lunes, 30 de mayo de 2022

De Siam a Alemania: monedas, medallas y fichas de materiales cerámicos, sobre todo en porcelana

 Publicado en Crónica Numismática, 30 de mayo de 2022


Entre las distintas emisiones de moneda de necesidad, fichas o tokens realizados desde el siglo XVIII en distintos materiales, carentes de curso legal pero que circularon como medio alternativo de pago, encontramos las realizadas en materiales cerámicos, habiéndose utilizado asimismo la porcelana para la labra de algunas bellas medallas en algunos países. En el presente artículo nos centraremos en las primeras.  

 De entre estas fichas o tokens, las que tuvieron una mayor difusión y están mejor estudiadas se corresponden con las usadas a partir de finales del siglo XVIII en las comunidades chinas en Indochina, Siam y Malasia, así como las monedas de necesidad o Notgeld emitidas por la fábrica de porcelana sajona de Meissen entre los años 1921 y 1923. Otros ejemplos    que se pueden citar de las mismas son las emisiones de Worcester de 1760 y Pinxton en 1801 en el Reino Unido, las belgas de Baudour de 1850 y las producidas en 1920 en Guatemala y en las poblaciones austriacas de Alkoven e Inzersdof en 1921.

 El primer uso a gran escala de estas fichas cerámicas lo encontramos, como antes comentábamos, en las comunidades chinas establecidas en distintos emporios del Mar de la China Meridional, como Siam y los estados malayos, entre finales del siglo XVIII y el último cuarto del siglo siguiente. Su origen se encuentra en las fichas de juego emitidas por los dueños de los hongs o casas de juego, siendo producidas asimismo por los comerciantes chinos y los dueños de los prostíbulos de Bangkok. El uso de estas fichas trascendió a aquel al que estaba destinado, circulando como moneda menuda en el área de influencia del banquero o grupo de ellos que las reconocía como tales.

 Estas fichas, conocidas con los nombres de pee o pi, eran pequeños trozos de porcelana de gran variedad de formas, habiéndolas entre otras rectangulares, cuadradas o redondas. Las mismas venían decoradas con diferentes figuras, así como inscripciones en chino o tailandés, normalmente la inicial de la casa de juego que las había emitido. Su valor venía referido a las monedas circulantes de la época: salung, fuang, song pei, pai y att. Para evitar falsificaciones fue habitual su continua sustitución y el uso de nuevos diseños. Algunas de ellas llegaron a los puertos de Malasia para su uso como fichas de juego y también como moneda circulante, donde se popularizó igualmente su emisión, dando como resultado un nuevo tipo conocido como jokoh.

 Según Miguel Ibáñez  el gobierno siamés retiró estas fichas de porcelana en agosto de 1875, limitando su validez a diciembre de ese año, si bien al parecer siguieron en circulación bastante tiempo. Presentes en las subastas y ofertas numismáticas, se encuentran asimismo importantes colecciones en diversos   museos e instituciones, como los dos mil ejemplares de Kultur- und Stadthistorsches Museum Duisburg, los cuatrocientos de la colección del British Museum, o el centenar del National Museum of Ethnography de Leiden o de la colección del Gabinete de Medallas de la Biblioteca Nacional de Francia.

 Especial mención merece la emisión de dos reales de Guatemala de 1920, durante la presidencia de Carlos Herrera, dado que, de todas las piezas estudiadas es la única que parece que tenía como destino su circulación como moneda de curso legal. Fue fabricada en Meissen, Alemania, en 1920, y se conservan muy pocos ejemplares. Fabricada en un tipo de barro rojizo conocido como Böttger, de gran dureza y que permitía una gran nitidez y definición en los detalles, tiene un diseño muy sencillo, con un escudo de Guatemala en una de sus caras dentro de un triángulo con palmas a ambos lados y estrellas y dos espadas cruzadas en su parte inferior, y su valor facial, 2 PESOS y la leyenda GUATEMALA en la otra, careciendo de fecha de emisión.

