Publicado en Numismático Digital, 7 de enero de 2015
http://www.numismaticodigital.com/noticia/9138/los-resellos-chinos.html
http://www.numismaticodigital.com/noticia/9138/los-resellos-chinos.html
Uno de los aspectos más curiosos
de la circulación de la plata de las Indias españolas por el Lejano Oriente es
la existencia de gran número de resellos chinos en las piezas de ocho reales o
pesos. Esta forma de controlar la calidad y el peso de la plata acuñada obedece
a la necesidad de este numerario para el comercio en la zona, y fue una medida
adoptada por comerciantes y banqueros con la finalidad de garantizar la buena
ley de dichas piezas.
Estas marcas monetarias obedecen fundamentalmente a dos
fines: el comercial y el cultural. En el plano comercial, se trata
habitualmente de signos grandes, y su función era tanto de registro de
movimiento de los banqueros y negociantes - caja, salida, beneficio, tesoro,
etc.-, como de autentificación de la pieza, toda vez que, al parecer, las
emisiones fraudulentas de las monedas de los monarcas hispánicos menudeaban en
la zona. Junto con ellos, aparecen otro tipo de resellos, normalmente muy
numerosos, que realizaban los pequeños comerciantes.
Su ámbito abarca desde signos de agradecimiento a múltiples marcas en la misma moneda, tanto de
las emisiones hispánicas en sentido estricto como de monedas españolas ya
anteriormente reselladas. La comprensión de su significado es muy difícil para
los occidentales, toda vez que de los diferentes idiomas hablados en China,
aunque su escritura está normalizada en varias formas - chino continental,
comercial, culto, etc.-, es posiblemente la más compleja y difícil de entender
para un extranjero.
La moneda de mundos
y mares o columnaria, acuñada a partir de 1732, devino indispensable para
la compra de la seda china, por lo que en muchas fuentes se cita como moneda de la seda entre los involucrados
en su tráfico. Esta moneda era remitida a Cantón, a Macao y a Xiamen, y a
diferencia de las monedas españolas que las substituyeron, fue raramente
marcada con resellos chinos, por lo que parece que eran garantía suficiente
para sus banqueros.
Si bien existen resellos de los siglos anteriores, la
práctica se generalizó cuando se descubrió el fraude realizado en la ceca de
Birmingham y otras falsificaciones de piezas de a ocho de cobre chapeados, plateados o de plata de muy baja ley, a
finales del siglo XVIII, que inundaban el mercado chino. Asimismo, la India y
China eran el destino de los reales de peor calidad circulantes en la América
española, y eran remitidos allí mediante el comercio con las Filipinas, vía
Galeón de Manila.
Los abusos y falsificaciones hicieron que el público
perdiese la confianza en las emisiones, y se llegó al extremo de rechazar
cualquier moneda de plata, española y posteriormente de las repúblicas
iberoamericanas o de otros países, que no estuviesen previamente reconocidas,
pesadas y autentificadas mediante el resello de un banquero. Según Eckfeldt y
Du Bois, los chinos eran conocidos por ser expertos en juzgar la fineza de los
metales, especialmente de la plata, y los cambistas solían separar los pesos
buenos de los malos de una manera rápida y segura.
Por los ejemplares que han llegado a nuestra época, las
piezas reselladas se corresponden en su mayor parte al reinado de Carlos IV y a
la ceca de México, si bien también se encuentran resellos en monedas de
Fernando VII e Isabel II, y asimismo en las emisiones anteriores
correspondientes a los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III.
Fontenla llevó a cabo un estudio de 2.055 monedas
reselladas aparecidas en diversos catálogos de ofertas numismáticas, en las que
recogió como la moneda más antigua aparecida un real de a ocho mexicano de
1735. Su estudio mostraba asimismo la escasez de monedas reselladas hasta 1765,
que aumentó ligeramente hasta 1771, y con un máximo en 1777. En este estudio
consideraba que la entrada de la moneda española en China se producía en su año
de emisión o en fechas muy cercanas.
Es muy difícil, como afirma Montaner en su magnífico
estudio sobre las monedas españolas reselladas en el mundo, la catalogación por
tipos de estas marcas monetarias. Las mismas consisten en caracteres referidos
a su calidad, como justa, verdadera o correcta; a la riqueza, como moneda,
beneficio o prosperidad; e incluso a adjetivos distinguidos como grande,
primero o inmenso, que son igualmente nombres propios. Más raramente aparecen
marcas figurativas, como un sol o un sapèque,
esta última una moneda china e indochina de bronce o cobre con un agujero
cuadrado en el centro.
