miércoles, 27 de abril de 2016

La colección numismática del Museo del Hermitage

Publicado en Numismático Digital, 27 de abril de 2016

http://www.numismaticodigital.com/noticia/9451/Reportaje/colecci%C3%B3n-numism%C3%A1tica-museo-hermitage.html



El Museo del Hermitage es el depositario de las mejores y las más antiguas colecciones numismáticas de Rusia, y es la mayor colección del museo, con alrededor de un tercio del total de los fondos, y  una de las más importantes del mundo, con aproximadamente un millón y medio de piezas, incluyendo monedas, medallas, billetes, condecoraciones y sellos. La historia de su monetario refleja asimismo la del coleccionismo numismático en Rusia y en otros países europeos en los últimos tres siglos.

Si bien la colección como tal se estableció bajo el reinado de Catalina la Grande, gran parte de sus fondos provenían de las adquisiciones de Pedro el Grande. Pedro tenía la intención de crear un ambiente cultural en Rusia que fuese comparable al de otras naciones europeas, y por un Orden suya de enero de 1722 se  proveyó la confiscación  de todas las monedas de sus reinos y su incorporación a la colección de Palacio. El Gabinete de Monedas del Hermitage se fundó simultáneamente con la galería de pintura y la colección de antigüedades, y la zarina adquirió para el mismo colecciones enteras en Rusia y en el extranjero. La colección numismática de la Corte tuvo asimismo el derecho de prelación para la adquisición tanto de las monedas y medallas de los coleccionistas particulares como de los hallazgos ocasionales y de las excavaciones arqueológicas de sus reinos.

La primera gran adquisición fue el monetario de M. Bremez en 1775, a las que siguieron la herencia del medallista L. Natter en 1771, la adquisición de monedas y gemas en Livorno y la de los Gabinetes de historia Natural de P. Pallas y I. Brein. Entre las monedas procedentes de las excavaciones destacaron las romanas adquiridas en las de Herculano, los ducados y táleros europeos procedentes de Kievo-Pecherskaya Lavra, un conjunto de bracteates de los siglos XII y XIII procedentes de Khotin y 13.500 denarios de los siglos X y XI encontrados en el río Pasha, de muy diversa procedencia 8ingleses, alemanes, italianos, húngaros, checos, daneses, suecos y noruegos). Desde 1804 se llevó una Lista de Adquisiciones, un valiosísimo documento para los estudios del periodo inicial de la colección.

En 1787 el arquitecto Yuri Velten diseñó el Gran Hermitage junto al Pequeño Hermitage, lo que hizo posible la reunión de los dispersos fondos numismáticos de la Corona en la primera planta de este nuevo edificio, cerca de la Librería Imperial. La restauración del Palacio de Invierno aprobada por Nicolás I y llevada a cabo tras el incendio de 1837 ayudó a la conversión del Hermitage en un museo público. Desde 1851 el Gabinete de Monedas estuvo bajo la autoridad del Jefe del 1º Departamento del Hermitage Imperial, y tenía sólo tres comisarios, el de antigüedades y moneda romana, el de monedas orientales y el departamento de la época Moderna. Bajo una nueva reorganización del museo llevada a cabo en 1864, se creó un nuevo departamento independiente de monedas y medallas.

A mediados del siglo XIX la colección incluía 56.321 monedas y medallas. Algunas de las principales colecciones numismáticas en manos privadas de Rusia se añadieron a este Gabinete Numismático, como las 5.200 monedas griegas y romanas de la colección Shodoir compradas en 1838. En 1851 se compró una magnífica colección de 4.712 ejemplares al artista y medallista Jacob Reichel, y el resto de la misma, 41.875 monedas medievales y europeas occidentales, se compraron a sus herederos en 1856. Nicolás I ordenó la obligatoria remisión de muestras de todas las acuñaciones llevadas a cabo por todas las Casas de Moneda de Rusia, una normativa que fue posteriormente confirmada por un decreto de Lenin en 1917.

