Publicado en Puerto Rico Numismático, abril, 2023.
Ejemplar de 8 reales
de la emisión de 1781 conservado en el Archivo General de Indias
Es bien conocido por los estudios de varios
autores el hecho de que en el año 1766 y en los siguientes años se tuvo que
emitir por necesidades de circulante en Puerto Rico la conocida como moneda
provisional de papeletas. Este hecho cierto se debió a una circunstancia muy
concreta, la falta de recepción del necesario Situado para el pago de la
guarnición y de los funcionarios civiles, situación que se repitió en varias
ocasiones hasta finales de la centuria. Como ha sido igualmente bien analizado,
la penuria monetaria no fue exclusiva de la isla, sino que afectó a las
principales plazas del Caribe hispánico, siendo la solución adoptada similar en
otros lugares como Cuba, Luisiana o Santo Domingo. Pero para el estudio de
estas situaciones no se han tenido en cuenta otros factores, en mi opinión
determinantes, debidos a la inclemencia climática.
Los documentos españoles y de otras naciones
con presencia en el seno caribeño nos muestran como desde mediados de agosto de
1766 al menos seis grandes huracanes afectaron a la cuenca del Caribe, cada uno
de ellos con su consecuente secuela de destrucción. Las Antillas británicas y
Jamaica sufrieron una enorme ruina, así como las densamente pobladas Antillas
francesas, que tuvieron grandes problemas posteriores para superar la
devastación provocada por esta serie de grandes tormentas, al haberse roto los
lazos comerciales y de suministros que tradicionalmente las unían con Luisiana,
transferida a España por el Tratado de París en 1763, y Canadá, entregada al
Reino Unido por la misma Paz.
Si bien estos huracanes afectaron gravemente
a las Grandes Antillas españolas, sus consecuencias más dramáticas se
produjeron en la costa occidental caribeña, en los territorios de Tejas y
Luisiana. En este último territorio, este mismo año el convoy que conducía el
Situado se perdió por causa de una de estas tormentas en bahía de Mobila,
actual Mobile, el 22 de septiembre. Por ello su gobernador, Antonio de Ulloa,
tuvo que otorgar concesiones económicas a los residentes, entre las que se
encontraba el permiso para adquirir harina en el territorio británico de
Illinois, aguas arriba del Misisipi, para garantizar los necesarios
suministros.
Mapa de San Juan de
Puerto Rico en 1766 de Isaac Tirion
La desolación provocada por esta virulenta
temporada de huracanes llevó a que las autoridades españolas otorgaran el 14 de
abril de 1767 poderes discrecionales a sus gobernadores y Capitanes Generales
en la cuenca del Caribe para la compra de alimentos a países extranjeros, lo
que era frontalmente contrario a la restrictiva política anterior, muy estricta
en relación al comercio con otras naciones. Esta situación se debió igualmente
a que mientras el área caribeña era literalmente arrasada por los sucesivos
temporales, el fenómeno de El Niño produjo simultáneamente en el territorio
continental de Nueva España, tradicional granero de las Grandes Antillas, duraderas
sequías que afectaron muy negativamente a la producción de grano.
Ese mismo año de 1767, el segundo en el que
se emitieron papeletas en Puerto Rico, el día 5 de octubre un terrible huracán
arrasó la mitad occidental de Cuba, destruyó las cosechas y hundió las flotas
ancladas en las bahías de La Habana y Batanabó. Ese invierno, y debido a las
hambrunas producidas por estas destrucciones, se sublevaron los residentes
franceses de Nueva Orleans, que fueron finalmente reducidos la primavera
siguiente por un contingente de dos mil efectivos enviado desde La Habana. La
falta de alimentos hizo que en 1769 casi la mitad del presupuesto de la isla se
destinase a la compra de harina a las colonias británicas. Las Trece Colonias
británicas fueron las principales beneficiadas de esta catastrófica situación,
dado que tenían prohibida la manufactura de cualquier tipo de bienes, pero en
cambio tuvieron un importante excedente en su producción de trigo, arroz y
maíz.
Rober Morris, primer
Superintendente de Finanzas de Estados Unidos, por Robert Edge Pine.
