Publicado en Numismático Digital, 2 de enero de 2013
y en Numisnotas 142
Es bien conocido el hecho de que en 1620 se dispuso la puesta en marcha de
una Casa de Moneda en Santa Fe, con una sucursal en Cartagena de Indias, para
la labra de moneda de oro, plata y vellón. La oposición del cabildo municipal
de esta última plaza a la emisión de numerario de vellón, por considerarlo poco
fiable, llevó a su desmonetización en esta ciudad siete años después.
Ya antes de la constitución de las nuevas Casas de Moneda, el 20 de octubre de 1619 el oidor de Panamá, Alonso Espino de Cáceres, ponía de manifiesto los problemas que acarreaba que la moneda que corría en esta ciudad careciese de improntas, sello ni marca. Se trataba según él de pedazos de plata con mezclas de otros metales, y las negras vendedoras debían ir cargadas con un peso para pesar los pedazos de este circulante tan deficiente.
Por Real Cédula de 1 de abril de 1620 se ordenó fundar la Casa de Moneda de Santa Fe, y que en la misma se acuñase numerario de vellón rico en cuartillos, por un valor de 300.000 ducados, con una talla de 25 reales y cien piezas por marco. El precio del cobre era por cuenta de Alonso Turrillo, y el beneficio del monarca por la emisión, además del común, de un 35%, a cobrar por los oficiales de la Real Hacienda.
Esta moneda debía tener como motivos según la Real Cédula en el anverso las armas de Castilla y León, y en su reverso dos columnas con una granada en medio, como símbolo de Santa Fe, PLUS ULTRA a los lados y la letra del ensayador en su parte baja. La leyenda que se debía incluir era PHILIPPUS TERTIUS YSPANIAE ET INDIAE REX.
Por una nueva Real Cédula de 10 de junio de ese mismo año se ordenó abrir una oficina en Cartagena en la solamente se debía batir vellón rico para subvenir las necesidades del tráfico menudo por un importe de 60.000 ducados, de los que solamente se batieron, según Dargent, 5.409 pesos por su falta de aceptación por la población, encabezada por su gobernador, Sancho Girón.
Los motivos alegados en esta Real Cédula para acuñar esta moneda de vellón eran el consumo de la plata corriente de esta provincia y la provisión de numerario a las islas de Barlovento y a otras vecinas. Se afirmaba en la misma que además del beneficio general que suponía recoger la plata corriente en circulación, se exoneraría de los gastos y costas que conllevara el llevarla a labrar a esta Casa de Moneda.
Hasta nuestros días han llegado algunos ejemplares atribuidos a la ceca de Santa Fe, que constan en el prestigioso Standard Catalog of World Coins dedicado siglo XVII, si bien Dargent afirma que la oposición de la población hizo que no se llegasen a batir. En la magnífica obra sobre macuquinas de Colombia escrita por los prestigiosos numismáticos Jorge Emilio Restrepo y Joseph R. Lasser, que reproducen emisiones de cuartillos de vellón en Santa Fe, se afirma que se supone que dicha moneda de vellón fue asimismo batida en Cartagena, pero que en la actualidad no se conserva ningún ejemplar.
La existencia de este numerario y su circulación en Cartagena está, no obstante, ampliamente documentado en las fuentes. En el Archivo General de Indias encontramos numerosos documentos, informes y comunicaciones realizadas por varias autoridades referidas a su labra, a la falta de aceptación de este circulante y a las peticiones para que no se batiese moneda de vellón.
En el Archivo General de Indias encontramos los registros de ida de las naves que fueron a Cartagena en 1625 con pertrechos para la nueva Casa de Moneda del Nuevo Reino de Granada con los galeones de Tierra Firme, siendo su general el Marqués de Cadereita, don Lope Díez de Armendáriz. Los mismos fueron transportados en la nao Nuestra Señora de los Reyes, de 116 toneladas, siendo su maestre Marcos de Urquiza.
En cuanto a sus instalaciones, tenemos una importante fuente de información también en el Archivo General de Indias, en la Visita que a ambas cecas realizó en 1637 Juan Bautista de la Gasca, oidor de la Audiencia de Panamá. Describe la de Cartagena como una casa de viviendas, alquilada, donde en el corral y en unos apartadillos casi tan malos como los de la ceca de Santa Fe se había labrado moneda de oro y plata.