 Esta moneda nos permite enlazar con la posiblemente más famosa emisión de fichas cerámicas de la época contemporánea, la llevada a cabo en la misma fábrica de porcelana de Meissen para su circulación en diferentes ciudades de algunos estados alemanes. Dicha fábrica tiene el honor de ser la productora desde 1710 de la primera porcelana fabricada en Europa, estando todavía la compañía en activo con el nombre Staatliche Porzellan-Manufaktur Meissen GmbH.

 La razón principal para recurrir a este material, como acertadamente recoge José Ramón Vicente, fue seguramente la escasez y el alto coste del metal normalmente utilizado en las emisiones. A ello habría de sumarse la penuria monetaria derivada de la derrota germana en la I Guerra Mundial durante los primeros años de la República de Weimar, que llevó a las autoridades alemanas a autorizar a los municipios a emitir estos notgeld o monedas de necesidad, para lo que se utilizaron los más diversos materiales.

 En este contexto, a comienzo de la década de 1920 diversos municipios encargaron a la casa Meissen la emisión de monedas locales para la circulación interior de moneda menuda, debido a su carestía. Para ello se utilizaron en primer lugar moldes de yeso, que posteriormente fueron sustituidos por otros de acero, lo que facilitó las labores y el detalle de los motivos en ellas reproducidos. Si bien las más frecuentes fueron realizadas en el barro rojizo antes visto para Guatemala, pero se encuentran ejemplares en color blanco, verde, negro e incluso con una lámina de oro en su filo.

 Buena parte de ellas se destinaron no a la circulación, sino al coleccionismo numismático, que de hecho hizo que la producción se incrementase y los motivos y tipos se multiplicasen. Entre finales de 1920 y 1923 se emitieron cientos de series  de estas monedas cerámicas, tanto para las autoridades municipales que las solicitaban como para empresas y coleccionistas. Así, se fabricaron series para las ciudades de Meissen y Freiberg en Sajonia, Münsterberg en Silesia, Quedlinburg en Sajonia-Anhalt o Eisenach en Turingia, en valores que varían desde los 10 pfennigs hasta los 20 marcos. Con posterioridad la fábrica siguió emitiendo bellas medallas en este bello material.

domingo, 29 de mayo de 2022

Patrimonio de la Humanidad en España

 Publicado en El Tinto Numismático, Vol. II, Nº1, enero-febrero-marzo 2022

https://www.academia.edu/80179428/Patrimonio_de_la_Humanidad_en_Espa%C3%B1a

Desde que la Conferencia General de la UNESCO adoptase en su XVII reunión celebrada en París la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, 1.154 sitios en todo el mundo han recibido la consideración de sitios específicos en el planeta de importancia cultural o natural excepcional para el acervo común de toda la Humanidad. Cada uno de ellos pertenece al estado donde se ubica, pero al ser de interés para toda comunidad internacional se considera que debe ser preservado en beneficio del conjunto para las futuras generaciones. Dichos lugares de especial interés común son de tipo cultural, natural o de carácter mixto, incluyéndose también el patrimonio inmaterial.

 Repartidos en 167 países, en 2021 el país que más lugares posee es Italia, con 58, habiendo desbancado a China, que ha pasado al segundo lugar, con 56. España, tradicionalmente el tercero de la lista con 49, ha sido sobrepasada por Alemania, con 51. Francia tiene los mismos que España, y los siguientes países con más lugares que han merecido este reconocimiento son la India, con 40, y México, con 36. Las regiones que más de estos sitios incluyen en el mundo son las Comunidades Autónomas de Castilla y León y Andalucía, en España, y Lombardía y Toscana en Italia, con 8 o más, siendo Córdoba la ciudad con más bienes protegidos de todo el orbe, con cuatro.

