viernes, 29 de enero de 2021

El paso de la moneda de la Nueva Granada a la de la República de Colombia en un contexto mundial

 Publicado en El Tinto Numismático nº 1, 2021, pp. 101-127



Durante toda la Edad Moderna, la producción de plata nacional española en las cecas de los Reinos de las Indias dotó de circulante a todo el planeta y dio estabilidad a las relaciones comerciales. El impacto de las revoluciones en los continentes europeo y americano a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX dieron al traste con este sistema monetario planetario, produciendo una profunda crisis en el circulante a nivel mundial, a la que no fueron ajenas las nuevas repúblicas iberoamericanas. 


jueves, 28 de enero de 2021

San Eligio o Eloy, patrón de los plateros, orfebres, joyeros y numismáticos

 Publicado en Crónica Numismática, 28 de enero de 2021



El pasado 1 de diciembre se celebró el día de San Eligio, también conocido como San Eloy. Es el santo patrón, además de lo que ya hemos expresado, nada menos que de los relojeros, herreros, cerrajeros, talabarteros, jinetes, taxistas, carreteros, trabajadores agrícolas, campesinos, peones, trabajadores de estaciones de servicios, mineros, veterinarios y de los caballos. Un reconocimiento de la Iglesia a las virtudes de un aquitano nacido en Chaptelat, Lemosín, en el año 588, de padres galorromanos.

 Siendo muy joven se dedicó al oficio de herrador, y por su destreza en la labra de los metales fue aceptado por el maestro Abbon en Limoges, importante centro de estas actividades en su época. Su talento y renombre hizo que fuese llamado a la corte del rey merovingio Clotario II y gozase de la amistad y protección de su tesorero real, Bobbon. Para este monarca realizó dos soberbios tronos con los metales preciosos que le habían sido entregados para hacer uno solo, lo que según la leyenda habla de su honestidad y su gran habilidad.

 Por todo ello fue nombrado por el monarca director del taller de su palacio real y de la Casa de Moneda de París. Como tal, acuñó moneda a nombre de los soberanos Clotario II, Dagoberto I y Clodoveo II, durante un periodo que duró unos veinte años, en sólidos y trientes de oro, como ensayador, grabador o intendente de la ceca. En los mismos encontramos en su anverso, como era preceptivo, el busto del monarca reinante, mientras que en su reverso el motivo utilizado era una cruz ancorada, rematada en su parte superior con un ancla invertida, y su nombre en latín, ELICI.

 Muerto Clotario II, fue sucedido en el trono por Dagoberto I, quien renovó a Eloy la confianza que había depositado en él su padre y lo nombró su consejero personal, embajador y superintendente de todas las cecas del reino. Si bien se conocen casi 70 tipos de sólidos y trientes que llevan grabado en su reverso el nombre de Eligio, se consideran característicos de su producción los que tienen en el reverso la cruz ancorada antes citada.

 También destacó su obra como orfebre, siendo el autor de los preciosos relicarios en los que se guardaron las reliquias de San Martín, San Dionisio, San Quintín, Santa Genoveva y San Germán. Sus aptitudes hicieron que, posterior e incluso simultáneamente, realizase otros importantes servicios políticos y diplomáticos a los reyes francos.  Hemos de tener en cuenta que los soberanos francos tenían costumbre de dividir sus estados entre sus descendientes, lo que fue motivo de numerosas guerras y disputas, si bien estos monarcas durante sus reinados fueron capaces de gobernar brevemente sobre todo el territorio de los francos. En el año 639 fue nombrado presbítero, y en el 641 obispo de Noyon, cargo que ostentó hasta su muerte, el 1 de diciembre del año 660.

 Representación iconográfica

 Dado el poder económico de los gremios a los que patrocinaba, son abundantísimas las representaciones e imágenes de San Eloy en la pintura y escultura del orbe occidental, ya desde la Edad Media. Entre los atributos con los que se le ha representado tradicionalmente, destacan los relacionados con su condición de Obispo, tales como la ropa, la Mitra y el Báculo.  Si aparece como herrero, se le suele representar con tenazas, martillo, yunque o pata de caballo. En el caso de representársele como orfebre, aparece con anillo y tas o yunque. Incluso en un vitral de la catedral de Milán se le representa acuñando una moneda a martillo.

 Entre las obras que pueden considerarse maestras del arte y la pintura dedicadas a su persona y a su patronazgo sobre los joyeros o numismáticos destaca en primer lugar San Eloy en el taller de orfebrería, una obra pintada a témpera sobre tabla y dorados hacia 1370 por el conocido como Maestro de la Madonna della Misericordia, en la que destaca el uso de una gama cromática sencilla y pura. Forma parte de la colección del Museo del Prado.