Afirmaba que había unos pedazos de maderos y otros trastos que le dijeron que correspondían a un ingenio para la labra de vellón rico y de plata baja, que podría valer doscientos pesos, que abia de quedar por de vuestra magestad, de acuerdo con el cuaderno de embargo de bienes hechos por el gobernador Francisco de Murga.
La solución adoptada, la labra de vellón en la Casa de Moneda, más que solucionar el problema del mal y escaso circulante parece que lo agravó. El día 2 de abril de 1622 el cabildo de la ciudad mandó una carta al rey suplicando que por amor de dios no se acuñase moneda de bellón de ninguna suerte en su gobernación, debido a que la misma carecía de fiabilidad entre los comerciantes, y podría suponer su total ruina y destrucción.
Las primeras emisiones de vellón llevadas a cabo por Alonso Turrillo de Yerba estuvieron sin duda ajustadas a las condiciones pactadas con la Corona, que eran el uso de una parte de plata y cuatro de cobre. Ante la resistencia de la población a aceptarlas, el rey convino en 1625 en la mejora de la aleación, que pasó a ser una parte de plata por tres de cobre, para finalmente ordenar en 1626 que todo el numerario se acuñase en plata acendrada, de ley 0,930.
Por Real Cédula de 24 de agosto de 1626 dirigida a Diego de Escobar, gobernador de Cartagena, se dejó sin efecto la autorización para la labra de vellón, autorizando la acuñación de moneda de plata pero no la de oro, lo que no se cumplió, dado que se batió moneda en ambos metales preciosos.
A pesar de la petición en contra, dicho numerario de vellón circuló, dado que, en fecha 30 de julio de 1627, el cabildo de Cartagena de Indias remitió una carta en la que exponía que en cumplimiento de las órdenes recibidas, había procedido a recoger la moneda de vellón. La misma comienza con la afirmación de que se había recibido la orden de recogida de la moneda de bellón que en esta gobernación se labrava para su comercio y contratación. Dicha moneda se retiró por un acuerdo del cabildo por el que se emplearon 40.000 pesos para su amortización.
En la ceca cartagenera se acuñó moneda de oro y plata de tipo macuquina de labra muy tosca hasta 1634, cuando se cerró por Real Cédula, debido al incumplimiento por Alonso Turrillo del asiento que había firmado. En fecha 20 de agosto de 1635 el Cabildo escribió dando cuenta del gran daño que se producía a la ciudad por dicho cierre. Con el mismo se había producido una gran escasez de circulante, y la falta de moneda afectaba al comercio con las reales armadas que llegaban a este puerto, dado que faltaba moneda con qué comerciar.
Pocos años después, probablemente hacia 1645, la ciudad hizo una Representación por medio de su Procurador Diego Cortés de Mesa, en la que presentaba un Memorial de veinte capítulos, viniendo el tercero de ellos dedicado a la petición de que se concediese Casa de Moneda a la ciudad. Dado que en las provincias de esta comarca se producía oro y plata, se pedía que se dejase labrar moneda en la ciudad, y se afirmaba que había un vecino que postulaba por la plaza de tesorero, en la cuantía de 80.000 pesos, pagaderos la mitad al contado y la otra mitad al año siguiente. Dicha petición no fue atendida.
Ya antes de la constitución de las nuevas Casas de Moneda, el 20 de octubre de 1619 el oidor de Panamá, Alonso Espino de Cáceres, ponía de manifiesto los problemas que acarreaba que la moneda que corría en esta ciudad careciese de improntas, sello ni marca. Se trataba según él de pedazos de plata con mezclas de otros metales, y las negras vendedoras debían ir cargadas con un peso para pesar los pedazos de este circulante tan deficiente.
Por Real Cédula de 1 de abril de 1620 se ordenó fundar la Casa de Moneda de Santa Fe, y que en la misma se acuñase numerario de vellón rico en cuartillos, por un valor de 300.000 ducados, con una talla de 25 reales y cien piezas por marco. El precio del cobre era por cuenta de Alonso Turrillo, y el beneficio del monarca por la emisión, además del común, de un 35%, a cobrar por los oficiales de la Real Hacienda.
