Publicado en Oroinformación, 15 de abril de 2021
Tras
la invasión de los territorios peninsulares de la Monarquía española por
Napoleón en 1808 y la rápida ocupación de prácticamente todo su territorio por
la Grande Armée, un ejército de
250.000 hombres al mando del propio emperador, las enormes transferencias
fiscales, recibidas principalmente desde el Virreinato de Nueva España, fueron
esenciales para el sostenimiento financiero del gobierno español y para la
financiación de los ejércitos que luchaban contra dicha invasión. Aunque los
ejércitos de algunas áreas como Galicia, Valencia o Cataluña fueron abastecidos
con financiación obtenida de la propia población local, como afirma Carlos Marichal
sin este enorme esfuerzo de los Reinos de las Indias es harto improbable que ni
la Regencia ni posteriormente las Cortes de Cádiz hubieran podido sobrevivir a
la ofensiva de las tropas napoleónicas en los terribles años de 1809 a 1811.
A este formidable esfuerzo hay igualmente que sumar los enormes gastos derivados de la financiación de los conflictos y revoluciones que sacudieron al mundo atlántico en el convulso final del siglo XVIII. Antes de 1790, la Monarquía no había sufrido, como sucedió en Francia y en Gran Bretaña, fuertes déficits ni acumulación de deuda. A partir de 1793, sin embargo, los crecientes gastos derivados de las guerras contra la Francia revolucionaria, contra Gran Bretaña y la Guerra de las Naranjas contra Portugal llevaron a una mayor transferencia de moneda acuñada desde Ultramar, que sirvió para evitar la bancarrota de la Monarquía.
Todo el sistema entró en crisis en el año 1792. El continuo estado de guerra llevó a la Corona a solicitar empréstitos y a emitir Vales Reales en cantidades crecientes, llevando al recientemente creado Banco Nacional de San Carlos al borde de la bancarrota. El desastre de Trafalgar y la pérdida de la flota obligaron a la Corona a firmar contratos con consorcios mercantiles extranjeros para hacer frente a sus compromisos en diferentes puntos de Europa.
En los Reinos de las Indias se produjo asimismo una enorme descapitalización, provocada por la expropiación de las rentas llevada a cabo por la Corona, al no poder amortizar la gran cantidad de préstamos, donativos y Vales Reales emitidos, en un importe estimado solamente para Nueva España en 24 millones de pesos, como veremos una cantidad similar a la que fue remitida a Cádiz para financiar la guerra. En este virreinato, esta situación propició las primeras movilizaciones, manifestaciones de rechazo y la búsqueda de nuevas alternativas políticas.
Desde verano de 1808 se abandonó la política de comercio neutral, para facilitar la llegada de transferencias de la Real Hacienda con destino a la península, en barcos de guerra acompañados por fragatas británicas. Estas transferencias, destinadas a la financiación del conflicto en un territorio controlado por la Junta Central cada vez más reducido, llegaron a Cádiz entre los años 1808 y 1811, los más duros de la guerra, cuando parecía que finalmente los ejércitos napoleónicos iban a salir triunfantes del enfrentamiento.
Estas remesas fueron enviadas principalmente desde los puertos de Veracruz, Cartagena de Indias, Lima y Montevideo. José Canga Argüelles, que fuera ministro de Hacienda durante la Regencia, recogió en su obra Diccionario de Hacienda el monto global de estas copiosísimas remisiones, que ascendieron a la astronómica cifra de 29.378.027 pesos fuertes, y el puerto de origen de cada uno de los barcos. Las mismas fueron recibidas en Cádiz durante un duro y prolongado asedio de más de dos años y medio. De este montante, la principal contribución con mucha diferencia fue la realizada por las Reales Cajas de la Nueva España, en un importe de casi 25 millones de pesos. Esta cantidad es superior a la amonedada en todos los metales en un año entero en la Casa de Moneda de México que, según los datos aportados por Céspedes, fueron las siguientes durante este periodo:
Valores en pesos |
|||
Año |
Oro |
Plata |
Total |
1800 |
17.898.510 |
787.168 |
18.685.678 |
1801 |
15.958.044 |
610.368 |
16.568.412 |
1802 |
17.959.478 |
839.122 |
18.798.600 |
1803 |
22.520.856 |
646.000 |
23.166.856 |
1804 |
26.130.971 |
959.030 |
27.090.001 |
1805 |
25.806.074 |
1.359.728 |
27.165.802 |
1806 |
23.383.672 |
1.352.348 |
24.736.020 |
1807 |
20.502.433 |
