sábado, 10 de octubre de 2020

Los edificios de la Casa de la Moneda y la Planta del Apartado de México

Publicado en UNAN Numismática nº 38, septiembre-octubre 2020

 

https://www.academia.edu/44266648/Los_edificios_de_la_Casa_de_la_Moneda_y_la_Planta_del_Apartado_de_M%C3%A9xico_The_Mint_and_Planta_del_Apartado_buildings_in_Mexico_City

La primera instalación de la ceca mexicana fue la parte trasera de las casas viejas de Cortés, en el lugar donde actualmente se ubica el Nacional Monte de Piedad. En 1570, tras ser ordenado por el monarca en 1569, comenzaron las obras de edificación de la nueva Casa, situada en la actualidad dentro del perímetro del Palacio Nacional, bajo la dirección del maestro Miguel Martínez. Gamboa se refería a este edificio en 1761 como grande por su hermosa arquitectura y  por acuñar cada año entre trece y catorce millones de pesos en plata.

El edificio de la Casa de Moneda había devenido a principios del siglo XVIII en insuficiente por su tamaño para dar servicio a esta importantísima ceca. Una nueva edificación se comenzó a levantar en 1731 en el mismo emplazamiento, ampliando el espacio disponible con la demolición de parte de las caballerizas del palacio y  de varias casas de la misma manzana.

 Las obras comenzaron en abril de ese año, y año y medio más tarde se comenzaron las labores por haberse edificado las oficinas más importantes. A principios de 1732 el Marqués de Casafuerte inauguró la construcción del nuevo edificio de la Casa de Moneda, que no llegó a ver concluido, donde se inició la producción de los hermosísimos pesos de mundos y mares.

La obra se completó tres años después, con un coste aproximado de medio millón de pesos. En 1741 un terremoto dañó sus instalaciones. Con las adiciones y mejores que posteriormente se realizaron, el coste total de la nueva obra excedía en 1782 el millón de pesos.

La Casa de Moneda fue visitada por Francisco Saavedra de Sangronis, que afirmó que lo material del edificio no corresponde a la riqueza interior. Recogía que en la misma, desde la bajada del precio de los azogues, se acuñaban al año entre 20 y 23 millones de pesos al año, y que el aumento en el volumen de la acuñación había llevado a aumentar todas las oficinas y duplicar la obra anterior, si bien al estar pegada a la anterior, la que ocupaba la fachada principal, carecía de lucimiento y parecía en todo más bien la casa de un ricacho de mal gusto que el santuario de la riqueza del orbe.

Propugnaba ceder el edificio para cualquier otro objeto público y edificar otro edificio de nueva planta en paraje despejado, que diese idea a primera vista de la magnificencia de su dueño. También hacía referencia a Miguel Constansó, ingeniero militar que construyó los ensanches de la Casa de Moneda y levantó los planos de la Casa de Moneda de Zacatecas y del Palacio de Gobierno de San Luis Potosí.

Goodrich recogía que en 1823 trabajaban en la Casa de Moneda alrededor de 200 empleados, diez equipos de molinos de laminación movidos por sesenta mulas, cincuenta y dos máquinas de corte, nueve mesas de ajustar, veinte máquinas de acordonar y volantes y cinco ingenios para beneficiar tierras y escobillas. Cada volante podía acuñar más de 15.000 pesos en diez horas, por lo que eran capaces de batir diariamente entre 14 y 15.000 marcos de plata. También recoge el cálculo de Humboldt de que entre los años 1690 y 1803 la cantidad de moneda de oro y plata producida por la ceca había sido de 1.353.452.020 pesos.

 

La Planta del Apartado

 Los metales contenidos en la plata aurífera eran separados en la Planta del Apartado, en la ciudad de México. En la misma, de propiedad privada, había tres plantas industriales dedicadas a la separación del oro de la plata, a la fabricación de vidrio y a la preparación de ácido nítrico. La Casa del Apartado se incorporó a la Corona en 1778.

