jueves, 13 de octubre de 2016

La Guerra de Sucesión Española (III): la victoria de Felipe V.

Publicado en Panorama Numismático, 13 de octubre de 2016
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A partir de 1706, las tropas borbónicas tomaron la iniciativa, tomando los distintos territorios de la Corona de Aragón. Entre las medidas uniformadoras tomadas, una de las más importantes y la más destacada en nuestro estudio fue la pérdida de su capacidad emisora y la extensión de la moneda de cuño castellano en todos los territorios de la Corona.

Durante el conflicto bélico el volumen de numerario argénteo franco que entró en la circulación monetaria fue muy importante. La entrada de moneda francesa hizo que el 5 de julio de 1706, estando la capital tomada por las tropas austracistas, se estableciera que el luís de oro, utilizado para el pago de las soldadas de las tropas francesas que luchaban en territorio hispánico a favor de Felipe, se asimilara al doblón de oro, y la corona francesa al real de a ocho, por ser casi iguales en peso y ley. La idea de esta medida era controlar los cambios y evitar los fraudes y falsificaciones por la entrada de estas especies monetarias foráneas.

Esta medida favoreció la entrada de reales cortos en plata, con ley de 11 dineros y talla de 76 piezas el marco, que se valoraban en 32 cuartos, por lo que se les denominó pesetas, fabricados fraudulentamente en Bayona. Esta práctica se intentó evitar por el Consejo de Castilla en mayo de 1709, dado que tenían una ley de 83,33%, mientras que la moneda española tenía un 93,60%. Los abusos y la saca de numerario castellano de calidad hicieron que por la Real Provisión de 10 de mayo de 1709 se prohibiese la entrada de esas pesetas y de cualquier otra moneda, excluyendo los luises de oro y los pesos y medios pesos llamados en Francia libras blancas, reduciendo asimismo a su valor intrínseco el numerario ya circulante, y prohibiendo la exportación de oro y plata en moneda, barras o vajilla. El 16 del mismo mes se ordenó la reducción de la moneda de Francia de a dos reales a 25 cuartos, y los reales sencillos a 12 ½ cuartos de vellón, recibiéndose en pago de lo debido a la Real Hacienda hasta el fin del mes de abril por el valor que había tenido y despachándose copia con todo secreto a las Justicias para la ejecución de esta Provisión y la anterior.

Retomando las vicisitudes bélicas, el ejército aliado se retiró, permitiendo que el 4 de octubre Felipe V volviese a entrar nuevamente en Madrid. Ese mismo mes sus tropas entraron en el Reino de Valencia y tomaron Elche y Elda, con lo que ese invierno Felipe V dominó nuevamente Murcia y el sur valenciano. Los aliados adoptaron una actitud defensiva y se concentraron en defender el área que controlaban. Un año después, el ejército aliado volvió a tomar la iniciativa e intentó romper el bloqueo en un ataque hacia Villena que llevó a la decisiva batalla de Almansa el 25 de abril de 1707, que dejó la mayor parte del reino valenciano a merced de las tropas borbónicas. Su ejército se dividió en dos cuerpos, uno para ocupar el sur del Reino de Valencia y otro para hostigar las posiciones austracistas en Aragón y Cataluña.

Aragón fue fácilmente dominado, por la falta de un ejército que lo defendiese, rindiéndose Zaragoza el día 24 de mayo. Los contingentes militares aliados se concentraron en Cataluña, donde hicieron frente a las tres columnas que desde Aragón, Levante y Francia se dirigieron a la conquista del Principado y del norte del Reino de Valencia, y que tomaron Lérida el 10 de noviembre y Tortosa el 15 de julio del año siguiente. Con el fin de retomar la iniciativa, las tropas aliadas lanzaron un ataque desde Portugal y desplegaron nuevos efectivos en Cataluña en 1709.  En el occidente peninsular el ejército aliado fue derrotado el 7 de marzo en la batalla de Gudiña. A finales de este año, y debido a los reveses en otros frentes de batalla, Luis XIV ordenó el repliegue de los regimientos franceses que operaban en la península, por lo que Felipe V tuvo que continuar la guerra en solitario.

