Publicado en Panorama Numismárico, 19 de mayo de 2016
http://www.panoramanumismatico.com/articulos/el_coleccionismo_y_los_estudios_numismaticos_en_el_sigl_id02416.html
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Como en otros muchos otros ámbitos del conocimiento,
el siglo XVIII supuso el comienzo de los estudios sistemáticos de la ciencia
numismática. Los estudiosos españoles estuvieron al corriente de los avances de
los trabajos llevados a cabo en otros países europeos, tanto por la lectura de
las obras de los principales autores en su lengua original como por las
traducciones y adaptaciones de sus obras al castellano. Igualmente, los
escritos de los principales autores españoles fueron conocidos y estudiados en las
demás naciones europeas.
En 1731 el Ensayador Mayor de los Reinos y Marcador Mayor de Castilla
José García Caballero publicó su obra Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias
Naciones, en la que estudia el peso y las medidas de varias naciones
comparadas con las de Castilla, así como la ley, peso y valor de las monedas
hebreas, griegas, romanas y castellanas, estudiando a diferentes autores y
corrigiendo los defectos en los mismos encontrados. Estudios similares aparecen asimismo en la obra de Antonio
Bordazar Proporción de monedas, pesos, i
medidas, publicada en Valencia en la imprenta del propio autor en 1736. En
su dedicatoria al Bibliotecario Mayor del Rey don Blas Antonio Nasarre hace
referencia a la propensión del mismo al estudio de las monedas, pesos y medidas
antiguas, para la inteligencia de los
Autores, i de las Medallas. Las monedas estudiadas son las hebreas,
griegas, romanas, castellanas y las corrientes en España, incluyendo las de los
territorios con moneda propia, informando asimismo de los cambios de estas
últimas con las monedas europeas y del Imperio Otomano. En cuanto al cálculo de
la proporción de las monedas, tanto antiguas como corrientes, el autor afirmaba
en la p. xxiii que no consistía únicamente en inteligencia y ejercicio de la
aritmética y geografía, al haberse alterado en muchas ocasiones, tanto en las
monedas antiguas como en las contemporáneas, los valores intrínseco y
extrínseco, porque las monedas antiguas que habían llegado a sus días
posiblemente estuviesen cortas de peso o deterioradas, e incluso por el muy
diferente valor que los metales podían tener tanto en la Antigüedad como en ese
momento. En su obra, como afirmaba en la p. 88, ajustó el valor de las monedas
antiguas y circulantes en otros países a la moneda castellana,
…la estimacion que el Rei N.S. ha dado al marco Castellano, en Real
Cedula de 31 de Agosto de 1731, esto es, por el marco de oro de 22 quilates,
1280 reales de plata de à 64 maravedis; i por el marco de plata de 11 dineros
de lei, 80 reales de plata para los mismos 64 maravedis.
A mediados del siglo
encontramos la obra de Luis José Velázquez, publicada en 1752, Ensayo sobre los alfabetos de las letras
desconocidas, que se encuentran en las más antiguas medallas y monumentos de España,
que se centra en las emisiones con leyendas ibéricas y púnicas, ilegibles en
aquel momento. En la misma se distinguen
por primera vez tres alfabetos distintos, el turdetano, el ibérico levantino
–llamado por él celtibérico- y el fenicio-púnico. En el prólogo de esta obra hablaba de que estaba concluyendo una obra más
extensa, que no pudo terminar, al morir en 1772. Rodríguez Casanova apunta la
posible relación con esta obra de los dibujos que se encuentran en el Gabinete
Numario de la Real Academia de la Historia en fichas.
El año 1759 se publicó por
Luis José Velázquez Congeturas sobres las
monedas de los Reyes Godos, posiblemente estimulada por el hallazgo de
Garrovillas en 1751. La moneda visigoda no había sido tratada sistemáticamente
hasta este momento, si bien su estudio se remontaba hasta el reinado de Felipe
II, con autores tan importantes como Ambrosio de Morales y Antonio
Agustín.
