Publicado en Numismático Digital, 8 de junio de 2016
http://www.numismaticodigital.com/noticia/9576/articulos-numismatica/el-oro-de-guinea-y-la-guerra-de-sucesion-castellana-1475-1479.html
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El conflicto bélico
que se desarrolló por la sucesión en la Corona de Castilla tras la muerte de
Enrique IV de Trastámara entre los partidarios de su hija Juana, apoyados por
su esposo Alfonso V de Portugal y Francia, y los de su hermana Isabel, la esposa
de Fernando, heredero de la Corona de Aragón, tuvo uno de sus principales
frentes en las costas atlánticas del continente africano. El control del oro de
la costa de Guinea, que ambos bandos reclamaban, dio lugar a una serie de
enfrentamientos y batallas navales en las que las flotas portuguesas acabaron
imponiéndose a las castellanas de los futuros Reyes Católicos, si bien el oro
obtenido en estas expediciones y en las razias contra los barcos portugueses
permitieron a estos últimos llevar a cabo durante el conflicto las primeras
emisiones de excelentes.
Durante el siglo XV tanto los pescadores
como los comerciantes y exploradores de ambos reinos hispánicos se fueron
internando cada vez más en el Océano Atlántico, y ya desde finales de la
centuria anterior los alcaides de las fortalezas costeras andaluzas lanzaban
algaradas en territorio norteafricano. Pronto
surgieron las disputas sobre la posesión del Archipiélago Canario y sobre los
territorios de la Mina y Guinea, ricos en oro y esclavos. En la primera mitad
del siglo Castilla organizó la conquista de algunas de las Islas Afortunadas,
mientras que los portugueses, sin renunciar a ellas, exploraron las ricas
costas de Guinea.
En esta disputa el Papado otorgó una serie
de bulas a favor de los intereses de los monarcas lusitanos, en detrimento de
las aspiraciones castellanas, por lo que, una vez que estalló el conflicto,
Isabel I reclamó para Castilla las partes de África y Guinea que le
correspondían por derecho e incitó a sus comerciantes a navegar por sus aguas,
lo que dio comienzo al enfrentamiento en el Atlántico.
Como ha estudiado Anna M. Balaguer, los
Reyes Católicos organizaron un auténtico corso contra Portugal, con la
obligación de la percepción en Sevilla del quinto de las mercancías y la
prohibición de realizar expediciones a África sin licencia, haciendo al
enemigo…guerra e todo mal edanno commo
adversario por quantas vias y maneras se pudiera facer. Por carta de 6 de
diciembre de 1476 fechada en Toro los reyes nombraron a Luis González escribano
mayor único de las carabelas y naos con destino a Guinea, y ordenaron que en
cada nave fuese un escribano para que llevase la contabilidad de lo transportado,
citando oro, plata, joyas y esclavos.
Tras el comienzo de las hostilidades naos
portuguesas recorrieron las costas andaluzas apresando buques mercantes y
pesqueros, por lo que los monarcas castellanos enviaron una flota de cuatro
galeras al mando de Álvaro de la Nava, que frenó estas incursiones y saqueó la
villa de Alcoutim. Como afirmaba Pierre Vilar, naos castellanas consiguieron capturar varias
carabelas portuguesas que llevaban a bordo 6.000 doblas de oro, y sus presas llegaron
hasta las mismas puertas de la Mina.
Asimismo, los marineros de Palos se
lanzaron al saqueo de las costas de Guinea. Vilar afirmaba que una de las
razones para que más adelante hubiesen de suministrar los barcos del primer
viaje de Colón devenía de ilegalidades cometidas en esta época. El año
siguiente una flota portuguesa de veinte barcos al mando de Fernâo Gomes partió
para recuperar el control del territorio, por lo que Fernando e Isabel
encargaron a Carlos de Varela preparar una flota para apresarlos.
Tras varias dilaciones y derrotar a una
expedición portuguesa procedente del Mediterráneo con un valioso
cargamento, una armada de tres barcos
vascongados y nueve carabelas andaluzas partió hacia Guinea y, al no poder dar
alcance a la expedición portuguesa, saqueó la isla de Antonio de Noli y capturó
dos carabelas negreras del marqués de Cádiz. El curso de las operaciones hizo
que Luis XI de Francia entrase en conflicto con Castilla, lo que abrió el
frente de Navarra, donde Fernando controló Viana y Puente la Reina y puso una
guarnición en Pamplona de 150 lanzas, y dinamizó el conflicto en el Atlántico,
dado que envió a la zona la flota del pirata normando Coullon.