Esta moneda debía tener como motivos según la Real Cédula en el anverso las armas de Castilla y León, y en su reverso dos columnas con una granada en medio, como símbolo de Santa Fe, PLUS ULTRA a los lados y la letra del ensayador en su parte baja. La leyenda que se debía incluir era PHILIPPUS TERTIUS YSPANIAE ET INDIAE REX.
Por una nueva Real Cédula de 10 de junio de ese mismo año se ordenó abrir una oficina en Cartagena en la solamente se debía batir vellón rico para subvenir las necesidades del tráfico menudo por un importe de 60.000 ducados, de los que solamente se batieron, según Dargent, 5.409 pesos por su falta de aceptación por la población, encabezada por su gobernador, Sancho Girón.
Los motivos alegados en esta Real Cédula para acuñar esta moneda de vellón eran el consumo de la plata corriente de esta provincia y la provisión de numerario a las islas de Barlovento y a otras vecinas. Se afirmaba en la misma que además del beneficio general que suponía recoger la plata corriente en circulación, se exoneraría de los gastos y costas que conllevara el llevarla a labrar a esta Casa de Moneda.
Hasta nuestros días han llegado algunos ejemplares atribuidos a la ceca de Santa Fe, que constan en el prestigioso Standard Catalog of World Coins dedicado siglo XVII, si bien Dargent afirma que la oposición de la población hizo que no se llegasen a batir. En la magnífica obra sobre macuquinas de Colombia escrita por los prestigiosos numismáticos Jorge Emilio Restrepo y Joseph R. Lasser, que reproducen emisiones de cuartillos de vellón en Santa Fe, se afirma que se supone que dicha moneda de vellón fue asimismo batida en Cartagena, pero que en la actualidad no se conserva ningún ejemplar.
La existencia de este numerario y su circulación en Cartagena está, no obstante, ampliamente documentado en las fuentes. En el Archivo General de Indias encontramos numerosos documentos, informes y comunicaciones realizadas por varias autoridades referidas a su labra, a la falta de aceptación de este circulante y a las peticiones para que no se batiese moneda de vellón.
En el Archivo General de Indias encontramos los registros de ida de las naves que fueron a Cartagena en 1625 con pertrechos para la nueva Casa de Moneda del Nuevo Reino de Granada con los galeones de Tierra Firme, siendo su general el Marqués de Cadereita, don Lope Díez de Armendáriz. Los mismos fueron transportados en la nao Nuestra Señora de los Reyes, de 116 toneladas, siendo su maestre Marcos de Urquiza.
En cuanto a sus instalaciones, tenemos una importante fuente de información también en el Archivo General de Indias, en la Visita que a ambas cecas realizó en 1637 Juan Bautista de la Gasca, oidor de la Audiencia de Panamá. Describe la de Cartagena como una casa de viviendas, alquilada, donde en el corral y en unos apartadillos casi tan malos como los de la ceca de Santa Fe se había labrado moneda de oro y plata.
Afirmaba que había unos pedazos de maderos y otros trastos que le dijeron que correspondían a un ingenio para la labra de vellón rico y de plata baja, que podría valer doscientos pesos, que abia de quedar por de vuestra magestad, de acuerdo con el cuaderno de embargo de bienes hechos por el gobernador Francisco de Murga.
La solución adoptada, la labra de vellón en la Casa de Moneda, más que solucionar el problema del mal y escaso circulante parece que lo agravó. El día 2 de abril de 1622 el cabildo de la ciudad mandó una carta al rey suplicando que por amor de dios no se acuñase moneda de bellón de ninguna suerte en su gobernación, debido a que la misma carecía de fiabilidad entre los comerciantes, y podría suponer su total ruina y destrucción.
Las primeras emisiones de vellón llevadas a cabo por Alonso Turrillo de Yerba estuvieron sin duda ajustadas a las condiciones pactadas con la Corona, que eran el uso de una parte de plata y cuatro de cobre. Ante la resistencia de la población a aceptarlas, el rey convino en 1625 en la mejora de la aleación, que pasó a ser una parte de plata por tres de cobre, para finalmente ordenar en 1626 que todo el numerario se acuñase en plata acendrada, de ley 0,930.
