lunes, 31 de enero de 2022

Los resellos realizados en Irlanda sobre moneda española de 8 reales a comienzos del siglo XIX

 Publicado en Crónica Numismática, 31 de enero de 2022


https://cronicanumismatica.com/los-resellos-realizados-en-irlanda-sobre-moneda-espanola-de-8-reales-a-comienzos-del-siglo-xix/

En el tránsito de los siglos XVIII al XIX, el circulante en Irlanda presentaba una pésima situación. No se había acuñado moneda en la isla desde el reinado de Jaime I, y el numerario estaba compuesto por monedas de cobre adulterado y chelines falsos que, según un informe del Parlamento británico, no podían cambiarse por menos de 26 o 27 chelines por cada billete de banco de una libra de valor facial. Por ello el 2 de marzo de 1804 John Foster impulsó su reforma en la Cámara de los Comunes mediante un Comité que estudiase esta situación. Para ello, se procedió a poner en circulación en la isla 600.000 reales de a ocho españoles, así como al resello de pesos de cuño español en cantidad de 237.468 libras.

 La penuria de moneda circulante de plata había sido igualmente un grave problema en la propia Inglaterra, y el motivo por el que el 6 de marzo de 1797 se había comunicado el resellado de los reales de a ocho españoles que se conservaban en el Banco de Inglaterra y procedían de la carga de los barcos capturados, con un valor de 4 chelines y 6 peniques. Para ello, se utilizó el punzón usado para marcar la plata, resellándose la cantidad de 2.325.099 ejemplares, por un importe total de 552.211 libras y 3 peniques. Estos punzones se encuentran igualmente, aunque nada se recogió en la Orden que autorizó el resello, en las piezas españolas de cuatro y dos reales.

 Dado a que menudearon las falsificaciones, se utilizó un nuevo resello en 1804, con el punzón octogonal utilizado para las emisiones de los peniques Maundy.  Este mismo año, y gracias a la bochornosa  e ilegal captura de una flotilla española, en el tristemente recordado episodio del hundimiento de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes”, se procedió a un nuevo resellado. El mismo se realizó con los cuños diseñados por Conrad Heinrich Kücher que cubrían gran parte de los reales de a ocho reutilizados, si bien en algunos ejemplares son aún visibles parte de los motivos del peso utilizado como cospel. Su acuñación comenzó el día 21 de mayo. 

El diseño de los mismos supuso una curiosa novedad, dado que mientras que en el anverso se reproducía el busto del monarca y leyenda en latín, el reverso venía dedicado al Banco de Inglaterra y con leyenda en inglés. Para el anverso se reutilizó el busto del rey Jorge III de los peniques de cobre de 1797, y la leyenda GEORGIUS III DEI GRATIA, y para el reverso la figura de Britania, también similar a la de la emisión de cobre antes mencionada, con una banda, una corona mural y las leyendas FIVE SHILLINGS y en la parte de abajo DOLLAR  y BANK OF ENGLAND 1804. Como había sucedido con los resellos anteriores, las falsificaciones comenzaron a aparecer a los pocos días.

 Simultáneamente, este mismo año el Banco de Irlanda recibió autorización para emitir sus propias emisiones. Irlanda estaba teóricamente sujeta a las mismas leyes monetarias que Gran Bretaña, pero su situación fiscal era más precaria, debido a que tenía un sistema monetario diferenciado y sometido a fluctuaciones en los tipos de cambio. Esta situación se mantuvo hasta el reinado de Jorge IV. Los resellos del Banco de Irlanda, con un facial de seis chelines, fueron diseñadas por el mismo grabador y acuñados sobre reales de a ocho españoles por Boulton en Birmingham.

 Su anverso es similar al de los dólares ingleses, pero en su reverso se representó a Hibernia sentada a derecha, con una hoja de palma en su mano derecha y un arpa en la izquierda. En el suelo aparece la letra K, del grabador, la leyenda BANK OF IRELAND TOKEN y bajo la figura la leyenda 1804 SIX SCHILLINGS. A diferencia de las emisiones inglesas, el cuño cubría todo el flan de la moneda española usada como cospel, por lo que no son visibles los motivos primigenios.

 Estas reacuñaciones fueron igualmente falsificadas en grandes cantidades y enviadas a Inglaterra, donde eran aceptadas por la escasez de moneda de plata. Las emisiones del Banco de Irlanda fueron más allá de las de su homólogo inglés, con nuevas emisiones en 1805, así como de denominaciones menores, de diez y cinco peniques irlandeses, con diseño de Lewis Pingo. Las mismas siguieron en circulación en la isla hasta que fueron retiradas de la circulación en julio de 1825, con la justificación de que  las nuevas emisiones británicas de moneda de plata hacían innecesario su uso.

 Los resellos privados 

Además de estos resellos oficiales sobre la moneda de cuño español, fue común en esta época de carestía de moneda de plata en circulación su resello por parte de particulares. Esta práctica, más común en Escocia que en la propia Inglaterra, dado que no podemos olvidar que fue el centro de la conocida como primera Revolución Industrial, tuvo también su reflejo en la vecina Irlanda, conociéndose dos tipos de estos resellos.