En 1478 los reyes de Castilla prepararon
dos flotas, una para la conquista de la Gran Canaria y otra para comerciar con
Guinea. La primera de ellas, debido a la presencia de una armada lusitana, no
consiguió su propósito. Tampoco los portugueses consiguieron desembarcar en la
isla, por lo que, tras hacer presa en varios mercantes castellanos cargados de
víveres, se dirigieron a Guinea, donde derrotaron por sorpresa a la segunda
escuadra castellana, que traía gran cantidad de oro, con el que Alfonso V pudo
mantener el conflicto.
En tres cartas fechadas en 1749 en Trujillo
y Cáceres, donde los monarcas combatían los focos de resistencia extremeños de
Juana, los monarcas ordenaban que los que quisiesen ir a la mina de Guinea
debían acudir a Sevilla o Jerez para solicitar que se les proveyese de naves de
acompañamiento de la armada, para formar una flota, amenazando con la pena
capital a quien se dirigiese a Guinea por su cuenta, y se establecieron
impuestos especiales sobre la pesca y sobre la carga y descarga de los
mercantes para financiar esta flota.
Todavía en junio de 1479 se trató de enviar
una nueva expedición, pero las mismas cesaron con la firma de la paz con
Portugal en septiembre de este mismo año. Como recogía Fray Bartolomé de las
Casas, por el Tratado de Alcáçovas-Toledo las Canarias quedaron bajo el señorío
supremo de Castilla, así como el Reino de Granada, que el monarca lusitano
también pretendía, mientras que Portugal recibía los derecho sobre el Reino de
Fez, así como el comercio con Guinea durante la vida de su soberano Alfonso y
la de su hijo, don Juan.
Las primeras medidas monetarias tomadas por
los Reyes Católicos estuvieron encaminadas a prohibir la circulación de moneda
acuñada a nombre del rey de Portugal, bajo pena de confiscación de bienes y de
ser quemado públicamente. Pocos días después, el 26 de junio de 1475, Isabel
dio orden de que se labrasen las primeras emisiones de su reinado. Debían
acuñarse tres clases de moneda de oro: el excelente, de veinticinco piezas el
marco y valor de dos castellanos, el medio excelente, de cincuenta piezas, y el
cuarto de excelente, de cien piezas, con ley todas ellas de veintitrés quilates
y tres cuartos, o 980 milésimas de oro. Estas monedas se acuñaron hasta la
promulgación de las ordenanzas de Medina del Campo de 13 de junio de 1497.
Esta moneda, de mayor peso y ley que las anteriores
castellanas y de las de los reinos vecinos, estaba condenada según Sanz
Arizmendi a desaparecer de la circulación o a emigrar. Para evitar su saca y a
instancias de las Cortes de Toledo de 1480, recién acabada la contienda, los
monarcas ordenaron que a quien sacase del reino 250 excelentes o 500
castellanos se le condenase a muerte y confiscación de bienes, y a los que
llevasen menos la primera vez a confiscación y la segunda también la pena
capital. Estos males fueron, según el autor antes citado, una de las causas
para que los soberanos redujeran en la reforma de Medina del Campo el peso de
esta moneda áurea.
BIBLIOGRAFÍA:
BALAGUER, A.M.,
“Documentos referentes a moneda y al comercio del oro africano del Tumbo de los
Reyes Católicos del Concejo de Sevilla (1474-1492)”, NVMISMA, nº 180-185, enero-diciembre 1983, pp. 331-345.
CASAS, B. de Las, Brevísima relación de la destrucción de
África, NoBooks, 2015.
DIFFIE, B.W., Foundations
of the Portuguese Empire 1415-1580, vol I, University of Minnesota Press,
1985.
SANZ ARIZMENDI, C.,
“Las primeras acuñaciones de los Reyes Católicos”, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1920, pp. 67-80.
VILAR, P., Oro y moneda en la Historia (1450-1920),
Barcelona, 1972.
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