Publicado en Oroinformación, 5 de marzo de 2021
Las
referencias a Hispania en los textos clásicos se refieren a ella como la tierra
minera por excelencia, mezclando en los mismos, como es el caso de los relatos
de Argantonio y Gerión, lo mítico con lo verídico. Lo cierto es que era una
tierra rica, variada y abundante en recursos minerales, tales como oro, plata,
cobre, plomo, cinabrio, hierro o estaño.
Siendo uno de los principales intereses para la presencia de los comerciantes
fenicios y griegos en sus costas, ya los cartagineses explotaron las riquezas
argénteas del área de Qart Hadsht, Cartagena, y Cástulo, Linares.
Estrabón
describió en su Geografía las
explotaciones de plomo argentífero de la primera de ellas, en la que trabajaban
40.000 obreros y ocupaba varios kilómetros cuadrados, de la que se extraía cada
día el extraordinario beneficio de 25.000 dracmas, 80 kilogramos. Los mineros
trabajaban noche y día, quedando sus turnos marcados por las lámparas de aceite
que les servían de iluminación. De la mina de Baebelo en Cástulo se extraían al
día 100 kilogramos de metal argénteo, y la moneda acuñada en Gadir, Cádiz, que
hasta ese momento se batía en cobre, comenzó a emitirse en plata, y famosas por
su belleza y su calidad fueron las acuñadas en Cartagena.
Los
romanos no llegaron a Hispania, su primera aventura fuera de Italia y sus
islas, para conquistarla, como sucederá posteriormente con los territorios que
fue anexionándose en toda la cuenca mediterránea y la fachada atlántica de
Europa. Como afirmó Tito Livio, los hispanos fueron los primeros en ser
invadidos y los últimos en ser conquistados. Desde su llegada en el año 218
a.C. para combatir a los cartagineses hasta el 19 a.C., cuando se dio por
finalizada la conquista de la zona cantábrica, Roma evolucionó de una república
que buscaba su hegemonía en el occidente mediterráneo al Imperio hegemónico que
gobernó su Mare Nostrum durante
siglos.
La
Península Itálica era escasa en recursos minerales, y la sociedad romana
republicana basaba su economía en la agricultura. La necesidad de metales para
fines bélicos-el hierro hispano forjado tenía fama legendaria-, para sus obras
públicas –con utilización recurrente del plomo- y para la propia amonedación en
oro, plata y bronce marcó su política de ocupación de Hispania a pesar de sus
continuos reveses militares.
Como
ha puesto de manifiesto el minucioso trabajo de Ancient World Mapping Center, el Stoa
Consortium y el Institute for the Study of the Ancient World,
que ha delimitado todos los yacimientos que fueron beneficiados por los romanos
en todo el espacio que ocuparon, la Hispania romana fue, con mucha diferencia,
el territorio del orbe romano en el que más explotaciones y producción de oro,
plata y cobre fueron explotadas.
Con ello, Roma encontró en Hispania su Eldorado del
Mundo Antiguo, presente en las leyendas difundidas por los escritores de la
época sobre su abundancia en metales preciosos, y solamente comparable en la
historia con la que sus herederos culturales encontrarían siglos después en el
nuevo continente hispánico. Hispania dotó a Roma de numerario como las Indias
españolas fueron la Casa de Moneda del Orbe durante varios siglos.
Del
puro saqueo y cobro de tributos de las primeras fases de la conquista a la
institucionalización de la actividad minera en el pleno Imperio, esta
apasionante historia permite analizar su importancia política, militar,
económica y social en la conformación de las sociedades romana en general e
hispana en particular. Para dicha explotación fue necesario el desarrollo de
importantes técnicas de ingeniería, la creación de una extensa red de
comunicaciones, el asentamiento de núcleos de población, el uso de gran
cantidad de mineros que en mejores o peores condiciones laboraron las mismas y,
asimismo, estuvieron en el origen de unas élites que darían, además de una
pléyade de militares, senadores, escritores y filósofos, a los emperadores
hispanos de la dinastía Antonina o Ulpo Aelia, la más longeva del Imperio y,
según muchos autores, la época más feliz de la historia de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario