domingo, 25 de diciembre de 2016

La moneda circulante en el archipiélago canario durante el siglo XVIII

Publicado en Revista Numismática Hécate, nº3, 2016, pp. 201-214

http://www.revista-hecate.org/numeros/hecate-n-3.html


Resumen: A lo largo del siglo XVIII se produjeron en las Islas Canarias graves problemas monetarios derivados de la moneda en circulación en el archipiélago, derivados tanto de las falsificaciones como del mantenimiento en la circulación de monedas batidas en los siglos anteriores. Asimismo, la falta de numerario menudo favoreció la entrada de moneda de vellón provincial procedente de Santo Domingo y Puerto Rico. Tras varios intentos para la estabilización del numerario y el recurso al resello, finalmente, en una operación en sus primeras fases secreta, se sustituyó el circulante por moneda de nuevo cuño y se expidió la antigua moneda en circulación a Sevilla para ser reacuñada.

 Palabras clave: Bambas, circulación monetaria, resello, moneda provincial, falsificación.

viernes, 23 de diciembre de 2016

La moneda circulante en los reinos de la corona de Aragón en el siglo XVIII tras la Guerra de Sucesión

Publicado en Emblemata, Revista Aragonesa de Emblemática, 22, 2016, pp. 303-336.

Resumen: Tras la Guerra de Sucesión, las paulatinas medidas uniformadoras de la nueva dinastía alcanzaron, entre otros muchos ámbitos, a la moneda propia de cada uno de los reinos de la Corona de Aragón. Durante las anteriores dos centurias, la moneda castellana acuñada en metales nobles, y muy particularmente la batida en los Reinos de las Indias, fue asimilada a las propias, si bien todos ellos conservaron su moneda particular de vellón y sus respectivas monedas de cuenta. Si en un primer momento las medidas tomadas por los monarcas respetaron la circulación del numerario propio, el cierre de las Casas de Moneda propias ayudó a la extensión de la moneda de cobre castellana.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

La primera moneda acuñada para el Nuevo Mundo

Publicado en Numismático Digital, 14 de diciembre de 2016
http://www.numismaticodigital.com/noticia/10089/articulos-numismatica/la-primera-moneda-acunada-para-el-nuevo-mundo.html

En este año en el que se ha celebrado el Quinto Centenario del fallecimiento de Fernando el Católico, no está de menos recordar que fue este monarca quien dispuso la emisión de la primera moneda específicamente acuñada para su circulación en los recién descubiertos territorios de las Indias.

El sistema monetario de Castilla fue trasvasado a las Indias, con la aspiración, tanto de la monarquía como de los comerciantes, de que las acuñaciones de ambos lados del Atlántico circulasen sin cortapisas. Según Beltrán, Cristóbal Colón recibió en fecha 1497, de vuelta a las Indias, la orden de llevar consigo el instrumental y los técnicos necesarios, incluso monedero, para emitir allí excelentes de la granada. En el período inicial se acusó notablemente la escasez de numerario, que se intentó suplir con el envío de monedas de la ceca de Sevilla, lo cual devino a todas luces insuficiente, al dilatarse enormemente la zona de soberanía, y llevó a la acuñación de discos metálicos en territorio indiano.
En 1503 se ordenó que el oro procedente de las Indias se acuñase tan pronto como llegase a Sevilla. Moya afirma que esta orden causó revuelo entre los mercaderes de Sevilla, dado que la cantidad de oro que llegaba de la Española en estos años era tan grande que los comerciantes temían que la ceca sevillana no tuviese tiempo de batir su propio oro. Finalmente, en enero del año siguiente el rey dispuso que se acuñase en la ceca hispalense un tercio del oro de la Corona, y que el resto se enviase a las Casas de Moneda de Toledo y Granada.
Ese mismo año, en una Real Cédula de 29 de marzo de 1503 de los Reyes Católicos dirigida al gobernador de la Española, aparece por primera vez el nombre de peso, una moneda que se comenzó a acuñar según Vázquez Pando por necesidad, sin que mediase orden de los monarcas. Este autor cita una carta relación de la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a los monarcas de 10 de julio de 1519, en la que cita varias veces el nombre de peso, por lo que este autor afirma que su uso debió de estar lo suficientemente difundido a comienzos del siglo XVI como para encontrarlo en la documentación oficial.   
La primera acuñación específicamente destinada al Nuevo Mundo está fechada en 1504, fue realizada en la ceca de Sevilla y es una moneda de cuatro maravedíes de cobre. Junto a la misma,  Fernando el Católico hizo fabricar moneda de oro y plata para La Española, interviniendo en estas operaciones la Casa de Contratación. La orden para esta emisión está firmada en Toro el 15 de abril de 1505, y mandaba:

Que se labre un cuento de moneda, medio de plata y medio de vellón. En la plata será el valor del real 44 maravedíes, medio real 22 maravedíes y el cuartico 11. El vellón se haga de piezas de a cuatro maravedíes, de a dos i de a uno: Lábrese en los cuños acostumbrados, e de cada pieza así de plata como del vellón, póngase una F para diferenciarla de la otra.

