lunes, 26 de junio de 2023

Un expediente de Indulto por falsificación de moneda en Puerto Rico a finales del siglo XIX

 Publicado en  Puerto Rico Numismático, Volumen XLVIII, Julio, 2023 

https://www.academia.edu/103912388/Un_expediente_para_un_Indulto_por_falsificacion_de_moneda_en_Puerto_Rico

En el Archivo Histórico Nacional de Madrid se encuentra un expediente, compuesto por varios documentos,  que recoge los autos de la petición de Bernardo García Ginesta de revisión de su pena por falsificar moneda, fechado entre 1894 y 1897. El expediente lleva el membrete del Ministerio de Ultramar, Sección de Gracia y Justicia, Negociado nº 3, y la  petición que fue finalmente denegada en fecha 27 de septiembre de este último año. 

El primero de los documentos, fechado en San Juan de Puerto Rico el 14 de octubre de 1894, recoge la solicitud de indulto de Bernardo García de la pena de ocho años y un día de presidio mayor que le había sido impuesta por la Audiencia de Mayagüez en la causa seguida por el delito de fabricación de moneda falsa, en base a la Ley de Indultos de 18 de Junio de 1870. El segundo de ellos es la remisión el 13 de noviembre del mismo año a informe de esa Audiencia de dicha instancia, que aparece extractada. La causa se formó en el Juzgado de Instrucción de la villa de Arecibo, por el delito de fabricación falsa de moneda de vellón. 

En el Archivo Histórico Nacional de Madrid se encuentra un expediente, compuesto por varios documentos,  que recoge los autos de la petición de Bernardo García Ginesta de revisión de su pena por falsificar moneda, fechado entre 1894 y 1897. El expediente lleva el membrete del Ministerio de Ultramar, Sección de Gracia y Justicia, Negociado nº 3, y la  petición que fue finalmente denegada en fecha 27 de septiembre de este último año. 

El primero de los documentos, fechado en San Juan de Puerto Rico el 14 de octubre de 1894, recoge la solicitud de indulto de Bernardo García de la pena de ocho años y un día de presidio mayor que le había sido impuesta por la Audiencia de Mayagüez en la causa seguida por el delito de fabricación de moneda falsa, en base a la Ley de Indultos de 18 de Junio de 1870. El segundo de ellos es la remisión el 13 de noviembre del mismo año a informe de esa Audiencia de dicha instancia, que aparece extractada. La causa se formó en el Juzgado de Instrucción de la villa de Arecibo, por el delito de fabricación falsa de moneda de vellón. 

En el tercero de los documentos anexos, fechado el 11 de febrero de 1895 en Mayagüez, el Presidente de la Audiencia devolvía la instancia elevada por el reo, acompañándola de un informe de la Sala  y de la sentencia dictada, por la que se condenaba a Bernardo García Ginesta a la pena antes citada y a una multa de 650 pesetas. En la copia de la sentencia consta que dicho delito fue cometido por varios falsarios, y que la causa, con número 230, fue vista en juicio oral por el Juzgado de Arecibo, y con número 804 por la Audiencia. 

Los reos juzgados y condenados por este delito son enumerados en la misma. Primero se cita a Antonia González Cruz, de entre 25 y 30 años, de raza negra y sin instrucción. El segundo es Joaquín Quiñones, de raza blanca, de 27 años, sin instrucción y jornalero. El último de los encausados era Bernardo García Ginesta, natural de Valencia, de raza blanca, de 32 años, soltero, platero y con instrucción. Todos ellos carecían de antecedentes penales. 

 

Bernardo García habría fabricado moneda falsa de vellón de plata de cinco y diez centavos, imitando a las que circulaban en la isla de Puerto Rico y que procedían de varias Repúblicas, y en connivencia con Antonia González, su concubina, y con Joaquín Mateo Quiñones las expedían por los pueblos. A García le habían ocupado un pote de agua fuerte, una lima, un destornillador, unas tijeras, un aparato de fundir metal, cinco pedazos de cinc, otros de plomo, seis cucharas nuevas de metal blanco y otros instrumentos, A Joaquín Quiñones le habían intervenido 28 monedas falsas de cinc de cinco centavos y 16 sortijas   

La sala sentenciadora, teniendo en cuenta la buena conducta observada por el interesado en el establecimiento penitenciario, y por no haber sido favorecido por indulto alguno, estimaba que procedía que se le conmutara la pena impuesta por la inmediatamente inferior en grado. 

 

En cuarto de ellos, de la misma fecha que el anterior, consiste en la reclamación de la Audiencia de  Mayagüez de la hoja histórico penal, y del dictamen fiscal para la tramitación del expediente de indulto. Desde la misma localidad el 26de abril de 1895, el siguiente documento contiene la remisión del Presidente de la Audiencia del dictamen fiscal emitido en el expediente y la hoja histórico penal del reo, en la que consta que empezó a cumplir su condena el día 23 de diciembre de 1892. En el mismo se informaba favorablemente para que se le redujese la pena a la inmediatamente inferior en grado. Como antes comentábamos, y previo dictamen del Consejo de Estado, el indulto fue finalmente desestimado.  

