Publicado en Numismático Digital, 4 de marzo de 2015
http://www.numismaticodigital.com/noticia/8164/
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El Archipiélago de las Marianas, junto con los de Palaos y
las Carolinas, formaron parte desde el siglo XVI del Virreinato de Nueva España
y de la Capitanía General de Filipinas. Visitadas por primera vez
por Fernando de Magallanes en 1521, fueron bautizadas como Islas de los Ladrones. La
ocupación efectiva del archipiélago comenzó el 15 de julio de 1668, con la
llegada de una expedición de jesuitas que se estableció en Agaña, y recibieron
su nombre actual en honor de Mariana de Austria, la esposa de Felipe IV. Desde
este momento hasta su venta en 1899 a Alemania su patrón monetario fue el
hispánico.
Afirma Patacsil que el trueque era la práctica habitual en
el comercio entre los nativos chamorros de las islas antes de la llegada de los
españoles en el siglo XVI. A finales del siglo XVII
y principios del XVIII la población local era pagada normalmente en especie,
usualmente con hojas de tabaco procedentes de Filipinas, que suponían un
salario diario de una décima parte de un real o la decimoctava parte de
un peso fuerte. Por ello, según Patacsil, un trabajador necesitaba trabajar de
cuatro a seis meses para adquirir unos pantalones del material más barato,
valorados entre seis y ocho reales.
La isla de Guaján,
actualmente conocida como Guam, tenía gran importancia estratégica para España,
al ser el principal puerto de escala para el Galeón de Manila, y prueba de ello
es que en la misma se conservan cinco fuertes de la época hispánica, y un
Camino Real que unía San Ignacio de Agaña con el puerto de Umatac. Tras el
establecimiento de la primera misión en 1668 por Fray Diego Luis de San
Vítores, fue habitual que la Nao de la China hiciese una parada en el puerto de
Agaña, para desembarcar a los religiosos y funcionarios de la administración y
el situado para el pago de los funcionarios, los soldados y estipendios para
los misioneros. Dado que no había tiendas en las Marianas durante estos
primeros años, según Patacsil los soldados normalmente utilizaban las monedas
para apostar en el juego.
Poco después del
establecimiento de los españoles, en 1686, el galeón Santo Niño partió hacia las Marianas, donde
dos naves piratas inglesas merodeaban a la espera de
la llegada del galeón Santa
Rosa desde Acapulco. No pudo
cumplir su misión de escoltar a esta última nao, que se dirigió directamente al
puerto de Naga sin poder entregar los socorros que desesperadamente esperaban los
colonos de las islas.
El 3 de junio de
1690 el galeón Nuestra
Señora del Pilar de Zaragoza, escolta del Santo
Niño, que transportaban el situado de las Marianas, al Gobernador General
Fausto Cruzat y Góngora y a soldados y misioneros franciscanos de Nueva
España a Filipinas, se hundió en una colisión con arrecifes en la isla Cocos.
Los trescientos pasajeros de la nao Pilar fueron rescatados, pero se estima que
transportaba un millón y medio de monedas que se hundieron en el naufragio.
A comienzos del siglo
XVIII el Gobierno Superior de Manila emitió un documento recomendando la
introducción de moneda en las Marianas, dado que la escasez de circulante era
la causa de una serie de problemas que necesitaban soluciones. El vice
provincial de las misiones de las islas, Gerardo Bowens, se preguntaba en 1706
en relación a este documento cómo se podrían corregir las injusticias con la
introducción de numerario, y estimaba que lo que habría que hacer era no compensarles
con moneda, sino con artículos como los bolos–machetes-, carajayes-planchas de hierro-,
y otros bienes y ornamentos que pudieran ser utilizados por ellos.
La introducción de
numerario en las islas no se produjo por ninguna disposición gubernamental,
sino por el desarrollo económico del archipiélago y por la necesidad de medios
de pago para su comercio exterior. Las primeras relaciones fueron con las
Filipinas, con las personas de paso en el galeón y porque el archipiélago
filipino era el lugar de aprovisionamiento de las Marianas.
A finales del siglo
XVIII, del montante global de los situados encomendados a la masa común o
erario de Nueva España de 3.011.664 pesos anuales, correspondió a las Marianas
en el año 1789 la suma de 20.137 pesos, y 25.223 pesos eran enviados a las
Filipinas, si bien se fijó un situado para este último archipiélago de 250.000
pesos. En 1817 se transfirió el gobierno de las Marianas del Virreinato de
Nueva España a la Capitanía General de Filipinas, y el situado se redujo a
8.000 pesos.
En las mismas, como en
Filipinas, se comenzaron a utilizar resellos para las monedas emitidas por las
nuevas repúblicas hispanoamericanas a partir del 31 de octubre de 1828, con las
letras F.7 y, posteriormente, con Y-II. Estos resellos fueron más comunes en
los reales de a ocho, y como afirma Patacsil, es muy habitual que los mismos
porten asimismo resellos chinos. La época de esta moneda resellada coincide en
las Marianas con un periodo de reforma económica instituida por el gobernador
Francisco Ramón de Villalobos (1831-1837), que reguló los derechos a cobrar en
los puertos a las naves en tránsito e inició la producción de bienes para la
exportación, como el índigo, la tapioca, los tintes o las conchas de tortuga.