 Un siglo más tarde, en 1449, el pintor flamenco Petrus Christus pintó su San Eloy, actualmente conservado en el Museo Metropolitano de Nueva York. La tabla representa a una pareja de clientes burgueses y ricamente ataviados y a san Eloy pesando oro en una balanza para confeccionar un anillo de boda. A la izquierda de la tabla se aprecia un ceñidor o cinturón propio de las ceremonias nupciales. En los estantes del fondo podemos se aprecian objetos relacionados con su profesión de orfebre, tales como cuentas, coral, perlas, anillos o piedras preciosas, junto a otros elementos, como un tarro de cristal con tapa de oro rematada por un pequeño pelícano. El motivo del pelícano que se perfora el pecho con el pico para alimentar a sus crías con su propia sangre es símbolo del sacrificio de Jesucristo, propio de los recipientes que fabricaban los orfebres para guardar las sagradas formas.

 Sobre la mesa se aprecia un espejo-espía de seguridad, que permite ver la calle como elemento de vigilancia, y en el que aparece representada una pareja y varias casas del otro lado de la calle. Cerca del mismo se encuentran tres grupos de monedas: un grupo apiladas con una de canto, otro grupo de tres y otro de cinco. A falta de mayor detalle y por su tamaño, podrían representar agnel d’or o incluso escudos de oro de los soberanos borgoñones de Flandes. En las manos del santo se encuentra una balanza o trebuchet, y encima de la mesa las pesas ponderales.  El cuadro está firmado y fechado en el borde de la mesa con la inscripción: m petr xpi me. . fecit. aº 1449 (El maestro Petrus Christi me hizo el año 1449), seguido por el monograma del artista.

 Otro magnífico ejemplo lo encontramos en las puertas del antiguo retablo del gremio barcelonés de plateros realizado por el pintor portugués Pedro Nunes, conocido en Cataluña como Pere Nunyes, en 1526, y conservado en el Museu Nacional d’Art de Catalunya. En la imagen central de la puerta derecha encontramos al santo ricamente ataviado, sujetando una balanza para pesar metales en cuyo plato derecho se encuentra un grueso marco o ponderal. En su cintura, asimismo, lleva una bolsa monedera.

  Numerosas son sus representaciones en retablos, esculturas e incluso en pasos procesionales a lo largo de España e Iberoamérica, muestra del anteriormente comentado poder económico de los gremios de plateros y joyeros en esta época, con excelentes muestras de arte barroco y neoclásico. Podemos destacar una pintura de la Escuela Cuzqueña de la segunda mitad del siglo XVIII, óleo sobre lienzo de 84x59,5 cm., conservada en el Instituto Nacional de Cultura, Museo Histórico Regional de Cuzco. En la misma se representa en su parte superior a San Eloy con sus atributos de Obispo y orfebre, y en la parte inferior un detalle de un taller de platería, en el que se pueden reconocer todos los aperos necesarios para la realización de su producción artística.

 

San Eloy y la medallística

 

Para los amantes de la medallística, puede recomendarse una obra monográfica de Helfried Ehrend, "Eligius auf Münzen, Medaillen und sonstigen Sammelobjekten" que en sus 250 páginas reproduce cuadros, monedas y medallas atribuidas a San Eloy, en varios metales. De entre las emisiones oficiales, destacan las realizadas por el maestro grabador de la Casa de Moneda de Paris Maurice Pouillard y acuñadas entre 1972 y 1979 en plata, plata con baño dorado, bronce y cobre.

 

En la misma se representa a San Eloy en el anverso y la leyenda SAINT ELOI (ELIGIVS) 588-659 , y a su alrededor inscripciones en seis líneas paralelas que resumen su vida: ORF-EVRE/ MONN-AYER / MINI-STRE / DE DAG-OBERT / EVE-QVE / DEN-OYON (Orfebre y Acuñador, Ministro de Hacienda de Dagoberto I y Obispo de Noyon). En ell reverso se representa el trono dorado que diseñó para el rey Clotario II, rodeado de 13 monedas en oro atribuidas al santo de las cecas de Paris y Marsella, rodeado de la leyenda: PATRON DES ORFEVRES, MONNAYEURS, NUMISMATES, FORGERONS, MARECHAUX FERRANTS, ET TOUTES GENS DE FINANCE (Patrón de los orfebres, acuñadores, numismáticos, herreros, plateros y todo aquello relacionado con las finanzas).

