Publicado
en Numismático Digital, 6 de febrero de 2013
La
India no tenía minas de plata, por lo que toda la que se amonedaba llegaba vía
comercio. El volumen del tráfico a finales del siglo XVIII alcanzó tal
dimensión que, según los cálculos de Humboldt, en 1795 los comerciantes
británicos habían desembolsado 4.410.000 pesos en géneros pagados en la propia
India a comerciantes chinos en estaño, algodón y opio, además de los 6.614.000
pesos en moneda para su comercio directo con China.
La plata que llegaba a la India por la Nao de la China,
por el comercio con los países occidentales, del Golfo Pérsico y de Arabia, así
como de China y de Japón antes del embargo decretado en este último país en
1668, sirvió para la monetización del Imperio Mongol, si bien también hizo que
se sufriesen los efectos de la inflación y el incremento de los precios, que lo
desestabilizaron y ayudaron a la posterior expansión británica.
La moneda de plata de la India, la rupia, era universalmente aceptada y de buena calidad. Su
circulación se circunscribía a su año de emisión, por lo que anualmente los
particulares debían llevarla a las numerosas cecas abiertas para que fuesen
nuevamente batidas, y cualquiera podía adquirir moneda en estos
establecimientos con un pequeño coste de un 5,6%. Esto hizo que el circulante
se mantuviese estable, tanto en calidad como en cantidad, si bien no se pudo
adecuar al importante incremento que se produjo en la población.
La colonia francesa de Pondichéry, actual Punducherry,
era un importante centro emisor de estas rupias
y de los fanon, la moneda circulante
en la costa de Coromandel, siendo su materia prima los reales de a ocho
españoles. Dado que por su origen eran las que menor riesgo tenían de ser
aleadas con otros metales, corrían libremente por todo el subcontinente, siendo
recogidas por los tesoreros de los Rajás y Nababs, tanto gentiles como
musulmanes, e incluso los comerciantes de otras naciones, especialmente daneses
y holandeses, llevaban a esta ceca sus pesos fuertes para que fuesen
convertidos en rupias.
Su lucrativa actividad se llevó a cabo hasta 1837. El 3
de marzo de este año, el Consejo de la ciudad propuso que, ante la medida
tomada por motivos económicos del cierre de la Casa de Moneda, y para convertir
en moneda local los reales de a ocho sin pérdida, no se debían de pagar más de
216 rupias por cada 100 reales de a ocho, pero que esto era imposible de
conseguir, dado que en la isla Borbón, la actual Reunión, el precio de estas piastras era de 218 rupias.
Durante el siglo XVIII la Compañía Británica de las
Indias Orientales había llevado a cabo operaciones comerciales de alto riesgo.
Se utilizaba la plata española para la compra de productos textiles en la
India, que a su vez eran cambiados en Indonesia por nuez moscada, clavo y
pimienta. Estas especias se remitían a las Islas Británicas, donde eran
vendidas necesariamente en moneda de plata, que nuevamente se remitía a Oriente
para alimentar el comercio de índigo, té, café y seda con China, en un periplo
con una duración total de dieciséis meses.
En la primera mitad del siglo, y ante la imposibilidad de
desbancar las manufacturas locales con su propia producción, el comercio
británico siguió basándose en la demanda de prendas de algodón hindú y de té
chino en Europa, intentando a su vez reducir las remesas de metales preciosos
hacia estos territorios. Durante todo el siglo se abrieron en numerosas
poblaciones costeras del subcontinente establecimientos para la producción de
prendas estampadas destinadas a la exportación.
Dado que su mayor producción se daba en Bengala, los
británicos se concentraron en esta área, y su influencia de incrementó en ella día
a día. Al principio ejercieron su jurisdicción en nombre del Gran Mongol, e
incluso emitieron moneda a su nombre, una vez que controlaron la ceca y que
forzaron el transporte del Tesoro Real desde Murshidabad a Calcula, donde se
encontraba bajo su directo control.
Los fondos obtenidos se utilizaron no sólo para el
comercio de la Compañía, sino también para la ulterior conquista de toda la
India, y la extracción de gran cantidad de plata que había sido introducida en
siglos anteriores para la compra de té
en China produjo una gran escasez de circulante. Los británicos quisieron
establecer un numerario uniforme, para lo que desmonetizaron las monedas
locales, pero la emisión de nuevo cuño no cubría las necesidades de la
circulación, y menos a finales del siglo, por efecto de las caídas de precios y
las convulsiones en el comercio a causa de las Guerras Napoleónicas.
Asimismo, los británicos fijaron cambios nada ventajosos entre
la moneda de plata y las existentes en cobre y los cauríes, utilizados para las
transacciones corrientes. Para la labra de nueva moneda, a comienzos del siglo
XIX se batieron en la ceca de Madrás piezas de dos rupias y ½ coronas sobre
cospeles de moneda española procedente de las Indias. Y fue la India igualmente
la que suplió de numerario a otras colonias británicas, como fue el caso de los
400.000 reales de a ocho remitidos desde Bombay, vía Madrás, a la Colonia de
Australia en 1812, origen de los famosos Holey
Dollars.
Si bien ya desde 1701 se había prohibido en Inglaterra la
importación de telas estampadas y se comenzó a importar algodón en rama para su
manufactura en la propia isla, no fue hasta la segunda mitad del siglo, con la
mecanización que dio comienzo con la Primera Revolución Industrial y con la
política de reducción de la producción hindú tras tomar el control directo del
país, cuando la industria textil británica comenzó su definitivo despegue. Entre
1803 y 1815 dominó el territorio central del subcontinente, regido por los marathas,
y en el siguiente medio siglo se fue anexionando el resto del país. Tras la
rebelión de los cipayos de 1857 se abolió oficialmente el Imperio Mongol.
El té pasó de considerarse un bien de lujo a un producto
de primera necesidad en los países anglosajones durante el siglo XVIII, y su
estanco en uno de los principales ingresos de la Corona, hasta un 10% de todos
los del Tesoro. Para su pago en China, desde el Edicto del Emperador Tao Kuang,
sólo se aceptaba en teoría moneda de plata, si bien desde la década de los años
30 del siglo XIX China pasó de ser el primer receptor al principal exportador
de plata, por mor del comercio del opio.
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