Entre los años 20 y 50
del siglo XIX numerosos barcos recalaban a menudo en Guaján, por lo que sus
marineros introdujeron en la isla numerario de diversas procedencias. Cada uno
de los treinta a sesenta buques pesqueros, normalmente estadounidenses o
británicos, que llegaban anualmente a la isla y paraban un mes o más en la
misma para efectuar las necesarias reparaciones tenían unos gastos de unos
seiscientos pesos.
En 1837 se decretó el
cese de la circulación de la moneda resellada y la foránea, lo que creó según
Patacsil una gran incertidumbre, al no haber uniformidad en el numerario
circulante. Entre esta fecha y 1861 la moneda antigua procedente de las cecas
de las Indias convivió con las pesetas, los cuartos y los maravedíes. Los
maravedíes eran monedas de cobre acuñadas en España, equivaliendo 34 de ellos a
un real, y los cuartos moneda de cobre fabricada en Filipinas por contratistas
chinos, una suerte de moneda provincial que circulaba en Filipinas y la
Micronesia española con un valor de cuatro cuartos por cada real.
Desde 1857 se estableció
la Casa de Moneda de Manila, que proveyó a las islas de numerario de oro y
plata. Por Orden de 1861 se ordenó la retirada de la moneda argéntea
hispanoamericana, y entre este año y 1868 se acuñaron pesos, dos pesos y cuatro
pesos en oro con el busto de Isabel II. Una nueva emisión de moneda de cuatro
pesos se produjo entre 1880 y 1885, con el busto de Alfonso XII.
En 1864 comenzaron las
emisiones de moneda de plata en Filipinas, de diez, veinte y cincuenta céntimos
de facial, con su valor reflejado en fracciones de peso. Al igual que hemos
visto para las emisiones áureas, hubo dos series coetáneas a las de la moneda
de oro. Junto con la moneda batida en Manila, también circuló en las Marianas
la moneda acuñada en las cecas metropolitanas, y en 1876 se autorizó asimismo
la circulación de los pesos mexicanos en paridad a los acuñados en Manila.
Estos últimos se convirtieron de facto en la moneda más común en circulación en
Filipinas y toda la Oceanía española. También llegaron a circular aunque por
muy poco tiempo los pesos batidos en Madrid en 1897 con destino a las Filipinas.
Cuando en 1899 los
norteamericanos tomaron posesión de los fondos gubernamentales españoles de
Guaján, éstos estaban compuestos de moneda mexicana, española, filipina y
de otras repúblicas sudamericanas. Los norteamericanos introdujeron en la
circulación de la isla un mayor número de pesos mexicanos. El 9 de febrero de
1899 el comandante Taussig emitió una Orden que fijó las siguientes
valoraciones de la moneda circulante:
· En moneda estadounidense, un dólar
equivalía a dos pesos mexicanos.
· La moneda española equivalía a la
mexicana.
· Un peso chileno equivalía a 75
centavos de dólar-
· Un sol peruano equivalía a 75 centavos
mexicanos.
· Un peso colombiano equivalía a 90
centavos mexicanos.
En 1900 el peso mexicano
o su equivalencia en moneda estadounidense se convirtieron en la moneda de
curso legal, y no fue hasta el día 1 de julio de 1909 cuando la moneda
estadounidense reemplazó completamente a la filipina y mexicana en Guam.
Alemania ya en 1885 había ocupado algunas islas en Palaos,
lo que produjo un conflicto diplomático entre ambos estados en el que medió el
papa León XIII a favor de España. Las pretensiones germanas sobre la Micronesia
española no cesaron, y se materializaron cuando el 12 de febrero de 1899
adquirió a España las Marianas, las Carolinas y Palaos por 17 millones de
marcos, o 25 millones de pesetas de la época.
Bibliografía:
FONSECA, F. de y URRUTIA, C. de, Historia General de la
Real Hacienda, por orden del virey Conde de Revillagigedo, T. I., México, 1845.
MOORE, D.F., “Where is
the gold? Silver and Copper Coins from two of Guam’s Historic Sites”, History of the Marianas, 2nd Marianas History Conference,
August 30-32,2013, Mangilao, Guam, pp. 159-196.
PATACSIL, P.E., Coinage in Guam during the Spanish
era, Chapel Hill, N.C.: Professional Press, 1998.
VARELA, C., “Microhistoria de un Galeón: El Santo Niño y
Nuestra Señora de Guía”, en Un
océano de seda y plata: el universo económico del Galeón de Manila,
BERNABÉU ALBERT, S. y MARTÍNEZ SHAW, C. (ed), Sevilla, 2013.
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