 

La casa Intaglio Mint ha emitido medallas de dos onzas troy y 39 mm, de 0,999 de fino, en la que se representa en el anverso al santo, una prensa de acuñar y otros enseres y en su reverso algunas de las más famosas monedas acuñadas en la historia, entre ellas un columnario mexicano de 1733.

 

Otra bella medalla, de 2,9 onzas de plata de 0,900 de fino, solamente labrada en su anverso, muestra al santo martillando una pieza de metal sobre un yunque, siendo su leyenda exterior LAN DESINNUNG WIEN DER GOLD - SILBERS CHMIEDE U. JUWELIERE.

 

Existen asimismo numerosas emisiones realizadas por asociaciones numismáticas, entre las que se puede citar la realizada en 2019 conjuntamente por la República Dominicana y Puerto Rico.


lunes, 4 de enero de 2021

Henry Wager Halleck y la pervivencia del derecho minero español en California

 Publicado en Oroinformación, 4 de enero de 2021

https://oroinformacion.com/henry-wager-halleck-y-la-pervivencia-del-derecho-minero-espanol-en-california-en-el-siglo-xix/

Cuando solamente habían transcurrido nueve días desde la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, que supuso la pérdida por parte de la República Mexicana de la mitad de su territorio, que estipulaba expresamente la protección de los derechos civiles y de propiedad de los mexicanos que permanecieron en el nuevo territorio estadounidense, el gobernador militar de California, el coronel Richard B. Manson, decretó la abolición desde ese momento y en el futuro de la vigencia de las leyes y costumbres mineras mexicanas relativas a la denuncia o reclamación de minas.

 Con ello y con la no ratificación por el Senado de los artículos 10, que  garantizaba protección de las concesiones de tierras dadas a los mexicanos realizadas por los gobiernos de España y de México, y del artículo 9, que garantizaba sus derechos ciudadanos, se dio cumplimiento a la doctrina del Destino Manifiesto, por la que la población india y de origen hispano de todo este amplísimo territorio recién adquirido, que abarcaba los actuales estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona  y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma quedó relegada y privada de sus derechos.

 Pocos meses después, el 25 de julio, el mismo Mason decretó que el oro podía ser cavado en todo el territorio del gobierno, sin carga ni obstáculo. La falta de regulación y el aluvión demográfico provocado por la conocida como fiebre del oro supuso en un primer momento un vacío que fue llenado por los propios mineros, creando sus propias leyes, en los conocidos como Distritos Mineros. Este nuevo cuerpo legal no surgió ex novo, sino de un conjunto de normas procedentes de la tradición anglosajona y de las leyes españolas.

 Así lo afirmaba Halleck en 1860, cuando recogía que los mineros de California habían adoptado los principios esenciales de las leyes mineras españolas, por las que el derecho de propiedad de las mismas se basaba en su descubrimiento y puesta en producción, y que esos eran los principios básicos de toda su normativa local y sus reglamentos. Los californios y emigrantes mexicanos no constituían la mayor parte de los integrantes de los distritos en un primer momento, pero estaban mejor preparados para estos trabajos que los recién llegados, y tenían una mayor experiencia. Muy importante fue asimismo el descubrimiento de cinabrio, del que se obtenía el necesario mercurio para refinar el oro, en Nueva Almadén por Andrés Castillero en noviembre de 1845.

 Tanto en lo referente a la minería como a todos los demás aspectos de la vida los californios, habitantes hispanos, fueron perdiendo peso, poder, tierras y privilegios. Tres años después de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, el gobierno norteamericano dictó un decreto en el cual se ordenaba a todos los dueños de propiedades adquiridas bajo la soberanía  española y mexicana hicieran válidos sus títulos ante comisiones designadas para tal efecto. El efecto sobre la población india fue devastador: mientras que en 1848 se calcula que había unos 150.000 de ellos viviendo en California, doce años después solamente quedaban 30.000.

 Incluso cuando esos títulos se poseían, muchos se encontraron en bancarrota por los excesivos honorarios de los abogados y los impuestos que tuvieron que satisfacer, dado que la otra parte en los pleitos siempre era el gobierno de los Estados Unidos. En el caso de la mina de Nueva Almadén, tras un juicio en el que estuvo involucrado el presidente de los Estados Unidos y el mismo Abraham Lincoln, la misma fue confiscada y entregada a la Quicksilver Mining Company de Nueva York en 1863, si bien finalmente tuvo que indemnizar a sus legítimos dueños, Barrón y Forbes, con 1.7500.000 dólares, mucho menos que el precio de la misma, estimada por la Suprema Corte de Justicia que llevó el caso en unos veinte millones.