La práctica del resellado apareció en el siglo XVII. Se
verificaban la ley y el peso de las medidas por métodos diversos, y se marcaban
por el comerciante que había realizado el control mediante un punzón, operación
que se repetía cada vez que la pieza cambiaba de mano. Con el tiempo, las
mismas se cubrían de contramarcas, haciendo inidentificables las monedas, e
incluso se rompían. Finalmente, la moneda destruida o muy deteriorada se vendía
por su peso y valor intrínseco, entre 6 y 700 piezas de cobre.
Según Te K’un, el primer banquero o comerciante en cuyas
manos caía la moneda la resellaba con un minúsculo ideograma, dando desde
entonces al comerciante y al particular su garantía del valor actual de la
moneda. Esto se repetía con cada subsiguiente banquero, hasta que al final el
dólar resellado parecía un disco o una taza de plata batida. La práctica se
llevó a cabo hasta los tiempos de la República, y muchos dólares del país
sufrieron el mismo destino. Pero en el norte y a lo largo del Yangtsé la moneda
circulaba como había sido acuñada.
En 1838, Díaz Arenas recogía que:
Todos los pesos
españoles que van a China se señalan con las marcas de las diferentes boticas
(tiendas o casas de comercio chinas) por donde circulan, las cuales al fin
causan su división en varios pedazos, y circulan por el peso en el comercio, y de que los pesos de Carlos IV que
se llevan de Manila ganan de 8 a 10.
Según recoge Foerster, Eduard Kann, un oficial del
ejército chino y eminente numismático, autor de varios libros sobre moneda
china, en la ciudad de Foochow existía la práctica del resellado tan
frecuentemente que desvirtuaba cualquier señal de acuñación original en la
moneda, que acababa … en algunos casos
asumiendo la forma y apariencia de un champiñón con viruela.
En la obra de Roberts se afirmaba que cada moneda tenía
la marca de la persona por cuyas manos había pasado, y que como el número de
resellos rápidamente se hacía muy numeroso, era habitual que los trozos de las
monedas se volviesen nuevamente a resellar y cada vez se hiciesen fragmentos
más pequeños, que finalmente eran aceptados en el comercio por su peso.
Bibliografía
CASTÁN, C., “Apuntes
sobre los resellos y contramarcas chinas”, Crónica
Numismática, febrero 2003, pp. 48-49.
DÍAZ ARENAS, R., Memoria sobre el comercio y navegación de
las Islas Filipinas, Cádiz, 1838.
ECKFELDT, J.R., DU BOIS, W.E., A
manual of gold and silver coins of all nations, stuck within the past century,
Philadelphia, 1842.
FOERSTER, G.H., “La
moneda viajera”, Crónica Numismática,
octubre 2000, pp. 48-49.
FONTENLA BALLESTA, S.,
“Nota sobre los reales de a ocho y sus resello orientales”, Cuadernos de Numismática, Vol. 3, nº
24-25, mayo/junio 1980, pp. 27-29.
MONTANER AMORÓS, J., Los resellos. Las monedas españolas
reselladas en el mundo, Valencia, 1999.
PÉREZ, G.S. “Manila galleons and Mexican pieces of eight (Mexico’s
Contribution to the Financial and Commercial Development of the Philippines)”, Nvmisma 18, enero-febrero 1956, pp.
39-54.
ROBERTS, E., Embassy to the
Eastern Courts of Cochin-China, Siam and Muscat, in the U.S. Sloop-of-War
Peacock, David Geisinger, Commander, during the years 1832-3-4, New York,
1837.
SÁNCHEZ DE ARZA, V.,
“Reales de a ocho contramarcados con caracteres chinos”, Nvmisma 64, septiembre-octubre 1963, pp. 9-20.
TE K’UN, C., “A brief history of Chinese silver currency”, en Selections from the Numismatist, American
Numismatic Association, Whitman Publishing Company, 1961, pp. 260 y ss.
THIERRY, F. “Les réaux espagnols et
les contramarques chinoises”, Acta
Numismàtica 16, 1986, pp. 175-190.
No hay comentarios:
Publicar un comentario