Publicado en
UNAN Numismática nº29, 2019
http://www.mascoleccionismo.com/publicaciones/UNAN/UNAN029.pdf
En el
Archivo General de Indias se conservan dos billetes sin cortar de una emisión
fechada el 6 de noviembre de 1863 en Santiago de los Caballeros, de medio peso
y un peso de valor facial, emitidos en virtud del Decreto del Gobierno
Provisorio de fecha 1 de Noviembre de 1863, en una hoja de tamaño 226x165
centímetros y en muy buena conservación. Forma parte del expediente instruido
en la averiguación de las circunstancias que concurrían en el “pagano” Pedro
Richardson Van der Hors, procedente del campo enemigo. Entre otros documentos,
se encuentra también un ejemplar de un billete de dos pesos de la República
Dominicana fechado en 1848.
Santo Domingo, la isla Española, la primera
región americana que tuvo Audiencia, Universidad y Obispado, constituye hasta
su definitiva independencia un caso realmente especial y hasta conmovedor.
Cedida por España a Francia en 1795 tras la Guerra del Rosellón por el Tratado
de Basilea, fue invadida por los haitianos comandados por Toussaint Loverture en
1801 y por Henri Christophe y Desalines en 1805.
Tras la invasión napoleónica de España, los
habitantes de Santo Domingo, comandados por Juan Sánchez Ramírez, se sublevaron
contra el dominio francés, reincorporándose a la monarquía española tras la
capitulación francesa del 11 de julio de 1809. Declarada la independencia en
1821, fue en 1822 de nuevo invadida y anexionada por Haití, y muchos de sus
habitantes huyeron a Cuba y Puerto Rico, todavía bajo soberanía española, o a
otros países como Venezuela. Finalmente, recuperó su independencia en 1844.
En 1861 Pedro Salinas solicitó su
reincorporación a España, en gran medida para evitar una nueva invasión
haitiana, que la aceptó. No todos los dominicanos lo aceptaron, y el 14 de
septiembre de 1863 se formó un gobierno provisional en Santiago, dirigido por
el General José Antonio Salcedo Ramírez. Tras varios años de conflicto y unas
pérdidas estimadas de 33 millones de pesos y unas once mil bajas, la mayor
parte víctimas de la fiebre amarilla, España abandonó el territorio. Ello se
debió tanto al hecho de que este enfrentamiento era muy impopular entre la
población española como a la decisión de las Cortes de no financiar una guerra
por un territorio que no se necesitaba. Con la firma de la anulación de la
anexión el 3 de marzo de 1865 y la salida del ejército de la isla, nació
definitivamente la República Dominicana.
En el ínterin de estos acontecimientos se
produjeron los hechos que llevaron a la emisión de los billetes que estudiamos.
Se trata de dos billetes impresos sobre papel amarillo, con una orla que los
rodea totalmente y con sus valores expresados en diferentes tipografías en sus
extremos derecho e izquierdo. En el billete de un peso fuerte aparece asimismo
el valor facial repetido cinco veces en su extremo superior. En ambos aparece
la leyenda en su parte superior DIOS, PATRIA Y LIBERTAD, REPÚBLICA DOMINICANA.
Ambos están seriados y numerados a pluma.
La leyenda de ambos es coincidente: En virtud del Decreto del Gobierno
Provisorio, fecha 1º de Noviembre de 1863, el presente billete circula en el
territorio de la República por el valor de UNO o MEDIO PESO FUERTE, que la
Nación garantiza. Los billetes están fechados en Santiago de los Caballeros
el 6 de noviembre de 1863. Ambos vienen firmados a pluma por el Administrador
General de Hacienda y por la Comisión de Hacienda. Mientras que el de facial de
medio peso lleva un sello rojo de la Contaduría General, el de un peso es de
color negro.
La
sustitución de los billetes dominicanos por los españoles
La
historiografía dominicana que estudia este periodo suele atribuir una gran
parte de su fracaso a lo que califica como mala gestión financiera de las
autoridades de la nueva provincia. Entre los problemas más analizados y
ponderados como uno de los principales factores desencadenantes del descontento
de la población dominicana se encuentran las cuestiones financieras y hacendísticas.
El origen de estos problemas se remonta a los inicios de la andadura
independiente del estado dominicano, y la definitiva independencia en 1865 no
acabó ni mucho menos con ellos. Los funcionarios españoles tuvieron como una de
sus principales preocupaciones conocer exactamente la cantidad de papel moneda
en circulación, dado que se había negociado que el mismo sería amortizado a un
contravalor de 250 pesos dominicanos por cada peso fuerte español.