 Desde el año 2010, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre realiza anualmente una emisión dedicada a uno de estos sitios ubicados en España. La particularidad de la misma es que consiste en una emisión filatélica, una Hoja Bloque en la que se incorpora el bien reconocido,  en la que se incluye como sello postal la representación de la moneda de dos euros que simultáneamente se acuña anualmente sobre la misma temática, en cantidades limitadas y que, si bien tiene pleno valor como moneda circulante, se presenta en un bello carnet y encapsulada para disfrute de los coleccionistas. Para este año 2022 está previsto que la emisión venga dedicada al Parque Nacional de Garajonay, en la isla canaria de La Gomera. 

viernes, 13 de mayo de 2022

Las monedas acuñadas durante la I República española

 Publicado en UNAN Numismática, nº 47, marzo-abril 2022

https://www.academia.edu/79051363/Revista_Digital_UNAN_Numism%C3%A1tica_no_47

La I República federal española tuvo una efímera vida de continua inestabilidad, dado que duró solamente once meses, entre el 11 de febrero de 1873 y el 3 de enero de 1874, con cuatro presidentes distintos.  Su Constitución, que no llegó a proclamarse, preveía la  subdivisión del país en trece Estados peninsulares, dos insulares y dos americanos, todos ellos dotados de amplia autonomía política

 Se enmarca en un periodo conocido como Sexenio Revolucionario, que comenzó con el triunfo de la revolución conocida como Gloriosa en 1868 y el derrocamiento de Isabel II, y terminó con la Restauración borbónica en la persona de su hijo, Alfonso XII. Tras la formación de un Gobierno Provisional, en la Constitución de 1869 se estableció como forma de gobierno la monarquía, ofreciéndose el trono al italiano Amadeo de Saboya, que tuvo un corto reinado entre los años 1871 y 1873, en el que se tuvo que enfrentar a los problemas derivados de la III Guerra Carlista, la Guerra de Cuba, la agitación obrera y las pugnas interpartidistas.

 El cambio en el régimen no se vio acompañado por cambios en los tipos en las acuñaciones, dado que durante estos meses se siguió batiendo moneda de oro a nombre de Isabel II y de plata a nombre de Amadeo I  y con los tipos aprobados por el Gobierno Provisional. A ello se suman las emisiones realizadas en Cartagena durante la Revolución Cantonal y las llevadas a cabo en la República de los Valls de Andorra.  Tras el golpe de Estado del General Pavía y la asunción del poder por el general Serrano, se instaurará una dictadura que finalmente, tras el Pronunciamiento en Sagunto del General Martínez Campos en 1874, dio paso nuevamente a la monarquía borbónica. 

viernes, 6 de mayo de 2022

La introducción de la acuñación a volante en Nápoles durante el reinado de Carlos II

 Publicado en Crónica Numismática, 6 de mayo de 2022

https://cronicanumismatica.com/la-introduccion-de-la-acunacion-a-volante-en-napoles-durante-el-reinado-de-carlos-ii/

El desorden monetario y financiero napolitano a comienzos del reinado de Carlos II fue debido en gran parte a la enorme contribución que este reino hubo de hacer al sostenimiento de la Monarquía durante el reinado de su predecesor Felipe IV, en base al principio de la política solidaria según la cual las partes menos expuestas de la misma debían hacerse cargo de parte de los gastos de los reinos más afectados por los conflictos. De forma simultánea a la capital reforma monetaria llevada a cabo en Castilla, desde el año 1683 se procedió a la reforma de la moneda con el uso de ingenios de acuñación, una práctica que en este reino había tenido como precedente la emisión del tari de 20 granos conocido como Radiante hacia 1620. 

Entre los años 1621 y 1660 los reinos de Nápoles y Sicilia contribuyeron de manera masiva al esfuerzo bélico de la Monarquía española, y muy especialmente durante la Guerra de los Treinta Años y hasta la Paz de los Pirineos, con ingentes cantidades de moneda, soldados, armas, municiones y víveres que tuvieron como destino la defensa del Milanesado. Por ello, como afirma Davide Maffi, Nápoles se convirtió en la caja fuerte italiana de la Monarquía. Durante el gobierno del virrey Conde de Moneterrey, entre 1631 y 1637, dicha aportación se tradujo en la salida de 3.500.000 ducados y en un importante esfuerzo bélico, y durante el virreinato del duque de Medina de las Torres, entre 1637 y 1643, se recaudaron unos 14.600.000 ducados en donativos para el sostenimiento de la Monarquía. 

Las peticiones se incrementaron con las sublevaciones de Portugal y Cataluña, por las que los reinos italianos debieron de hacerse cargo del mantenimiento del frente lombardo y ayudar en la campaña de Cataluña. Todo ello llevó al recurso del incremento de la deuda pública del Reino, que en 1646 alcanzó los ciento cincuenta millones de ducados, y a una crisis financiera que a partir de finales de 1642 llevó a la quiebra a varios importantes hombres de negocios. Las sublevaciones de los años 1647 y 1648 paralizaron estas aportaciones, que se volverían a producir tras la llegada del virrey conde de Oñate en 1650. Las contribuciones en la década de los 60 de este siglo, si bien no llegaron al monto de las anteriores, fueron preciosas para el sostenimiento del esfuerzo bélico de la Monarquía.

En contraposición a la tradicional visión del carácter depredador de la fiscalidad hispana, los estudios de Regina Grafe, en paralelo a sus estudios relativos a los territorios ultramarinos de España, muestran cómo los distintos reinos de la península itálica conservaron un amplio margen de maniobra para pactar con el monarca su contribución al esfuerzo bélico de la corona, y que vieron una cierta recuperación económica al final de la centuria, más evidente en el de Milán que en los de Nápoles y Sicilia.

Los problemas derivados del desorden monetario intentaron ser atajados durante el gobierno del marqués de Astorga y la regencia de Mariana de Austria, si bien hacia 1675, como afirman Aurora Martino y Patricia Rodríguez, la circulación de la moneda era un completo desorden, y cuando el virrey propuso una nueva acuñación de plata, no fue adoptada por diferencias entre los distintos consejos y organismos involucrados. En 1677 seguía incidiendo en dicha acuñación, que debía ser en moneda de “giro redondo y puntos que en letra diga el valor della, para que no se pueda retallar”, e informaba a Madrid de la orden dada a la ceca pantenopea de batir moneda de cobre entre 12.000 y 15.000 ducados y de la prohibición de la circulación de moneda falsa.

En agosto de este año el Rey mandó formar la Junta de Moneda de Nápoles, con el mandato de evaluar los informes y presentar su parecer. Se comenzaron a cambiar los tarines falsos por moneda argéntea de plata buena, y se prohibió la retallada mientras se acuñaba numerario de cobre. Entre 1678 y 1679 el virrey informaba de la pretensión de la ciudad de participar en la elección del peso, la ley y la asistencia a la acuñación de la nueva moneda, a pesar de que la misma era una regalía en este Reino y por tanto la ciudad no tenía derecho a lo que pretendía. Por indicación de la Junta, la ciudad envió al monarca un Memorial en 1679 en defensa de sus derechos, que la propia Junta calificó lleno de malicia y fundado en “supuestos flacos e falsos”. 

En cuanto al valor de la moneda a batir, la ciudad solicitó fabricarla con valor de diez onzas de plata de copela y dos de cobre por libra, en vez de las once onzas y tres esterlines de plata y diecisiete de cobre que contenía, procurando que la misma tuviese un valor superior al de las monedas propias de menor valor y semejante al de Roma, Venecia, Florencia y Génova, con lo que el problema quedó irresoluto. Y dado que en 1680 se incrementó la acuñación de la nueva moneda de cobre, del mismo valor que la anterior que circulaba retallada, por un monto global de 411.000 libras entre este año y 1683, solucionando los problemas derivados de su circulación hasta el siglo siguiente.

