault fabricó sellos moneda de todas las emisiones postales realizadas por la Unión, de 1, 3, 12, 24, 30 y 90 centavos. Este hombre de negocios las vendía a las empresas y tiendas al 20% del valor nominal del sello incluido y, tras darse cuenta de que la parte trasera de los discos podía utilizarse como espacio publicitario, comenzó a incluir anuncios de al menos treinta compañías, algunos tan curiosos como “Zarzaparilla Aye para purificar la sangre”.  

 Sus sellos moneda circularon durante un año, hasta que en 1863 las emisiones de moneda fraccionaria del gobierno fueron suficientes para cubrir las necesidades de numerario menudo. Como efecto secundario no deseado, el uso de los sellos como moneda produjo su escasez para su uso primigenio, el postal. El propio gobierno estadounidense tomó ejemplo de los mismos, emitiendo sellos moneda con valores de 5, 10, 15 y 50 céntimos, e incluso algunas de ellas estaban troqueladas en sus bordes a modo de las emisiones postales, con la leyenda “Receivable for all U.S. stamps”.

 Un caso similar del uso de las emisiones filatélicas como moneda corriente se produjo cuando la Compañía Británica de Sudáfrica, establecida en 1899,  emitió sellos adheridos a tarjetas, en las que constaba la leyenda “Pague por favor en efectivo al portador de esta tarjeta el valor facial del sello adherido a la misma, si se presenta en fecha 1 de agosto de 1900 o con posterioridad”.

 Sin duda, fue durante la I Guerra Mundial y en el periodo inmediatamente posterior  cuando se recurrió más asiduamente al uso monetario de las emisiones postales, en países como Alemania, Austria, Francia, Rusia, Italia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Grecia y Argentina, entre otros. En muchos de estos casos se utilizó el mismo método antes visto e ideado por Gault, encapsulando los sellos postales en un cospel circular con la cara donde el mismo venía adherido transparente, y un anuncio en su parte trasera.

 Tanto durante la Gran Guerra como en la II Guerra Mundial el gobierno británico dio curso legal como moneda a sus emisiones postales, sin encapsularlas ni adherir los sellos a ninguna superficie. En el caso de Francia, se incluyó en uno de sus lados un número que indicaba el valor del sello utilizado. En cuanto a Rusia, emitió sellos impresos en cartulina delgada destinados no solamente a su circulación como moneda, sino que asimismo podían utilizarse como sellos postales, aunque carecían de engomado para ser fijados.

 Se llevaron a cabo tres emisiones diferentes. La primera de ellas se realizó en octubre-noviembre de 1915, con valores de 10,15 y 20 kopecks, en cuyo reverso se representaban las armas imperiales con la inscripción “a la par-mismo valor- que la moneda de plata”. La segunda, a finales de 1916, con valores de 1,2 y 3 kopecks, se llevó a cabo para hacer circular estas emisiones a la par de las monedas de cobre de los mismos faciales, con una inscripción igual que la anteriormente vista pero referida obviamente a la moneda de cobre.

 Dado que se descubrió la práctica de la alteración del valor de los valores de 1 y 2 kopecks para hacerlos pasar por los emitidos el año anterior, en el sello del anverso se imprimió la cifra de su valor en grande. Una última emisión está fechada en marzo de 1917, dado que tras la abdicación del Zar el Gobierno Provisional de Kerensky autorizó una nueva emisión de los mismos faciales que la anterior, con la única diferencia de que las armas imperiales del reveso fueron sustituidas por la cifra del valor.   

 Uno de los casos mejor estudiados de estas emisiones, gracias sobre todo al estudio monográfico de Juan Bautista Miró, es el de los sellos moneda emitidos por el bando republicano durante nuestra última Guerra Civil. Los mismos, también conocidos como cartón moneda, consistían en un disco de cartón marrón rojizo con el escudo republicano, de unos 35 milímetros y con un peso aproximado de 0,5 gramos, y cuyo anverso de color pardo estaba libre para adherir un timbre móvil o un sello postal para determinar su valor.

 La razón para esta emisión, que fue aprobada con carácter transitorio por el Gobierno por Orden Ministerial promulgada en Barcelona el 24 de febrero de 1938, fue la escasez en los medios de pago disponibles de la moneda de plata y cobre en las últimas fases del conflicto. Aunque se previó que esta medida tuviese carácter transitorio, no se pudieron retirar de la circulación hasta el final de la contienda, lo que se produjo por el bando nacional, junto al resto del circulante republicano, por Decreto de 9 de junio de 1939.

 Las bases era facilitadas gratuitamente por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y fueron impresas en las instalaciones que la misma tenía en Aspe, Alicante. En la primera de las series catalogada por Miró se utilizaron para fijar el valor de esta moneda de necesidad los sellos de la serie Personajes de 1932 a 1938, y en otras la series de cifras emitidas entre los mismos años, los sellos dedicados a la Alegoría de la República de 1938 y los anteriormente emitidos durante la época monárquica y habilitados por la República mediante resello. Igualmente, se utilizaron timbres móviles con el sello de la República o los anteriores monárquicos habilitados mediante resello.

 Se estima que ya en el mismo año de su aprobación las piezas en circulación superaban los tres millones, con faciales que oscilaban entre un céntimo y una peseta y media. Junto a estas emisiones oficiales se encuentran los cartones emitidos por el Ayuntamiento de Barcelona con los escudos de las cuatro provincias catalanas, no respaldados por la Orden Ministerial anteriormente vista, así como algunos otros cartones moneda lanzados por algunas entidades privadas.

 Durante la II Guerra Mundial, la República Social italiana recurrió nuevamente al uso de los sellos moneda. Las necesidades económicas y la escasez de circulante hicieron que esta práctica fuese utilizada también en otras latitudes. Así, tanto en la isla de Ceilán como en el estado indio de Bundi se habilitaron tarjetas para pequeños pagos con los sellos postales en circulación. Igualmente, en 1942 los guerrilleros filipinos que combatían la invasión japonesa emitieron billetes de 5 pesos mediante la adición a los mismos de un sello de igual valor facial.

 Para saber más

Beresiner, Yasha, A Collector’s Guide to Paper Money, Nueva York, 1977.

Hodder, M.J. & Bowers, Q.D., The Standard Catalogue of Encased Postage Stamps, Bowers & Merena Galleries, 1989.

Luengo, S., “La moneda de ocupación y la moneda de emergencia”, OMNI, nº 1, 2009, pp. 93-100.

Miró Agulló, J.B, El sello moneda de la República, Alicante, 2008.

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