Publicado en Numismático Digital, 2 de julio de 2013
http://www.numismaticodigital.com/noticia/6627/Articulos-Numismatica/Paguennos-en-dolares-espanoles-segun-lo-acordado.html
Era común oír a los soldados comentar que era verdad que la paga británica era muy
pequeña, pero a pesar de ello con dos días de paga se podía adquirir un cuarto
de ron, y con nosotros la paga de un mes daría sólo para eso. Si los
salarios de la oficialidad y la tropa de 1776 no permitían más que una escasa
subsistencia, en la fecha en la que se remitió este memorial el circulante se
había depreciado en más de un 200%.
El Congreso había recomendado en diciembre de 1777 a los Estados
que proporcionasen a sus combatientes la necesaria ropa a precios
proporcionados a sus salarios, lo que
había sido acatada por algunos Estados del sur y del este. Los oficiales afirmaban
que Pennsylvania había adoptado más tarde algunas medidas a favor de sus
tropas, Maryland había hecho lo propio, algunos Estados habían hecho más, pero ninguno de ellos había hecho
lo suficiente.
Para solucionarlo, pedían que si sus pagas estaban
fijadas en reales de a ocho españoles, y ese era el contrato que firmaron con
el Congreso, querían ser pagados en ellos, no pidiendo por tanto más que la
observancia del contrato original. Terminaban el memorando afirmando: Páguenos en reales de a ocho de cuño español
o dennos su equivalente, y nuestras quejas cesarán al instante.
“From General Maxwell to the Legislature”, Elizabethtown, April 25th 1779, Ibid, pp. 146-151.
MARTÍNEZ GALLEGO, J.M., “Dólar USA made in Spain”, Coleccionismo & Inversión, 19 de oviembre de 2003.
RAMÍREZ JIMÉNEZ, D., “Papel moneda en las colonias inglesas de Norteamérica”, Crónica Numismática, diciembre 2001, pp. 60-63.
WATSON, J.F., Annals and occurrences of New York City and State, in the olde time, Philadelphia, 1846, Book II.
El 17 de abril de 1779 los 49 oficiales de los tres regimientos que
componían la brigada de Nueva Jersey enviaron a su Asamblea Legislativa un
memorial en el que alertaban de una situación insostenible. La inflación del circulante
continental había trasformado sus soldadas en ridículas, había fundadas razones
para temer deserciones en masa y exigían ser pagados en la moneda en la que
habían contratado con el Congreso sus salarios: dólares –reales de a ocho- de
cuño español.
Para financiar su
guerra de independencia, el Congreso Continental acordó el 3 de mayo de 1775 la
emisión de tres millones dólares en billetes, con un valor fijado en reales de
a ocho españoles. Estos primeros billetes norteamericanos estaban fabricados en
un papel denso, con fibras azules y copos de mica, en dobles pliegos con una
plantilla en medio. Constaban de ocho anversos y ocho reversos y fueron
impresos en Pensilvania, Ivy Mills y Chester Country. Los de 20 dólares se
imprimieron individualmente en un papel blanco que era suministrado por Benjamín
Franklin, siendo su parte izquierda polícroma.
En fecha 29 de
noviembre el Congreso aprobó la emisión de otros tres millones de dólares, y
poco después se autorizó la de otros diez mil dólares para el cambio de los
billetes estropeados o ajados. El día 12 de diciembre se ordenó que la
numeración de los nuevos ejemplares fuese diferente a los de la emisión
anterior, por lo que se usó una tinta roja especial.
En los meses de
febrero, mayo, julio y noviembre de 1776 se aprobaron emisiones de billetes por
valor de diecinueve millones de dólares. Desde Baltimore, a final de este año,
se ordenó la emisión de otros cinco millones de dólares, ampliada en otro medio
millón para billetes fraccionarios de 1/9, 1/6, 1/3 y 2/3 de dólar. En los años
siguientes se imprimieron grandes cantidades de ellos, que circularon hasta que
el 18 de marzo de 1780 el Congreso Continental aprobó los diseños de los nuevos
billetes.
El recurso a la
emisión de papel moneda fue muy común en las colonias norteamericanas de
Inglaterra y Francia en el siglo XVIII, especialmente durante los conflictos bélicos.
Sin embargo en esta ocasión la inflación provocada fue mucho mayor, dado que
los reales de a ocho pasaron de valorarse de 4 chelines y 6 peniques a 5 o
incluso 8 chelines cada peso fuerte, debido a que las emisiones fueron mucho
más copiosas.
Los oficiales afirmaban en este memorando que sus
salarios eran sólo nominales, no reales, dado que para un soldado cuatro meses
de paga no procurarían a su pobre mujer y a sus hijos ni un celemín de trigo.
En el caso de los oficiales era todavía peor, dado que la soldada de un coronel
no daba ni para pagar la avena de su caballo, y su asignación diaria no servía
ni para procurarle una sencilla cena.
Consideraban que era un deber para con su país y para con
ellos mismos informar a la Asamblea en términos sencillos y nada ambiguos de
que a menos que la situación se remediase era inevitable la total disolución de
las tropas. Todos los días se descubrían confabulaciones para desertar, no
siendo la creciente vigilancia de la oficialidad suficiente para prevenirlas.
Unos días
después, el 25 de abril, el general Maxwell remitió otra carta desde el mismo
lugar defendiendo a sus soldados, en la que afirmaba que cuando entraron en
servicio, un dólar continental equivalía a un peso fuerte español, mientras que
tres años después muchas personas a las que los combatientes servían les
vendían productos manufacturados por ellos mismos a un precio de veinte dólares
continentales, cuando con un solo peso español de plata podrían adquirirlos. El
general recomendaba para el pago de los salarios que se tomase como ejemplo el
del ejército británico, que él conocía bien, en lo que se estimase mejor.
Más adelantado
el conflicto, cada peso español de plata llegó a estimarse a 25 dólares de papel,
e incluso se redimieron dólares nuevos a cuarenta de las emisiones anteriores.
Las estimaciones hechas por Watson para las emisiones durante el mismo
arrojaban un total de cuatrocientos millones de dólares, si bien la mitad de
este importe fue recogido de tiempo en tiempo. Dado que el poder de fijar
impuestos le fue negado a la Confederación, que sólo podía recomendar las
medidas tomadas por los Estados, su depreciación alcanzó valores de 500 a 1, y
hasta de 1.000 por 1, dejando de circular.
Fuentes:
“Memorial of the Officers of
the Jersey Brigade to the Legislature”, Elizabethtown,
April 17th 1779, en
Selections from the correspondence of the Executive of New Jersey from 1776 to
1786, Published by order of the Legislature, Printed at the Newark Daily
Advertiser Office, 1848, pp. 143-146. “From General Maxwell to the Legislature”, Elizabethtown, April 25th 1779, Ibid, pp. 146-151.
Bibliografía recomendada:
GOUGE, W.M., A short History of paper Money and banking
in the United States, Philadelphia, 1833.
LLAMA GARCÍA, S. de, “Spanish milled dollars. Una ayuda a
la independencia de Estados Unidos”, Crónica
Numismática, julio-agosto 2005, pp. 54-57. MARTÍNEZ GALLEGO, J.M., “Dólar USA made in Spain”, Coleccionismo & Inversión, 19 de oviembre de 2003.
RAMÍREZ JIMÉNEZ, D., “Papel moneda en las colonias inglesas de Norteamérica”, Crónica Numismática, diciembre 2001, pp. 60-63.
WATSON, J.F., Annals and occurrences of New York City and State, in the olde time, Philadelphia, 1846, Book II.
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