Publicado en Panorama Numismático, 27 de Julio de 2017
FRONCHOSO, R., "La Real Casa de la Moneda de Córdoba 1661-1665. Su apertura, cierre y transformación", NVMISMA, nº 250, enero-diciembre 2006, pp. 555-564.
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MATEU Y LLOPIS, F., "Las acuñaciones iconográficas de vellón de Felipe IV (1661-1664)”, NVMISMA, nº 14, enero-marzo 1955, pp. 99-106.
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OROL PERNAS, A., "Nueva ceca en Madrid. La casa de moneda de molinos de la Puerta de Alcalá", NVMISMA, nº 222-227, enero-diciembre 1990, pp. 57-80.
OROL PERNAS, A., "La Real Casa de Moneda de Trujillo", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 205-223.
OROL PERNAS, A., "Madrid-Retiro, la ceca que nunca existió", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 201-204.
OROL PERNAS, A., "La Real Casa de Moneda de Córdoba en el siglo XVII (una Ceca hasta hoy desconocida)", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 265-267.
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SAINZ VARONA, F.A., "La emisión de vellón de 1661-1664 en la Casa de la Moneda de Burgos y la sigla R de ensayador", NVMISMA, nº 248 - Enero-Diciembre 2004, pp. 65-91.
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VILAR, P., Crecimiento y Desarrollo, Barcelona, 2001.
Tras la firma del Tratado de los Pirineos en 1659 y el final
de los enfrentamientos contra Francia, tras casi tres décadas de guerra abierta
en Europa, los Habsburgo volvieron sus ojos hacia el frente que tenían abierto
en el occidente de la Península Ibérica. Para su financiación se recurrió a una
emisión a gran escala de vellón de molino con liga de plata en 1660, de corta
existencia, dado que por su fácil falsificación se paralizó su emisión en 1664.
La conocida como Guerra de Restauración portuguesa había comenzado en
1640, durante el convulso periodo en el que Cataluña, Aragón, Andalucía,
Nápoles y el propio Portugal se negaron a colaborar con la Unión de Armas e
iniciaron movimientos secesionistas. De ellos, sólo la proclamación de la
República en Cataluña por Pau Claris y la entrega del Principado al rey Luis
XIII de Francia y la defección de Portugal siguieron adelante. En el caso portugués,
no todos los territorios reconocieron la secesión, como sucedió con Macao y con
el sur del Brasil, en las ciudades de Sao Paulo y Río de Janeiro, si bien sus
pretensiones fueron desestimadas por los monarcas españoles al esperar recuperar la metrópoli y con ella todos los
territorio ultramarinos, y con la plaza de Ceuta, que quedó definitivamente
unida a Castilla tras la independencia lusitana.
Como recoge Fernando Serrano, el levantamiento de Cataluña fue visto
como una amenaza directa por parte de Francia y la proyección de las crueles
guerras que asolaban Europa en la Península, lo que realmente se plasmó en
territorio catalán con su ocupación por los ejércitos franceses, mientras que
se consideró la aventura del Duque de Braganza como un disturbio doméstico que,
al carecer de fronteras físicas con las potencias occidentales estaba condenado
al fracaso. Por ello el esfuerzo bélico se concentró en el frente catalán, y,
mientras que a su recuperación se dedicaron crecidas cantidades de moneda de
plata, para el frente de Portugal se dedicaron cantidades siempre escasas de
moneda de vellón. No se puede obviar asimismo que el dilatado conflicto con
Portugal coincide con la Guerra de los Treinta Años, con la de los Ochenta Años
en Flandes y con continuos enfrentamientos con Francia e Inglaterra.
La asignación dedicada al ejército de Badajoz y demás fronteras con
Portugal, que alcanzaba a las tropas de Galicia, Puebla de Sanabria, Zamora,
Ciudad Rodrigo y Ayamonte, era por tanto satisfecha en la degradada moneda de
vellón, alcanzando según Serrano solamente de un dos a un tres por ciento la
que era satisfecha en plata entre los años 1643 y 1654. Por ello, este dilatado
conflicto consistió principalmente en escaramuzas fronterizas y pequeñas
incursiones en ambos lados de la raya, habiendo sólo cinco enfrentamientos que
pueden considerarse como auténticas batallas, todas ellas ganadas por los
lusitanos, en los 28 años de conflicto.
El esfuerzo bélico y tributario recayó sobre las áreas fronterizas,
especialmente sobre Extremadura, y sobre sus milicias locales, y la
especulación, el contrabando y la destrucción se convirtieron en endémicas a
ambos lados de la frontera. La circulación de esta mala moneda ahogó asimismo
la posibilidad de ahorro de la población por los excedentes agrarios y la
creación de cualquier tipo de manufacturas, creando un caos cuyas huellas eran
aún visibles un siglo más tarde. En el contexto global de la economía
castellana, la remisión a la raya portuguesa de cuantiosas cantidades de vellón
incidió en la bajada del premio de la plata, dado que el grueso de ese
numerario era expedido hacia occidente desde Madrid.
