sábado, 26 de mayo de 2018

Los seis tipos de los reales de a ocho acuñados en la América española

Publicardo en OroInformación, 23 de mayo de 2018

El gran historiador y americanista español Guillermo Céspedes Del Castillo, agrupa las emisiones indianas en seis tipos monetarios bien diferenciados, de los que dos surgieron en el siglo XVIII y otros tres con anterioridad, si bien se siguieron batiendo, en algunos casos, hasta bien entrada esa centuria.

Céspedes agrupa las emisiones indianas en seis tipos monetarios bien diferenciados, de los que dos surgieron en el siglo XVIII y otros tres con anterioridad, si bien se siguieron batiendo, en algunos casos, hasta bien entrada esta centuria. Solamente uno de ellos, la moneda circular sin cordoncillo batida en México y Santo Domingo, se circunscribe al siglo XVI. Se acuñó en módulo de reales sencillos, dobles y tres y cuatro reales, así como algunos de los escasísimos primeros reales de a ocho labrados en la ceca de México.  

Figura 1.- Ocho reales Juana y Carlos de México de 1538, la primera moneda de ocho reales acuñada en el Nuevo Mundo. Subasta Daniel F. Sedwick, Orlando, Florida, 6 de noviembre de 2014.

Esta moneda, acuñada entre los años 1537 y 1572, lleva en su anverso un escudo coronado de castillos y leones con granada en punta, la leyenda CAROLVS ET IOHANA REGES, la sigla de ensayador a la derecha y la marca de ceca a la izquierda. En cuanto a su reverso, lleva las Columnas de Hércules coronadas y el mote PLVS VLTRA, y las leyenda +HISPANIARVM ET INDIARVM REX. 
Figura 2.- Ocho reales redondo Potosí, 1650. http://www.fuenterrebollo.com/faqs-numismatica/1649-8reales.html

Un segundo tipo sería el que denomina moneda macuquina de escudo y cruz, que se comenzó a acuñar a partir de 1556. Moneda de este tipo se batió en las Casas de Moneda de México, Lima, Potosí y posteriormente en Santa Fe del Nuevo Reino, en módulos de reales sencillos, dobles, de a cuatro y de a ocho. Si bien se dejó de usar en Potosí a partir de 1652, por efecto del Gran Escándalo, estos tipos siguieron utilizándose en la Casa de Moneda de México hasta 1734.

En su anverso lleva un escudo coronado con las armas de Castilla, León, Aragón, Sicilia, Granada, Austria, Borgoña antiguas y modernas, Brabante, Flandes y Tirol, Y la leyenda PILIPPUS (o CAROLUS) con el ordinal que corresponde, DEI GRATIA. La marca de ceca, al igual que normalmente la sigla del ensayador, aparece a la izquierda del campo, mientras que en la parte derecha se recogía el valor de la pieza en cifra arábiga.

En el reverso hay dos variantes. En la ceca de México aparece una cruz equilátera de Jerusalén cantonada de leones y castillos, dentro de una orla doble de ocho lóbulos. En las demás Casas de Moneda la cruz es equilátera sencilla. En ambas, la leyenda es ET INDIARUM REX. En la leyenda se incluyó la fecha de emisión desde 1600 en México, 1617 en Potosí, 1627 en Santa Fe y 1659 en Lima.
Figura 3.- Ocho reales Nuevo Reino 1605. http://sorpresasgenealogicas.blogspot. com.es/ 2013/06/13-la-descendencia-de-don-pedro-galavis.html

El tercero de ellos es el de la moneda macuquina de escudo y columnas de Hércules o de mundos y mares, llamada por muchos autores columnaria, que si bien se empezó a usar fugazmente en la primera ceca limeña, entre 1568 y 1570, se utilizó a partir de 1652, y hasta 1753.  Para algunos autores se trata de una variante tardía del primer tipo y de labra más tosca, dado que los motivos utilizados son los mismos descritos para el mismo.