Nuevos huracanes aún más virulentos se
produjeron entre los años 1771 y 1773, con la consiguiente devastación de las
Pequeñas Antillas, Puerto Rico y buena parte de Cuba. Por ello, y tras las
órdenes del Gobernador de Cuba para avituallarse en los puertos extranjeros, se
entró en contacto con la firma norteamericana Willing & Morris, que entre
1771 y 1773 envió a Puerto Rico nueve barcos cargados de harina. La apertura de
los nuevos mercados en la América española ha sido apuntada como una de las
causas coadyuvantes a la decisión de las Trece Colonias de iniciar su
emancipación. Ya en octubre de 1775 el Congreso Continental autorizó la
exportación de víveres a cambio de armas, municiones y plata de cuño español,
los conocidos como Spanish dollars.
Entre 1775 y 1778 Cuba sufrió al menos un
gran huracán al año, que se alternaron con periodos de extrema sequía, y entre
1776 y 1779 las autoridades españolas transfirieron a los representantes de los
norteamericanos en Paris casi un millón de pesos. Movido por las
circunstancias, finalmente se decretó por el gobierno español el Libre
Comercio, y finalmente se declaró la guerra a Gran Bretaña. En la misma, tanto
los comerciantes caribeños como las propias autoridades remitieron millones de
pesos en concepto de préstamo, una deuda que fue negada por las mismas personas
que en su día las recibieron y que a la fecha no ha sido ni reconocida ni
saldada, a la que se ha de sumar los enormes gastos bélicos en los que se
incurrieron por la acción directa para desalojar a las tropas británicas de las
riberas del Misisipi y de ambas Floridas.
8 reales columnario
de México, 1766, M.F.
Estas circunstancias medioambientales adversas
son la mejor explicación para la falta de moneda metálica en este periodo en el
área caribeña. Como afirma el adagio latino, Primum vivere deinde philosophari, primero vivir y luego filosofar.
Como antes se indicaba, la moneda de plata disponible fue remitida para la
compra de los necesarios alimentos para la población en enormes cantidades, y
el destino de estos víveres, como igualmente se ha citado, fue entre otros
lugares Puerto Rico. Por ello, no es extraño que su carestía llevase a una
solución similar en los principales territorios del Caribe de la Monarquía
hispánica afectados directamente por la inclemencia climática.
El recurso a la moneda provisional de
papeletas durante estos decenios fue común tanto a Puerto Rico, el primer
territorio de la Monarquía española que tuvo que recurrir al mismo, salvo en el
caso de Luisiana, como problema heredado de la anterior administración
francesa, como a Santo Domingo y a la propia Cuba. Por tanto, el primero de
ellos del que se tiene noticia es el aprobado por Real Orden de 22 de agosto de
1766 para Puerto Rico, del que, como bien no deja de repetir pero aun así
buscar incansablemente don Ángel Navarro, no se conserva actualmente ningún
ejemplar conocido. Entre los motivos para su emisión, don Pedro Tomás de
Córdoba recogía expresamente los furiosos huracanes de 19 de septiembre y 7 y 8
de octubre de ese año.
Los mismos fueron, según este autor,
impresos por un valor facial de 8 reales o pesos. Nuevamente en julio de 1767,
como hemos visto igualmente virulento climáticamente, se volvieron a emitir más
billetes. Finalmente, esta primera emisión se redimió tras la recepción del
Situado, que se recibió en cantidad de 271.929 pesos, 6 tomines y 6 granos, más
100.000 pesos más para la fortificación, recogiéndose papeletas por importe de
50.993 pesos y 6 reales de los préstamos. El importe redimido en 1769 por el
Gobernador General don Miguel Muesas fue según Luis A. Rodríguez de 88.000
pesos en papeletas. Don Ramón Cobo afirma que estos vales o billetes recibieron
el nombre en la isla de tengos, el
mismo utilizado en la península para los pagarés al portador emitidos por los
bancos y las casas de banca en el siglo XVIII.
Para
saber más
COBO HUICI, R., “Billetes de Puerto Rico”, Numismático Digital, 5 de mayo de 2016.
CÓRDOBA, P.T. de Memorias Geográficas,
Históricas, Económicas y Estadísticas de la Isla de Puerto-Rico, vol. III, San
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CRESPO ARMÁIZ, J, Fortalezas y Situados. La Geopolítica
española en el Gran Caribe y sus efectos sobre el desarrollo económico y
monetario de Puerto Rico (1582-1809), San Juan, 2005.
JOHNSON, S. , “Where Has All the Flour Gone?
El Niño, Environmental Crisis, and Cuban Trade Restrictions,
1768-1778.” Prepared for the Conference of the Program in Early American
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