Publicado en Numsmático Digital, 12 de agosto de 2015
http://www.numismaticodigital.com/noticia/8664/la-defensa-del-castillo-del-morro-de-la-habana.html
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Tras una heroica
defensa de más de dos meses, la ciudad de La Habana cayó en manos de una gran
escuadra británica el 13 de agosto de 1762. En recuerdo de sus ilustres
defensores, los capitanes de navío Luis
Vicente de Velasco e Isla y Vicente González-Valor de Bassecourt, se
acuñó una de las más bellas medallas de la Edad Moderna española, diseñada y
grabada por Tomás Francisco Prieto, Grabador General de la Casa de Moneda de
Madrid.
Tras
la firma del Pacto de Familia con Francia en 1761, y en el marco de la Guerra
de los Siete Años, una enorme flota británica al mando del almirante George
Pocock, compuesta de 23 navíos, 24 fragatas, 150 barcos de transporte y 14.000 soldados
de asalto, más tarde reforzados por otros 4.000, atacó La Habana el 6 de junio
del año siguiente. Los defensores españoles, unos 4.000 soldados regulares
reforzados por 10.000 voluntarios y milicianos, ofrecieron una resistencia a
ultranza a la invasión, principalmente la guarnición de El Morro, comandada por
Luis de Velasco, un capitán de navío curtido en la reconquista de Orán y en la
Guerra del Asiento, donde obtuvo fama y gloria por el apresamiento de varios
buques británicos de mayor tonelaje y bocas de fuego que la fragata que
capitaneaba.
El
asedio a la fortaleza del Castillo de los Tres Reyes del Morro, que protege la
entrada de la Habana, duró dos meses, en notorias condiciones de inferioridad.
Cuentan las crónicas que el fuego que caía sobre él le hacía parecer un volcán
en erupción. Tras cuarenta y cuatro días de feroces combates, los británicos
consiguieron con una mina abrir una brecha en sus fortificaciones. El día 30 de
julio fue herido de un balazo en el pecho el heroico Luis de Velasco, y poco
después cayó su segundo al mando, el marqués Vicente González.
Velasco
fue trasladado a La Habana, al conceder los británicos una tregua de
veinticuatro horas para facilitar su cuidado, y fueron sus médicos quienes
intentaron sin éxito salvar su vida, muriendo al día siguiente. Los británicos respetaron
su sepelio en el convento de San Francisco y contestaron desde su campamento a
las salvas que en su honor dispararon las tropas españolas. Finalmente, la
ciudad cayó el 13 de agosto, y en la misma permanecieron los británicos hasta
el 6 de julio del año siguiente, cuando en virtud de lo acordado en el Tratado
de Versalles devolvieron la plaza a España.
Por
esta acción, Carlos III mandó erigir una estatua en el pueblo natal de Velasco,
Meruelo, en Cantabria, concedió a su hermano Íñigo José un marquesado con una
asignación de 4.000 pesos anuales y le otorgó asimismo el mayor honor a que
puede aspirar un marino, que siempre haya en la Armada española un navío que
lleve su nombre. Los británicos, por su parte, levantaron un monumento en su
memoria en la Abadía de Westminster y guardaron la bandera tomada en El Morro
en la Torre de Londres. Hasta comienzos del siglo XX, los buques de guerra
británicos disparaban salvas en su honor a su paso por su pueblo natal.
Según
Juan Agustín Ceán Bermúdez, fue el propio
Tomás Francisco Prieto quien se ofreció en 1763 a grabar la medalla
conmemorativa de esta gloriosa defensa, con la que la Academia de San Fernando
había de premiar a los pintores y escultores que obtuviesen dos premios
extraordinarios de primera clase. Dado que se había de contar con el permiso
real para su acuñación, el propio monarca se implicó en su diseño, como consta
en las actas de la Academia y recoge Isabel Rodríguez, y entre sus sugerencias
estuvo la de incluir en la medalla a Vicente González, dado que en un principio
estaba previsto que en la misma sólo apareciese Luis de Velasco. En su diseño
intervinieron, además de Prieto, algunos profesores de pintura y escultura de
la Academia, y para el diseño del castillo se copió un plano del año 1737.