En el año 1763, Pedro de
Cantos Benítez, miembro de los Consejos Supremos de Castilla y de la
Inquisición, publicó en Madrid su obra Escrutinio
de maravedises y monedas de oro antiguas, en la que estudiaba las monedas
que habían circulado en España desde la época de los romanos hasta el siglo
XVIII y su reducción a la moneda de cuenta en este siglo, el maravedí. En el
Capítulo I de su obra Cantos afirmaba que
…
para conocer fundamentalmente el principio, y valor de los Maravedises, es
necessario dar una breve idea de las
Monedas Godas, y Romanas, de donde proviene su raiz, y reconocer la proporcion,
que tenia entre estas Naciones el oro, plata, y cobre, y modo que tuvieron de
computarlo, que servirà de claridad à lo que se huviere de decir.
Importante es asimismo la
labor de uno de los mejores grabadores de moneda de nuestro solar, Tomás
Francisco Prieto. Como director de la Escuela de Grabado y para su labor
docente, era para él necesario el conocimiento de los modelos antiguos, tanto
directamente de las medallas y monedas, de las que afirmaba poseer 4.000, como
por medio de libros en los que se reproducían medallas romanas y francesas. A su muerte en 1782 la tasación de su biblioteca ascendió a casi 24.000
reales, un valor superior al de su vivienda; las monedas, medallas y materiales
numismáticos se valoraron en 1.000 reales; y las estampas y dibujos en otros
10.000. Una parte importante de ellos pasaron a formar parte de la Escuela de
Grabado de la Real Casa de la Moneda, y con el tiempo constituyeron el germen
del actual Museo-Casa de la Moneda, y otra pasó al Gabinete Numario de la Real
Academia de la Historia en octubre de 1784. Entre los libros dedicados a la
numismática que poseía se encontraban, junto con libros de grabado de los
principales artistas italianos de los siglos XVI y XVII y tratados de
numismática italianos y franceses, las obras de los principales autores
españoles aquí estudiados.
El año 1773 el conde de
Lumiares publicó la obra Medallas de las
Colonias, Municipios y pueblos antiguos de España hasta hoy no publicadas
(1773), en la que añadió monedas que Enrique Flórez no pudo añadir. Entre
1773 y 1777 se publicó en seis tomos el Diccionario
Numismático General para la perfecta inteligencia de las Medallas antiguas por
el académico Tomás Andrés de Guseme, una obra de consulta sólida y ambiciosa,
realizada por un autor que, además de ser un estudioso numismático, era también
epigrafista.
Pedro Alonso O’Crouley, anticuario gaditano de origen irlandés, fue autor
en 1774 de la Ydea compendiosa del Reyno
de Nueva España, una obra manuscrita que se conserva en la Biblioteca
Nacional y que fue traducida al inglés y publicada por Sean Galvin en 1972. Fue
también, según Sánchez-Cantón, el dueño de la primera colección española de
cuadros y estatuas que tuvo un catálogo impreso. En 1795 O’Crouley, Teniente Cuadrillero Mayor de la Santa Hermandad de
Toledo y Socio de la Real Sociedad Bascongada,
publicó una traducción de la obra de Joseph Addison, Diálogos sobre las utilidad de las medallas
antiguas, Principalmente por la conexión que tienen con los Poetas Griegos y
Latinos, que tuvo una amplia difusión en su época.
Un autor de finales del
siglo especialmente importante para los estudios de moneda medieval fue Fray
Liciano Sáez, con importantes estudios de historia económica y fuentes
documentales, que publicó en 1786 Apéndice
a la crónica nuevamente impresa del señor rey don Juan el II, en 1796 la Demostración histórica del verdadero valor
de todas las monedas que corrían en Castilla durante el reinado de Don Enrique
III y de su correspondencia con las del señor Don Carlos IV, y en 1805 su Demostración histórica del verdadero valor de todas las monedas que
corrían en Castilla durante el reinado de Don Enrique IV y de su
correspondencia con las del señor Don Carlos IV.
La centuria vio
asimismo el resurgir de los estudios arábigos, en los que la moneda se
convertirá, como pone de manifiesto Fátima Martín, en una manera de poder
interpretar la Historia a través de los datos aportados por la moneda,
destacando especialmente la figura de José Antonio Banqueri. El trabajo con las
monedas árabes quedó en manos de especialistas, normalmente arabistas que
conocían el idioma. En las instituciones públicas se fueron formando
colecciones, tanto por el apogeo del coleccionismo como por la nueva concepción
del estudio de la Historia a través de las fuentes primarias de información,
como son las monedas. Entre estos estudiosos destaca la figura de Miguel Casiri, y otro importante arabista que
descubrió la escritura aljamiada y publicó diversas obras sobre numismática
árabe fue José Antonio Conde.