Hay no obstante diferencias con el mismo al incluir la expresión DEI GRATIA y las marcas de ceca, ensayador y el año de emisión. Se acuñaron en Lima entre 1568 y 1570, en Potosí en 1652 durante el reinado de Felipe IV y en Santa Fe de Bogotá en los reinados de este monarca, Carlos II y Felipe V. 

Figura 4.- Ocho reales Potosí tipo galano de 1665. http://peruviannumismatica.blogspot.com.es/2013/

Un cuarto, la moneda macuquina de cruz y columnas de Hércules, se inició en Potosí a partir de 1652, y se adoptó posteriormente en Lima, y es el típico de las cecas peruanas. Su labra se extendió hasta 1752 en Lima y 1767 en Potosí. En su anverso se recoge en un primer momento un escudo coronado y cantonado de castillos y leones en las piezas potosinas, si bien pronto se sustituye por una cruz de Jerusalén con los mismos cuarteles. La leyenda hace referencia al monarca reinante, D.G. HISPANIARUM REX.

En su reverso se retomó como motivo nuevamente las Columnas de Hércules, sobre ondas marinas, coronadas y con la leyenda PLVS ULTRA, dentro de una orla de granetes. En el campo se encuentran asimismo el año de emisión, la marca de ceca y la sigla del ensayador, existiendo variantes. La leyenda es POTOSI (o la ceca de emisión), el año de acuñación y EL PERV.


Figura 5.- Ocho reales Santiago 1767. http://www.conuvi.com.ar/mobile/posts /offtopic/ 4587/Dos-bustos-para-espa-a-y-sus-colonias.html

El quinto tipo es la moneda columnaria de mundos y mares, de dos mundos y cordoncillo o columnaria de cordoncillo, y que apareció por primera vez en México en 1732, que se acuñó en todas las cecas de las Indias hasta 1772 y seguramente fue la más universalmente reconocida y apreciada de todas ellas. En su anverso se encuentra el escudo cuartelado de Castilla y León con escusón de Lis y granada en punta, dentro de un escudo en forma de casulla o piel de toro, coronado, y la leyenda DEI GRATIA HISPANIARUM ET INDIARUM REX. A la derecha se encuentra la marca de valor en cifra arábiga y a la izquierda la sigla de ensayador. La moneda, acuñada a volante, tiene una gráfila de estrías y cordoncillo al canto.

En su reverso encontramos las Columnas de Hércules coronadas sobre ondas de mar, con el mote PLVS VLTRA en las cartelas de la de la izquierda y la de la derecha, respectivamente, y entre ambas dos orbes timbrados por una corona. La leyenda es VTRAQUE VNUM, ambos son uno en referencia a la universalidad de la monarquía hispánica, la marca de ceca por duplicado flanqueando el año de emisión.


Figura 6.- Ocho reales Guatemala 1789. Lote 78, Subasta Áureo & Calicó 238, Barcelona, noviembre de 2011.

El último tipo es el correspondiente a la moneda de busto y cordoncillo, que se batió en oro a partir de 1732 en México, y que se utilizó para la plata desde 1772 hasta la independencia de las repúblicas hispanoamericanas. En su anverso aparece el busto del monarca de perfil, mirando a derecha, con pelo recogido en coleta y corona de laurel en las emisiones de Carlos III y Carlos IV, y en ambos casos a la romana, con armadura y manto.  En la leyenda aparece el nombre del soberano y la leyenda DEI GRATIA HISPANIARUM ET INDIARUM REX, con el año abajo en cifras árabes entre dos rosetas o puntos.

En el reverso aparece el escudo coronado y cuartelado de castillos y leones, con escusón central de Borbón y granada en punta, entre las Columnas de Hércules con las mismas cartelas y mote antes citados. La leyenda es HISPANIARUM ET INDIARUM REX, apareciendo en la leyenda la marca de ceca, así como el valor en cifra y la indicación R(eales). La sigla de ensayador aparece igualmente la sigla de ensayador.