El origen de la misma se encontraba según Elhúyar en las operaciones realizadas en 1575 en San Luis Potosí, donde se establecieron varias oficinas, así como en México, por cuenta de particulares sin intervención del gobierno. Este sistema se mantuvo hasta que en 1655 el virrey duque de Alburquerque admitió la postura de José de Retes Largache hizo al cargo de apartador general, lo que fue confirmado por Real Cédula de 26 de mayo de 1660.

En 1718 Francisco Fagoaga solicitó la supresión de la oficina de San Luis Potosí, lo que fue admitido a cambio de la merma de medio real en el beneficio a obtener de cada marco de plata que se trajese a apartar a México, una gracia que se hizo extensiva en 1723 con la reducción de los derechos del oro y de la plata del quinto al diezmo.

Por Real Cédula de 1 de marzo de 1777 se redujeron los derechos de quintos del oro a un 3%, ordenándose que se siguiesen marcando por los ensayadores de las cajas desde los 30 granos, como hasta entonces. Se encargó asimismo que se hiciesen pruebas para comprobar si la plata sufría menoscabo en el apartado, dando mientras tanto libertad a sus propietarios de hacer por su cuenta la separación, y que en el caso de que se comprobase que dichas mermas no se producían, no se cobraría los 26 maravedíes que hasta la fecha se venían cobrando.

Se ordenó asimismo que se hiciesen pruebas a pastas con leyes inferiores a 30 granos, beneficiándose por cuenta real las de 29 a 16 granos, con la intención de introducir en el comercio y en el circulante el oro que se obtuviese. En virtud de ellas, se comenzó a apartar la plata hasta de 20 granos de oro por marco, hasta que en 1784 la operación se extendió hasta la de 16 granos.

El 22 de agosto de 1777 se ordenó que, cuando quedase vacante la superintendencia del ramo de azogues, el mismo se uniese a la Casa de la Moneda. No obstante, unos años después, y por Decreto de 14 de diciembre de 1782, la administración de los azogues se colocó bajo la autoridad virreinal. Si se planeó ya desde 1771 la incorporación de ciertos oficios, como el de apartador de oro y plata, lo que llevó a su posterior incorporación definitiva.

El cargo de apartador general de oro y plata se había creado en 1675, como oficio vendible y renunciable. La incorporación se ordenó por Real Cédula de 21 de julio de 1778, y todos sus empleados quedaron bajo la jurisdicción del superintendente de la Casa de Moneda. La publicación de la incorporación del oficio de apartador se realizó por Bando del virrey Bucareli de 29 de octubre de ese mismo año.

El 24 de febrero de 1779, Bucareli comunicó al Gálvez que se había verificado la entrega de las oficinas, pero que todavía no se habían realizado los cálculos para la liquidación de los importes debidos. Las nuevas ordenanzas para este ramo fueron remitidas por el superintendente Fernando José Mangino a la Península el 25 de febrero de 1780, y fueron de interino cumplimiento hasta su aprobación real el 11 de octubre de 1783.

Las oficinas del apartado siguieron ubicadas en donde se encontraban, y para la tesorería y la contabilidad del ramo se crearon nuevos empleos de ayudantes. Siguió vigente el coste de 5 ½ reales por marco de pasta, y el descuento de los 26 maravedíes en cada marco de plata reducido a la ley de 12 dineros justos.

Para afinar ambos metales preciosos, se mezclaban con la suficiente cantidad de plomo y se fundían en una copela para eliminar las impurezas, para posteriormente convertir la muestra en una lámina que se enrollaba y se hervía mezclado con aguafuerte a fuego lento. Mientras que la plata quedaba mezclada con el aguafuerte, el oro se depositaba en el fondo de la vasija.