Fuente.- Archivo Histórico Nacional, ULTRAMAR, 2101, Exp.48 

domingo, 11 de junio de 2023

La Oficina Pro Cautivos durante la Primera Guerra Mundial

 Publicado en El Tinto Numismático, Vol. III, nº 1, 2023


https://www.academia.edu/103177122/La_Oficina_Pro_Cautivos_durante_la_Primera_Guerra_Mundial

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial y en una España neutral en el conflicto, en octubre del mismo año de 1914 se abrió la conocida como Oficina Pro Cautivos, con capital exclusivamente privado de la corona española, con el objeto de localizar a combatientes y civiles desaparecidos o cautivos de todos los países contendientes, ponerles en contacto con sus familiares e intentar repatriarlos. El enorme volumen de las solicitudes recibidas lo fue por correo postal, así como también las comunicaciones realizadas por la Oficina del inicio de las investigaciones. 

La Oficina Pro Cautivos del Palacio Real de Madrid 

El origen de la misma se encuentra en la carta que una lavandera francesa remitió a Alfonso XIII en el otoño del primer año de guerra, para que le ayudase a localizar a su marido, dado por desaparecido en la batalla de Charleroi. El rey ordenó a las delegaciones diplomáticas españolas en Paris y Berlín que se informaran sobre el caso, gestiones que dieron como resultado su localización en un campo de prisioneros. Tras informar personalmente el monarca a la mujer de ello, la noticia trascendió a la prensa, por lo que cientos de ciudadanos franceses comenzaron a escribir al monarca para localizar a sus familiares, y comenzaron a llegar cartas en grandes cantidades desde todos los países involucrados en el conflicto. 

El aluvión de peticiones llevó a que el soberano decidiese fundar una oficina para tramitarlas, que se abrió oficialmente en un desván del Palacio de Oriente de Madrid el 24 de octubre de 1914. Si al principio contaba únicamente con siete trabajadores, con el tiempo llegó a contar con una plantilla de más de cincuenta personas, entre empleados, colaboradores y voluntarios, que hablaban varios idiomas. Para clasificar la información, dado que en ocasiones llegaban hasta 20.000 cartas en un solo día, se estableció un sistema añadiendo a cada expediente una cinta de color negro, en caso de fallecimiento, blanca cuando eran encontrados y roja para las personas todavía no localizadas. 

Dividida en diez departamentos, tramitó durante la Gran Guerra más de un cuarto de millón de solicitudes de información sobre prisioneros o desaparecidos, 25.000 sobre familiares en territorios ocupados, más de 5.000 de repatriación de heridos y unas 500 peticiones urgentes de indulto. De sus gestiones se beneficiaron 122.000 prisioneros franceses y belgas, 7.950 británicos, 6.350 italianos, 400 portugueses, 350 estadounidenses y 250 rusos. Los gobiernos en guerra decidieron que la administración de sus residencias diplomáticas en países enemigos pasara a España mientras durara el conflicto, y aceptaron que la diplomacia española participara, junto a la Cruz Roja y otros países neutrales, en la inspección de los campos de prisioneros. 

En base a ello, los militares españoles realizaron más de 4.000 visitas a campos de concentración, se consiguió enviar a zonas seguras a más de 70.000 civiles y en los puertos españoles se canjearon 21.000 prisioneros. Según los archivos, se dio servicio a peticiones procedentes de los cinco continentes. Uno de sus logros fue la repatriación de 20.000 civiles franceses de los territorios ocupados por Alemania y transportados a campos de internamiento, que fueron liberados en pocos meses, por lo que a partir de entonces el monarca español fue considerado por Francia un Héroe de Guerra. 

Desde el 4 de noviembre de 1914, pocos días después de la creación de la Oficina, se concedió franquicia de porte a la correspondencia expedida por los militares de países beligerantes a sus familias residentes en España. Entre los gastos de esta Oficina, una parte importante de los mismos venía dedicado, además de a las nóminas de los empleados y a diverso material de oficina, a los necesarios franqueos para las comunicaciones a las familias. 

Entre las personalidades a las que prestó su ayuda la Oficina se encontraban el actor francés Maurice Chevalier, el pianista polaco Arthur Rubinstein, el historiador belga Henry Pirenne o el bailarín ruso Vaslav Nijinski. También se intentó desde esta oficina la liberación de la familia imperial rusa, una petición que no tuvo eco entre las demás monarquías europeas, por lo que no se pudo evitar finalmente la ejecución del Zar, la Zarina y cinco de sus hijos. 