La Comisión Arqueológica Imperial, fundada en 1859, proveyó al Gabinete de Monedas de piezas encontradas en las excavaciones. P. Shouvaloff donó su colección de 1.219 monedas islámicas al Hermitage en 1864. El director de los Ferrocarriles de la India, A. Gran, vendió al museo 379 monedas en 1883, procedentes del tesoro de Oxus. El 1888 se adquirió la colección de I. Bartholomei, unas 2.000 monedas entre las que destacan las emisiones sasánidas. En París se adquirió la colección de moneda bizantina de Photiades Pachá en 1890, compuesta de 1.050 ejemplares. Otras colecciones, como las del General Komarov, la del Príncipe Lobanov-Rostvsky y la colección Kuntkammer fueron añadidas a sus fondos.

Tras la Revolución de Octubre algunas importantes colecciones privadas fueron requisadas, como la Stroganoff, 53.000 ejemplares, Jusoupoff y Shouvaloff. En 1939 los fondos de la colección ascendían a 577.800 objetos. En los años 30 del siglo XX muchas obras artísticas fueron vendidas por la URSS, y miles de las más preciosas monedas y medallas de oro y plata se repartieron entre la Sociedad Filatélica Soviética y la compañía Antiquarian. La colección se incrementó a partir de los años 30 con las monedas procedentes del Depósito del Estado en Moscú, 228.932 ejemplares, y las importantes colecciones de la Academia de Ciencias, del Instituto arqueológico, el Museo de Asia o del Museo Ruso, entre otras.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en la que Leningrado sufrió un duro asedio que duró  desde el 8 de septiembre de 1941 al 27 de enero de 1944, la colección fue evacuada a Sverdlovsk, en los Urales. Tras el final del conflicto se volvieron a traer los fondos a San Petersburgo, y se creó una gran librería numismática y se volvieron a clasificar y ordenar cientos de miles de monedas. Entre los años 50 y 80 del siglo el museo remitió 29.000 monedas y medallas a diferentes museos en Rusia y en el extranjero para completar sus colecciones numismáticas.

Sus principales colecciones abarcan en la actualidad la moneda antigua, oriental, occidental y rusa. La colección de moneda griega consta de 63.360 ejemplares, incluyendo numerosas piezas maestras, como un decadracma de Siracusa firmado por Kimon y una de las más extensas muestras de tetradracmas de Filipo II y Alejandro Magno. La parte más importante de la colección abarca las monedas procedentes de la costa norte del Mar Negro.

El departamento de moneda oriental es posiblemente el más completo del mundo, e incluye más de 200.000 objetos numismáticos, destacando entre ellas las 35.000 mondas islámicas. Es muy importante asimismo su colección de moneda sasánida, en la que destaca un raro dracma de la reina Buran, y las moneda lingote chinas del siglo XIX. Destacan por su escasez numerosos ejemplos de monedas occidentales, como los diez ducados de Segismundo III de Polonia. Y, como no podía ser menos, la parte más brillante de la colección es la dedicada a moneda rusa.

Contacto: Vitaly Kalinin
Situación: Palacio de Invierno
Dirección: 34, Dvortsovaya Naberezhnaya, St Petersburg, Federación Rusa.
Teléfono: (812) 710 96 29


Para saber más:


Nataliya Smirnova “Histoire des collections numismatiques et des institutions vouées à la numismatique.  The State Hermitage Museum – Numismatic Department. St Petersburg », International Numismatic Council, nº 53, 2006, pp. 37-42.




The Hermitage Museum -The Numismatic Department

miércoles, 20 de abril de 2016

Per aes et libram

Publicado en Numismático Digital, 20 de abril de 2016.
http://www.numismaticodigital.com/noticia/9431/articulos-numismatica/per-aes-et-libram.html


En la Roma Antigua, el bronce en bruto, aes rude, se utilizó para las transacciones monetarias durante los primeros siglos de su historia. Para comprobar su peso y valor, se utilizaba la balanza en cada transacción, de donde procede el término aestimare, apreciar. Las compraventas se conocían por la locución per aes et libram, por el bronce y la balanza.

