Publicado en UNAN Numismática nº 38, septiembre-octubre 2020.
En la segunda mitad del siglo XVII graves
problemas monetarios aquejaron a la circulación monetaria en Brasil. Su gran
extensión y sus deficientes comunicaciones dificultaban enormemente los pagos.
Carecía igualmente de numerario propio, y la costumbre de resellar las monedas
en circulación procedentes de otros países, y muy especialmente las monedas de
plata de la América española, conllevaba un verdadero caos circulatorio. A ello
se unió la decisión de la Corona portuguesa de retirar de la circulación la
moneda de plata acuñada por Felipe II, III de España, en 1655.
Esta situación produjo que los Gobernadores
Generales de las diferentes Capitanías brasileñas, los representantes de las
Cámaras y de los Cabildos e incluso los miembros de la nobleza elevasen al
monarca innumerables y sucesivas representaciones relativas a la penuria
monetaria. Según los documentos obrantes en el Arquivo Histórico Ultramarino de la República Portuguesa, el 4 de
abril de 1690 el Consejo Ultramarino expidió su parecer sobre la falta de
moneda menuda en Brasil.
Otro documento conservado en el mismo
archivo, una Carta de fecha 19 de julio
de 1692, remitida por los Oficiales de Cámara de Bahía al rey Pedro II, dio
cuenta al monarca del miserable estado en el que se hallaba esta ciudad con la
bajada de la moneda, que se había ejecutado en todo Brasil menos en Sao Paulo,
con gran disgusto de sus moradores. El Gobernador de la ciudad, Antônio Luís
Gonçalves da Câmara Coutinho, emitió el 4 de julio del mismo año una Representación
en la que daba tres razones para la instalación de una Casa de Moneda: el
perjuicio al comercio, el consecuente descenso de la producción azucarera y la
necesidad de pagar los oficios, puestos y dignidades.
Pedro II de Portugal finalmente comprendió
que era necesario dotar a los territorios brasileños de un sistema monetario
propio y diferenciado, de una moneda provincial. Para su labra, a diferencia de
lo que sucedía en la Monarquía hispánica, se debían de utilizar cuños propios y
diferentes que los usados en Portugal, y se prohibía la exportación de este
nuevo numerario.
En estas circunstancias, se decidió la
creación de la primera Casa de Moneda en territorio brasileño, por Ley de 8 de
marzo de 1694. Se eligió como emplazamiento esta bella ciudad. Para su erección
se eligió el local en donde se encontraba la Alfândega o aduana, en la Plaza del Palacio, ubicada en la Ciudad Alta, en la actual esquina de la Rua da Misericórdia con la Ladeira da Praça. El edificio que
ocupaba fue demolido en el siglo XIX, construyéndose en su solar una biblioteca
pública.
En 1694 don Pedro ordenó que todas las
monedas en circulación en Brasil fuesen remitidas a la Casa de Moneda de Bahía
para ser reacuñadas y convertidas en moneda provincial. Se decidió que, en todo lo que fuese posible,
esta ceca se regiría por las ordenanzas de la ceca de Lisboa. Erigida con la
finalidad de batir moneda provincial para el territorio brasileño y unificar el
circulante, el monarca renunció al cobro del señoreaje que le fuese debido. Su
dirección le fue encomendada a un Provedor,
que ejercía también de juez del establecimiento, reemplazado en los
impedimentos por el Escrivão da Receita.
Otros oficiales fueron el ensayador, el fundidor, el afinador, el abridor de
cuños o el tesorero.
La marca de ceca elegida fue la B. Su
primer cunhador fue José Berlinque,
nombrado el día 6 de mayo del mismo año, y fue posteriormente sustituido por
Domingos Ferreira de Azambuja. Las primeras monedas fueron acuñadas el 5 de
enero de 1695, y siguió operativa en esta primera época hasta su traslado en
1698 a Río de Janeiro. Durante este espacio de tiempo se acuñó moneda de oro en
1000, 2000 y 4000 réis de facial, con
escudo de quinas coronado en anverso y la leyenda PETRVS II DG PORTVG REX y
valor de la moneda en numerales romanos a la izquierda del escudo y tres
florones a su derecha. En su reverso llevan una cruz rodeada con una orla
lobulada, y leyenda circular ANNO… ET BRASILIAE DOMINVS.
En plata se acuñaron, o más bien se
reacuñaron, dado que la mayor parte de las piezas eran antiguas monedas de
plata de las cecas indianas de la Monarquía española y en muchas ocasiones son
todavía visibles algunos de sus motivos, duas
patacas de 640 réis, uma pataca de 320 réis, meia pataca de 160 réis, 4 vinténs de 80 réis, 2 vinténs de 40 réis y vintém sencillos
de 20 réis. En su anverso lleva
igualmente el escudo de quinas y la leyenda PETRVS II DG PORT REX E BRA SD, el
valor facial a izquierda y dos florones a derecha, y la fecha partida a ambos
lados. En su reverso recoge la famosa esfera armilar, tan importante en la heráldica
portuguesa hasta hoy en día, y la leyenda STAB SVBQ SIGN NATA. Estos diseños
fueron conservados hasta bien entrado el siglo XIX.
Para saber más:
GONÇALVES,
Cleber Baptista. Casa da Moeda do Brasil. Rio de
Janeiro: Casa da Moeda, 1989.
EME, Margarida
Ortigão Ramos Paes. O Arquivo da Casa da Moeda de Lisboa: seu interesse para a
história do Brasil colonial, 1686-1822. Acervo: Revista do
Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, v. 10, n. 1, p. 1-10, jan./jun.
1997.
SALLES
OLIVEIRA, Alvaro de. Moedas do Brasil. Jaragua,
1944.
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