Desde finales del siglo XVI la
numismática fue la única rama del conocimiento histórico que ofrecía alguna
posibilidad de estudio de la cultura púnica, si bien, como reconocía Antonio
Agustín, el desconocimiento de la lengua semita condicionaba estas
posibilidades. Las obras del Padre Flórez y de Gusseme no se ocuparon de las
emisiones púnicas, pero si lo hicieron Velázquez y Pérez Bayer. En opinión de
Ferrer, sus estudios abundaron en erudición y buenas intenciones, siendo su
mayor logro la asimilación de estas amonedaciones al ámbito fenicio-púnico.
En el fondo de estos trabajos se
encontraba la teoría de que la lengua fenicia era una de las lenguas madre, al
identificarse con el hebreo, reivindicando con ello que si los primitivos
pobladores de España descendían directamente de los pueblos bíblicos, se
convertiría en la primera entre las naciones europeas, lo que conferiría a sus
monarcas privilegios económicos e institucionales incluso ante la Santa Sede.
Esta idea, según García-Bellido, impregnó las principales obras dedicadas a las
antigüedades.
El estudio de las emisiones visigodas
fue tratado por Velázquez de Velasco en su obra Congeturas sobre las medallas de los reyes godos y suevos de España,
de 1759, y el Padre Flórez hizo referencia en varias de sus cartas al erudito
sevillano Patricio Gutiérrez Bravo de su interés por las monedas gothicas y su proyecto de publicar su
propia colección, citando asimismo a destacados coleccionistas como Francisco
de Bruna y Leirens.
En cuanto al estudio de la
moneda en los reinos de la Corona de Aragón, destaca especialmente la obra
publicada en 1818 en Barcelona por el doctor Josef Salat, un estudio
sistemático y con transcripciones de sus documentos justificativos de las
emisiones realizadas en el Principado en que también se recogían estudios
sobre las minas, las cecas emisoras, las
ligas de las monedas, las equivalencias de su numerario propio con el de los
reinos de Castilla, e incluso una relación de los gabinetes numismáticos
existentes en Cataluña. Dedicó a los gabinetes numismáticos existentes en
Cataluña las pp. XI y ss. de la obra, destacando que muchas de las personas
referenciadas pertenecían, como antes apuntábamos, al clero, al ejército y a la
administración. Afirmaba igualmente en la p. XVI que “…Todos estos monetarios existían cuando se formó la presente colección,
algunos en el día han desaparecido por causa de esta última guerra”.
El arcediano de Valencia
don Francisco Pérez Bayer fue un erudito que mantuvo correspondencia con los
más célebres numismáticos de su tiempo, tanto españoles como portugueses,
franceses e italianos. Fue autor de varios opúsculos sobre medallas
desconocidas, y González de Posada afirmaba que hizo en 1759 a Carlos III un
presente de medallas “…digno del
descubridor de Herculano”. Se puede citar asimismo al también valenciano
José March y a Fray Juan Izquierdo, que formó el mayor monetario que había en
Cataluña.
No faltaron tampoco las
falsificaciones. La gran demanda de monedas singulares fue en toda Europa en
parte satisfecha por falsarios, alcanzando grandes proporciones en los
monetarios privados y públicos. Como ponían de manifiesto Vives y Escudero, en
ocasiones la frontera entre la moneda genuina y la falsa es muy estrecha, al
ser común retocar las monedas con epígrafes ilegibles o borrosos. Como afirma
Bartolomé Mora, si bien el ánimo de lucro puede explicar el fenómeno de la
falsificación de la moneda hispana en el mercado anticuario de esta centuria,
hubo otros intereses en juego, como proporcionar argumentaciones sólidas a
problemas histórico-arqueológicos.
Guinea recoge que existía
un importante mercado de coleccionistas especialmente interesados en la moneda
que ser utilizadas para la identificación de nuevas ciudades romanas, y se
consideraba la emisión de moneda como testimonio de la honorabilidad de una
ciudad en el pasado. Los procedimientos para realizar estas piezas espurias por
los plateros fueron de lo más variado, desde la simple invención a la copia en
anverso y reverso de matrices de monedas diferentes.