Para saber más:

CESPEDES DEL CASTILLO, G., "Las cecas indianas en 1536-1825" en  ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, G., Y CÉSPEDES DEL CASTILLO, G., Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias, Vol. I., Madrid, 1996.

lunes, 7 de mayo de 2018

Los primeros reales de a ocho de las cecas castellanas

Publicado en El Eco Filatélico y Numismático, Año LXXIV, nº 1.273, Mayo 2018, pp. 46-48


Es ampliamente conocido en el mundo numismático el importante papel que tuvo la moneda de plata de mayor módulo de la Monarquía Hispánica, el real de a ocho, conocido también como peso, duro, piastra o patacón, en la circulación monetaria tanto de sus propios reinos como a escala internacional, incluso durante el siglo XIX, cuando hacía ya muchos años que había dejado de acuñarse. A pesar de ser una moneda que, hasta las reformas de los monarcas de la Casa de Borbón, estaba en muchas ocasiones en extremo deficientemente acuñada y era fácilmente cercenable, y en muchas ocasiones tenía graves faltas en su peso, se encontraba en el mercado en enormes cantidades.
Su origen se encuentra en las macromonedas de plata labradas a partir de la segunda mitad del siglo XV con la plata procedente de los ricos yacimientos descubiertos en el Tirol y en Sajonia. Este tipo de emisiones rompieron con la tradición medieval de batir monedas de plata y vellón en finísimos discos, y se comenzaron a acuñar en Italia, con los bellos ejemplos de la lira Tron veneciana y los testones milaneses. Esta novedad se extendió asimismo por los Países Bajos, Francia y los estados alemanes. En estos últimos los soberanos de la Casa de Austria, como dueños de las minas de Sankt Joachimstal, emitieron sus famosos taler, thaler o táleros, la moneda a la que nuestro real de a ocho debe su origen.
A pesar de este módulo se impuso rápidamente en toda Europa, en España la moneda de plata siguió siendo el real, una moneda medieval nacida en tiempos de Pedro I, y con un peso fijado en sólo 3,53 gramos. La ley fijada en la Pragmática de Medina del Campo para la plata, de 11 dineros y 4 granos, su talla de 67 piezas por marco y su valoración en moneda de cuenta en 34 maravedíes se mantuvieron inalteradas para la conocida como plata nacional, la acuñada en las cecas de los Reinos de las Indias, durante tres siglos y medio. 
Pasó bastante tiempo desde la promulgación de esta Pragmática antes de que se batiesen múltiplos del real, y según Antonio Beltrán los mismos debieron comenzarse a labrar después de 1516 y antes de 1566, cuando Felipe II cambió los tipos de las emisiones argénteas. Los reales de a ocho se convirtieron tras su aparición en la base de la circulación monetaria de la Casa de Austria, y por influencia ultramarina cambiaron su nombre con el tiempo por el de peso duro o simplemente duro.
En el reinado de Carlos I se mandaron acuñar piezas de cuartos y ochavos de real, así como múltiplos de dos, cuatro y ocho reales. Las emisiones de dos y cuatro reales de facial se realizaron a partir de la década de los años 30, y las de ocho reales a partir de la década de los 50. De todas las monedas batidas en este metal, la más corriente en su uso fue con el tiempo la de ocho reales, que posteriormente, como antes comentábamos,  se convertirá en la auténtica divisa de las relaciones internacionales de la época. A juicio de Carlo Maria Cipolla  el real de a ocho no fue una moneda estable, dado que le faltó dicha estabilidad en su valor intrínseco, y ya en 1574 las pruebas realizadas en la ceca de Florencia mostraban faltas en su ley. 
Dos fueron las razones según Carlos Marichal para su enorme difusión. Por un lado, que durante muchos años la demanda monetaria en prácticamente todos los países del mundo consistía en monedas de plata, sirviendo las de oro fundamentalmente para ser atesoradas por los poderes públicos o por los particulares. Para este autor, los estudios de las experiencias históricas de las monedas universales del Antiguo Régimen tienen un evidente interés en una época marcada por la integración de los sistemas monetarios, y la revisión de la historia monetaria internacional muestra que los procesos contemporáneos de globalización tienen sus antecedentes en los sucesos de épocas precedentes. Asimismo, durante tres centurias las posesiones españolas en las Indias produjeron más de las ¾ partes de la plata mundial.  
La moneda de plata mantuvo los tipos precedentes de la época de los Reyes Católicos, con escudo contracuartelado de Castilla y León, y Aragón y Aragón-Sicilia en anverso, y en el reverso un yugo y un haz de flechas. También se mantuvieron las leyendas, FERNANDVS ET ELISABETH en anverso y REX ET REGINA CASTELLE LEGIONIS, más o menos apocopadas según el tamaño de los flanes donde se acuñaban. Para su correcta datación, como afirma el profesor José María de Francisco, hemos de tener muy presentes las marcas de ensayador. 