 El primero de ellos, el más conocido y mejor estudiado, se realizó en Castlecomer, un pueblo situado en el sur de la isla, perteneciente al condado de Kilkenny. En el mismo se explotaba una mina de carbón, propiedad de la condesa de Ormonde. Es en este lugar y en estas circunstancias donde encontramos un resello privado sobre moneda de cuño español fechada entre los años 1774 y 1808.

 Dicho resello consiste en un punzón oval con los bordes aserrados, en cuyo centro, rodeado de una orla de laurel, aparecen las cifras 5.5 y sobre ellas las letras s y d. La leyenda que rodea la orla es PAYABLE AT C. COMER COLLIERY. Además del resello original, Manville nos informa de la existencia de tres falsificaciones del mismo. El valor dado a la moneda, 5  chelines y 5 peniques no es arbitrario, y responde a la equivalencia en moneda privativa irlandesa de los cinco chelines ingleses, o una corona, antes de 1826.

En cuanto a su datación, debió realizarse entre los años 1808 y 1812, según los autores que lo han estudiado. En todo caso, en los años 1812 y 1813 se emitieron dos Actas que prohibieron este tipo de emisiones privadas, y en fecha 20 de diciembre de 1814 se declaró ilegal su circulación en Gran Bretaña. Incluso si se hubiesen llevado a cabo más tarde, hasta 1815, hubieran tenido una vida útil muy corta.  En su artículo monográfico, W.A. Seaby fecha las primeras reacuñaciones en 1804 o principios del año siguiente, siguiéndose utilizando el punzón hasta 1810. 

 El segundo de los resellos realizados en Irlanda sobre moneda española fue hecho en Whitehouse, un pueblo del condado de Antrim cercano a Belfast, al sur de la bahía de Carrickfergus. En este caso, el resello fue realizado por una compañía dedicada a la producción textil, Nicholas Grimshaw, Esq. Solamente se conoce un ejemplar del mismo, marcado con punzones individuales. Un 23, debajo GRIMSHAW, dos cuadrados con las letras S sobre SIX y D sobre SIX, y bajo ello el nombre WITHEHOUSE. 

Este resello está realizado sobre un real de a ocho de la ceca de México de 1794. El valor otorgado, seis chelines y seis peniques, equivale al valor asignado en moneda irlandesa a los seis chelines en moneda esterlina. Según Manville, el mismo pudo circular entre los años 1811 y mediados de 1815, poco antes de la batalla de Waterloo. 

Bibliografía 

DAVIS, W.J., The nineteenth century token coinage of Great Britain, Ireland, the Channel Islands and the Isle of Man, London, 1904.

KELLY, E.M, Spanish Dollars and Silver Tokens, Spink, 1975.

MANVILLE, H.E., Tokens of the Industrial Revolution. Foreign Silver Coins Countermarked for use in Great Britain, c.1787-1828, Spink, 2001.

MORRIESON, H.W., “The centenary of our modern coinage instituted in February, 1817, and the issues which preceded it in George III’s reign”, British Numismatic Journal 14, 1918, pp. 121-150.

PHILLIPS, M., The token money of the Bank of England, 1797 to 1816, London, 1900.

SEABY, W.A., “Castlecomer Tokens: An inquiry”, Kilkenny Irish History, 1965.

WHETMORE, S.A.H., “The Castle Comer Colliery Token”, British Numismatic Journal Vol. 31, 1962, pp. 152-158.

viernes, 21 de enero de 2022

Filatelia sobre numismática: La moneda en las emisiones filatélicas

 Publicado en Crónica Numismática, 21 de enero de 2022


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La Numismática y la Filatelia van en muchos sentidos de la mano. Solemos encontrarlas en espacios compartidos o consecutivos en museos, instituciones y colecciones. Es habitual igualmente que los establecimientos comerciales dedicados a satisfacer los anhelos de los coleccionistas se dediquen a la comercialización de ambas. Y, finalmente, también es usual que los propios coleccionistas, aunque suele darse una cierta preferencia de una sobre otra, satisfagan su pasión con el estudio y la compilación simultanea de monedas, billetes y sellos.

La moneda como tal es en ocasiones reproducida en las emisiones filatélicas de los distintos países. Destacan en este sentido por su volumen, dos centenares, las realizadas por las Naciones Unidas. Entre las más de dos mil series dedicadas a esta temática en todo el mundo, a las que habría que sumar las que representan medallas y billetes, encontramos desde objetos premonetales hasta moneda circulante propiamente dicha.

 Uno de los estados que más sellos han emitido en este sentido es Israel, siendo las monedas reproducidas más habitualmente desde la propia creación del actual estado en 1848 las dedicadas a antiguas monedas judías, la mayor parte de la época de la dominación romana y de la Guerra de Bar-Kokhba. Igualmente son relativamente abundantes las emisiones italianas, en las que encontramos como tema recurrente la representación de moneda siracusana de la Magna Grecia, como los famosos tetradracmas.

 La moneda de la Antigüedad Clásica ha sido habitual también en las emisiones de Grecia, Creta y Chipre, en las que encontramos representaciones de varias emisiones entre las que destacan por su número las dedicadas a Alejandro Magno.  En Rumanía encontramos también tres series dedicadas a la época romana, y varias dedicadas a la colección numismática de su Banco Central. La moneda celta fue utilizada en emisiones francesas desde 1964 a 1976.

