lunes, 15 de octubre de 2018

La moneda en Puerto Rico durante el siglo XVIII

Publicado en Panorama numismático, 11 de octubre de 2018
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La privilegiada posición de Puerto Rico, su importancia para las rutas comerciales y para los galeones de la plata y los esfuerzos realizados por las potencias europeas para anexionárselo llevaron a que para la misma se instituyese, en época temprana, un situado o ayuda de costa para su mantenimiento, que rápidamente se convirtió en el principal medio de financiación y en el pilar fundamental de la economía de la isla, muy por encima de los ingresos de las Cajas Reales locales y de las exportaciones.
    La recepción del mismo era vital para la construcción y mantenimiento de las fortificaciones, así como para el pago de las soldadas de la guarnición. La demora en su recepción conllevaba el retraso en dichos trabajos. En el año 1701, en víspera del estallido de la Guerra de Sucesión, Felipe y remitió una carta al virrey de Nueva España, urgiéndole a que concluyese las obras de fortificación de la ciudadela de San Juan, al considerar la isla como el antemural de las Indias.
   Como estudia detalladamente Crespo en su obra monográfica sobre el desarrollo económico y monetario de la isla, es harto difícil determinar el montante anual de las cantidades recibidas por este concepto durante el siglo XVIII, ya que para su determinación las fuentes secundarias disponibles muestran datos en muchas ocasiones contradictorios. Para intentar sistematizarlos recoge entre otros los contenidos en la obra de Coll y Toste, Ortiz Murias y de Córdova.
   La obra de Pedro Tomás de Córdova es a juicio del autor la única fuente autoritativa sobre el tema, y es asimismo la utilizada predominantemente por los autores posteriores como referencia. Dichos datos nos informan exclusivamente de los situados recibidos desde 1766. Para el período comprendido entre 1700 y 1765, Crespo utiliza una estimación en base a los promedios anuales de los ciclos previo y posterior.
   Una de las conclusiones que se desprenden de los datos conocidos es que el situado creció exponencialmente en épocas de guerra, con incrementos que fueron especialmente intensos en la época de Carlos II y durante el siglo XVIII. Es a su luz notorio que durante la Guerra de Sucesión Española, la Guerra de los Siete Años y la de Independencia de los Estados Unidos el esfuerzo económico que recaía sobre el virreinato novohispano se materializó en el envío de importantes sumas para el mantenimiento de la isla.
   Otro dato que se infiere de su estudio es la enorme dependencia de Puerto Rico de los ingresos del situado, al cruzar los datos con los conocidos de los demás ingresos de la isla por otros conceptos, y muy especialmente los fiscales. La proporción era, como comenta Crespo, cercana a un 69% del total, y era utilizada para hacer frente no solamente a los gastos militares, sino también a los generales.
  Los efectos de estos subsidios han sido vistos por diversos autores y en diversas épocas como un freno al desarrollo endógeno de la isla, dado que la certeza de su recepción por la prioridad dada por la Corona a la conservación del territorio, unidos al sistema mercantilista vigente en la época, no favorecía el auge de la agricultura y el comercio locales.
  Como en muchos otros lugares de las Indias, las remesas recibidas en plata fuerte, reales de a ocho y de a cuatro,  servían para adquirir productos en el exterior, ya fuesen aquellos que legalmente entraban en el territorio, ya los introducidos por el contrabando, principalmente realizado por portugueses y daneses, que drenaban de moneda la isla, producían una inflación galopante y la hacían sufrir, como en tantas otras partes, una escasez crónica de circulante.
  La dependencia del situado hizo que en aquellos momentos en que el mismo no llegaba las autoridades locales tuviesen que recurrir a medidas de financiación como la solicitud de préstamos a los comerciantes o la emisión de numerario provisional en forma de papel moneda. Los préstamos solicitados, en aquellos casos en que la demora en la recepción llevaba a la escasez de circulante, llegaron a alcanzar un porcentaje de hasta un 28% del total de los ingresos. En caso de que los mismos no fuesen suficientes, se tenía que recurrir a la moneda provisional.
   Para las transacciones menudas, se utilizó hasta este siglo moneda de vellón batida en Santo Domingo en el siglo XVI, conocida en la isla como moneda de fraile o moneda de los pobres. La distinta valoración que la misma tenía en Puerto Rico y en la isla Española hacía que hacía que esta longeva moneda provincial fuese remitida a Puerto Rico para ser cambiada por plata o para obtener con ello una ganancia.
   La isla fue el primer territorio de las Indias españolas en el que se hubo de recurrir a la emisión de papel moneda de necesidad, la llamada moneda provisional de papeletas. Para ello se llevaban a cabo emisiones en papeles de diferentes tamaños, según los valores faciales que representaban, con impresión de los mismos y de marcas que dificultasen su falsificación, teniendo que ir firmados por los oficiales de la Hacienda Real.
   Según de Córdova, en el año 1766 y a causa tanto de la falta de recepción del situado como de una serie de violentos huracanes, hubo en la isla una gran penuria, y al no encontrarse los suficientes recursos por la vía de los préstamos de particulares se tuvo que recurrir a la emisión de papeletas entre ese año y 1768 por valor facial de 8 reales. Cuando finalmente se recibió el situado, por un importe de 271.929 pesos, 6 tomines y 6 granos, que procedió a la liquidación de parte de esta deuda, y al abono de 50.993 pesos 6 reales de lo debido por préstamos.
   En el año 1781, y debido asimismo a la falta de llegada del situado, se volvió nuevamente a recurrir a la emisión de esta moneda provisional desde el día 17 de julio, y hasta finales de marzo de 1785 se hicieron nuevas emisiones, que alcanzaron un montante global de 654.325 pesos. Cuando finalmente se procedió a amortizarías, hubo de pagarse de más 25.233 pesos y 2 reales, procedentes de falsificaciones.
      Por Real Orden de 24 de mayo de 1784 se creó la Intendencia de esta isla, sujeta a la ordenanza de Buenos Aires. Hasta esa fecha, según Córdoba, es de suponer que existían los oficios de contador y tesorero. Cada uno de estos empleados recibía en 1759 un sueldo de 567 pesos, 5 reales y 6 maravedíes, que se elevó a 1.200 pesos por Real Orden de 8 de agosto de 1767.
   Las rentas de la isla estaban reducidas a los derechos que producía el escaso comercio con la Península, según lo establecido para puerto menor en la Ordenanza de Libre Comercio, a los diezmos y a otros escasos ingresos por bulas, alcabalas y rentas del papel sellado, por lo que la dependencia del situado remitido de Nueva España era, como hemos ya indicado, el que sostenía todas las cargas de la isla.
    Las autoridades de la isla tuvieron que recurrir en diversas ocasiones al recurso de las papeletas  durante el resto del siglo y principios del siguiente, sin ningún respaldo en moneda metálica. Esta práctica llevó a su falta de aceptación por parte de los isleños, a una espiral inflacionaria y a la generalización de su falsificación.
    Estas emisiones, según Córdoba, destruyeron el crédito, ahuyentaron el numerario, desterraron la confianza en las mismas y finalmente las convirtieron en ineficaces, llegando a valer un peso en moneda metálica diez en papel. Las graves consecuencias de este proceso fueron finalmente atajadas a partir de 1814 por el Intendente Alejandro Ramírez, aprovechando las remesas de moneda macuquina traídas por los refugiados procedentes de Venezuela.