En esta época se emitieron varias órdenes dirigidas a la Casa de Contratación y a la ceca hispalense para apremiar a sus oficiales para la pronta acuñación de moneda con destino a las Indias. Entre ellas encontramos la Real Cédula de 16 de noviembre de 1505, dirigida a la Casa de Contratación de Sevilla, ordenando que una vez enviado el cuento de moneda que se había autorizado se labrara un cuento más.
Mateu y Llopis describía siete ejemplares con la leyenda KAROLUS QUINTUS INDIARUM REX en anverso con castillo, león y la misma leyenda en reverso, con una orla de seis arcos en los cuartos y sin orla en los ochavos, y las siglas S.P. de Santo Domingo del Puerto, aparecidos en un lote encontrado en Andalucía. 
La primera remesa de esta moneda llegó a Santo Domingo en 1506. Con ello, y a cambio de entregar oro, los nuevos habitantes de La Española recibían numerario menudo para sus transacciones. Se seguirán acuñando hasta 1535, normalmente en la ceca de Sevilla, aunque esporádicamente también se batiese moneda para este fin en Burgos. Los envíos que escalonadamente se realizaron desde 1506 hasta 1531 fueron insuficientes para mantener una economía de base monetaria, pero mantuvieron entre sus nuevos pobladores la memoria de la moneda castellana.
       Cipolla citaba que poco después de la primera remesa Nicolás de Ovando decidió remitir a las Indias dos millones de maravedíes acuñados en las cecas españolas, para lo que se adquirió a mercaderes genoveses 283 quintales de plata en testones y casi la misma cantidad de cobre, cuya fabricación aún no había concluido en 1511. Beltrán Martínez recogía que tras la muerte de la reina Isabel se añadieron a los tipos ordinarios de la plata y el vellón una F, la inicial de Fernando, y Beltrán Villagrasa que se mandaron labrar monedas de a cuatro, dos y un maravedí con una F adicional, y cuyos valores fueron aumentados en sus tercios, al ser acuñados en vellón pobre y ser sus tallas de 32, 64 y 128 piezas el marco en vez de las 24, 48 y 96 correspondientes.
Esta práctica se desveló desde muy pronto insuficiente para nutrir de numerario a áreas cada vez más extensas, debido a los rápidos progresos en la colonización que se produjeron tras el comienzo de la penetración en los territorios continentales. Por ello la alternativa que acabó adoptándose fue la labra de moneda en las Indias, pese a los recelos de la Corona, que temían que en las cecas ultramarinas se reprodujesen los problemas que habían aquejado a la moneda castellana en la Baja Edad Media.
Ya desde 1493 los Cabildos indianos presionaron a los soberanos para crear Casas de Moneda en las Indias. El mayor obstáculo fue la falta de personal especializado, dado que aquellos que cruzaban el Océano preferían dedicarse a la platería, actividad mucho más lucrativa, que a batir moneda. La Corona además desconfiará de las licencias a particulares, dado el pésimo resultado que esta práctica había dado en las emisiones bajo medievales castellanas. Esto supuso, como afirmaba Céspedes del Castillo, que gran parte de las transacciones se hiciesen a crédito, compensando deudas y liquidando los saldos con oro y plata al peso, sin amonedar.
La escasez de numerario, que debió ser importado como hemos visto desde la Península en la primera mitad del siglo XVI, hizo que los reales de plata que llegaban a territorio indiano desapareciesen rápidamente de la circulación, al ser atesorados por las clases pudientes, o retornaran como pago de las transacciones comerciales. El real acuñado tenía una valoración en las Indias superior a la de la Península en un 30%, dado que valía 44 maravedíes en vez de 34. La existencia de este premio, que se correspondía con los gastos de transporte, fue uno de los motivos, junto con la desconfianza de la monarquía por las causas antedichas, del retraso en el establecimiento ultramarino de Casas de Moneda.
   Según Carson, se encuentran numerosas quejas por esta sobrevaloración en Santo Domingo, incluso tras el periodo en el que Antonio de Mendoza, gobernador de Nueva España, introdujo una producción regular de plata. Citando a Herrera, recogía que antes de 1510 no se encontraba moneda de oro circulando en Santo Domingo, pero que se encontraban castellanos y ducados falsos.
  

Bibliografía:

BELTRÁN MARTÍNEZ, A.,  Introducción a la Numismática universal, Madrid, 1987.
BURZIO, H.F., "Orígenes de la moneda americana del periodo hispánico", NVMISMA, nº147-149, julio-diciembre 1977, pp. 153-163.
BELTRÁN VILLAGRASA, P., "El vellón castellano desde 1474 a 1566", NVMISMA, nº 7, abril-junio 1953, pp. 9-29.
CARSON BREVOORT, J., Early Spanish & Portuguese Coinage in America, Boston, 1885.
CESPEDES DEL CASTILLO, G., "Las cecas indianas en 1536-1825" en Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias, Vol. I., Madrid, 1996.
CIPOLLA, C.M., La Odisea de la plata española. Conquistadores, piratas y mercaderes, Barcelona, 1999.
COLOMER MONTSET, J., "Reales de los Reinos de Castilla y León a nombre de don Fernando y doña Isabel", NVMISMA, nº 23, noviembre-diciembre 1956, pp. 49-68.
GIL FARRÉS, O., Historia de la moneda española, Madrid, 1976.
MATEU Y LLOPIS, F., “La creación de la Moneda Americana por Carlos V”. Primera exposición ibero-americana de Numismática y Medallística, Boletín nº 3, Barcelona, 1958.
MATEU Y LLOPIS, F., "La circulación en Andalucía del vellón resellado, de los Reyes Católicos a Carlos II. A propósito de los hallazgos monetarios", NVMISMA, nº 180-185, enero-diciembre 1983, pp. 347-368.
MOYA PONS, F., “La Casa de Moneda de Santo Domingo”, en  ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, G., Y CÉSPEDES DEL CASTILLO, G. (directores), Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias, Vol. II, Cecas de fundación temprana, Madrid, 1997, pp. 215-216.
MUÑOZ SERRULLA, Mª. T., “Legislación monetaria: La moneda de los Reinos de Indias en época moderna”, en MUÑOZ SERRULLA, Mª. T., Coord., La Moneda: Investigación numismática y fuentes archivísticas, Madrid, Asociación de Amigos del Archivo Histórico Nacional y Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la UCM, 2012, pp. 116-153.   
PUSINELLI SCALA, CA., Historia de la moneda paraguaya. Siglos XVI al XIX, Asunción, 1992.
VÁZQUEZ PANDO, F.A., “Algunas observaciones sobre el derecho monetario de la Nueva España”, Memoria del X Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, 1995, pp. 1675-1706

A.G.I., Indiferente, 418, Lib.1, Fol. 186V-187.

Cuatro maravedíes. Lote 3262 . Subasta Áureo & Calicó 282, 19 de octubre de 2016.
Cuatro maravedíes. Lote 1013. Jesús Vico, S.A. Subasta 131, 9 de octubre de 2012.
Un real. Lote 285. Subasta Áureo & Calicó 264, 11 de diciembre de 2014.
Doble excelente. Lote 1201. Subasta Áureo & Calicó 282, 19 de octubre de 2016.
Ocho reales. Lote 1199. Subasta Áureo & Calicó 282, 19 de octubre de 2016.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Las emisiones catalanas durante la Guerra de Sucesión Española

Publicado en Panorama Numismático, 9 de diciembre de 2016

Continuando con nuestra exposición de las acuñaciones monetarias realizadas durante la Guerra de Sucesión, se estudian las emisiones llevadas a cabo por ambos contendientes en el Principado de Cataluña durante el conflicto.