 En Siria se llevaron a cabo dos emisiones en 1976 y 1978 dedicadas a la moneda batida en Palmira. Igualmente, en Túnez se han realizado a lo largo de la historia varias emisiones dedicadas a las emisiones púnicas. En Irán, en 1970 se emitió una serie y un sello dedicados al 2.500 aniversario de la fundación del Imperio Persa por Ciro el Grande.

 En el mundo oriental, son igualmente comunes las reproducciones de sus monedas tradicionales, como sucede en emisiones de Japón de 2008 y 2012 y en varias realizadas en China, en las que encontramos representados desde los cauris a los famosos cash, pasando por la moneda cuchillo. Asimismo, encontramos estas monedas tradicionales en algunas emisiones de la India, Malasia, Etiopía Nepal o Sri Lanka.

 La moneda medieval y moderna es un tema recurrentemente utilizado en numerosos estados europeos para la conmemoración de distintas efemérides. Así, las podemos encontrar en emisiones de Armenia, Bosnia, Bulgaria, Lituania, Irlanda, Mónaco, Polonia, Ucrania, la antigua Yugoslavia o Eslovaquia. Igualmente abundante es la representación de la moneda islámica medieval y moderna en los países musulmanes, como sucede en varias series de Argelia, en una emisión de Iraq, en los numerosos sellos de la serie dedicada al Banco Islámico de Desarrollo de Kuwait de 2006, y en emisiones de Libia, Bangladesh, Marruecos o los Emiratos Árabes.

 De los países iberoamericanos podemos destacar la representación en sus sellos de las principales monedas acuñadas en los Reinos de las Indias. Así, podemos recalcar la emisión peruana de 1961 celebrando su primera Exposición Numismática, en la que se celebraba el 300 aniversario de las primeras monedas fechadas acuñadas en Lima en 1659, así como las monedas de columnas reproducidas en la emisión conmemorativa del 400 aniversario de las primeras emisiones peruanas en 1969, y otro peso que aparece en la emisión de 1992.

 En México, en 1975 se emitió con motivo de la Convención Numismática Internacional celebrada en su capital un sello con una reproducción de una moneda de 4 reales de 1535. En el año 1968 se emitió una bella serie con motivo del 225 aniversario de la fundación de la Casa de Moneda de Chile, en la que se reproduce una emisión áurea a nombre de Fernando VI y una prensa de volante. En Australia se emitió en 2013 una serie de cuatro sellos dedicados al 200 aniversario de los Holey dollars y Dumps realizados sobre reales de a ocho españoles, y en una emisión de Santa Lucía se reproducen varias fracciones de los mismos.

 De Brasil podemos destacar la serie de 1977 en la que se reproducen monedas de 2.000, 640 y 20 reis, así como una pareja de sellos de 1982 conmemorativos del X aniversario de la fundación del Museo Numismático del Banco Central ,con la reproducción de una moneda luso-brasileña de 1645 y otra referida a la coronación del emperador Pedro. Para el Estado da India portuguesa se emitió una serie de 20 sellos en 1959 dedicados a las emisiones desde Manuel I hasta la República.

 La reproducción de las primeras monedas nacionales es asimismo común en los países que han emitido este tipo de sellos, como es el caso entre otros de Bolivia, Guinea Ecuatorial, Uruguay y algunas repúblicas ex soviéticas. Comunes son las representaciones de monedas a nombre la reina Isabel II en los estados miembros de la Commonwealth, y las dedicadas al euro, incluso en algunos de los países en los que no ha llegado a ser moneda oficial, como es el caso de una emisión gibraltareña de 2002.

 La moneda en las emisiones filatélicas españolas

 En la filatelia española, la moneda se ha utilizado como temática en varias ocasiones.   Destaca su utilización para la conmemoración de importantes aniversarios. Así, en 1967 se realizó una emisión para conmemorar el bimilenario de la fundación de Cáceres por los romanos, de un favor facial de 6 pesetas, con el motivo de una bella moneda. Igualmente, una moneda del emperador Galba fue el tema elegido para conmemorar el 1.900 aniversario de la fundación de León por la Legión VII Gémina, con un facial de 3 pesetas y media, en 1968. Nuevamente en 1976 se eligió la moneda para la celebración del bimilenario de la fundación de Caesar Augusta, la actual Zaragoza, con dos sellos de faciales 3 y 7 pesetas, y ese mismo año se utilizó una moneda romana de la I Legión para conmemorar el bimilenario de la fundación de Lugo, sobre un sello de 7 pesetas.

 Encontramos una moneda romana en la emisión de 1997 para conmemorar el bimilenario de Elche, en un sello de 32 pesetas. Un áureo de Adriano y un denario de Trajano enfrentados fueron usados igualmente en un bello sello de 2017, con un facial de 3 euros. En 1966 se emitió un bello sello dentro de la serie Forjadores de América en el que se recoge un bello peso de columnas de 1699 de la ceca de Lima, de un facial de 1,20 pesetas. Un dinero jaqués fue uno de los temas escogidos para representar el arte románico en Aragón en 2004 en un carné en un sello de 27 céntimos de euro. 

