Publicado en Numismático Digital, 30 de noviembre de 2011
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El Ciclo de la Plata en el Cono Sur hispano unía las minas y la ceca de Potosí con el puerto de Buenos Aires, desde donde se internaban en el continente las mercancías recibidas, legal o ilegalmente, de Europa y desde donde se remitían metales y caudales a la Península.
El área del Plata, como las vecinas del Paraguay y la Banda Oriental, fueron territorios claramente deficitarios en el comercio con la Península. La escasez de moneda, especialmente la menuda, era la tónica dominante, si bien en Buenos Aires la penuria monetaria era menos asfixiante, en comparación con las provincias interiores, en las que hasta bien entrado el siglo XVIII, e incluso más adelante, las monedas de la tierra siguieron siendo el medio de pago más extendido.
La autorización a este puerto para la recepción de tejidos y para su remisión hacia el interior del virreinato, con exención del pago de la avería, habían hecho crecer el comercio en Potosí y en todo el Alto Perú, y estos géneros se encontraban tanto en las diócesis de la Paz y Charcas como en Arequipa y el Cuzco. Dicho comercio comenzaba asimismo a extenderse y a saturar los mercados de la Capitanía General de Chile.
A juicio de las autoridades virreinales radicadas en Lima, una parte importante de estos géneros procedían del contrabando realizado con la Colonia portuguesa de Sacramento y con Brasil, y se vendían como lícitos sin serlo, al suponerse por los jueces de extravíos de Potosí que todo el género procedente de Buenos Aires había llegado en navíos de permiso. El contrabando suponía por tanto una importante saca de moneda de plata hacia los dominios portugueses en Sudamérica.
En base a ello, José Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego, Conde de Superunda y Virrey del Perú ordenó que todo el dinero que saliese de Potosí para el pago de los géneros procedentes de Buenos Aires satisficiese en origen ese tributo ad valorem, lo que fue objeto de protesta e incluso de flagrante desobediencia por los comerciantes potosinos, que alegaron que los caudales remitidos lo eran para el pago de efectos lícitos o para la amortización de los créditos contraídos para su adquisición.
Por Auto de 9 de septiembre de 1755 se revocó la orden anterior, y se ordenó a los oficiales reales de Buenos Aires exigir dicho impuesto cuando se embarcase oro y plata con destino a España, lo que no se cumplió, dado que el gobernador interino de este puerto, José de Andonaegui, había admitido a trámite el recurso contra el Auto presentado por el diputado del Comercio de Metales de la ciudad.
Con el nombramiento del teniente general Pedro de Cevallos, a la sazón Comandante General de Madrid, como virrey plenipotenciario e independiente del del Perú durante la guerra contra los portugueses en los territorios de la Banda Oriental, y posteriormente con la creación definitiva del nuevo Virreinato del Río de la Plata por Real Cédula de 27 de octubre de 1777, se estableció el Libre Comercio y la libre extracción de mercancías y metales en el puerto de Buenos Aires.
El nuevo virreinato abarcó las provincias de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra y Charcas, recibiendo con ello el control de la ceca de Potosí, que tradicionalmente había surtido de numerario a todo el territorio. Si bien la nueva moneda a cordoncillo se había empezado a acuñar, la mayor parte del circulante de este nuevo virreinato estaba constituido por moneda macuquina batida antes de 1773, dado que la nueva moneda esférica se utilizaba principalmente para la adquisición de mercancías europeas.
Por Bando de 8 de julio de 1777 el virrey Cevallos prohibió la extracción de metales preciosos en tejos, piñas o barras, salvo la que tuviese como destino Buenos Aires, y por Bando de 6 de noviembre del mismo año se prohibió la extracción de metales de Potosí vía el Perú, y la libre internación de mercancías desde el puerto hacia todo el virreinato, Chile y Perú, lo que fue confirmado por Carlos III el siguiente año.
Durante los años de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, Buenos Aires fue el centro neurálgico en el que se intercambiaban metales preciosos procedentes del Alto Perú por productos elaborados procedentes de la metrópoli. A su puerto llegaban los productos chilenos y peruanos, que eran pagados en moneda argéntea, cordobanes, yerba mate o incluso esclavos.
En 1779, para la persecución del contrabando, se creó el Resguardo del Puerto de Buenos Aires, cuerpo militar que en el año siguiente se instaló en Montevideo y posteriormente en Salta, Córdoba, Corrientes y Oruro. A partir de 1784 los levantamientos indígenas en el Perú y la lucha por la intendencia de Buenos Aires cortaron las comunicaciones con las áreas interiores, reduciéndose con ello las remesas de caudales de los particulares y de la Real Hacienda y los flujos mercantiles.
El numerario más común era, como antes comentábamos, la moneda cortada batida en Potosí, que en 1784, el año que se ordenó su recogida y su remisión a España, al menos tenía diez años. En 1789 se reexpidió la misma Orden, y se permitió un nuevo plazo de dos años para su recogida. A su expiración, el virrey Arredondo solicitó una nueva moratoria sin concretar plazo temporal, así como la autorización para la labra de moneda menuda, siendo esta última petición denegada.
La falta de moneda menuda, situación común a toda la América hispánica, tuvo por parte de la población una respuesta que también fue común en todo el hemisferio, la emisión de medios de pago no oficiales, las contraseñas, discos de latón con las iniciales del emisor, o los billetes privados. La escasez en Buenos Aires se agravó, asimismo, por la existencia de un premio sobre la moneda macuquina en la plaza, que era más bajo o incluso no existía en otras áreas del Virreinato, lo que producía un flujo de la misma hacia esas regiones. En 1790 y 1798 las autoridades de la ciudad solicitaron a la Corona que tomase las medidas oportunas para abolir el premio de un 3% en los pesos fuertes.
Bibliografía
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.RIVALPLATA VARILLAS, P.E., “La libre internación y extracción de mercaderías y metales vía Buenos Aires (1770-1810)” Temas Americanistas, nº 23, 2009, pp. 39-66
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