Este autor cita una pieza de un real que se batió en Sevilla y Toledo a nombre de Juana y Carlos, con anverso del tipo del escudo de oro y reverso que mantiene el de los Reyes Católicos. Cuando los ensayadores se trasladaban de unas cecas a otras continuaban incluyendo la sigla que habían utilizado en su primer destino, y así pueden ser ordenados cronológicamente los productos de varias cecas por un método auxiliar conjetural para situar en el tiempo algunas monedas sin datar.   
Dado que un real pesaba unos 3,4 gramos, los reales de a ocho pesaban entre 27 y 27,5 gramos, o, lo que es lo mismo, igual que los primeros táleros. Su le estaba establecida en 930,555 milésimas, por lo que su contenido en plata pura rondaba los 25,5 gramos, con un diámetro de 40 milímetros y un grueso de 3. Según Beltrán, no se conocen documentos sobre los primeros reales de a ocho acuñados en la Península, y estimaba que no debieron ser anteriores a la corona de oro de 1534 y debieron de aparecer antes de la obra de Covarrubias de 1566 Veterum collatio numismatum. Según este autor, entre 1543 y 1566 se batieron en las cecas de Burgos, Segovia, Sevilla y Toledo con los tipos de 1497, a nombre de los Reyes Católicos, con un arte muy deficiente. Del mismo parecer era María Ruiz Trapero.
Hasta este último año se puede hablar de continuismo en las emisiones monetarias, manteniéndose los tipos y leyendas vistos para las emisiones áureas, argénteas y de vellón. En 1566 se produjo la importantísima reforma del vellón y la readecuación de las emisiones de oro y plata, manteniendo la talla y la ley en estos dos últimos metales, en las Pragmáticas de la Nueva Estampa, de 23 de noviembre para el oro y la plata y de 14 de diciembre para el vellón.  Unos días antes de la primera de ellas, el 7 de noviembre, se emitió una Orden por la que se establecía el cobro del derecho de señoreaje sobre toda la moneda que se acuñase en el Reino, derecho al que habían renunciado los Reyes Católicos. Esto supuso que, por este concepto, se cobrasen 400 maravedíes por marco de oro acuñado, 50 maravedíes por marco de plata y 34 por marco de vellón rico, de la nueva especie que aparece con la pragmática el 14 de diciembre.
En las monedas de oro y plata, los cambios tipológicos lo fueron en la dirección de primar a Castilla como centro de la Monarquía Hispánica, y en el anverso de las piezas apareció el escudo de armas de la misma, con el único retoque de la inserción del escudo de Portugal tras la unión de las Coronas en 1580, salvo en el caso de las piezas de ½ real, en las que aparecía el monograma del Rey, por su pequeño tamaño. En el reverso de las emisiones áureas seguirá utilizándose la Cruz de Jerusalén, y en las de metal argénteo las armas cuarteladas de castillos y leones, las propias de la Corona de Castilla. Esta estampa, según el Ensayador Mayor José García Caballero en 1731, era “diferente a la que se avia acostumbrado siempre en España”.
El 11 de diciembre de 1558 las Cortes de Valladolid se quejaban de que las cecas producían cada vez menos piezas de medio real y de que su actividad se concentraba en la acuñación de piezas de a ocho y a cuatro, al suponer para los monederos menos trabajo y mayor ganancia. En la Pragmática de San Lorenzo de 2 de julio de 1588 se estableció, en su punto séptimo, que en toda la moneda de oro y plata debía constar el año en que fue emitida, y si no cupiesen los cuatro dígitos, habrían de ponerse los dos últimos, aunque en las emisiones del Real Ingenio de Segovia ya aparecía regularmente desde dos años antes.
Según Escalona, tras la Orden Real de visitar las siete Casas de Moneda de España y las averiguaciones de las diferencias que tenían en la forma de ensayar el oro y la plata, en el peso del dineral y otras cosas, mandó que la moneda que se labrase en adelante fuese uniforme, por Cédula de 22 de junio de 1588.
La reducción de la ley de las emisiones de plata por el ensayador Juan de Morales, anteriormente ensayador de la ceca de Burgos, en las piezas emitidas en el Ingenio a 11 dineros y 2 granos y la falta de sigla de ensayador en las monedas, hizo que se sospechase de ellas. Como recoge Glenn Murray, el engaño consistió en rebajar secretamente la ley de los primeros 18.000 kilogramos de reales de a ocho acuñados de su propia plata, según un plan urdido por el propio Felipe II y llevado a cabo por Morales.
Aunque dicho fraude solamente afectó a las emisiones de 1586, la desconfianza perduró durante todo el reinado de este soberano, y la marca de ensayador no apareció en las piezas durante el mismo. En el comercio exterior, la moneda de esta procedencia fue retarifada, y si en la Génova de 1636 un real de a ocho castellano se cambiaba a ochenta escudos, los del Ingenio sólo valían 78 escudos. Incluso existen algunos contratos del primer tercio del siglo XVII que citan expresamente que los cobros no se realizarían en moneda batida en los molinos de Segovia.