 La moneda aparece igualmente de manera accesoria en algunos sellos representativos de importantes obras de arte y celebraciones. Así, la encontramos en el sello de 1960 de 5 pesetas de la emisión dedicada a Murillo, en la que dos niñas están contando monedas. En 1988 encontramos monedas de vellón en un sello dedicado a Francisco de Tassis, Correo Mayor de Felipe el Hermoso, de 20 pesetas de facial. Para conmemorar el Congreso Internacional de Museología del Dinero, en 1999 se emitió un bello sello de 70 pesetas que reproduce el famoso cuadro "El Cambista y su Mujer", de Marinus Reymerswaele.

 Desde 2010 se han venido utilizando en las emisiones filatélicas para realzar el Patrimonio Mundial, con un facial de 2 euros y la reproducción de la moneda conmemorativa, como sucedió este mismo año con la hoja bloque dedicada a la Mezquita Catedral de Córdoba. En el año 2011 se utilizó el mismo formato para poner en valor la Alhambra de Granada. Podemos citar entre otros el dedicado en 2012 a la Catedral de Burgos, en 2014 el barcelonés Parque Güell de Gaudí, con un facial de 3,16 euros, el de 5 euros de 2016 dedicado al Acueducto de Segovia, el de 3 euros de 2015 dedicado a la Cueva de Altamira o del de 2019 dedicado a Santiago de Compostela.

 El coleccionismo numismático también ha tenido cabida en las emisiones filatélicas. En 2014 encontramos un sello de esta temática, de 1 euro de facial, en el que se representan dos monedas estadounidenses de 1 y 10 céntimos, y una moneda española de 100 pesetas de 1966. Un año después se incluye dentro del carné con un conjunto de ocho sellos autoadhesivos forman el carné dedicado al Coleccionismo, que se ilustra con objetos relacionados con los pins, las pipas, la numismática y la filatelia, una representación simbólica de una moneda con un 1 y la leyenda “Colecciona la NUMISMÁTICA con VALOR”. Ese mismo año apareció también una hoja bloque de 3,23 euros de valor facial en conmemoración del cuarto centenario de la creación de la Casa de Moneda de Madrid.

 El cambio de la peseta al euro se reflejó en un sello de homenaje de 2002, en el que consta la leyenda “28 de febrero 2022, de la calle al museo, homenaje a la peseta”. En 2009 se emitió una hojita bloque con el valor de 1 euro con motivo del X aniversario de la introducción del euro, siendo el motivo del resto de la hojita la representación de un billete de 20 euros. Igualmente, en una hoja bloque de 2019, dedicada a la Generación de los 2000, uno de los sellos representa al euro.

Varias emisiones se han dedicado igualmente a las antiguas monedas y billetes de nuestra añorada peseta bajo la rúbrica expresa de Numismática. En 2014 se emitió una pareja de sellos dedicados a al billete de 1 peseta de 1953 y a la moneda de 1 peseta de 1944, de 2 euros de facial cada uno. Nuevamente en 2015 se emitieron otro par de sellos del mismo facial dedicados al billete y moneda de 100 pesetas, y en 2016 dedicados al billete de 1.000 pesetas y a la moneda de 25 pesetas. El del año 2018 viene dedicado a la emisión de 500 pesetas de Rosalía de Castro, y el de 2021 al billete de 10.000 pesetas y a la última emisión de la peseta.

miércoles, 19 de enero de 2022

El apartado del oro de la plata en el tránsito de la Nueva España a la República de México

 Publicado en Oroinformación, 19 de enero de 2022

https://oroinformacion.com/el-apartado-del-oro-de-la-plata-en-el-transito-de-la-nueva-espana-a-la-republica-de-mexico/

El Virreinato de Nueva España, como es bien conocido, era rico en menas argentíferas. Dado que en ocasiones se encontraban en las mismas algunas cantidades de oro, y que no se podía separar el mismo de la plata por los métodos al uso del beneficio del patio o el de fundición, aparecieron algunos establecimientos que comenzaron a brindar este servicio en los Reales de Minas de San Luis Potosí y en México. En 1655 se creó el oficio de Apartador General de Nueva España, Nueva Vizcaya y Nueva Galicia, y la Planta del Apartado se incorporó a la Real Hacienda por Real Cédula de 21 de julio de 1778. Tras la independencia de México, se decretó su libre ejercicio, estableciéndose compañías con capitales británicos, si bien e1 1842 el gobierno retomó su monopolio estatal.

 Como pone de manifiesto Víctor M. Soria, la conveniencia de separar el oro que venía unido a la plata dependía tanto del contenido del mismo como de los gastos inherentes a su separación. En todo caso, los costes de este procedimiento fueron asumidos tras su incorporación por la Real Hacienda, tanto los de los de oficinas como los de materiales, ingredientes, utensilios y jornaleros necesarios para tener al corriente la oficina. Además de los cinco reales y medio por marco de liga, en los casos en los que su ley no alcanzaba los treinta granos por marco la Casa del Apartado se reservaba el derecho a hacer por su cuenta y riesgo el apartado de las barras sin retribuir por ello a sus propietarios. La razón de ello era introducir en el giro del comercio y moneda una nueva porción de oro, que sin esta economía sería siempre oro muerto y perdido.  