Roberto
Cassá atribuye la política monetaria seguida por el gobierno español a la
necesidad de contentar al grupo santanista, pretendiéndose y lográndose durante algún tiempo inclinar la
balanza a favor del consenso en torno a la anexión. El papel moneda
circulante se había visto beneficiado por una tasa de cambio muy ventajosa,
dado que en lugar del real, que a principios de 1861 era de 500 pesos
dominicanos por un peso fuerte, Santana consiguió que los españoles
aceptaran el canje antes mencionado de 250 pesos dominicanos por un peso fuerte.
Los comerciantes y campesinos preveían mejorar sus ingresos gracias a la
introducción de una moneda estable, que serviría para facilitar los
intercambios comerciales y para el desarrollo de la producción agrícola.
Dicho
papel moneda carecía de respaldo suficiente en metálico, y su retirada se
demoró casi dos años, dándose numerosos casos de falsificaciones. Finalmente,
se calculó el circulante entre 75.037.652,75 y 83.495.950 pesos dominicanos.
Los mismos habían sido emitidos en relación a 50 dólares por onza de oro
española, siendo su valor en ese momento de 20 centavos, por lo que el valor de
la onza de oro se había devaluado desde esos 50 dólares a 4.500. A ello se
sumaba que estaban impresos en papel común, con tipos vulgares y sellos
ordinarios. La costumbre era no contarlos, sino entregarlos enrollados, atados
con un hilo.
Finalmente,
en febrero de 1862 se acordó la sustitución, con una emisión de papel moneda de
400.000 pesos fuertes, garantizados por unas reservas metálicas de 200.000
pesos fuertes. El 22 de junio de este mismo año se informó al comisario regio
de Hacienda de Santo Domingo los sucesivos envíos de los billetes impresos, con
valores de medio peso y dos, cinco, quince y veinticinco pesos fuertes. En
noviembre de 1862 se publicaron tablas para explicar el valor intrínseco de la
calderilla a circular, en razón de un peso fuerte o veinte reales de vellón por
80 piezas de 25 centavos, o 200 de 10 centavos.
Para
intentar paliar el enorme déficit de las finanzas públicas dominicanas, en
continuo aumento en 1863, las autoridades emplearon principalmente dos
sistemas a fin de obtener el dinero necesario. El primero, aumentar los
impuestos y el segundo, enviar subvenciones del Tesoro desde la península, pero sobre todo de las cajas de
Cuba y, en mucha menor medida, de las de Puerto Rico. Entre enero de 1862 y
junio de 1863 se facilitaron subvenciones en forma de créditos por un importe
total de 1.894.733,90 escudos, de los cuales destaca el montante aportado por
las cajas de Cuba, 1.481.623,01 escudos.
Peter
Richardson Van der Hors
Peter Richardson Van der Hors III, conocido
posteriormente como Pedro, había nacido el 8 de noviembre de 1831 en Nueva York.
Era hijo de Peter Richardson Van der Hors II, pastor de la Iglesia Metodista, y de Amelia Elizabeth Parker, ambos oriundos
de Charleston, Carolina del Sur. Junto a su padre viajó a la isla de Santo
Domingo, donde su progenitor ejerció el ministerio entre los libertos
norteamericanos llegados al país entre 1823 y 1825, por las gestiones del
presidente Boyer ante la Sociedad
Filantrópica de Filadelfia.
Tras el Grito de Caporillo en 1863 se entregó en cuerpo y alma a la causa
redentorista de la República Dominicana, siendo uno de los primeros extranjeros
en adquirir la ciudadanía dominicana. A los 33 años, el 15 de abril de 1864,
fue detenido en Samaná en una misión secreta, de la que proceden estos
billetes, y fue desterrado por las autoridades españolas a la isla de Vieques,
cercana a Puerto Rico. Tras la definitiva independencia de la República
Dominicana fue unos años después elegido diputado por el distrito de Samaná,
cargo que desempeñó durante largo tiempo y con honradez, durante la dictadura
de Ulises Hereaux. Estaba casado con Margaret Anderson, y murió en Samaná el 17
de octubre de 1911.
Documentos
Archivo General de Indias, Cuba, 1011 A.
Archivo General de Indias, MP-MONEDAS, 26.
Archivo General de Indias, MP-MONEDAS, 27.
Para saber más
Benoit van der Horst, P.B, “Pedro Richardson
van der Horst”, en Génesis y trayectoria de la familia van der Horst, Raíces, Instituto Dominicano de Genealogía,
1995, p. 9-10.
Cordero Michel, E.,
Características de la Guerra Restauradora, 1863-1865, Clío, 70 (164): Jun-dic,
2002, p. 39-78.
Escolano Giménez, L.A., “Política financiera
y hacendística en la Provincia de Santo Domingo durante su anexión a España
(1861-1863)”, XVIII Congreso. 25-27 de
abril de 2012. Querétaro. Asociación Mexicana de Estudios del Caribe A. C,
2012.
Laine Herrera, J.R., Colosal guerra dominico-española 1863-65, 2016.
http://www.sociedadnumismaticadominicana.org/billetes-dominicanos