Bibliografía

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Beltrán Villagrasa, P., "El vellón castellano desde 1474 a 1566", NVMISMA, nº 7, abril-junio 1953, pp. 9-29.
Cipolla, C.M., La Odisea de la plata española. Conquistadores, piratas y mercaderes, Barcelona, 1996.
Escalona Agüero, G., Gazophilacium regium perubicum, Madrid, 1775.
Francisco Olmos, J.M. de, “La evolución de la tipología monetaria en Castilla y América durante el siglo XVI”, en IV Jornadas científicas sobre documentación en Castilla e Indias durante el siglo XVI, Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas UCM, Madrid, 2005, pp. 87-140.
Garcia Cavallero, J., Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, Madrid, 1731.
Marichal Salinas, C., “La piastre ou le real de huit en Espagne et en Amérique: Une monnaie universelle (XVIe-XVIIIe siècles)", Revue européenne des sciences sociales, Tome XLV, 2007, N° 137, pp. 107-121.
Murray, G., “El rechazo de la moneda perfecta del Real Ingenio de Segovia: el fraude de Felipe II y los cercenadores genoveses”, NVMISMA, nº 245, enero-diciembre 2001, pp. 175-181.
Ruiz Trapero, M., “Panorama numismático en la Europa de la Reforma”, en Cuadernos de Investigación Histórica, 13, 1990.
Ruiz Trapero, M., "El real de a ocho: su importancia y trascendencia", IV Jornadas Científicas sobre Documentación de Castilla e Indias en el siglo XVI. Madrid, 2005, pp. 357-377.
Santiago Fernández, J. de, “Trascendencia de la política monetaria de los Reyes Católicos en la España moderna”, en Galende Díaz, J.C., III Jornadas científicas sobre documentación en la época de los Reyes Católicos, Madrid. 2004, pp. 303-342.
Veitia Linaje, J. de, Norte de la Contratación de las Indias Occidentales, Sevilla, 1672.

Fuentes

Archivo General de Simancas, Consejo de Juntas de Hacienda, leg.90, fol.112.
Nueva Recopilación de las Leyes de España. Libro V, Título XXI, Ley XIII. 
Nueva Recopilación de las Leyes de España. Libro V, Título XXI, Ley XIV.