Dado que quedaba ennegrecido, se le sometía a varios lavados y recocidos para purificarlo. Con ello se conseguía averiguar el porcentaje de cada uno de ambos metales en la aleación. Dado que el aguafuerte era un producto caro, se fabricaba normalmente por los propios apartadores, con una mezcla de ácidos nítrico y sulfúrico, obtenidos a partir de alumbre, salitre, caparrosa y sales amónicas.

Para destilar estos compuestos se introducían en orinales, botellas panzudas de vidrio recubiertas de barro, y se introducía en hornos de adobe tapado con un capelo de alambique, dotado con un tubo lateral o pico que goteaba en el recipiente o redoma donde se recogía el producto destilado. El metal a apartar se fundía en un crisol, y se preparaba en grallana o en láminas finas posteriormente troceadas, dependiendo del apartador, para introducirse en recipientes de vidrio con aguafuerte en cantidades que no debían exceder de dos marcos.

La mezcla se hervía a fuego moderado durante casi un cuarto de hora, tiempo en el que normalmente la plata había quedado disuelta en el aguafuerte, y el oro quedaba depositado en polvo en su base. Este polvo se volvía a hervir en aguafuerte para disolver los últimos restos de plata, y posteriormente se lavaba con agua dulce caliente y se recocía en un crisol con brasas de carbón. El oro obtenido se fundía posteriormente añadiéndole atincar y solimán para adulzar el oro y hacerlo más maleable.

En cuanto al aguafuerte y el agua utilizados, se introducía en alambiques, con lo que se recuperaba por destilación la mayor parte y quedaba depositada la plata en su fondo. También se solía recuperar la plata vertiendo los líquidos en un caldero de cobre, con lo que los sedimentos quedaban pegados a su fondo, o introduciendo varillas de este metal, obteniendo el mismo resultado. También se conseguía filtrando los fluidos con papel de estraza o con un filtro de estopa.

 Bibliografía:

 CESPEDES DEL CASTILLO, G., “Economía y moneda en los Reinos de Indias bajo Carlos III”, en Carlos III y la Casa de la Moneda, Catálogo de la exposición celebrada en el Museo Casa de la Moneda, Madrid, diciembre 1988-febrero 1989.

CESPEDES DEL CASTILLO, G., "Las cecas indianas en 1536-1825" en ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, G., Y CÉSPEDES DEL CASTILLO, G., Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias, Vol. I., Madrid, 1996.

CRAIG, A.K., Spanish colonial silver coins in the Florida Collection, Gainesville, Florida, 2000.

ELHÚYAR, F. de, Indagaciones sobre la amonedación en Nueva España, sistema observado desde su establecimiento, su actual estado y productos, y auxilios que por este ramo puede prometerse la minería para su restauración, presentadas el 10 de agosto de 1814, Madrid, 1818.

ESPINOSA PITMAN, A., José Antonio Villaseñor y Sánchez, 1703-1759, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México, 2003.

GAMBOA, F.X. de, Comentarios a las Ordenanzas de Minas, Madrid, 1761.

GONZÁLEZ GUTIÉRREZ, P., “Creación de la primera Casa de Moneda en Nueva España”, Estudios de Historia social y económica de América, Núm. 12 (1995), pp. 55-72.

GOODRICH, C.A., The Family Tourist, A visit to the principal cities of the western continent …, Hartford, 1848.

MORALES PADRÓN, F., Diario de Don Francisco de Saavedra, Historia y Geografía nº 87, Universidad de Sevilla, CSIC, 2004.

PINEDA AGUILAR, A., “La Casa de Moneda de México. La época de Gestión delegada”, en ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, G. y CÉSPEDES DEL CASTILLO, G., Las Casas de Moneda en los Reinos de las Indias, Vol. II, Cecas de fundación temprana, Madrid, 1997.

VÁZQUEZ PANDO, F. A., La formación histórica del sistema monetario mexicano y su Derecho, México, 1998.

No hay comentarios:

Publicar un comentario