 Encontramos varias descripciones de cómo se realizaban estas operaciones. La separación del oro de la plata está recogida en la obra del célebre viajero napolitano Juan Francisco Gemelli, que visitó el establecimiento durante su vuelta al mundo a finales del siglo XVII. Antes de llevar la plata al Apartado, se debía presentar en la Caja Real para tomar razón del quinto a entregar tras la separación. La plata se convertía en bolas pequeñas, que se introducían en vasos llenos de aguafuerte para que se disolvieran. El oro quedaba en el fondo como pólvora negra, y el agua con la plata se echaba en dos vasos de vidrio con las bocas juntas, conocidos como cornamusas. Cuando se ponían al fuego, la plata quedaba en uno de ellos y el agua pasaba al otro.

 El oro se preparaba en una hornaza y con el mismo se hacían primero planchas redondas y posteriormente barras, al igual que se hacía con la plata apartada. Por la operación se pagaba según Gemelli seis reales por marco. Ambos metales se llevaban posteriormente a la Caja Real, donde se sellaban si el oro era de 22 quilates y la plata de 2.220 maravedíes. El oro podía ser acuñado por sus propietarios, según el napolitano, en doblones de a 16 pesos, de a ocho, de a cuatro y de a dos, de a ocho reales por peso, llamados escudos de oro.

 Los derechos fijados para la amonedación del oro eran de tres tomines y medio por marco, el doble de lo fijado para las cecas peninsulares. Según Elhúyar, ni en la Real Cédula de 20 de mayo de 1676 ni en el mandamiento del virrey don Fray Payo Enríquez de Rivera se fijó ninguna cuota por derecho de señoreaje, que hubiese sido según lo establecido para las Casas de Moneda de Castilla de un escudo por marco. Pero en lugar de los 12 reales y 32 maravedíes que valía el escudo de oro en moneda de plata en ese momento, se cobraron por este concepto desde el principio dos pesos por marco.

 Un siglo después, el famoso geógrafo y humanista Alexander von Humboldt describió igualmente el proceso. El metal era reducido a granalla, para multiplicar los puntos de contacto, y el apartado se hacía con retortas de vidrio que se colocaban en largas hileras sobre cercos de hornillos de cinco a seis metros de largo. El oro que queda al fondo del matraz se convertía en barras de cincuenta marcos, que al paso que el nitrato de plata se descomponía con el fuego durante la destilación en las retortas. Esta destilación con la que se recuperaba el ácido nítrico  se hacía en un hornillo y duraba de 84 a 90 horas. Para sacar la plata reducida a cristales era necesario quebrar las retortas, dado que si se precipitara la plata por medio del cobre, tendría no obstante que hacerse otra operación para descomponer el nitrato de cobre, que reemplazaría al de plata.

 El necesario uso de vasos de vidrio para estas operaciones fomentó su producción en el México virreinal, que posteriormente se extendió a la elaboración de otros artículos fabricados en este material y que eran utilizados por otros gremios, como los médicos y boticarios. También se producía en el mismo Apartado el necesario ácido nítrico, alcanzando su producción lo necesario para apartar anualmente hasta doscientos mil marcos de las barras de plata con contenido en oro.

 Tras consumarse la independencia de México, la comisión nombrada para recuperar el esplendor anterior al proceso al ramo de minas propuso al Congreso decretar el libre ejercicio de la industria del apartado, reduciendo el precio de cinco reales y medio a tres reales por marco y pagando a sus dueños todo el oro contenido por encima de los 12 granos. Una vez aprobada la propuesta, se estableció en la capital una compañía de capital británico, que introdujo el uso del ácido sulfúrico y tuvo por ello que construir cámaras de plomo para la fabricación del mismo. Asimismo, las cornamusas, anteriormente fabricadas en la misma casa, fueron traídas de Francia.

 Entre los años 1827 y 1830 los Estados de Guanajuato y Durango contrataron con otras compañías extranjeras el establecimiento de casas de moneda y oficinas de apartado en sus capitales utilizando el ácido sulfúrico, al igual que posteriormente otros, como Chihuahua. Con ello decayó el trabajo en la ceca capitalina, a pesar de que para ahorrar costes se introdujo un nuevo método, consistente en disolver en frío las barras convertidas en granalla en cubas de madera recubiertas por resina para evitar la corrosión del ácido nítrico. Este método, asimismo, permitía recuperar la mayor parte del ácido utilizado y del cobre para su reutilización.

 Finalmente, por Decreto de 1 de enero de 1842 se derogó la ley de 20 de febrero de 1822 que declaraba libre esta industria, ordenando a los establecimientos particulares cesar sus trabajos cuando la Casa del Apartado, una vez que estuviese operativa para utilizar el método del ácido sulfúrico, estuviese en condiciones de emprenderlos. Al no poderse producir este ácido sino a precios elevados, y al darse la exportación, tanto legal como fraudulenta, de las barras de plata sin acuñar normalmente con alto contenido en oro, la nueva República perdió una importante fuente de ingresos.

 Bibliografía utilizada:

 CUMPIDO, I., El museo mexicano o miscelánea de amenidades curiosas e instructivas, Vol. 4, México, 1844.

ELHÚYAR, F. de, Indagaciones sobre la amonedación en Nueva España, sistema observado desde su establecimiento, su actual estado y productos, y auxilios que por este ramo puede prometerse la minería para su restauración, presentadas el 10 de agosto de 1814, Madrid, 1818.

