Publicado en Numismático Digital, 29 de abril de 2015
http://www.numismaticodigital.com/noticia/8324/
VICTORINO, Y., A Moeda da
Revolução Farroupilha, Fundo da gaveta do Yuri
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La escasez de moneda propia
en Brasil obligó a las autoridades portuguesas a autorizar la circulación de la
moneda española en el territorio. Según Beltrán, la acuñación de moneda en
Brasil fue muy tardía, por lo que se recurrió al cambio directo y al uso de las
monedas de las Indias españolas o metropolitanas, con resellos no sólo de
autorización, sino de elevación de su valor. Según Torres, es posible que ya
desde mediados del siglo XVI las más de veinte casas de fundición de las que
hay noticia resellaran o marcaran moneda indiana española, o incluso batiesen
su propio numerario, dado que, aunque no se conservan ejemplares, existen
algunos indicios documentales.
Ya en fecha tan temprana como comienzos del siglo XVII
se comenzaron a resellar las monedas españolas en circulación, constando en las
mismas el valor en reis otorgado. Existen resellos sobre reales sencillos,
dobles, de a cuatro y de a ocho, con una corona muy sencilla y los números 60,
140, 240 y 480, respectivamente. En 1643, como recoge Foerster, los reales de a
cuatro valían 240 reis, y en 1663 300
reis.
Juan IV autorizó en 1643 la circulación de los reales
de a ocho, que se conocieron como patacas,
y los de a cuatro o meias patacas,
que fueron resellados mediante un carimbo
con la corona real portuguesa y con indicación de su valor en reis, como antes se indicó. Los resellos se llevaron
a cabo en Salvador de Bahía, Río de Janeiro y Marañón. En un principio cada
real indiano estaba valorado en 2 vintens
o 40 reis.
En Brasil se hicieron patentes los problemas derivados
de los escándalos potosinos, y en 1647 y 1651 se prohibió la circulación de la
moneda perulera, si bien se siguió permitiendo la batida en la ceca de México y
la acuñada en las cecas peninsulares de Sevilla y Segovia, y en 1655 se
volvieron a autorizar las monedas peruanas de nuevo cuño.
Nuevamente hacia 1670 se volvió a resellar la moneda
española en circulación, mediante un anagrama con corona y los numerales 75,
150, 300 y 600, que representaban los valores en reis de los reales sencillos, de a dos, de a cuatro y los pesos.
Tan sólo cinco años después se realizaron nuevos resellos, para adecuar la
moneda española a su nueva valoración, con los números 80, 160, 320 y 640 –reis-. Hacia 1680, se resellaron
asimismo reales de a cuatro y pesos con los valores 300 y 600 dentro de un
recuadro coronado, y con otro resello de una esfera armilar coronada.
Desde que a finales del siglo XVII se descubrió oro en
el territorio, una parte del mismo pasó a los territorios indianos de España a
cambio de plata y otras mercancías. Como afirman Martin de Sousa y Valério, los
principales productos de las Indias de ambas Coronas, como el algodón, carnes,
azúcar o tabaco, eran similares, si bien Brasil fue un importante punto de
introducción de mercancías europeas de contrabando. Aunque la moneda de oro no tenía circulación
legal en Brasil este metal circulaba en
el territorio, y eran comunes las joyas y ornamentos religiosos fabricados con
el mismo, debido a que por su abundancia era relativamente barato. El punto
principal de su entrada en los territorios hispánicos era el estuario del
Plata.
Humboldt nos informaba que Brasil era el receptor de
la mayor parte de la plata de contrabando que salía del virreinato del Perú.
Dicho comercio ilícito se producía al este de los Andes, por la cuenca del
Amazonas. A su entender, para la plata del virreinato meridional Brasil era un
mercado casi tan lucrativo como lo era China para el septentrional. Entre 1/5
y ¼ de la producción de las minas de Pasco y de las de Chota habría seguido
este camino. Por esta vía habrían salido de contrabando, según sus cálculos,
doscientos millones de pesos desde el descubrimiento del continente hasta 1803.
El volumen de este tráfico hacía que algunas personas
en Lima, según este autor, pensasen que si se vivificase el comercio por esta
gran arteria fluvial sería mayor la exportación fraudulenta de plata. Ello
había sido una rémora para el desarrollo económico de las provincias amazónicas
del virreinato, las regadas por los ríos Guallaga, Ucayalo, Bení y Puruz, ahora
conocidos como Huallaga, Ucayali, Beni y Purús, si bien su despoblación había
facilitado enormemente la actividad de los contrabandistas.
A partir de 1808 se autorizó nuevamente el resello de
los reales de a ocho españoles, dándoles el valor de 960 reis. Este valor, como recoge Santos, era el fijado en Minas
Gerais, Cuiabá y Mato Grosso. En fecha 1 de septiembre de ese año se autorizó
por alvalá a resellar los pesos de
las cecas indianas, aplicándoles un resello o carimbo bifacial con el escudo de Minas Gerais y el globo de
Brasil, siendo el facial que se le aplicaba notablemente superior al precio
real de la plata. Montaner recoge otros resellos regionales realizados en Mato
Grosso en 1818, en Ciuaba entre 1820 y 1821, en Ceara hacia 1834 y en Piratiny,
como luego veremos, hacia 1835.
Blair afirmaba que entre 1810 y 1816 la moneda de plata circulante en Brasil estaba compuesta
exclusivamente por reales de a ocho españoles reacuñados, siendo visibles los
motivos originales cuando se hacía una inspección detallada. Eckfeldt y du Bois
recogían asimismo que las emisiones de 960 reis de valor facial acuñados entre
estos años eran “…simplemente dólares
españoles en un nuevo vestido”.
Esta autorización coincidió cronológicamente con la
fundación del Banco de Brasil y con la autorización de la circulación de los
vales emitidos por las Reales Casas de
Fundiçao do ouro da Capitania de Minas Gerais, cuyo exceso de emisión
produjo su descrédito hasta en un 80%. Como afirmaban Eckfeldt y du Bois, si bien en 1833 se crearon nuevas monedas de plata con
valores de 1.200, 800, 400, 200 y 100 reis,
que al menos nominalmente estaban acuñadas de acuerdo con el patrón español de
fineza, el circulante brasileño estaba principalmente compuesto por papel
moneda.
Durante la conocida como Revolução Farroupilha o
Guerra dos Farrapos, entre 1835 y 1845, liderada por la clase dominante
gaucha de Rio Grande do Sul y en la que participó el después héroe de la
Unificación Italiana Giuseppe Garibaldi, se legalizó la moneda circulante en el
territorio, entre ella la española. De entre las monedas reselladas, destacan
las blastracas, moneda cortada
normalmente de plata peruana o potosina resellada con valores de 100, 200 y 400
reis. Esta moneda cortada tenía
formatos irregulares, con la línea de corte lisa, dentada u ondulada, y se
utilizaba para cubrir las necesidades locales de moneda fraccionaria.
BIBLIOGRAFÍA:
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VICTORINO, Y., A Moeda da
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“Piezas de 960 reis de
Juan VI del Brasil sobre duros españoles”, NVMISMA,
nº 23, noviembre - diciembre 1956, pp. 179-180.
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