  Según Mateu y Llopis, el 30 de enero de 1704 el Capitán General de Cataluña mandó al maestro de ceca de Barcelona que facilitase la acuñación de moneda de oro para el servicio del ejército real en el Principado. Siendo facultad de la ciudad acuñar plata, la misma acordó la emisión en mayo de 1705 la labra de ralets o reales con la desmonetización de cien mil pesos mexicanos enviados por el monarca para pagar a las tropas.
   En la ceca de Barcelona se emitieron croats en fecha 1705 a nombre de Felipe V. El hecho de que se incluyese en alguno de ellos el numeral castellano, V, y no el IV que le correspondía en la Corona de Aragón, no deja de ser sorprendente, por lo que podría tratarse de un error de los operarios de la ceca. Los mismos conservados son muy abundantes.
   Para Crusafont, de las tres variedades que encontramos en las leyendas en el anverso, con el ordinal V, el mismo sustituido por una estrella y sin numeral, la primera de ellas sería la que primero se batió, siendo sustituida posteriormente por la segunda, en la que varía asimismo la leyenda REX, sustituida por Rx, como también sucede en el tercero de los casos.
   Del año 1706 se conservan ejemplares de factura tosca y efigie grotesca, por lo que es de suponer que se trata de falsificaciones. Se conservan no obstante piezas de ese año y del siguiente indudablemente verdaderas, lo cual no deja de ser extraño, en una ciudad dominada por el pretendiente en esos años. Puede tratarse de un nuevo error de los operarios de la ceca, que utilizaron como modelo para batir los croats las emisiones antiguas de Felipe V.
   Tras el sitio de Barcelona y su capitulación ante el Pretendiente, Francisco Dorda, Abad de Poblet, y Juan Bautista Reverter, del Real Consejo de la Bayla General, fueron designados para emitir numerario de plata en la ceca de Barcelona para realizar los pagos a los soldados, y para contar, pesar y recibir la moneda.
   A finales de 1705 la ciudad solicitó el permiso para acuñar moneda, y en fecha 31 de diciembre del mismo año se autorizó la labra de 20.000 onzas de plata en ralets, la moneda de plata del tipo del antiguo croat. Durante el asedio de Barcelona, en abril y mayo de 1706, se encargó de la ceca condal Juan Bautista Reverter, del Real Consejo de la Bayla General, que estaba al cuidado de la fábrica de reales de plata para el pago de las soldadas y para la recepción de la moneda.
   La plata se solicitó a los particulares que la quisiesen dar de forma voluntaria. La Junta de Medios consiguió un considerable beneficio con las contribuciones recibidas como préstamo, prometiendo la devolución del valor de la plata entregada más un interés de un 5% una vez acuñada, dado que estaba muy minusvalorada en su valor intrínseco.
   En Barcelona en 1706 se acuñó moneda reutilizando el busto de Carlos II de las monedas de 1693 y 1698, añadiendo un numeral y cambiando el año de emisión. Según Paradaltas, hasta 1716 se acuñaron en la ceca de Barcelona reales xambergos de plata del tipo autorizado por Felipe III el 8 de julio de 1617, de ley de 11 dineros y 4 granos y 80 piezas por marco.
   Las emisiones se iniciaron por concesión de febrero del año siguiente, y en el mes de junio de 1706 la ciudad se quejó por carta al pretendiente, poniendo de manifiesto que se había sobrepasado el límite de la autorización y acuñado más de 42.000 onzas.
   En agosto de 1707 la necesidad de moneda hizo que el Archiduque solicitase a la Conferencia de los Comunes la recogida de los reales de a ocho macuquinos y cercenados, que era la moneda circulante más común y la utilizada para el pago de soldadas y el comercio, para sustituir su circulación por otra moneda de menor valor, a fin de conseguir ingresos por su amonedación.
   En estos años se necesitaba gran cantidad de moneda para el pago de las soldadas y para las transacciones cotidianas, para lo que era necesario numerario de valor bajo. Debido a su escasez en Cataluña, se comenzaron a traer del vecino Aragón, y su circulación se prolongó hasta el final de la contienda.
   En estas circunstancias, se produjeron falsificaciones de moneda de vellón a nombre de ambos contendientes, si bien son más numerosas las encontradas a nombre de Felipe V que las del pretendiente Carlos. Las falsificaciones a nombre de Felipe V fueron posiblemente realizadas con anterioridad al año 1719, en el que se decretó la nueva labra de tipos castellanos en las cecas de Barcelona, Zaragoza y Valencia. La circulación de moneda menuda aragonesa está ampliamente documentada en Cataluña en este periodo.
   En 1707 el archiduque planeó una acuñación en Cataluña con objetos de plata y reacuñación de monedas de ley más baja, lo que fue consultado el 24 de junio de ese año al abad de Poblet, al regente del Consejo de Aragón don Domingo de Aguirre y al consejero del mismo órgano don Francisco Bernardo. El 28 de julio se habían recogido por compra al valor de su metal de los reales de a ocho deteriorados.
   Los ardites batidos en Cataluña a nombre del pretendiente Carlos lo fueron sobre antiguas monedas en circulación, y consistían en una orla que rodeaba el campo, dividida en partes iguales por una D y una C, y en el reverso una orla dividida en dos parte por 2DI y ANNO (fecha). En ellos el busto utilizado es el de Carlos II de los años 1693 y 1698, siendo la única emisión que porta la efigie real del pretendiente la batida en los dinerets de 1708 a 1710.
   Como la orla no ocupaba más que la circunferencia de la moneda, los motivos centrales quedaron en la mayoría de las piezas visibles. Crusafont estima que algunos de ellos, que llevan fecha de 1700 y 1701, fueron contramarcados mediante una prensa –tórculo-, adquirida en 1706, y no por molinos, aunque la ceca de Barcelona disponía de ellos desde 1611.
   Esta institución mostró sus reservas a dicha reacuñación, por lo que finalmente no se llevó a cabo. Alternativamente, los Comunes propusieron la labra de censillos, moneda de inferior valor, y el resello de los ardites de vellón. Asimismo, se ofreció al monarca 131.500 libras del estanco de tabaco durante seis años, así como las 29.000 libras que se correspondían al 10% de dicho monopolio.
   Desde 1707 a 1714 se batieron pesetas, en cuyo anverso aparecía el nombre del monarca en monograma coronado y debajo el numeral III dentro de una grafila, y la leyenda HISPANIARUM REX, y en su reverso el escudo de España, y a su alrededor CAROLUS III D.G. y la fecha de emisión. Las pesetas acuñadas entre 1708 y 1714 a nombre de Carlos III carecían de cifra monetal, y Salat afirmaba que el vulgo creía que habían sido batidas por el cura de Altét.
   Estos reales dobles de metrología castellana, conocidos popularmente como pesetas, tomaron como modelo los batidos en Segovia en 1682 a nombre de Carlos II, incluyendo como novedad en la leyenda el nombre completo del pretendiente y su numeral. Esta moneda fue acuñada para su circulación en toda España, de un peso de unos cinco gramos, y entroncaba con la tradición monetaria catalana y su moneda menuda de plata no exportable desde 1674.
   Esta peçeta, o piececilla, con un contenido en fino cercano al de la libra tornesa tras la estabilización de 1726, se convertirá en la unidad corriente de la moneda española en el siglo XIX, y a decir de Vilar, se trata de la unidad más clásica de moneda de plata de la Europa contemporánea. En la ceca barcelonesa se hizo un ensayo en fecha 11 de marzo de 1709 de una partida de doblas acuñadas con ley de 22 quilates, confirmándose su ley.
    Su valor facial era superior al del metal en la que estaba acuñada, lo que produjo unas importantes ventajas económicas al Archiduque, que habrían de sumarse a las obtenidas por el incremento del valor del real de a ocho de cuatro a cinco pesetas. La Junta de Acuñaciones de 1707 propuso asimismo el resello del vellón circulante, los ardites de dos sueldos, reduciendo su valor a la mitad, lo que fue autorizado por la ciudad de Barcelona.
   Los ardites se reacuñaron desde 1707 a 1711. Asimismo se batieron dineros entre 1708 y 1710, con cabeza a izquierda y leyenda ES VN DINER en anverso, y el escudo de Barcelona y la leyenda BARCINO CIVITAS y la fecha.
   El año 1709 se acuñaron 3.000 libras, 720.000 piezas, de moneda municipal de vellón en Reus, cuando la ciudad contaba con poco más de 3.500 habitantes, y en 1718 por un montante global de también 3.000 libras, lo que era una cantidad pequeña en comparación con el presupuesto municipal.
   En la subasta Colección Caballero de las Yndias que realizaron Áureo y Calicó el 22 de octubre de 2009 apareció un ejemplar de una onza batida en Barcelona, única conocida en esta ceca con posterioridad a 1700, que podría ser atribuida al Archiduque y haber sido acuñada en 1709. Guarda los tipos de las emisiones de Carlos II, y uno de los argumentos que se esgrimen para esta atribución es la falta del escusón de las flores de lis, que no falta en ninguna emisión de Felipe V desde 1701.   
  El vellón batido en Cataluña se fue depreciando durante la guerra, por lo que en 1712 se hubo de recoger para reacuñarlo, y se aprovechó la medida para retirar de la circulación la moneda falsa. Con ello se intentaba recuperar la confianza en el sistema monetario y crediticio del Principado, muy mermada por la falta de liquidez de la Taula de Canvi y del Banco de Barcelona, a causa de los empréstitos solicitados por el Consejo del Ciento.
   Felipe V acuñó moneda catalana en diners sencillos y dobles entre los años 1708 y 1711, resellando los ardites de Luis XIV, con expresión de su facial. En 1708 se batieron asimismo cuartos con escudo coronado con las armas de Castilla, León y Borbón y la leyenda PHILIPUS V DG HISPANIAR REX en anverso y DOS QUARTOS y el año, 1708, en tres líneas y dos palmas debajo sujetas con una cinta en su reverso. 
Para saber más:
  ALBAREDA SALVADÓ, J., La Guerra de Sucesión de España (1700-1714), Barcelona, 2010.
CLUA I MERCADAL, M. "Nuevos datos sobre la circulación en Cataluña de moneda falsa de la Guerra de Sucesión", en XIII Congreso Internacional de Numismática, Madrid, 2003, Vol. II, Madrid, 2005, pp. 1457-1462.
CRUSAFONT I SABATER, M., “Monedes “impossibles” de la Guerra de Successió », Acta Numismàtica 14, 1984, pp. 237-248.
FONTECHA Y SANCHEZ, R. de, La moneda de vellón y cobre de la Monarquía Española (Años 1516 a 1931),  Madrid, 1968.
FRANCISCO OLMOS, J.M. de, "Comentarios a una moneda problemática: El escudo de oro de Felipe V (Madrid, 1706)", Gaceta Numismática 160, marzo 2006, pp. 37-46.
FRANCISCO OLMOS, J.M. de, " La moneda como arma política en la Guerra de Sucesión española (1703-1713): el numerario del Archiduque Carlos", Cuadernos de Investigación Histórica, nº 24, 2007, pp. 177-232.
MATEU Y LLOPIS, F., "Notas para el estudio de los orígenes del sistema monetario español", NVMISMA, Año XIV, nº 67, Marzo-Abril 1964, pp. 19-61.
MATEU Y LLOPIS, F., "Hallazgos monetarios (XXIII)", NVMISMA, nº 132-137, enero-diciembre 1975, pp. 235-271.
PARADALTAS Y PINTÓ, F., Tratado de monedas, Barcelona, 1847.
PEÑA Y FARELL, N.F. de la, Anales de Cataluña, T. III, Barcelona, 1709.
TAULER FESSER, R., Catálogo de Onzas Macuquinas, www.onzasmacuquinas.com, 2009.
SALAT, J., Tratado de las monedas labradas en el Principado de Cataluña con instrumentos justificativos, T. I y II, Barcelona, 1818.
SOLÍS, J., “Política catalana de Carlos de Austria: La Real Junta de Estado y la Junta de Medios de 1705”, Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), nº 118, Octubre-Diciembre 2002, pp. 237-255.
VILAR, P., Oro y Moneda en la Historia (1450-1920), Barcelona, 3ª ed., 1974.
VILLAPLANA PERSIVA, N., Historia del Real de a Ocho, Universidad de Murcia, 1997.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Las labores de la moneda en las cecas de los Reinos de las Indias (V). La acuñación de la moneda

Publicado en Numismático Digital, 7 de diciembre de 2016


En la Sala del Tesoro se procedía al pesado de las tiras de plata en una balanza de cobre, a razón de 53 marcos cada vez, e igualando el peso de las cazoletas con onzas. En presencia del tesorero, el ensayador, dos guardias, el oficial contador y el escribano, se realizaba este pesado, registrándose por duplicado, por el escribano y por el tesorero, las cantidades. Cuando toda la plata había quedado pesada y registrada, se procedía a su entrega para la acuñación de moneda.
 
La oficina en la que se llevaba a cabo la conversión de los rieles en moneda se llamaba hornaza, y a su frente se encontraba el capataz u hornacero, empresario autónomo que corría con los gastos del necesario utillaje y personal. Las hornazas estaban divididas en cuatro salas, en las que sucesivamente se fundían y martillaban los rieles, se troquelaban, y se blanquecían mediante tratamiento químico. Un cuarto espacio, la oficina de la talla, estaba destinado a la fabricación de los cospeles y punzones.
Las barras se llevaban a un horno, donde eran cubiertas con carbón vegetal y calentadas durante cuatro o cinco horas, en una operación que se conocía como primera hornada o recocho. Una vez retiradas y enfriadas las barras, se colocaban en una mesa y se procedía a su recortado mediante grandes cizallas, llamadas tallones o tijeras tallonas, afiladas con una barra gruesa llamada cureña. Las barras se sujetaban con correas de cuero, y se cortaban piezas de módulo ocho reales, que posteriormente eran pesadas. Las que no daban el peso eran separadas para acuñar moneda de cuatro reales. 
Las piezas que se consideraban aptas por su peso se entregaban a los trabajadores que fabricaban los cospeles, que mediante el procedimiento conocido como limpieza o desempane las aplanaban a golpe de martillo sobre el tas o yunque para conseguir el grosor de la futura moneda. Tras este proceso, los cospeles eran metidos otra vez en el horno en un segundo recocho, y tras retirarlos y enfriarlos se entregaban a los cortadores, que ajustaban el peso cortando cualquier exceso de metal, las demasías, conociéndose su trabajo como redondeo. Los trozos restantes se utilizaban para acuñar piezas de dos, uno y ½ real, salvo los más pequeños, que eran guardados por el ensayador.
Tras colocarse una tercera vez en el horno, para recuperar la ductilidad,  cada pieza era cuidadosamente inspeccionada en bateas de cobre llamadas ralletes, y si tenían algún defecto, lo conocido como  cospeles picudos, eran dejadas en la boya o sanca, un instrumento de hierro con forma de tenazas, y batidas con un pequeño martillo conocido como la muleta. Todos los fragmentos sobrantes y las limaduras, conocidas como lises, habían de ser también registrados, y podían suponer alrededor de 8 pesos por marco.
Tras volver a pesar otra vez los cospeles, se procedía al conocido como blanqueado, para lo que se usaba carbonato cálcico. Los cospeles se metían en calderas de cobre o fondos, a razón de cuatro a seis canastas, a fuego fuerte. El blanqueado duraba media hora, y se procedía al lavado de los cospeles con abundante agua y a su secado sobre bandejas calientes de cobre, guardándose posteriormente en sacos y trasladándose a la Sala del Tesoro.
   Una vez en el tesoro, el tesorero registraba la cantidad de cospeles, las labores realizadas y el beneficio obtenido por cada trabajador implicado, en su Libro Registro. De este registro se remitía una nota al oficial pesador o balanzario, que los entregaba a los acuñadores, junto con las herramientas necesarias para realizar su trabajo. Para conseguir el peso legal de cada moneda, se recortaban las piezas ya acuñadas con unas grandes tijeras o cizallas, una operación realizada por capataces de esclavos negros.
   La técnica de fabricación de los troqueles se hunde en la noche de los tiempos, y no varió sustancialmente hasta finales del siglo XVIII. El tallador o abridor de cuños era un oficial mayor que ingresaba mediante examen, y que tenía bajo su servicio a un oficial y a un aprendiz, y posteriormente a un número creciente de trabajadores, en la oficina de talla, adscrita a la fielatura.
   Las matrices y en muchos casos los punzones se remitían en el siglo XVIII desde la Península, y los talladores de las cecas, a la vista de las muestras en cobre recibidas, hincaban los punzones en la base los cilindros o prismas que marcados en hueco se usaban para fabricar los troqueles o cuños. Los talladores indianos añadían nuevos punzones a las matrices disponibles y estaban capacitados para grabar pequeñas matrices en las que constase la marca de ensayador, la fecha y los granetes que componían la gráfila.
   En 1728 se ordenó taxativamente que todas las matrices fuesen grabadas por el tallador de la Casa de Moneda de Madrid, lo que hizo que, con la progresiva mecanización de las cecas, las monedas de las Indias fuesen cada vez más uniformes, a lo que contribuyó el hecho de que los cuños se desgastasen menos y por ende durasen más.  
   Para la acuñación se realizaban las dos matrices en hierro o acero, con ambas caras de la moneda. Se trataba de dos tacos, conocidos como troqueles, matrices o cuños. El primero de ellos con dos superficies planas, una de ellas que se situada sobre el yunque o aparato que hiciese sus veces, y otra con los motivos de la moneda marcados en bajorrelieve y en negativo, normalmente el anverso de la moneda. El otro, de forma más alargada, tenía en su parte superior un muñón y en la inferior una superficie plana, en la que se grababa la otra cara de la moneda.
Los cospeles se calentaban al rojo vivo y se colocaban entre los troqueles, y eran acuñadas con un martillo llamado mallete, golpeando sobre el muñón del cuño movible y grabando a la vez ambas caras de la moneda. Estas matrices se debían sustituir muy a menudo, toda vez que la cantidad de metal acuñado era muy voluminosa, lo que explica que haya gran número de variantes. Normalmente, para grabar las sucesivas matrices se utilizaban como modelo las anteriores, y por ello los tipos inevitablemente iban cambiando.
Una vez terminado el trabajo, la moneda se entregaba a su dueño, deduciéndole la parte que correspondía a todos los que habían participado en su fabricación: el tesorero, el tallador, el ensayador, el escribano, el balanzario, los guardias, demás oficiales menores y los acuñadores, siendo estos últimos según Gemelli veinte en la ceca de México. Estos importes se cubrían con los dos reales por marco que se aumentaba en la plata para su acuñación, por lo que no suponía menoscabo para el propietario de la plata.
 Gemelli nos informa sobre las labores del oro en la ceca mexicana, que venía normalmente unido a la plata, y tributaba el quinto real. Se separaba de la plata en un lugar conocido como el apartado, y esta labor se llevaba a cabo bajo la supervisión de un oficial conocido como apartador, que en esta época era un tal La Rea, que había pagado por este oficio la suma de setenta y cuatro mil pesos.
Para la separación del oro de la plata, se introducía la plata en bolas en vasos de agua fuerte, depositándose en su fondo el oro. El agua de la plata se echaba entonces en dos vasos de vidrio conocidos como cornamusas, cuyas bocas estaban juntas, y por calentamiento por fuego se conseguía separar la plata del agua.
El oro se preparaba en planchas redondas, y posteriormente en barras, como vimos para la plata, sellándose cuando tenía una ley de 22 quilates, y tributando por estos trabajos a seis reales el marco. Si se optaba por la acuñación del oro, se procedía con las barras de igual manera que hemos visto para la plata, con talla de seis escudos, de 440 maravedíes cada uno. Las piezas emitidas eran de 8, 4, 2 y 1 escudo de facial.
Los derechos fijados para la amonedación del oro eran de tres tomines y medio por marco, el doble de lo fijado para las cecas peninsulares. Según Elhúyar, ni en la Real Cédula ni en el mandamiento del virrey se indicó ninguna cuota por derecho de señoreaje, que hubiese sido según lo establecido para las Casas de Moneda de Castilla de un escudo por marco. Pero en lugar de los 12 reales y 32 maravedíes que valía el escudo en moneda de plata en ese momento, se cobraron por este concepto desde el principio dos pesos por marco.
Elhúyar citaba como razones para haber aplicado el coste de un escudo por marco el tratado de ensayadores de Juan Fernández del Castilo, de 1623, la obra Norte de la contratación de las Indias de José de Veitia Linage, de 1671, y el capítulo 20 del auto acordado 49 de Castilla. Que se cobraban los dos pesos lo fundamentaba en la certificación del Real Tribunal de Cuentas de 1696 del oro amonedado entre 1679 a 1695, así como en la obra Reducción de oro y rescates de plata de Francisco de Fagoaga, publicado el año 1700, pero afirmaba que no había podido descubrir el origen de esa diferencia. Con ello, los dos pesos o 6 98/100 tomines, agregados a los 3 ½ del braceaje, componían 10 48/100 tomines de descuento por marco, o un 2 73/100 %.
Tanto en el caso de las emisiones de oro como en el de la plata, en el momento de la entrega a sus dueños por el tesorero debían estar presentes el escribano y los oficiales. En el acto de la entrega de la moneda acuñada, el propietario del metal precioso podía pedir, si así lo estimase oportuno, que las mismas fuesen contadas una a una, para comprobar que realmente se correspondía a la que por marco y peso entregado le habían de satisfacer.
En las Casas de Moneda existía la llamada caja de feble, en la que se recogía el feble que procedía de las labores, sin desperdicio alguno. Los virreyes y presidentes de las Audiencias donde radicaban las cecas tenían la potestad, desde la época de Felipe IV, para emitir las órdenes necesarias para que se procediese a su implantación en las Casas de Moneda radicadas en su jurisdicción. Lo obtenido por este concepto se aplicaba a la limosna de vino y aceite.