FONSECA, F. de y URRUTIA, C. de, Historia General de la Real Hacienda, por orden del virey Conde de Revillagigedo, T. I., México, 1845.

GEMELLI CARRERI, J.F., Viaje a la Nueva España, Trad. de José María de Ágreda y Sánchez del original de 1699, México, 1927.

HUMBOLDT, A. von, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, T. I, Trad. de Vicente González Arnao, Paris, 1822.

SORIA, V.M., “La incorporación del Apartado del Oro y la Plata a la Casa de Moneda y sus resultados de operación, 1778-1805”, HMex, XLIV, 1994, pp. 269-298.  

viernes, 14 de enero de 2022

La medalla de la Academia de Dibujo en el Archivo General de Indias

 Publicado en Revista Digital de la Asociación Belgraniana de C.A.B.A, nº18 , 2022

En el Archivo General de Indias se conserva el bello diseño del anverso y reverso de un proyecto de medalla remitida por el Consulado de Buenos Aires a la Corte, para su aprobación por el monarca. La misma, que finalmente no fue aprobada, es un documento que muestra la importancia que para los pensadores ilustrados de finales del siglo XVIII tenía el dibujo como motor de la industria y la ciencia, dentro del saber económico y científico, más allá de su primigenio carácter artístico.

 La solicitud de la creación de la Academia de Dibujo, dependiente del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires, partió de un artesano escultor, el pucelano Juan Antonio Gaspar Hernández, radicado en Buenos Aires desde 1780. El 23 de febrero de 1799 presentó a la Junta de Gobierno del Consulado su proyecto, con el deseo de contribuir a la felicidad pública abriendo una escuela donde se enseñase geometría, arquitectura, perspectiva y otras técnicas de dibujo útiles para el desarrollo de las artes y oficios.

 En dicha solicitud pedía el abono de los gastos para el alquiler de la sala, las mesas, bancos y candelabros necesarios para llevar a cabo estas enseñanzas, que se llevarían a cabo durante dos horas diarias de trabajo nocturno. La propuesta de esta escuela gratuita, que contaba con el pleno apoyo de Manuel Belgrano, fue aprobada por el virrey José de Avilés, que elevó el 27 de marzo de este mismo año su propuesta al rey.

 Los beneficios de dicha institución fueron enumerados por el propio Belgrano: 

Los beneficios que resultan de una escuela de dibujo: sin este conocimiento los filósofos principiantes no entenderán los planisferios de las esferas celeste y terrestre, de las armilares que se ponen para el movimiento de la tierra y más planetas en sus respectivos sistemas, y por consiguiente los diseños de las máquinas eléctricas y neumáticas y otros muchos que se ponen ya en sus libros al teólogo al que le es indispensable algún estudio de geografía, le facilitará el manejo del mapa y del compás, al ministro y abogado el de los planos icnográficos y agrimensores de las casas y terrenos y sembrados que presentan los litigantes en los pleitos, el médico entenderá con más facilidad las partes del cuerpo humano, que se ve y estudia en las láminas y libros de anatomía, en una palabra, debe ser este conocimiento tan general, que aún las mujeres lo debían tener para el mejor desempeño de sus labores.

 En esta situación, en fecha 8 de marzo de 1800 el Consulado de Buenos Aires remitió a su apoderado en Madrid, don Francisco Jiménez de Sarmiento, una carta en la que iba anexo el diseño objeto del presente estudio. En la misma se recogía el propósito de acuñar en plata, en distintos pesos, los ejemplares necesarios para otorgarlas a los premiados por dicha Academia, si así era aprobado por el monarca.

 La historia de esta primera tentativa de enseñanza artística sistemática en el territorio de la actual Argentina y el papel de Manuel Belgrano en la misma han sido objeto de numerosos estudios, a los que remito al lector interesado, y que se recogen en la bibliografía recomendada. En cuanto a la transcripción del Acta del otorgamiento de dichos premios, realizada por el propio Belgrano, remito a su transcripción realizada por el egregio numismático argentino don Arnaldo Cunietti-Ferrando en su Historia de las Medallas Argentinas, 1747-1880. Sirva también la presente para agradecer a su buen amigo don Arturo Villagra sus siempre provechosas indicaciones.

 Centramos este breve estudio, por tanto, en las propias cualidades formales de esta que hubiese sido, tras su aprobación, una preciosa medalla, lo que  nos es posible hacer por el magnífico diseño conservado. Ejecutado en tinta sepia, tiene un tamaño de 19,7 x 10 cm., siendo el diámetro de la medalla de 4 cm. Realizado mediante la técnica de grabado, y en buen estado de conservación, se encuentra a disposición de cualquier investigador, interesado o mero curioso, digitalizado en la página de PARES del Ministerio de Cultura de España. Pueden consultar el registro de este bello diseño de moneda aquí.

 El Escudo representado es muy similar al conservado actualmente en el Museo Mitre, dibujado por el pontevedrés Pedro Antonio Cerviño, director de la Escuela de Náutica fundada ese mismo año y Comandante del Tercio de Gallegos durante la defensa de Buenos Aires contra las invasiones inglesas. Difiere en pequeños detalles, como que el REAL de la leyenda aparece apocopado en RL, y que ambas naos están enfrentadas, a diferencia de lo que luego comentaremos. Dicha autoría aparece corroborada por aparecer en dicho dibujo en exergo la misma, Cerviño dibujó,

 En el campo de este proyecto de medalla encontramos el escudo del Consulado porteño, compuesto por el blasón de la ciudad rodeado de una serie de alegorías. En su leyenda superior, dentro de una cinta plisada en sus extremos, aparece REAL CONSULADO DE BUENOS AIRES, mientras que en parte inferior aparece un borrón, lo que parece dar a entender que la leyenda, posiblemente el nombre de su diseñador, fue finalmente tachada. La medalla viene embellecida por una gráfila u orla exterior en todo su contorno. En cuanto a su reverso, es de diseño muy simple, con una leyenda perimetral superior ACADEMIA DE DIBUJOS, continuada por todo el perímetro de la medalla restante con una orla de laurel, y la leyenda central PREMIO PRIMERO.

 El centro de la composición del anverso recoge el escudo oficial de la ciudad de Buenos Aires, establecido en 1649 y aprobado por su Cabildo el 5 de noviembre de ese año, durante el mandato del Maestre de Campo  Jacinto de Lariz. Los motivos representados en esta primera versión son una paloma, con pico hacia la izquierda, rodeada de un halo, y las aguas del Rio de la Plata. La paloma representa el Espíritu Santo, protector de la ciudad. También se reproducía en el mismo un ancla completa, como símbolo de que la ciudad era un puerto o apostadero, que en versiones posteriores se sumergió en parte. En nuestro caso, es visible salvo una de sus cañas. 

 En esta primera versión no aparecían las dos naves, que no obstante sí que encontramos en esta propuesta de medalla, siendo uno de los ejemplos más antiguos conocidos de su uso. En heráldica ambas naos, tradicionalmente, se han venido representando como una carabela y como un bergantín del siglo XVI, en los que ambas naves aparecen por el costado de babor, aludiendo a las dos fundaciones de la ciudad por Pedro de Mendoza y Juan de Garay. A diferencia de diseños posteriores, las naos de esta propuesta son de similar diseño, por su porte fragatas contemporáneas a su realización, y tienen una trayectoria divergente desde el centro de la composición, sobre un mar tranquilo. El escudo oval está rodeado de una orla decorada con volutas y hojas de laurel en su parte superior y dos florones a ambos lados, y coronado con la corona real, cerrada, con orbe y cruz, y una cinta plisada.

 Alrededor de esta composición central encontramos en alegoría los atributos de la riqueza en boga de los pensadores ilustrados españoles y europeos de esta centuria, de los que Belgrano fue asiduo lector, como Campomanes, Jovellanos, Uztariz, Quesnay, Adam Smith o Genovesi. A su derecha se representan la agricultura y los frutos de la tierra, siendo visibles un haz de espigas, un cesto con lo que parecen uvas y hojas de parra y una cornucopia o cuerno de la abundancia de la que surgen varias frutas.

 Bajo el escudo, encontramos una venera o vieira, símbolo de Santiago Apóstol, patrón de España, y bajo la misma representaciones de la riqueza marina, como una estrella de mar, peces y algas. En cuanto a la parte izquierda, se representan los atributos propios de la marina y el comercio, apareciendo un mástil, una bandera, un barril, un fardo señalado con las letras RM, la caña de un ancla, un cañón y sus balas.

 Esta magna fundación finalmente tuvo una breve existencia, no solamente por la negativa de la Corona posteriormente puesta de manifiesto por Belgrano, basándose en su situación de práctica bancarrota por el continuado periodo bélico vivido en Europa alternativamente contra la Revolución Francesa y Gran Bretaña, sino por la propia oposición interna de algunos habitantes de Buenos Aires.

 Para saber más

Bottarini, Roberto, “La escuela y el premio. El programa ilustrado de Manuel Belgrano: Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor (1796)”, Hist. Educ. Rev. Interuniv., 29, 2010, págs. 285-305.

Britos, Diana Victoria, “sobre el vocablo “arte” en las Memorias consulares de Manuel Belgrano en el siglo XVIII”, AdVersuS XIV, 32, junio 2017, pp. 1-22.

Cunietti-Ferrando, Arnaldo, Historia de las Medallas Argentinas, 1747-1880, Buenos Aires, 2010.

Dib, Matías, Ideario de Belgrano, Colección Idearios Argentinos, 2019.

Dosio, Patricia Andrea, “Un saber en tensión: Manuel Belgrano y la enseñanza del dibujo en el Buenos Aires tardocolonial“, Anales de la Educación Común, Bicentenario de la Provincia de Buenos Aires y del fallecimiento de Manuel Belgrano, Vol. 1, nº 1-2, 2020, págs. 65-74.

Escola, Héctor Jorge, “Manuel Belgrano. El Consulado. La Escuela de Náutica. La Gloria”, Boletín del Centro Naval, nº 808, mayo-agosto, 2004, pp. 201-208.

lunes, 10 de enero de 2022

Los otros columnarios de la Monarquía española

 Publicado en Oroinformación, 10 de enero de 2022



Las columnas de Hércules y la leyenda PLVS VLTRA, la divisa creada por el consejero milanés Luis Marliani para Carlos I, aparecieron en las primeras emisiones monetarias de los Reinos de las Indias españolas desde un primer momento, y acabaron convirtiéndose en el escudo particular y blasón de la América española. La moneda columnaria acuñada en estas cecas, y muy especialmente la conocida como de mundos y mares, fue la divisa de su época, con una aceptación mundial, siendo posiblemente la moneda que alcanzó la mayor difusión de la historia. 

