Publicado en Oroinformación, 8 de mayo de 2020
https://oroinformacion.com/los-reales-de-minas-hispanicas-y-la-frontera-de-la-gran-chichimeca-en-el-siglo-xvi/
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En
1546 se encontró el yacimiento de Zacatecas en el norte del Virreinato de Nueva
España, la Nueva Galicia, en el corazón mismo de la Gran Chichimeca. A
diferencia de lo que sucedió en Potosí, donde el descubrimiento fue casual, el
de Zacatecas fue resultado de una actividad de exploración e investigación por
parte de un pequeño contingente de españoles e indios al mando de Juan de
Tolosa. En los siguientes diez años se produjeron nuevas expediciones por parte
de Diego Ibarra y Juan de Oñate, estableciendo nuevos Reales de Minas en San
Martín, Sombrerete y Mazapil.
Como
afirmaba Colmeiro, las minas casi siempre se descubrieron en montes tan agrios y ásperos que los hombres
huyen de vivir en ellos, si la esperanza de lograr considerables riquezas no
los determina a fijar en unos sitios tan solitarios y silvestres su morada.
Su descubrimiento servía para poblar en pocos años los parajes más desérticos, y hacer lugar famoso lo que antes era
infeliz aldea. Se desarrollaban las artes mecánicas, acudían los
mercaderes, se animaba el cultivo, crecía el consumo, se levantaban casas y se
formaba una villa o acaso una ciudad como
por encanto.
Según
Chaunu, las poblaciones mineras contribuyeron extraordinariamente al proceso de
aculturación de los indios, al atraer a grandes cantidades de ellos como masa
laboral, ofrecerles un poder adquisitivo relativamente alto como trabajadores
asalariados y ser los únicos asentamientos españoles en regiones muy extensas,
como en este caso del norte de Nueva España, el altiplano de Charcas, donde se
ubica Potosí, o el norte de Chile.
La ruta que unía estas minas septentrionales con
México, el Camino Real de la Tierra
Adentro, se jalonó de presidios y de misiones, y a ella se trasladaron
junto con los mineros procedentes del centro del virreinato agricultores,
ganaderos y comerciantes. Este trazado permitió también la fundación y
pacificación de los territorios de Nuevo México, Texas y California.
Este territorio se correspondía con la Gran
Chichimeca, una amplia área que se corresponde con los actuales estados
mexicanos de Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato, San Luis Potosí y
Querétaro. Los españoles dieron ese nombre a todos los habitantes del centro y
norte de la Nueva España, que se agrupaban en cuatro naciones principales: los
pames, zacatecos, guachichiles y guamares. La mayor parte de ellos eran
cazadores recolectores nómadas en una zona árida con escasas precipitaciones y
clima variable dependiendo de la altitud.
A pesar de la pronta colonización del área, se
tardó mucho tiempo en pacificarla. Los chichimecas atacaban a los españoles que
cruzaban sus territorios y masacraban sus asentamientos. La pacificación se
intentó tanto con las armas como con la evangelización, pero ninguna de las dos
vías dio el resultado esperado. Finalmente, la solución fue el establecimiento
de pueblos de españoles y de Repúblicas de Indios, trasladando a estas últimas
numerosas familias tlaxcaltecas, mexicas y tarascos o poblándolas con propios
chichimecas pacificados. Aun así, otros pueblos chichimecas abandonaron sus
territorios y se desplazaron hacia el norte. En un primer momento se
establecieron repartimientos entre las comunidades indígenas para trabajar las
minas, muy criticados al violar la libertad de los indios, lo que dio lugar a
un enconado debate jurídico y teológico.
En 1552, las tropas de don Nicolás de San Luis
Montañez, indio noble de Jilotepec, derrotaron a los chichimecas jonáz del norte
de Guanajuato, firmando tratado de paz entre los chichimecas y los otomíes,
estos últimos representando al virrey de la Nueva España. El virrey Don Luis de
Velasco decretó la fundación de San Luis de la Paz. Su población en un primer
momento se dedicó a la extracción de mineral en Santa Brígida y Palmar de Vega.
Los jesuitas les enseñaron la viticultura, que junto a la ganadería son hasta
la fecha sus actividades económicas principales.
En los reales de Zacatecas y el Parral, el grueso
de la mano de obra se componía de indios libres, como los chichimecas,
adscritos voluntariamente al Parral y a los que se pagaba con mantas de
fabricación local. Tras un largo conflicto que se dilató casi cuarenta años, se
pusieron en producción reales de minas que ya habían sido descubiertos, pero
que no pudieron ser beneficiados durante la guerra, como el de Sombrerete,
Fresnillo o Charcas. Para su abastecimiento, se establecieron numerosas
poblaciones con una gran producción agrícola y ganadera, como Silao, Celaya o
San Felipe. También se levantó una línea de presidios para defender el Camino
Real entre Querétaro y Zacatecas.
Los centros mineros, como Zacatecas y Guanajuato,
pronto se convirtieron en hermosas ciudades y muy rápidamente en emporios
comerciales que enlazaron todo un circuito comercial hacia la capital de la
Nueva España. El auge de la producción minera se dio entre 1572 y 1580, al
pasar de 216.000 a 1.400.000 pesos anuales, pues se beneficiaron minerales de
bajo costo o alta ley, principalmente en vetas superficiales.
Cipolla estimaba que durante el siglo XVI se
produjeron en las Indias españolas 16.000 toneladas de plata, en el siguiente
26.000 toneladas y durante el siglo XVIII más de 39.000 toneladas, una marea
que inundó primero España y posteriormente un país tras otro, dotando a los
mercados internacionales de una liquidez excepcional, lo que favoreció
extraordinariamente el desarrollo del comercio intercontinental.
Bibliografía
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Hispanoamérica colonial", en América
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Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2019.
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