Bibliografía:

Céspedes del Castillo, Guillermo, "Las cecas indianas en 1536-1825", en  Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón  y Guillermo Céspedes del Castillo, Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias, Vol. I., Madrid, Museo Casa de la Moneda, 1996.
La Casa de la Moneda de México a más de 450 años, México, 1989.
Elhúyar, Fausto de , Indagaciones sobre la amonedación en Nueva España, sistema observado desde su establecimiento, su actual estado y productos, y auxilios que por este ramo puede prometerse la minería para su restauración, presentadas el 10 de agosto de 1814, Madrid, s/n, 1818.
Escalona Agüero, Gaspar, Gazophilacium regium perubicum: Opus sane pulcrum, a plerisque petitum, & ab omnibus, in universum, desideratum non sine magno labore, & experientia digestum, providèque, & accuratè illustratum. In quo omnes materiæ spectantes ad administrationem, calculationem, & conversationem jurium regalium regni Peruani latissimé discutiuntur, & plena manu pertractantur, Madrid, Typpographia Blasli Roman,  1775

Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias,  Libro I, Título III, Ley XII.
Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias,  Libro IV, Título XXIII, Ley X, Que la moneda de oro, ò plata se entregue à los dueños à su satisfacion. Carlos I. Valladolid, 19 de marzo de 1550.
Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias,  Libro IV, Título XXIII, Ley XXIII, Que en las Casas de Moneda se ponga Caxa de feble. Felipe IV. Madrid, 20 de diciembre de 1639.

Una clase práctica de numismática para niños autistas

Publicado en Numismático Digital, 7 de diciembre de 2016

http://www.numismaticodigital.com/noticia/10064/internacional/una-clase-practica-de-numismatica-para-ninos-autistas-en-ucrania.HTML

Estamos acostumbrados a ver la numismática como una ciencia transversal que engloba aspectos de la cultura tan variados como el arte, la literatura, la historia o la tecnología, entre otros. Pero sus aplicaciones van mucho más allá, como muestra la experiencia llevada a cabo en el Museo Nacional de Ucrania con niños autistas.


El Museo Nacional de Historia de Ucrania comenzó su andadura en 1899 como Museo de Antigüedades y Artes, y fue fundado por el arqueólogo, etnógrafo y crítico de arte Mykola Bilyashivsky. Entre sus fondos numismáticos, destaca el único ejemplar conocido del zlatnyk de oro de Volodymir, la primera moneda de este metal de la Rus de Kiev, y la antigua colección de la Universidad Imperial de Vilna, que durante la sublevación contra Rusia en 1830 fue trasladada a la Universidad de Charkov y a la Universidad de San Vladimiro en Kiev. Esta colección estaba compuesta de 4.158 monedas, de las que 848 eran de la Antiguedad, 2.983 medievales, 327 medallas y moneda moderna y billetes de varios países. Destacan asimismo entre sus fondos la antigua colección del último monarca de Polonia, Estanislao Augusto.

 Entre los mismos se encuentra principalmente moneda batida en los territorios de la Mancomunidad Polaco-Lituana o República de las Dos Naciones, y destacan una serie de piezas únicas acuñadas durante el periodo imperial romano descubiertas en el territorio arqueológico de Danechy-Brangstrup, que pone en contacto lugares tan distanciados como el bajo Danubio con Dinamarca. Entre estas joyas destacan a modo de ejemplo un áureo de Séptimo Severo de Ladiocea o sendos medallones de Valeriano o Licinio.

En este marco museístico que, como afirma Boyko Gagarin, el autor de el artículo que sirve de base a esta noticia,  es una institución cultural que debe recoger, conservar, estudiar y promover el patrimonio histórico y espiritual de los pueblos, los investigadores deben estar continuamente buscando maneras de proporcionar a sus visitantes información de la manera más accesible. Para este investigador senior de la sección de numismática del museo, merecen especial atención los visitantes con carencias motrices, de inteligencia, visuales o auditivas.

Estas jornadas con niños autistas fueron planificadas con la suficiente antelación, mediante conferencias y la preparación de materiales audiovisuales sobre la numismática, entre las que se encontraban materiales de lectura relacionados con el utillaje necesario para batir moneda, imágenes de las máquinas de acuñación, de las herramientas, etc. En cuanto a la fase práctica, se prepararon matrices y cuños, yunques y martillos y tenazas, para recrear la forma de acuñación en la Edad Media. Se tuvo especial cuidado en que los instrumentos y guantes utilizados fueran lo más parecido a los originales y sin ningún tipo de publicidad.

En estas jornadas, celebradas este año, se invitó a tres niños de entre diez y doce años con autismo leve, que participaron en ellas junto a sus padres. Las concusiones fueron para Gagarin muy positivas, tanto en el campo participativo, dado que uno de ellos sujetaba las tenazas y otro procedía al martillado de los cospeles, como en el conocimiento de las propiedades físicas de los metales y de la mecánica necesaria. El éxito principal, según  los organizadores, fue conseguir la participación de estos niños por propia voluntad en todas las actividades.