1.512.266 |
22.014.699 |
1808 |
20.703.984 |
1.182.516 |
21.886.500 |
1809 |
24.708.164 |
1.464.818 |
26.172.982 |
1810 |
17.950.684 |
1.095.504 |
19.046.188 |
1811 |
8.956.432 |
1.085.364 |
10.041.796 |
Total |
255.373.534 |
La quiebra producida por la invasión francesa tuvo importantes repercusiones a lo largo y ancho del continente americano. Como en la península, fueron los Cabildos o Ayuntamientos los protagonistas de una serie de frenéticos y confusos cambios, que desembocaron en situaciones diametralmente opuestas. En una situación en la que no solo la práctica totalidad de la España peninsular sino prácticamente toda Europa Occidental estaba dominada por Napoleón, y ante el miedo a ser subyugados por una potencia extranjera, en algunos territorios derivó en Juntas revolucionarias, como en Quito, Caracas, Santiago de Chile o Buenos Aires, que en un primer momento no prosperaron, salvo en esta última capital virreinal. En otras áreas, como los virreinatos de Nueva España y Perú, sus administraciones se impusieron e impidieron el triunfo independentista durante muchos años
Aun así, el saqueo realizado en Potosí por el Ejercito del Norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, comandado por Manuel Belgrano, y los desmanes concentrados en las áreas productoras de plata de los Reales de Minas novohispanos relatados por Elhuyar, trastocaron el flujo del metal argénteo, no solo a nivel local, sino planetario. Asimismo, a partir de estos hechos, las autoridades virreinales de Nueva España y Perú debieron, en el primer caso, controlar los focos insurgentes y, en el segundo, financiar las campañas de recuperación de los territorios ganados por la insurgencia, en una serie de fratricidas guerras civiles que finalmente desembocaron en la independencia de las repúblicas hispanoamericanas.
Si bien, como afirmaba Napoleón en su destierro:
Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de
todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se
relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó
mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita
guerra me ha perdido.
también supuso la implosión de la Monarquía española, un área que tricentenariamente había sido, en palabras de Irigoin, la unión monetaria y fiscal más grande jamás conocida, que derivó, tanto en España como en los nuevos entes políticos, en una larga época de continua inestabilidad social, política y económica, con frecuentes guerras civiles.
Para saber más
CANGA ARGÜELLES, j., Diccionario de Hacienda, T.I., Madrid, 1833.
CÉSPEDES
DEL CASTILLO, G., Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias. Vol.
II. Cecas de fundación temprana, Madrid, 1997.
ELHUYAR F. de, “Memoria sobre
el Influjo de la Minería en la agricultura, industria, población y civilización
de la Nueva España en sus diferentes épocas”, Madrid, 1825.
FRASER, R., La maldita Guerra de España. Historia social de la guerra de la
Independencia 1808-1814, Barcelona, 2006.
GARCÍA GUERRA, E., “Moneda en España en los
siglos XVI-XVIII”, en Historia de España
XIV, Historia Moderna, La economía en la España Moderna, Madrid, 2006, pp.
201-240.
IRIGOIN,
A., “Las raíces monetarias de la fragmentación política de la América española
en el siglo XIX”, Historia Mexicana,
vol. LIX, nº3, enero-marzo, 210, pp. 919-979.
MARICHAL SALINAS, C., “Beneficios y costes
fiscales del colonialismo: Las remesas americanas a España, 1760-1814”, Revista de Historia Económica, Año XV,
otoño-invierno 1997, nº 1, pp. 475-505.
MARICHAL SALINAS, C., La bancarrota del Virreinato de Nueva España y las finanzas del Imperio
Español, México, 1999.
MARICHAL SALINAS, C., “Mexican Silver for the Cortes of Cadiz during the War
against Napoleon, 1808-1811”, IES,
2008.
MIÑO
GRIJALVA, M., “La Ciudad de México: de la articulación colonial a la unidad
política nacional, o los orígenes económicos de la centralización federalista”,
en RODRÍGUEZ O, J.E., Revolución,
independencia y las nuevas naciones de América, Fundación MAPFRE Tavera,
Madrid, 2005, pp. 161-192.
PAZ,
J.M, Memorias póstumas del Brigadier General D. José M. Paz,
Buenos Aires, 1855.
VON WOBESER, G., “La Consolidación de Vales Reales como factor determinante de la lucha de independencia en México, 1804-1808”, Historia Mexicana, Vol. 56, nº 2, 2006, pp. 373-425.
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