En sus inicios, la moneda romana era muy tosca, y consistía en trozos de una aleación de un 80% de cobre y un 20% de cinc conocida como oricalco. Estos aes rude, que en un principio no tenían diseño ninguno, comenzaron más adelante a llevar grabadas representaciones de animales, normalmente ganado, de cuyo nombre latino, pecus, derivó el término pecunia, que en un primer momento significaba riqueza, fortuna y también por extensión moneda. En un principio los lingotes tenían un peso de dieciséis onzas.

Posiblemente hacia el siglo V a.C. estas piezas estaban ya acuñadas con la representación de un buey o toro, los conocidos como aes signatum, y en ocasiones de otros animales domésticos como un cerdo o un carnero. En un sistema económico como el de la Antigua Roma, donde el ganado era la base de la riqueza, el término capitalis, capital, derivó de la palabra caput,  cabeza de ganado, y asimismo el término caudal, con el que hoy en día se denomina la hacienda o cualquier tipo de bienes y el dinero.

La moneda romana propiamente dicha fue el conocido como as libral, que data de la época en la que Roma había conquistado ya Antium y su territorio ocupaba unos 6.000 km2.  Era ya una moneda de forma circular, con el busto de Jano bifronte, el patrón de los principios y los finales,  en su anverso y la proa de una nave en su reverso, representando el futuro poderío naval de la República.

Hacia el 269 a.C. el valor de la moneda se indicaba con una barra en los aes, con una S en los semis y en sus fracciones, triens, quadrans y sextans, de acuerdo con su valor en uncias, la base del sistema monetario. En un comienzo los aes pesaban una libra, y estaban divididos en doce quinarios u onzas.

En los negocios relacionados con las res mancipi, que eran todas aquellas cuya propiedad se transmitía por el derecho civil de forma solemne mediante la mancipatio o la in iure cessio, las cosas mancipables eran aquellas que en la sociedad agrícola romana eran las de mayor valor, como las heredades, los fundos o tierras, las cosas situadas en Italia, los animales de carga y los esclavos. Todas las demás cosas se consideraban como res nec mancipi.

En los negocios de enajenación de estas res mancipi debía seguirse el formalismo solemne del gestum per aes et libram. Según el jurista Gayo, en presencia de cinco testigos, ciudadanos romanos y púberes, y de otra persona que sostenía la balanza y actuaba de fiel contraste, el libripens,  el comprador o mancipio accipiens sostenía un trozo de cobre, conocido como raudusculum, tenía que hacer la afirmación categórica de que la cosa vendida era de su propiedad de conformidad con el derecho de los Quirites, los ciudadanos de Roma, hacía la compra mediante el cobre y la balanza:

hunc ego hominem ex iure Quiritium meum esse aio isque mihi emptus esto hoc aere aeneaque libra.

El adquirente golpeaba con el trozo de cobre la balanza, lo entregaba en pago y, con su declaración unilateral se formalizaba el contrato. La cosa debía estar presente, y era asimismo necesario que el comprador la tomase en sus manos si era mueble. El trozo de cobre, el aes rude, servía de precio en la época en la que no existía la moneda acuñada, pecunia numerata.  A finales de la República se solía redactar un documento escrito, que se firmaba por ambas partes y por los testigos, como medio probatorio, si bien si se demostrase que se habían omitido palabras o parte de la ceremonia ritual el documento carecía de todo valor.

La amonedación romana comenzó oficialmente en el año 289 a.C., cuando se crea la magistratura de los triunviri monetales, estableciéndose la Casa de Moneda en el monte Capitoliino, en el templo de Juno Moneta. En el año 211 a.C., y debido principalmente al comienzo de la expansión romana por el Mediterráneo, se creó la moneda de plata romana, el denario, que fue el pilar de la economía romana hasta el siglo III de nuestra Era.

Bibliografía

DÍAZ FRANCISCO, F.E., Breve Historia de Roma, Vol. I., Dykinson, 1991.
FERNÁNDEZ URIEL, P., y MAÑAS ROMERO, I., La civilización romana, UNED, 2013.