En este contexto se ha de enmarcar la creación de la Casa de Moneda de
Trujillo, la única fundada hasta ese momento en los reinos de Castilla durante
la dinastía de los Habsburgo, que se creó para la exclusiva labor del resellado
de moneda, en el contexto del levantamiento de Portugal. Esta ceca comenzó a
operar el 12 de abril de 1641, resellando la moneda de ocho maravedíes batidas
a martillo. Su actividad cesó el día 6 de marzo del año siguiente, pero volvió
a operar nuevamente con los resellos de 1651, 1654 y 1658. Tras la emisión de
moneda de molino de 1660, sus últimas labores se realizaron en 1680, y fue
definitivamente cerrada un año después.
El 11 de noviembre
de 1651 se volvió a subir el facial del vellón, menos en el caso de la
calderilla, a su valor de 1642, produciéndose tumultos, numerosos fraudes y
resellos ilegales. Los particulares tenían un plazo de treinta días para llevar
a las Casas de Moneda sus piezas para ser reselladas. Dicho resello consistió,
para las nuevas piezas de ocho maravedíes, en un óvalo con pequeños adornos, en
el que constaba el año del resello y la marca de ceca, en el anverso, y en el
reverso la cifra de valor dentro de otro óvalo. Para las piezas que nuevamente
tenían un valor de cuatro maravedíes, en el anverso se grabó un círculo, dentro
del que se encontraba la fecha con un florón encima y la marca de ceca,
mientras en el reverso aparecía un 4 dentro de un círculo y entre dos florones.
Según Almenara, se acuñaron en
virtud de esta pragmática nuevas monedas de vellón grueso con valor de dos
maravedíes, hoy en día desconocidas, previniéndose en la misma la labra de cien
mil ducados. Esta nueva moneda no fue devaluada según este autor a la cuarta
parte, a pesar de ser de cobre puro, y fue equiparada a la calderilla, al
decretarse su continuidad, a pesar de la
extinción de todo el vellón grueso decretado a finales del año siguiente. Basa su afirmación de que dicha emisión se llevó a cabo en un
informe realizado por Jerónimo de Arredondo, superintendente de la ceca de
Trujillo, de fecha 16 de junio de 1652, y en los libros de cuentas de las cecas
de Burgos, La Coruña y otras referencias adicionales en otras Casas de Moneda.
De acuerdo con lo prevenido en la Instrucción remitida a los
superintendentes y tesoreros de las cecas el 25 de noviembre de 1651 debían
tener las estampas de un castillo por una parte y un león en la otra, y con las
leyendas de la orla que tenían los cuños y estampas de las monedas que se
labraban del mismo peso y valor, y una talla de 280 maravedíes por marco, con
un peso de 1,64 gramos. El metal a utilizar debía ser el de las monedas que se
quebrasen con el resello de las piezas de cuatro y ocho maravedíes. Las mismas
se debían ejecutar en las nueve Casas de Moneda ordinarias, así como en el Real
Ingenio y, si se pudiese, en la ceca de Trujillo.
Al final de su reinado, Felipe
IV realizó una nueva alteración de la moneda de vellón, mandando labrar una
nueva especie monetaria de cobre ligada con plata, por Real Pragmática de 29 de
octubre de 1660, conocida como de molino, sustituyendo la acuñación a martillo
por la de molinos hidráulicos. La idea de
construir molinos en todas las cecas fue idea de los arbitristas catalanes para
evitar las falsificaciones, y los mismos fueron construidos en un plazo
inferior a dos años, siendo contratados por los asentistas que llevaban a cabo
las acuñaciones, que eran en la mayoría de los casos ingenieros catalanes, y en
otros ingenieros madrileños que copiaron las obras que los ingenieros catalanes
hicieron en su ciudad.
Murray afirma que posiblemente sea la serie más falsificada de la
historia numismática española. Según de Santiago, mientras que Segovia, Cuenca y
Granada utilizaron la energía hidráulica, el resto de las cecas utilizaron
molinos de sangre movidos por mulas. Una vez se decidió su desmantelamiento,
llama la atención los importantes gastos que supusieron y los pocos
rendimientos que se obtuvieron con su desmontaje, dado que en ningún caso se
optó por mantenerlos para acuñar monedas de otros metales. Para esta emisión se
abrieron dos nuevas Casas de Moneda, la de la Puerta de Alcalá de Madrid y la
de Córdoba.
Esta moneda contendría un 7% de plata, y una
talla de 816 maravedíes por marco. Se
trataba, según García Caballero, de una moneda de vellón rico, con una liga de
plata de 20 granos por marco. El coste de cada marco de esta moneda era de 4
ochavas, 2 tomines y 8 granos de plata fina de la liga, lo que suponía 4 reales
y 29 maravedíes de plata, así como las 7 onzas, 3 ochavas, 3 tomines y 4 granos
de cobre, que valían 1 real y 8 maravedíes de plata. Entre ambos metales el
coste era de 6 reales y 3 maravedíes de plata, con lo que hasta los 24 reales
de plata que se sacaban por marco el beneficio suponía 17 reales y 31
maravedíes, de los que se tendrían que descontar el braceaje, mermas y regalía,
siendo la ganancia excesiva.