Para saber más

BURZIO, H.F., Diccionario de la moneda hispanoamericana, Santiago de Chile, 1958, vol. 2.
CARO COSTAS, A.R., Antología de Lecturas de Historia de Puerto Rico (siglos XV-X VIII), San Juan, Puerto Rico, 1980.
COLL Y TOSTE, C., Reseña del Estado Social, Económico e Industrial de la Isla de Puerto Rico al tomar Posesión de ella los Estados Unidos, San Juan, Puerto Rico, 1899, en su edición facsímil de la Real Academia Puertorriqueña de la Historia de 2003.
CORDOVA, P.T. de, Memorias Geográficas, Históricas, Económicas y Estadísticas de la Isla de Puerto Rico, 6 vol., 1832, en su edición facsímil del Instituto de Cultura Puertorriqueña de 1968.
CÓRDOVA, P.T. de, Memoria sobre todos los ramos de la Administración de la Isla de Puerto-Rico, Madrid, 1838.
CRESPO ARMÁIZ, J., Fortalezas y Situados. La geopolítica española y sus efectos sobre el desarrollo económico y monetario de Puerto Rico (1582-1809), Puerto Rico, 2005.
NAVARRO ZAYAS, A.O., “Reporte de nuevos ejemplares de la emisión del papel moneda en Puerto Rico (1781)”, Documenta & Instrumenta, 12, 2014, pp. 195-208
ORTIZ MURIAS, J., “La moneda en Puerto Rico”, NUMIEXPO, Sociedad Numismática de Puerto Rico, 1984.

Archivo General de Indias (AGI), “Vale de 8 reales”.  MP-MONEDAS, 3(1).

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