Sin embargo, y dado que el circulante de cobre se incrementaba y el de plata iba disminuyendo, el premio de esta última alcanzó el 32%. Con la llegada del nuevo virrey, Gaspar de Haro, marqués de Carpio, el 16 de enero de 1683, convencido de la necesidad de atajar estos males, se ordenó la convocatoria de una nueva Junta, y el 17 de julio aprobó una Pragmática por la que se estableció que la nueva moneda de plata con una liga de 11/12 de fino y el establecimiento de una nueva tasa para su financiación. 

El 30 de junio de 1684 se dieron nuevas Instrucciones a la Casa de Moneda para la acuñación de moneda con el ingenio fabricado a expensas de la Real Cámara para evitar su falsificación, si bien se conservan ejemplares de tari fechados en 1683 que claramente fueron batidos a volante. Considerado en Nápoles como uno de sus virreyes más importantes y estimados, como recoge Francesco di Rauso, durante los cuatro años de su gobierno y  hasta su muerte en Nápoles en 1687 se acuñaron en módulo de ducati, mezzi ducati, tari y carlini 352.388 libras de plata, por un valor de 5.604.309 ducados napolitanos. 

Entre 1683 y 1700, año de la muerte de Carlos II, se labró en la ceca napolitana moneda de cobre por valor de 3 cavalli, tornesi, grani, y 3 tornesi. En plata se batieron piezas de 8 grani, carlini de tres tipos diferentes, tari también en tres diferentes tipos, mezzi piastri, tres modelos de mezzi ducati  e igualmente otros tres tipos de ducati. Afirma di Rauso que el volumen de acuñación de estas monedas hace que las mismas sean relativamente abundantes en la actualidad en el mercado numismático, destacando especialmente por su magnífico grabado las piezas de mayor módulo, especialmente los ducados y medios ducados fechados en 1683 y 1684. 

En el anverso de estos ducados, también conocidos como piastras, con un valor de 132 grana, peso de 28 gramos y una ley de 895 milésimas, se representa el busto del rey a la romana, con Toisón de Oro al cuello, y su titulación como Rey de España y Nápoles. En su reverso se representa un cetro coronado situado entre dos hemisferios, claros precedentes de los orbes de los míticos columnarios de mundos y mares, y la leyenda en cartel UNVS NON SUFFICIT –uno no es suficiente-. Esta bella pieza fue grabada por Iovanni Montemein, representado en su anverso por su monograma IM, siendo las siglas de ensayador AG A, que se corresponden con el nombre del maestro de ceca , Andrea Giovane, y del ensayador Marco Antonio Ariani, todos ellos operativos también durante el comienzo del reinado de Felipe V. 

A partir de 1689 se cambiaron los motivos de los ducados, también conocidos como escudos, y un peso de 25 g, ligeramente inferior a las emisiones anteriores, con valor nominal de 100 grana. Manteniendo el retrato del monarca en el anverso pero coronado, en su reverso se incluyó un escudo con las armas del monarca e incluyendo las propias del reino. Nuevamente en 1693 se cambiaron los tipos y el peso de la moneda, que pasó a 21,60 g, incluyendo en su reverso una representación del Toisón de Oro. 

Los medios ducados acuñados entre 1863 y 1684 llevan como motivo del reverso una figura togada y tocada con corona de laurel, con palma en su mano izquierda y escudo con los blasones napolitanos en la derecha, recostada sobre un papa de Europa en el que es visible la Península Itálica, y la leyenda RELIGIONE ET GLADIO –religión y espada-. Su peso se vio reducido en las emisiones correspondientes a los años 1689 y 1693, que portan los mismos motivos arriba descritos, desde los 14 gramos iniciales a los 12,75 g y 10,90 g de las últimas emisiones.

Propio es también el grabado que tienen los tari acuñados entre los años 1683 a 1687, con un valor de 20 grana  y un peso de 5 gramos. En su anverso se representa nuevamente el orbe occidental coronado, encontrándose entre la corona y el mundo una cornucopia y un fascio entrecruzados. Los correspondientes a las siguientes emisiones, que coinciden cronológicamente con las anteriormente vistas e igualmente en su tipología, tienen un peso de 5 y 4,25 gramos. 

También son propios los motivos de los carlinos de la primera emisión de 1683-1687, con la representación de un  león sentado junto a los atributos del monarca, cetro y corona cerrada rematada por cruz, y la leyenda  MAIESTATE SECVRVS  (Majestad segura). Los acuñados correlativamente a los dos tipos de los ducados o escudos citados anteriormente portan los mismos tipos. Existe una variante acuñada entre los años 1688 y 1690, que recoge en su reverso una cruz ancorada.

Para saber más: 

GRAFE, R., Distant Tyranny. Markets, Power, and Bakwardess in Spain, 1650-1800, Princeton & Oxford, 2012.

LUCA G. de y SABATINI G. (eds): Growing in the shadow of an empire. How Spanish colonialism affected economic development in Europe and in the World (16.-18. cc.), Milan, 2012.

MAFFI, D., “Tiempos de calamidades. Las Haciendas de Milán, Nápoles y Sicilia frente a la crisis (1630-1660), Stud. his., H.ª mod., 41, n. 1,2019, pp. 29-63.

MAGLIOCCA, P., La moneta napoletana dei Re di Spagna nel periodo 1503-1680, Nomisma, 2020.

MARTINO, A. y RODRÍGUEZ REBOLLO, P., “Fernando Joaquín Fajardo, Marqués de Los Vélez, Virrey de Nápoles (1675-1683)”, en Los señoríos en la Andalucía Moderna: el marquesado de los Vélez, 2007, pp. 321-335.

RAUSO, F. di, “Le monete napoletane di Carlo II e un inedito tari del 1683”, Cronaca Numismatica, nº 231, 2010, pp. 50-57.

VICENTI, J.A., Catálogo General de Moneda Española. Imperio español (Europa), Madrid, 1976.

La circulación global de la plata española durante el siglo XVIII

 Publicado en Sobre España en el largo siglo XVIII, 2022


https://www.academia.edu/78252270/La_circulaci%C3%B3n_global_de_la_plata_espa%C3%B1ola_durante_el_siglo_XVIII

Síntesis.- Durante el siglo XVIII se produjo un progresivo incremento de la producción de plata en las Indias españolas, así como a una mayor acuñación, como consecuencia de las políticas borbónicas de fiscalización de la actividad minera y de control directo de la producción monetaria con la gestión directa de las Casas de Moneda. La producción de gran cantidad de numerario en cuantías crecientes cubrió las necesidades de los mercados internacionales, y la moneda de cuño español se convirtió en el circulante no solamente del comercio internacional, sino también en el propio de amplias zonas del mundo. Con la crisis medioambiental, política y económica de finales de la centuria y comienzos del siglo XIX, se asistió al intento por parte de muchos de dichos países y territorios a su acopio y resello, como intento de evitar su extracción y para dotarse de una moneda propia.

 Palabras clave.- Moneda, real de a ocho, comercio internacional, resello, política monetaria.

 Abstract.- During the eighteenth century there was a progressive increase in silver production in the Spanish Indies, as well as a greater minting, as a result of the Bourbon policies of regulator of mining activity and straight control of monetary production with the direct management of the Mints. The production of a large amount of currency in increasing quantities covered the needs of international markets, and the Spanish silver coins became the circulating currency not only of international trade, but also the own of large areas of the world. With the environmental, political and economic crisis of the late century and the beginning of the nineteenth century, many of these countries and territories attempted to maintain and countermark them, as an effort to prevent their extraction and to provide themselves with their own currency.

 Key words.- Currency, Spanish dollar, International Trade, Counterstamp, Monetary Policy.