En fecha 15 de julio de 1709 se ordenó emitir reales con los tipos clásicos, ley de 11 dineros, 916,6 milésimas, y talla de 68 piezas el marco, 3,38 gramos el real, y feble de 2 granos. Esta medida vino debida a la necesaria adecuación de la moneda de plata castellana con la francesa, dado que durante los primeros años del reinado la moneda franca, los luises de  plata o escudos blancos habían circulado libremente, y dicha moneda había sufrido una reducción en su talla y ley, con la consiguiente salida de numerario castellano al país ultrapirenaico.  Esta moneda francesa había sido batida en grandes cantidades en la ceca de Bayona y había entrado en España, lo que había supuesto un perjuicio para el comercio de un 20%. Posteriormente se dictaron disposiciones prohibiendo su aceptación, dejando en la circulación únicamente los escudos blancos y medios escudos de ley igual a la española, y los luises de oro.

En Madrid se acuñaron reales de a ocho, de a cuatro y de a dos, con busto del monarca en anverso con una gran peluca, a la francesa, y corona de laurel, conocidos como duros de cabeza. Estos portaban la leyenda PHILIP y D G HISP ET IND REX y la fecha, y en el reverso escudo cuartelado de castillos y leones coronado con lises en el centro y la misma leyenda que las emisiones de 1707 e incluyéndose en el canto la leyenda AUXILIVM MEUM A DOMINO, novedad en la moneda española permitida por el uso de la máquina de Castaing o cerrilla. De este tipo existe una variante en las emisiones de cuatro reales, en cuyo verso, a los lados del escudo, aparecen a la izquierda la letra R de Real, M de la ceca madrileña y J como inicial de ensayador, y a la derecha el numeral IIII indicando su valor.  Esta nueva moneda se ensayó en un taller habilitado en una antigua casa del Almirante de Castilla, en la plazuela de las Descalzas, intentándose aplicar la técnica de acuñación con los volantes fabricados por Antoine y Pierre Loudert. Esta escasísima emisión solamente se llevó a cabo en unos cuantos días del mes de agosto de ese mismo año. Como bien afirma Javier de Santiago, será la primera vez que el monarca acuñe moneda directamente, y con oficiales que cobraban un sueldo fijo, lo que llevará en un futuro cercano a la centralización de la producción monetaria.

El 27 de julio de 1710 se produjo la derrota de Almenara, que se completó con la de Zaragoza, el 20 de agosto siguiente, lo cual deshizo el ejército borbónico, dado que cayeron prisioneros la mayor parte de los miembros de su Estado Mayor. El día 9 de septiembre de 1710, ante la cercanía a la capital de las tropas austracistas la Corte tuvo que abandonar Madrid y refugiarse en Valladolid, haciendo el Archiduque Carlos su entrada en la Villa en fecha 28 de septiembre. El día 22 de septiembre de este año el corregidor de Madrid, Antonio Sanguineto y Zayas, atendiendo a una orden del teniente general Diego Stanhope, mandó pregonar un bando autorizando la circulación de la moneda de los reinos de la Corona de Aragón y fijando los cambios con respecto a la moneda portuguesa. Según el mismo, cada cruzado de oro equivalía a 96 reales de vellón, el cruzado de plata a 81 cuartos y medio, el medio cruzado de plata a 40 cuartos y medio, el cuartillo del cruzado a veinte cuartos, el real de plata a diez cuartos, el tostón a dos reales de vellón y el medio tostón a un real.   

Ante la desafección que le mostraron los madrileños, Carlos persiguió a los partidarios de su rival. El día 9 de noviembre abandonó la Corte y Felipe V volvió ya definitivamente, el día 3 de diciembre. Ante esta situación, el monarca galo envió refuerzos a su nieto. Un ejército francés atacó en el norte de Cataluña, mientras que otro aisló la raya extremeña de Portugal. Los ejércitos aliados, ante el peligro de quedar copados, salieron de Madrid y se replegaron hacia el este. Una columna británica fue derrotada en Brihuega el 8 de diciembre, y dos días después el ejército del general Starhemberg fue igualmente derrotado en la batalla de Villaviciosa. Mientras tanto, el ejército borbónico procedente de Francia tomó Gerona el 26 de enero de 1711. El 9 de  enero de 1711 se ordenó que se llevase a la Casa de Moneda de Madrid las monedas portuguesas de oro y plata y las de plata de Aragón y Cataluña, para allí ser cambiadas por su valor intrínseco al no ser aceptadas desde esta fecha bajo pena de su prendimiento y otras que el Consejo dictaminase.