Los faciales de esta emisión
eran de dos, cuatro, ocho y dieciséis maravedíes, y en todas ellas en su
anverso aparecía el busto del monarca, cambiando los escudos de sus reversos. En su anverso aparece el busto del rey a derecha, con
acusado maxilar, bigotes y cabellera y la leyenda PHILIPPVS IIII D.G.; en su
reverso el escudo de la monarquía española incluyendo el escusón de Portugal y
la leyenda HISPANIARUM REX 1661, a su derecha la marca de valor 16, y a la
izquierda la marca de la ceca. En las emisiones posteriores se utilizaron los
mismos tipos, pero el valor artístico era muy vario, dependiendo de los
ensayadores.
Se empezó a acuñar a partir del
17 de octubre en las cecas de Burgos, Córdoba, La Coruña, Cuenca, Granada,
Madrid, Segovia, Sevilla, Valladolid y Trujillo. El beneficio de su emisión, en torno al 60%,
estaba destinado a la financiación de la guerra con Portugal, según Domínguez
Ortiz. Por su fácil falsificación, esta moneda causó muchas alteraciones, y el
29 de octubre de 1661 se ordenó que fuese entregada en las cecas o usada para
pagar las contribuciones.
El 14 de octubre de 1664 se
paralizó la emisión de moneda de molino, reduciendo su valor nominal a la
mitad, y se prohibió la circulación de la calderilla y de la moneda de cobre
puro. Esta medida tuvo como consecuencia
la bajada del premio de la plata de un 150% en septiembre a un 50% en octubre
de este mismo año, aunque a partir de este momento comenzará otra vez a subir,
alcanzando el 180% en 1669, el 200% en 1675, y el 275% en febrero de 1680.
Pierre Vilar, comentando el libro Guerra y
Precios en España de Hamilton, se planteaba que la inflación del vellón
entre 1650 a 1680 no vino exclusivamente determinado por las necesidades de las
guerras exteriores, dado que estas medidas tomadas entre 1661 y 1664, que
llevaron a un aumento de emisiones y de precios de una intensidad desconocida
desde los días del descubrimiento de América, se produjeron en un periodo de
paz, aparentemente muy tranquilo, mientras que las desastrosas guerras contra
Luis XIV entre 1689 y 1697 no perjudicaron la estabilización conseguida por la
deflación en 1680. Este ínclito hispanista no tuvo en cuenta en su análisis,
como hemos estudiado en este artículo, este conflicto enquistado, que terminó con
la definitiva independencia de Portugal, reconocida finalmente por el Tratado
de Lisboa de 1668.
Para saber más:
ALMENARA, E., “Las monedas olvidadas.
La acuñación del numerario de cobre durante el resello de Felipe IV”, NVMISMA,
nº 251, enero-diciembre 2007, pp. 295-317.
ALMENARA, E., “Una ceca para
Extremadura. Trujillo (1641-1681)” NVMISMA,
nº 253, enero-diciembre 2009, pp. 101-115.FRONCHOSO, R., "La Real Casa de la Moneda de Córdoba 1661-1665. Su apertura, cierre y transformación", NVMISMA, nº 250, enero-diciembre 2006, pp. 555-564.
GARCIA CAVALLERO, J., Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Madrid, 1731.
MATEU Y LLOPIS, F., "Las acuñaciones iconográficas de vellón de Felipe IV (1661-1664)”, NVMISMA, nº 14, enero-marzo 1955, pp. 99-106.
MURRAY, G., "La Real Casa de Moneda de Molinos de Córdoba; aportación de documentos al descubrimiento de esta ceca moneda por Antonio Orol, a su memoria", NVMISMA, nº 230, enero-junio 1992, pp. 309-338.
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OROL PERNAS, A., "Nueva ceca en Madrid. La casa de moneda de molinos de la Puerta de Alcalá", NVMISMA, nº 222-227, enero-diciembre 1990, pp. 57-80.
OROL PERNAS, A., "La Real Casa de Moneda de Trujillo", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 205-223.
OROL PERNAS, A., "Madrid-Retiro, la ceca que nunca existió", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 201-204.
OROL PERNAS, A., "La Real Casa de Moneda de Córdoba en el siglo XVII (una Ceca hasta hoy desconocida)", NVMISMA, nº 231, enero-diciembre 1992, pp. 265-267.
PÉREZ SINDREU, F. de P., " El vellón durante los Austrias y la Casa de Moneda de Sevilla", NVMISMA, nº 248 - Enero-Diciembre 2004, pp. 49-63.
SAINZ VARONA, F.A., "La emisión de vellón de 1661-1664 en la Casa de la Moneda de Burgos y la sigla R de ensayador", NVMISMA, nº 248 - Enero-Diciembre 2004, pp. 65-91.
SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, Política monetaria en Castilla durante el siglo XVII, Valladolid, 2000.
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SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “El desmantelamiento de los ingenios de Molino en las cecas castellanas en los primeros años del reinado de Carlos II”, Cuadernos de Investigación Histórica, nº 27, 2010, pp. 209-236
VILAR, P., Crecimiento y Desarrollo, Barcelona, 2001.
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