La
medalla tiene un diámetro de 49,5 milímetros, y el peso de la de plata es de
72,22 gramos y la de bronce de 52,44 gramos, en los ejemplares estudiados. Presenta en su anverso los bustos
superpuestos de Luis de Velasco y Vicente González, de perfil a la derecha, imberbes,
con peluca y coleta, casaca y manto. Vicente González lleva la cruz de Santiago
colgada al cuello. En la parte superior aparece la leyenda LVDOVICO DE VELASCO
ET VINCENTIO GONZALEZ. Debajo de los bustos aparece el apellido del grabador,
PRIETO.
En
su reverso recoge el castillo del Morro en el momento de la explosión de la
mina en su costado, a su izquierda la escuadra inglesa y a la derecha una parte
de las fortificaciones de la plaza y varios buques al fondo. En la parte
superior aparece la leyenda IN MORRO VIT. GLOR. FVNCT (En el Morro fueron vencidos con gloria), y en exergo, en cuatro
líneas, la leyenda ARTIVM ACADEMIA CAROLO REGE CATHOL ANNVENTE CONS. A.
MDCCLXIII (La Academia de Bellas Artes,
con la aquiescencia del rey católico Carlos, la consagra el año de 1763).
En
abril de ese mismo año se solicitó permiso al Secretario de Hacienda para poder
acuñar en la Casa de Moneda esta medalla. En junta de 14 de abril de ese año se
acordó la acuñación de seis ejemplares en oro, destinados al monarca, el
príncipe, la reina madre, la familia de Velasco, la de González y otra para el
archivo de la propia Academia, cien de plata y muchas de metal.
Finalmente, y ante la fuerte demanda, se emitieron cuarenta y cuatro de oro,
doscientas cincuenta de plata y ciento dos de cobre. Como recoge Marina Cano,
de acuerdo con el acta de la asamblea de 21 de marzo de 1768 se vendieron al
precio de 1.079 reales cada ejemplar las de oro, a 45 reales las de plata y a
12 las de cobre. Los troqueles de acero de esta medalla quedaron en la Fábrica
Nacional de Moneda y Timbre. En una sesión ordinaria del mismo año de la
emisión de la Real Academia de la Historia consta que Francisco de Rivera
entregó un ejemplar de esta medalla, junto con otra mandada hacer por el Rey
para colocarla en los cimientos de la nueva Casa de Correos, por un valor
intrínseco y de adquisición de 1.605 reales y 5 maravedíes.
Cuando
en 1828 se construyó en La Habana el Templete, por acuerdo del Cabildo de la
ciudad se depositó en un arca de bronce a la que se llamó Caja de Memorias,
junto a otras monedas, documentos y libros, un ejemplar de la misma. Esta arca
se situó en la base de la primera columna de la derecha, a la entrada del
edificio, y allí sigue. Esta medalla fue puesta de ejemplo por Basilio
Sebastián Castellanos en su Cartilla
Numismática como representativa del término Ilustres, “las medallas acuñadas para perpetuar la memoria de los
grandes hombres en todos géneros, ó de un acontecimiento extraordinario”.
Bibliografía:
Almagro Gorbea, M.,
Pérez Alcorta, M.C., Moneo, T., Medallas
españolas, Real Academia de la Historia, 2005.
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Nacional del Prado, 2005.
Castellanos, B.S., Cartilla Numismática o repertorio de las
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Ceán Bermúdez, J.A., Diccionario historico de los mas ilustres profesores
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Maier Allende, J., Noticias de Antigüedades de las Actas de Sesiones de la Real Academia de la
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Medina Zavala, J.T., Medallas coloniales hispano-americanas, Santiago
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Casa de la Moneda, Madrid, diciembre 1988-febrero 1989, Ministerio de Economía
y Hacienda.