Para saber más:
ADDISON, Joseph. Diálogos sobre la utilidad de las medallas antiguas, Principalmente por
la conexión que tienen con los Poetas Griegos y Latinos. Traducción de
O’CROULEY, Pedro Alonso, Madrid: 1795.
ALMAGRO GORBEA, Martín. Epigrafía prerromana. Real Academia de
la Historia, Madrid: 2003.
BORDAZAR DE ARTAZU, Antonio. Proporcion de
monedas, pesos i medidas, con principios practicos de Artihmetica, i Geometria
para su uso. Valencia: 1736.
BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio. La Moneda. Una introducción al
estudio de la numismática. Madrid: 1983.
CANTOS BENÍTEZ, Pedro de. Escrutinio de maravedises y monedas de oro antiguas, su
valor, reducción y cambio a las monedas corrientes deducido de escrituras,
leyes y pragmáticas antiguas y modernas de España. Madrid: 1763.
FERRER ALBELDA, Eduardo. La España cartaginesa: claves
historiográficas para La historia de España. Universidad de Sevilla: 1996.
GARCÍA-BELLIDO, Mª Paz y CALLEGARIN, Laurent. Los cartagineses y la monetización
del Mediterráneo occidental. CSIC: 2000.
GARCIA CAVALLERO, Joseph. Breve cotejo, y valance de las pesas
y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, comparadas y reducidas à
las que corren en estos Reynos de Castilla: Declarase tambien la ley, peso, y
valor de algunas monedas Hebreas, Griegas, Romanas y castellanas, y de otros
Reynos, y Señorios, recopilado, y sacado con todo cuidado, y diligencia de los
Autores de mayor erudicion, que han escrito sobre esta materia, citando sus
Autoridades y corrigiendo sus equivocaciones: Añadense otras noticias, y nuevas
curiosidades, propias del Autor, para mayor inteligencia, y claridad de esta
Obra. Madrid: 1731.
GONZÁLEZ DE POSADA, Carlos. “Noticia de españoles aficionados
a monedas antiguas”. En Boletín de
la Real Academia de la Historia, nº 51. 1907, pp. 452-484.
GUINEA DIAZ, Patricio, “Tergiversaciones en la historiografía local
andaluza del siglo XVIII sobre la Antigüedad y la Arqueología”. En GASCÓ,
Fernando y BELTRÁN, José (eds.). La
Antigüedad como argumento II. Historiografía de arqueología e historia antigua
en Andalucía. Sevilla, 1995, pp. 121-133.
MARTÍN ESCUDERO, Fátima. Las monedas de Al-Andalus: de
actividad ilustrada a disciplina científica. Real Academia de la Historia.
Madrid: 2011.
MAYER, Marcos. "Manuscritos de
tema numismático de la Biblioteca Universitaria de Barcelona". En NVMISMA, nº 138-143. Enero-diciembre
1976, pp. 325-335.
MORA, Gloria. Historias de mármol: La arqueología clásica española en el siglo XVIII.
CSIC: 1998.
MORA SERRANO, Bartolomé. “Entre El negocio y la erudición: La falsificación de moneda hispana
antigua en la historiografía numismática española”. En CAMPO, Marta (Coord.), XIV Curs d’història monetària d’Hispània,
MNAC, 25 y 26 de noviembre de 2010, pp. 103-122.
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Bascongada de los Amigos del País y Diego Lorenzo de Prestamero”. En Cuadernos Dieciochistas, 5. 2004, pp.
203-250.
RODRÍGUEZ CASANOVA, Isabel. “La numismática en la España de la Ilustración”. En ALMAGRO GORBEA, Martín
y MAIER ALLENDE, Jorge. De Pompeya al
Nuevo Mundo: la Corona española y la Arqueología en el siglo XVIII. Real
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SALAT, Josef. Tratado de las monedas labradas en el Principado de Cataluña con
instrumentos justificativos. Tomos I y II. Barcelona: 1818.
SÁNCHEZ-CANTÓN, Francisco Javier. “La primera colección española de cuadros y
estatuas que tuvo catálogo impreso”. En Boletín de la Real Academia
de la Historia. Tomo 111. 1942, pp. 217-227.
VIVANCOS GÓMEZ, Miguel Carlos. "El Padre Liciano Sáez: documentos sobre un numismático del siglo
XVIII". En
NVMISMA, nº 249. Enero-diciembre
2005, pp. 215-238.