viernes, 5 de octubre de 2012

La Flota de 1715 y los corsarios cubanos

Publicado en Numismático Digital, 2 de octubre de 2012



El 31 de julio de 1715 un violento huracán hundió diez buques de la Armada de la Plata, un millar de hombres  y el tesoro que transportaban, reunido durante la Guerra de Sucesión y por un valor declarado de más de catorce millones de pesos fuertes, entre el canal de Bahama y Florida. En su rescate tuvieron un importante papel los corsarios de la isla de Cuba, especialmente el más famoso de ellos, don Juan del Hoyo Solorzano, sargento mayor de la guarnición de La Habana. 

Esta es la fecha oficial y unánimemente reconocida de este importante naufragio. Sin embargo, no coincide con la dada en la crónica de los hechos realizada por Jacobo de la Pezuela, Académico de la Historia, en 1868, que sitúa este episodio en marzo de 1716, dando la cifra de veintidós buques hundidos y quince millones de pesos, y que cita como fuente los cuadernos de la antigua escribanía de la Habana. 

El marqués de Casa Torres, según este autor, convocó a todos los interesados con la primera noticia del naufragio, que unánimemente decidieron fletar y armar todos los barcos disponibles, para recuperar los tesoros anegados junto a un grupo de bancos llamado Palmar de Aiz, cerca de Cabo Cañaveral. Se encomendó la tarea a Juan del Hoyo, corsario que se había ganado una gran reputación combatiendo a los ingleses en la recién terminada guerra, con la fragata Soledad y siete balandras armadas. 

De los barcos hundidos en estos bancos, Hoyo remesó a La Habana cuatro millones de pesos, sin el orden, la cuenta y razón exigida por la Real Hacienda. Se observó un repentino incremento del circulante en esta ciudad y en otras, por lo que se sospechó que los interesados se aprovecharon de los caudales de la flota. De tal manera corrieron las noticias por todas las Antillas que mercaderes de Jamaica y Barbuda armaron una flotilla de cinco naves que al mando del corsario Enrique Jennings se dirigió al lugar del naufragio, a pesar de que había paz entre ambas naciones. 

A primeros de junio de 1716 Jennings desembarcó con trescientos hombres armados y se apoderó de 350.000 pesos que estaban allí reunidos, dirigiéndose rápidamente a Jamaica, y dando caza en su vuelta a un bergantín español que transportaba grana, añil y 3.000 onzas consignadas a La Habana. Con este botín se declaró pirata independiente y se retiró a las islas de Bahama, burlando a los comerciantes que habían costeado su expedición y eludiendo la persecución a la que se vio sometido por los corsarios de La Habana. 

Las consecuencias de este indigno acto no se hicieron esperar. Vicente de Raja, el nuevo Gobernador de Cuba, expidió patentes de corso y dio noticia a los demás gobernadores del Caribe. Durante este año, los corsarios de La Habana, Santiago y Tierra Firme apresaron en la bahía de Campeche veintidós barcos ingleses cargados de palo de tinte. Durante los siguientes meses, los corsarios españoles dieron caza sin tregua a los contrabandistas y corsarios extranjeros, y como los ingleses hacían la guerra no declarada hubo crueles represalias contra los súbditos británicos. 

En los años 60 del pasado siglo fueron rescatados del fondo del mar buena parte de los restantes fondos hundidos en este naufragio, y para evitar los expolios el Estado de Florida hubo de promulgar una ley para regular los descubrimientos y la parte de los tesoros que le correspondería por los mismos. Entre 1964 y 1974 la compañía Real Eight recuperó gran cantidad de monedas de estos pecios, y la mayor parte de los fondos en moneda de plata de la Colección del Estado de Florida, 21.962 monedas, que suponen más de un 95% del total, tienen esta procedencia.

Esta colección numismática es asimismo la mayor y la más completa del mundo en cuanto a las monedas de oro de las dos primeras décadas del siglo XVIII, y una de las más completas, al menos en números absolutos, en cuanto a los pesos fuertes, dado que faltan muchos faciales y fechas de los periodos inicial y final del dominio español de las Indias. Faltan asimismo en la misma los faciales más bajos de las series de plata, dado que su origen está obviamente en las remesas enviadas a España. 

Bibliografía
CRAIG, A.K., Spanish colonial silver coins in the Florida Collection, Gainesville, Florida, 2000.
LORENZO ARROCHA, J.M., Galeón, Naufragios y Tesoros, Santa Cruz de la Palma, 1999.
PEZUELA, J. de la, Historia de la Isla de Cuba, T. II. Madrid, 1868.
TAULER FESSER, R., “La Flota naufragada de 1715 y sus onzas” http://www.panoramanumismatico.com
TAULER FESSER, R., “Buscadores de Tesoros (I)”  http://www.numismaticodigital.com
Gold Cobs from the 1715 Fleet, http://www.goldcobs.com