 Graves problemas tuvieron los mineros de origen extranjero, que no vieron reconocidos sus derechos en muchas regulaciones de los distritos mineros, como sucedió en fecha tan temprana como abril de 1849, cuando los mineros estadounidenses atacaron en American River, Sacramento, a los de origen chileno, mexicano y peruano que allí trabajaban. Especial persecución sufrieron los mineros chinos, que llegaron a constituir una quinta parte del total. La presión se agudizó tras la adopción un impuesto estatal a los mineros extranjeros en 1850. 

 Henry Wager Halleck había llegado a California como militar durante el conflicto con México, y fue ascendido a capitán por méritos de guerra. Fue uno de los principales autores de la Constitución del Estado, y en 1854 abandonó el ejército para dedicase a la abogacía y a la especulación de tierras. Fue asimismo nombrado director Nueva Almadén por sus propietarios, Barrón y Forbes, y durante este tiempo se levantó en ella la Casa Grande, diseñada y construida por el arquitecto Francis Meyers en 1854.

 Halleck es recordado por su afición a los documentos españoles, que obtuvo en las misiones y los organismos oficiales, que actualmente se conservan copiados en la Biblioteca Bancroft de la Universidad de California. En base a esta copiosa documentación publicó en San Francisco, en 1859, su Collection of Mining Laws of Spain and Mexico, Compendio de Leyes Mineras de España y México, un corpus legal que como él mismo afirmaba revestía una gran importancia no solamente para ser usado como jurisprudencia ante los tribunales, sino también para ser utilizado por los hombres de estado y los legisladores. En la misma hace referencia a que su recopilación se llevó a cabo de acuerdo con el Acta del Congreso del año 1859.

 El mismo sigue un orden cronológico, y es en sí mismo una joya para cualquiera que quiera estudiar este tema en lengua inglesa. Comienza con las Partidas de Alfonso X el Sabio, en 1263, continúa con la Recopilación de las Leyes de Castilla, los Comentarios de Gamboa, la Nueva Recopilación, la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, la Novísima Recopilación, las Ordenanzas de la Minería de Nueva España de 1783 y sus normas de desarrollo, las Real Ordenanza de Intendentes, para terminar con el estudio de la normativa de México independiente e incluso con la Ley española de minas de 1849 y las Ordenanzas de Minas de Perú de 1785.

 Halleck fue, además de un notable y reconocido jurista, un afortunado hombre de negocios. Construyó el Montgomery Block, el primer edificio a prueba de fuego de San Francisco, fue presidente de los Ferrocarriles Atlántico y Pacífico, constructor en Monterrey y propietario de un enorme rancho, llamado Nicasio, en el condado de Marin. Durante la Guerra de Secesión llegó a ser General de Estado Mayor y General en Jefe de la Unión. No volvió a abandonar la vida militar, muriendo en Louisville, Kentucky, en 1872.

  Finalmente, en 1866 se promulgó una Ley Minera federal. Es muy corta, con solamente once secciones, cuatro de ellas dedicadas a la adquisición de la propiedad del mineral. Se declaró en ella que los placeres mineros estaban abiertos a todos los ciudadanos de la Unión y a aquellos que manifestasen su voluntad de serlo, todo ello sujeto a las prescripciones previstas en la ley y en las costumbres locales de los mineros de los muchos distritos que no entrasen en conflicto con las leyes de los Estados Unidos.

 Como afirma Lacy, en muchos aspectos la legislación española fue similar a lo establecido finalmente en las leyes federales de los Estados Unidos, siendo la mayor diferencia entre ambas la exigente necesidad en la normativa española de la Edad Moderna de mantener la mina siempre operando, lo que podía plantear problemas económicos o prácticos al arruinarse los mineros. 

 Para saber más:

 CLAY, K., & WRIGHT, G., “Order Without Law? Property Rights during the California Gold Rush”, Explorations in Economic History, Elsevier, vol. 42(2), 2005, pp. 155-183.

HALLECK, H.W., A Collection of Mining Laws of Spain and Mexico, San Francisco, 1859.

HERRERA, I. “En busca del Nuevo Almadén. Archivos, libros y revistas en los acervos californianos”, Historias, Núm. 20, 1988, abril-septiembre, pp. 159-178.

LACY, J.C., “The historic origins of the U.S. Mining Laws and proposals for change”, NR&E, Volume 10, summer 1995, pp. 13-20.