        El 14 de abril de ese año murió el Delfín de Francia, y tres días después el Emperador José I de Austria, lo que hizo que los contendientes se convirtieran en unos de los más importantes aspirantes a ambos tronos. El temor a la reconstrucción del Imperio de Carlos V hizo que Inglaterra se plantease reconocer a Felipe como Rey de España. Mientras tanto siguieron las operaciones militares, y ese verano las tropas borbónicas se acercaron a Barcelona. El 27 de septiembre el Archiduque Carlos partió a Génova para recibir la corona imperial, dejando a su mujer como Gobernadora Militar de Cataluña.

        En enero de 1712 comenzaron las conversaciones de paz en Utrecht, sin participación de representantes españoles. Con la muerte del Duque de Borgoña en febrero, Luis XIV deseaba nombrar sucesor de su corona a Felipe, pero Inglaterra presionó para dar una solución negociada al conflicto con el fin de que las coronas de España y Francia quedaran separadas. Así pues, el 9 de noviembre Felipe V, en un discurso ante las Cortes, renunció al trono de Francia.

        Finalmente, el 11 de abril de 1713, se firmó el Tratado de Utrecht, por el que Carlos VI de Alemania recibía los Países Bajos españoles y las posesiones itálicas, salvo Sicilia, que era entregada al Duque de Saboya, e Inglaterra conservaba Menorca y Gibraltar.  En marzo de ese año la emperatriz evacuó Barcelona, y unos meses después, el 22 de junio, el virrey Starhemberg embarcó secretamente con todas sus tropas, dejando solos a los catalanes en su enfrentamiento con Felipe V. El asedio de Barcelona comenzó el 25 de julio de ese año, y no concluyó hasta el 11 de septiembre del año siguiente. La última operación de la guerra fue la conquista de Mallorca, que se llevó a cabo en junio de 1715 sin mucha resistencia.


Para saber más:


BELTRÁN MARTÍNEZ: Introducción a la Numismática universal, Madrid, Istmo, 1987.
FRANCISCO OLMOS, J.M. de, "Comentarios a una moneda problemática: El escudo de oro de Felipe V (Madrid, 1706)", Gaceta Numismática 160, marzo 2006, pp. 37-46.
FRANCISCO OLMOS J.M. de, “Propaganda política en la moneda de los Borbones”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007
GARCIA CAVALLERO, J. Breve cotejo, y valance de las pesas y medidas de varias Naciones, Reynos, y Provincias, comparadas y reducidas à las que corren en estos Reynos de Castilla, Madrid, Viuda de Francisco del Hierro, 1731.
GARCÍA GUERRA, E. “Moneda en España en los siglos XVI-XVIII”, en Historia de España XIV, Historia Moderna, La economía en la España Moderna, Madrid, Istmo, 2006, pp. 201-240.
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MAGRO ZURITA, S. Indice de las proposiciones de las Leyes de la Recopilacion, con remission a los DD. que las tocan, Avtos Acordados, y Pragmaticas, hasta el Año de mil setecientos y veinte y quatro, Alcalá, Imprenta de Joseph Espartola, 1726.
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MORENO Y CASANOVA, J.J. "Un episodio en las relaciones entre las monedas francesa y española a comienzos del siglo XVIII" Gaceta Numismática 135, diciembre 1999, pp. 35-43.
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ROMERO MOLINA, R. "La Casa de Moneda de la plazuela de las Descalzas: Un proyecto frustrado de acuñación a volante en Madrid (1706-1710)", NVMISMA, nº 233, julio-diciembre 1993, pp. 179-246.
SANTIAGO FERNANDEZ, J. de, “El taller de acuñación de moneda de la plazuela de las Descalzas en Madrid”, Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, LV, 1994, pp. 89-114.
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SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “Legislación y reforma monetaria en la España Borbónica”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América  (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 403-436.
TABOADA Y ULLOA, J.A., Antorcha Luciente: que con su claridad alumbra, para registrar el mas breve modo de reducir à reales de vellon doblones, y pesos efectivos de à diez reales de plata provincial. Los quartos de las faltas que tengan dichas monedas. Pesos de à ocho reales de plata provincial. Explicacion de toda la de esta classe. Instruccion para cobrar Vales, y Letras de dentro, y fuera del Reyno. Reduccion de plata nueva, ò corriente. Lo que se ha de observar en la moneda de calderilla, y ochavos, si se han de recibir por peso con muchas cuentas breves, y provechosas, en seis tratados, Madrid, 1729.
VILAPLANA PERSIVA, M., Historia del Real de a Ocho, Universidad de Murcia, 1997.

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