Bibliografía.-
Boyko-Gagarin AS, "The experience of the practical lesson about the Numismatics with children with autism", Досвід проведення занять з нумізматики для дітей з аутизмом. Disponible aquí en ucraniano.
Bursche, A., "Unique Roman Gold Coins and Medallions in the Collection of the National Museum of Ukrainian History in Kyïv", Wiadomosci Numizmatyczne, 2008, 52, 2 (186), pp. 167-181.
Grimalauskatie, D., "Numismatic Collection of the Imperial University of Vilnius", Wiadomosci Numizmatyczne, 2004, 48, 2(178), pp. 129-152.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Sangleyes: los residentes chinos en las Filipinas españolas

Publicado en Revista de la Inquisición: Intolerancia y Derechos Humanos, nº20 , 2016, pp. 2014-243

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5788783

Resumen: La diversidad étnica de la Manila española la convirtió posiblemente en la más exótica de las ciudades de la monarquía. En la misma había distintas etnias propias de las islas, chinos, japoneses, españoles europeos y novohispanos, indios americanos y negros. Como pone de manifiesto Ollé, la llegada de los españoles no supuso el comienzo de la presencia china en Manila, pero sí que hizo crecer exponencialmente su flujo migratorio. El papel de los comerciantes chinos en Manila fue capital, y la dependencia fue mutua, lo que explica que, a pesar de los levantamientos sangleyes y las posteriores represiones y expulsiones, siempre fuesen nuevamente admitidos.

 Palabras clave: Sangleyes, plata, comercio, Filipinas.

 Abstract: The ethnic diversity of the Spanish Manila became possibly the most exotic cities of the monarchy. In this city lived different ethnicities of the islands, Chinese, Japanese, Spaniards from Europe and New Spain, American Indians and black ethnic groups. As evidenced Ollé, the arrival of the Spaniards didn’t suppose the beginning of the Chinese presence in Manila, but did grow exponentially the immigration flow. The role of Chinese traders in Manila was capital, and the dependence was mutual, which is why, despite the sangleys uprisings and the subsequent repression and expulsions, always were again admitted.

Key words: Sangleys, silver, commerce, Philippines.

viernes, 2 de diciembre de 2016

La Casa de Moneda de Santa Fe en el siglo XVIII

Publicado en UNAM Numismática, Año II, nº 15, Noviembre-Diciembre 2016, pp. 18-22.
http://www.numismaticodigital.com/pdf/UNAN_C2.pdf
 
El Nuevo Reino de Granada era un lugar donde abundaban los yacimientos auríferos, y donde se producía principalmente moneda de oro. No obstante lo anterior, los escudos no circulaban en la misma proporción, dado que eran enviados casi en su totalidad a Cartagena de Indias, vía Honda, para ser remitidos a España.
Ya en el siglo XVI se había dispuesto que hubiese una casa de moneda en este territorio. Pero no fue hasta el reinado de Felipe III cuando se ordenó al ingeniero Alonso Turrillo de Yerba que la fundase, iniciándose las labores en 1621. Turrillo recibió el título de tesorero propietario, y dicho cargo fue ostentado por sus parientes hasta 1753.
La ceca era una especie de herrería, con hornos para afinar y fundir, y de una sola planta, entre las actuales calles 11 y carrera 5ª del popular barrio de la Candelaria en la actual capital colombiana. Fue en esta ceca en la primera de las Indias que se labró moneda de oro, a comienzos del siglo XVII, proveniente de los placeres de Antioquía, parte del Chocó, Girón, Neiva, Chaparral y demás mazamorrerías del reino.
Entre 1695 y 1743 el Tesorero de esta ceca fue José Salvador de Ricaurte, hijo del anterior titular José de Ricaurte, que fue sustituido por José Prieto de Salazar. Prieto, capitán peninsular y vecino de Santa Fe, habría recibido según Margarita Restrepo en 1718, por concesión real, el privilegio de su administración a cambio de una suma aproximada de 220.000 pesos
Junto a esta concesión obtuvo asimismo el privilegio de establecer en el Nuevo Reino de Granada una o más Casas de Moneda, dando a cambio a la Real Hacienda 85.000 pesos efectivos como parte del precio de su concesión. Estas concesiones las obtuvo para sí y para sus herederos por juro de heredad perpetua. 
En su informe de rendición de cuentas como presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada de 1729, el Mariscal de Campo Antonio Manso puso de manifiesto la riqueza minera del territorio, y que cada día se encontraban ricas minas. Asimismo, daba noticia de la buena ley del metal. A pesar de ello, afirmaba que los mineros del Chocó eran pobres, dado que los dueños de las minas eran vecinos de Popayán, y enviaban el oro para su labra a la Casa de Moneda. 
El metal ya amonedado salía y desaparecía de la circulación sin dejar más utilidad que la que le correspondía a tesorero de la ceca, lo que se debía a su entender a la mala gestión de los gobernadores, y pensaba que se deberían hacer casas fuertes en las minas, donde se remitiese a los holgazanes, para que diariamente fuesen entregados por su alcalde a los mineros, acabando por ende con los agravios que se cometían con los indios.
Otra utilidad para el Reino sería la labra de moneda de plata, que era la que circulaba en él. Afirmaba que mientras que los doblones desaparecían, los patacones y reales era la que se manosea y trajina, pero al ser poca la que se sacaba, la mayor parte salía del reino en barras y piñas, y solamente cada dos o tres años el tesorero de la Casa de Moneda hacía una laborcita de doscientos a trescientos marcos, dado que cobraba menos derechos con ella.
Dado que el presidente estimaba que la falta de circulante argénteo era una de las principales causas de la pobreza del lugar, estimaba que su remedio pasaría por ordenar al tesorero que frecuentase la labor de la moneda de plata, haciendo una labor considerable de ella al menos una vez al año.
En 1743 consta como titular Tomás Prieto de Salazar, que se mantuvo en el oficio hasta 1748. Su sustituto fue Manuel de Porras, el último tesorero particular, dado que en el año 1753 la Corona asumió el control de la Casa de Moneda, nombrando a sus superintendentes. Según Araujo, en los años 1750 y 1751 se expidieron varias Reales Cédulas y Ordenanzas por las que se fijaba que se indemnizarían los justos derechos de los titulares, si bien hasta junio de 1755 no se hizo efectiva en esta ceca, tras la interposición de una demanda por parte de doña Mariana de Salazar, la viuda de Prieto de Salazar.
La orden de traspaso a la Corona fue recibida por el virrey de Nuevo Reino de Granada el 13 de diciembre de 1751, y el reglamento para la Casa de Moneda fue similar a los de las otras cecas indianas. Como superintendente se nombró al teniente coronel Miguel de Santistevan, que ocupó el puesto entre 1753 y 1775, con el encargo de efectuar tal incorporación, bajo la supervisión del virrey José Alfonso Pizarro. La primera labor de oro por cuenta del rey se llevó a cabo el 12 de julio de 1753.
Junto a Santistevan vinieron desde la Península el ensayador Juan de Chávez, el fiel de balanza Juan Espinoza de los Monteros, y los talladores José Martín Carpintero y Francisco Benito. El primer superintendente mandó el 22 de agosto de 1753 que se hiciese formal inventario de esta Casa, sus oficinas y bienes materiales, herramientas y demás instrumentos de que se componía y existían como también de los libros y papeles de la oficina del escribano, que comenzó el 23 de agosto.
Si bien se  habían previsto indemnizaciones para los que antes de esta incorporación tuviesen justos derechos, la indemnización a la viuda de José Prieto, doña Mariana de Salazar, no se hizo efectiva hasta junio de 1755, tras interponer la misma el 22 de junio de 1754 una demanda , solicitando el pago de los utensilios adquiridos para la labor de la moneda, las obras del edificio y las mejoras realizadas en la misma.
Durante el juicio se sustanció que la construcción y las obras realizadas en el inmueble no hacían parte de la concesión, por lo que lo único que era propiedad de Prieto y que se le debía indemnizar a sus herederos era el juro de heredad. Finalmente, en julio de 1755 el virrey Solís firma un decreto en el que se le reconoce a la viuda el derecho a recibir el importe de 379 pesos, 7 reales y un cuarto. Araujo recoge parte de dicho fallo:

Respecto de haber tomado su majestad en sí la Real Casa de Moneda de esta corte, se declara que de los frutos de ella se debe satisfacer a los herederos de don Joseph Prieto de Salazar el valor de el vinagre, fierro, azogue, aguafuerte, tiestos, carbón, leña, sal, fragua del oficio de herrero y balanzas de plata conforme el inventario y entrega hecha por el administrador don Manuel de Porras al superintendente de dicha Real Casa...

Asimismo, en fecha 18 de diciembre de 1777 se asignó a los descendientes de José Prieto como rédito del capital  debido una pensión de ocho mil pesos anuales, a pagar por la Casa de Moneda de Santa Fe, pensión que los mismos siguieron cobrando según Restrepo al menos hasta 1860, dividida entre sus numerosos descendientes.
La administración directa de la ceca neogranadina supuso una serie de mejoras, como fue la conclusión de la construcción de la propia Casa de la Moneda, que quedó como nos ha llegado a hoy en día, y el definitivo abandono de la acuñación de moneda macuquina, que fue sustituida por la moneda circular, apareciendo la primera emisión de la nueva especie a finales de 1756. Si bien hay ejemplos de ellas, al parecer solamente hay moneda del tipo de mundos y mares en la ceca durante un año, en 1759.
       La Casa de Moneda era como hemos comentado poco más que una herrería, por lo que había que levantar un nuevo edificio y prepararlo para fabricar en ella la nueva moneda redonda. El elegido para ello fue Thomas Sánchez Reziente, que encargó a la Casa de Moneda de Sevilla todo lo necesario para batir moneda esférica. El material llegó a Bogotá en 249 cajones, y se llevó por el cauce del río Magdalena en caballería y con cargueros indios.
La nueva obra de piedra y adobe se llevó a cabo en el solar que ocupaba la antigua ceca, y comenzó en 1753, siendo virrey José Alfonso Pizarro. Para las reformas en el edificio se realizó un plano en Madrid que fue entregado a Miguel de Santisteban. La nueva obra fue reinaugurada por el virrey Solís en 1756. Los trabajos duraron seis años, y a su terminación se concedió a Sánchez Reziente por sus servicios una pensión vitalicia equivalente a su sueldo, 1.800 pesos anuales. 
La actual Casa de Moneda es actualmente la sede de la Biblioteca Luis Ángel Arango, y básicamente tiene la distribución realizada con esta reforma, salvo que han desaparecido la sala de fundición y el molino de laminación o ingenio, movido por mulas.
Parte de su producción se destinó a los trabajos de fortificación de Cartagena de Indias, y a los gastos derivados de los conflictos bélicos, como sucedió con el ataque de Vernon en 1741. Esta casa de moneda suplió asimismo de fondos para llevar a cabo la expulsión de los jesuitas en 1767, y para la comisión que fijó los límites hispano-portugueses en el área amazónica.
Joaquín Espín afirmaba en un artículo que entre las monedas que poseía se encontraba una moneda de cobre de 1741 de 20 mm de diámetro, en cuyo anverso aparece una corona real y la leyenda F V R G y en exergo el año de emisión, y en su reverso otra corona real y bajo ella una F vuelta, un castillo con tres torres entre C y B, y similar a otra descrita en la colección Vidal Quadras y Ramón de Barcelona de ceca desconocida, podría ser una moneda obsidional batida en Cartagena, correspondiéndose las letras C y B con Cartagena Bloqueada.

Bibliografía consultada:

ARAUJO VÉLEZ, A., “La Casa de Moneda en la colonia, En Santafé y Cartagena se dan las primeras acuñaciones en el siglo XVII”, Revista Credencial Historia, Especial Casa de Moneda, Banco de la República de Colombia, Noviembre de 1996, nº 83.
ARAUJO VÉLEZ, A., “El paso de las máquinas a las monedas de condorcillo en el siglo XVIII : los Borbones reincorporan la Casa de Moneda de Santafé”, Revista Credencial Historia, Bogotá – Colombia, Agosto 2000, nº 128.
CASADO RIGART, D. "Santa Fe de Bogotá. Cuatro siglos de emisiones", Crónica Numismática, noviembre 2005, pp. 44-47.
CHACÓN, N.R., Derecho Monetario, Bogotá, 2005.
DARGENT CHAMOT, E., Las Casas de Moneda españolas en América del Sur,  (3.8).
LÓPEZ DE AZCONA, J.M. y LUCENA GIRALDO, M., La Minería en Nueva Granada: Notas Históricas 1500–1810, IGME, 1992.
LÓPEZ CHAVES, L., "Nuevos datos acerca de las acuñaciones precilíndricas de onzas en la ceca de Santa Fe de Bogotá", NVMISMA, Nº 65, noviembre-diciembre 1963, pp. 35-38
RESTREPO, J.E., y LASSER, J.R., Macuquinas de Colombia, , Medellín, 1998.
RESTREPO , J.M., Memoria sobre amonedación de oro i plata en la Nueva Granada desde el 12 de julio de 1753 hasta 31 de agosto de 1859, Bogotá, 1860
RESTREPO OLANO, M., Nueva Granada en tiempos del virrey Solís, 1753-1761, Universidad del Rosario, 2009.
TEMPRANO, L., Monedas de Colombia, 1810-1992, Bogotá, 1993.

Recopilación de las Leyes de las Indias. Libro IV. Título XXIII. Ley I. Que en Mexico, Santa Fe, y Villa de Potosí haya Casas de Moneda. 
http://www.fuenterrebollo.com.