Publicado en
Crónica Filatélica, nº 242, Abril 2006
La sigilografía,
hasta el siglo XVIII conocida como esfragística, es una ciencia historiográfica
que se ocupa del estudio material y formal de los sellos, en su acepción
estricta. Para la misma, se entiende por sello cualquier tipo de imagen, signo
o representación utilizada con fines validatorios e identificativos de los
documentos o escritos en los que se incluye por estampación o aposición. Los
sellos así concebidos surgieron en las más diversas y remotas culturas a la par
que los propios documentos y la escritura misma, si bien, obviamente, sus
funciones han ido variando a través del tiempo.
La
pérdida de la función validatoria de los sellos así considerados es patente en
el mundo actual. Aunque se ha conservado la costumbre de estamparlos o
imprimirlos, tanto en el ámbito administrativo como en el judicial, comercial,
profesional e institucional, aún en aquellos casos en los que las leyes exigen
su presencia, su función básica es la corroborativa, no afectando dicha
exigencia a la validez legal del documento, sino más bien a su solemnidad.
Dentro
de este concepto restringido de sello, basado en su unidad tipológica y en su
fuerte valor jurídico, no cabría considerar el sello postal, el objeto de
estudio de la Filatelia, definida por la Real Academia como la afición a coleccionar y estudiar sellos de
correos. Tampoco entrarían dentro del mismo otros signos de clara función
recaudatoria, burocrática o administrativa, como los timbres móviles del Estado
que, como en el caso de los sellos postales, son considerados como una
justificación o recibo de haber satisfecho una tasa.
No
obstante lo anterior, no cabe ninguna duda de que los sellos de correos son
herederos directos de los primeros. El uso generalizado desde el siglo XVII de
los sellos en tinta, con tipología afín a los tradicionales sellos
diplomáticos, la llamada renta del papel
sellado, instaurada por Felipe IV en 1636, estableciendo la obligatoriedad
del uso del papel sellado con las armas reales para todos los documentos
otorgados entre particulares, y los presellados en seco para adherir son sus
claros antecesores.
El
sello real con las armas de Castilla y León, conocido como sello negro, fue utilizado desde 1715 como franquicia postal o
carta franca de porte. Un año después, el correo pasó a considerarse de
carácter público y se comenzó a marcar las cartas con las localidades de
expedición. En las leyes que regularon este servicio, como en las promulgadas
en 1756 y 1779, se utiliza explícitamente el término sello en referencia a las oficinas en las que se llevaban a cabo
estas marcas, lo que indudablemente fue determinante para que dicho nombre se
conservase para los sellos postales adhesivos en 1850.
Coetáneamente
se comenzó a utilizar el papel presellado para algunos documentos,
singularmente los conocidos como oficios
que, como en el caso de las marcas postales, tenían una tipología diferente a
los sellos diplomáticos, con leyendas horizontales y sin gráfila u orla. De los
presellados para adherir realizados en tinta heredaron su forma, cuadrada o
rectangular, para facilitar su recortado. Como era habitual en los sellos en
seco, muy utilizados en la época de Fernando VII, el motivo de las primeras
emisiones postales fue la cabeza o el busto del soberano reinante.
Podemos
por tanto llegar a la conclusión de que existe una cierta continuidad entre esa
ciencia y esta afición. El estudio de los sellos, con tantos milenios de
existencia, solamente viene siendo considerado como científico desde finales
del siglo XIX y el XX, en el que todos los lectores de esta revista nacimos. No
ha de pasar tanto tiempo para que, a mi modesto entender, la actual afición
pase a considerarse, en el ámbito académico, como una nueva ciencia
historiográfica con rango científico-técnico universitario.
La
Filatelia cumple múltiples funciones en la sociedad actual, tanto en el campo
puramente lúdico como en el económico, aunando el placer del coleccionismo con
la seguridad en la inversión. Pero no podemos olvidar que las emisiones
postales son fiel reflejo de todas las ciencias y las letras, de lo más granado
de la cultura y de la naturaleza de los Estados que las realizan.
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