Ambas columnas fueron igualmente incluidas entre los blasones del reino de España en las emisiones monetarias en el siglo XIX, a ambos lados del escudo, apareciendo en las mismas hasta la adopción del euro. Hasta ese momento, su uso estaba reservado a las emisiones realizadas en plata nacional, que era la moneda acuñada en las cecas de los Reinos de las Indias, y no estaban representes en las monedas acuñadas en las cecas peninsulares, ni siquiera en las de plata gruesa, de cuatro y ocho reales. 

No obstante, y muy especialmente durante el reinado de Carlos I de España y V de Alemania, estos motivos se utilizaron en otros territorios de la Monarquía en sus emisiones monetarias. Un precedente de este uso aparece en los reales sencillos acuñados para la expedición a Túnez de 1535, una masiva emisión en la que se reunieron en Barcelona monederos de Perpiñán, Zaragoza, Pamplona, Burgos, Valencia, Sevilla, Segovia y Toledo, con un diseño muy similar a los reales acuñados en la ceca de México a nombre de Juana y Carlos por estas mismas fechas. Dicha acuñación se llevó a cabo utilizando parte de los tesoros procedentes del Perú y del rescate cobrado de los príncipes de Francia. También en los reinos peninsulares, hubo una emisión de moneda de vellón en cornados, moneda propia de este reino, de la ceca navarra de Pamplona, en la que igualmente se representaron ambas columnas. 

Las columnas fueron también utilizadas en las emisiones de varias Casas de Moneda de las posesiones italianas, tanto en las correspondientes a los reinos de la Corona de Aragón, como Sicilia y Nápoles, como en las imperiales, especialmente en la de Milán. Entre las primeras, tenemos una emisión de un piccolo  siciliano, con el águila propia de las emisiones de esta ceca en su otra cara y la cinquina napolitana, en la que PLVS VLTRA aparece  en la leyenda circular, y con un agnus dei en su otra cara. 

En la ceca piamontesa de Asti se acuñaron testones a nombre del Emperador con estos motivos, con busto imberbe a derecha a la romana coronado en su anverso. Esta ciudad, que pasó a su dominio en 1525 tras la batalla de Pavía, fue unos años después, en 1531, cedida al Ducado de Saboya, a su prima y cuñada Beatriz de Portugal. Pero será en la Casa de Moneda de Milán, utilizada para la labra de moneda para los ejércitos imperiales, donde estos motivos se utilicen más asiduamente. Las encontramos en el reverso de los dineros de ocho sueldos con la imagen de San Ambrosio, patrón de la ciudad, en su anverso, en los cuartos de escudo con un precioso busto a la romana del emperador coronado de laurel en anverso, en los testones también acuñados en plata e incluso en los escudos sencillos y dobles de oro. La corona imperial representada en estas emisiones sugiere por su forma una mitra obispal. 

Pero donde la representación de las columnas tuvo una mayor vigencia fue sin duda en la ceca francontesa de Besanzón, actual Besançon, donde se acuñó moneda a nombre de Carlos V durante los reinados de los sucesivos monarcas de la Casa de Austria hasta que, tras la invasión gala y una terrible guerra en la que murió o emigró la mayor parte de su población, fue anexionada por Francia por el Tratado de Nimega en 1678.  Las columnas aparecen integradas en el escudo de la población, una ciudad imperial, con un águila con las alas extendidas entre dos columnas, en solitario  o incluidas en el escudo imperial con el águila bicéfala, en las emisiones de vellón, plata y oro. Independientemente del monarca reinante, tanto las leyendas como la representación en busto o de cuerpo entero del anverso de la moneda hacen referencia en las emisiones de esta Casa de Moneda, como hemos dicho, a Carlos V, si bien pueden ser adscritas a dichos reyes por la fecha que se representa en la misma.  

En el reinado de Carlos II, aunque también con precedentes en épocas anteriores, como sucede en las emisiones milanesas realizadas a nombre de Carlos V, encontramos algunas representaciones del otro motivo característico de los míticos columnarios, los orbes. Así, por ejemplo, el representado en un tari napolitano de 1684, bajo una corona real, un fascio y un cuerno de la abundancia, y muy especialmente en los dos orbes representados en un ducado también napolitano. En esta última moneda, ambos orbes se sitúan a ambos lados de un cetro central, a modo de columna, sobre el que se reproduce una corona real, como posteriormente encontraremos en los míticos reales columnarios, y la leyenda VNVS NON SUFFICIT en un cartel. 

Podemos terminar este breve repaso haciendo mención a la representación de la moneda de mundos y mares como blasón propio de los Reinos de las Indias durante el reinado de José I Bonaparte en el cuartel inferior derecha del escudo, con las dos columnas a ambos lados de dos orbes, tanto en la moneda acuñada en oro como en plata, y a la inclusión de las columnas en la moneda batida en las cecas peninsulares durante el Trienio Liberal. Finalmente integradas en el escudo presente en las emisiones monetarias españolas, ambas columnas aparecen sin interrupción, como hemos comentado, desde el reinado de Isabel II en adelante.