Por Real Cédula de 24 de agosto de 1626 dirigida a Diego de Escobar, gobernador de Cartagena, se dejó sin efecto la autorización para la labra de vellón, autorizando la acuñación de moneda de plata pero no la de oro, lo que no se cumplió, dado que se batió moneda en ambos metales preciosos.
A pesar de la petición en contra, dicho numerario de vellón circuló, dado que, en fecha 30 de julio de 1627, el cabildo de Cartagena de Indias remitió una carta en la que exponía que en cumplimiento de las órdenes recibidas, había procedido a recoger la moneda de vellón. La misma comienza con la afirmación de que se había recibido la orden de recogida de la moneda de bellón que en esta gobernación se labrava para su comercio y contratación. Dicha moneda se retiró por un acuerdo del cabildo por el que se emplearon 40.000 pesos para su amortización.
En la ceca cartagenera se acuñó moneda de oro y plata de tipo macuquina de labra muy tosca hasta 1634, cuando se cerró por Real Cédula, debido al incumplimiento por Alonso Turrillo del asiento que había firmado. En fecha 20 de agosto de 1635 el Cabildo escribió dando cuenta del gran daño que se producía a la ciudad por dicho cierre. Con el mismo se había producido una gran escasez de circulante, y la falta de moneda afectaba al comercio con las reales armadas que llegaban a este puerto, dado que faltaba moneda con qué comerciar.
Pocos años después, probablemente hacia 1645, la ciudad hizo una Representación por medio de su Procurador Diego Cortés de Mesa, en la que presentaba un Memorial de veinte capítulos, viniendo el tercero de ellos dedicado a la petición de que se concediese Casa de Moneda a la ciudad. Dado que en las provincias de esta comarca se producía oro y plata, se pedía que se dejase labrar moneda en la ciudad, y se afirmaba que había un vecino que postulaba por la plaza de tesorero, en la cuantía de 80.000 pesos, pagaderos la mitad al contado y la otra mitad al año siguiente. Dicha petición no fue atendida.
Documentos:
A.G.I.,Jueces de comisión y visita:Audiencia de Santa
Fe,Santa Fe,56 B,nº 34.
A.G.I., Cabildos seculares: Audiencia
de Santa Fe, Santa Fe, 63, nº 36.
A.G.I., Cabildos seculares: Audiencia
de Santa Fe, Santa Fe, 63, nº 66.
A.G.I.,Cabildos seculares: Audiencia
de Santa Fe, Santa Fe, 63, nº 68.
A.G.I., Cabildos seculares: Audiencia
de Santa Fe, Santa Fe, 63, nº117.
A.G.I., Visitas Audiencia de Santa Fe, Escribanía, 830B.
A.G.I., Registro del Navío:”Nuestra Señora de los Reyes”, Contratación, 1174, nº2.
A.G.I.,Jueces de comisión y visita: Audiencia de Santa
Fe,Santa Fe, 57,nº 87.
A.G.I., Fundación de la Casa de Moneda de Santa Fe, Santa
Fe, 192.
A.G.I.,Documentos varios de la Casa de la Moneda de
Santa Fe,Santa Fe,827.
Bibliografía:
BLANTON, H., “Half-real coins of Cartagena of the
Indies”, Gaceta Numismática, 166/167,
septiembre - diciembre 2007, pp. 37-45.
DARGENT CHAMOT, E., Las
Casas de Moneda españolas en América del Sur, II. El XVII: un siglo en
crisis, http://www.tesorillo.com, Lima-Madrid,
diciembre 2006.
RESTREPO, J.E., y LASSER, J.R., Macuquinas de Colombia, Medellín, 1998.
RUIZ RIBERA, J.B., “Retos y respuestas del municipio de
Cartagena de Indias en el siglo XVII”, Temas
Americanistas, nº 19, 2007, pp. 3-19.
Standard Catalog of World Coins. World Coin Listings
by Date and Mint. 1601-1700.
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