La España neutral 

Otro de los servicios prestados por Alfonso XIII fue su participación en la creación de la Commision for Relief in Belgium, un organismo privado con bandera propia que suscribió acuerdos con los estados beligerantes, bajo el patrocinio de España, Países Bajos y Estados Unidos. La misma llevó a cabo numerosos envíos de ayuda y alimentos a Bélgica y el norte de Francia distribuidos por la Cruz Roja belga. Tras la entrada de los Estados Unidos en la guerra, este organismo recibió el nombre de Comité Hispano-Néerlandais pour la Protection du ravilallement de la Belgique et du Nord de la France 

Tras la generalización de la Guerra Submarina, en marzo y abril de 1917, Alemania hundió seis buques hospitales británicos, alegando que eran dedicados a otros fines. Francia amenazó en respuesta a ello con embarcar prisioneros alemanes, y Berlín anunció que por cada preso de su nacionalidad situaría a tres galos en los lugares más expuestos a los bombardeos aliados. Por ello, Alfonso XIII propuso la presencia de observadores españoles en estos buques, lo que fue aceptado. Importante fue igualmente la ayuda a la evacuación alemana de Camerún, al trasladar la Armada española a un millar de soldados alemanes y a tres mil militares indígenas, lo que fue personalmente agradecido por el Kaiser Guillermo II.  

En enero de 1917, se firmó un acuerdo entre Francia y Alemania relativo a las comunicaciones postales desde y hacia España. Este extremo fue informado por la Oficina Central de Correos germana el 31 de enero, recogiendo que el gobierno francés había expresado su voluntad de permitir el paso a través de Francia de cartas y postales dirigidas hacia o desde alemanes residentes libres en España, siempre que solo contuviesen noticias familiares, y que siempre debían llevar la inscripción “Nouvelles / Affaires de famille” en el lado de la dirección. 

En mayo de 1917, durante la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Española reunida en Madrid,  por expreso deseo de la Reina Victoria Eugenia se propuso al doctor Fernando Calatraveño la organización de la enseñanza de Enfermeras de la Cruz Roja de España, constituyéndose durante este año el Cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja española. Las mismas deberían, en el ejercicio de sus funciones, prestar en calidad de auxiliares de la Sanidad del Ejército y la Armada y de sus médicos asistencia gratuita a los enfermos y heridos, tanto en tiempos de paz como de guerra. 

Reconocimientos a su labor 

La labor de esta Oficina fue ampliamente elogiada en la prensa internacional, aunque tuvo un eco menor en la propia prensa española. Fue igualmente reconocida por los gobiernos de la República Francesa, el Reino Unido, los Estados Unidos, Bélgica y la recién creada Sociedad de Naciones. Por su labor, Alfonso XIII fue candidato al Premio Nobel de la Paz dos veces, en el año 1917 y nuevamente en 1933, una vez había sido ya derrocado y se encontraba en el exilio. 

Pero posiblemente el mayor reconocimiento popular que recibió el soberano fue durante el viaje que le llevó a su exilio en Roma, cuando en las ciudades de Marsella, Paris y Londres su familia fue recibida por entusiastas multitudes compuestas de personas que no habían olvidado el papel que esta Oficina Pro Cautivos había desempeñado en la mejora de la situación de centenares de miles de combatientes y civiles durante la Gran Guerra.  En París, diez mil personas se congregaron en la Gare de Lyon, rompieron los cordones de seguridad y acompañaron al monarca hasta el Hotel Maurice, entre aclamaciones y gritos de Vive le Roi!

 Bibliografía consultada: 

Barreiro, Cristina, “La labor humanitaria de Alfonso XIII durante la Gran Guerra. En busca de desaparecidos”, El Debate de Hoy, 26 de octubre de 2017.

Díaz, Jorge, Cartas a Palacio, Penguin Random House, 2014.

García Rivas, Manuel, “Alfonso XIII y la labor humanitaria de España”, Revista española de Defensa, 2014, pp. 60-61. 

Miralles Sangro, María Teresa, El Prodigio de la Filatelia, 2021.

Rodríguez Dávila, Javier, La labor humanitaria de España durante la Gran Guerra: Alfonso XIII y la Oficina Pro-Cautivos, Trabajo fin de Master, UAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2015. 

Oficina Pro Cautivos - Wikipedia, la enciclopedia libre

Filatelia e Historia: La ayuda humanitaria de la oficina Pro-cautivos creada por Alfonso XIII en la Primera Guerra Mundial.

Exposición "Cartas al Rey. La mediación humanitaria de Alfonso XIII en la Gran Guerra" | Patrimonio Nacional

Piezas Postales con Historia (2). Interniertenpost: Correo de presos alemanes durante la I Guerra Mundial. – canariascoleccion

La función de España en la correspondencia alemana durante la I Guerra Mundial (calameo.com)

Fotos: Prisioneros de guerra | Cultura | EL PAÍS (elpais.com)

viernes, 2 de junio de 2023

La Pequeña Edad de Hielo: crisis del siglo XVII y sus consecuencias monetarias en Europa

 Publicado en Crónica Numismática, 2 de junio de 2023

Se conoce como Pequeña Edad de Hielo o Pequeña Glaciación a un periodo frío que duró desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del siglo XIX. Durante la misma se produjo un primer periodo particularmente frío entre los años 1645 y 1715 en el hemisferio septentrional, causado según algunos científicos por el aumento de la actividad volcánica y una disminución de la actividad solar. En estas circunstancias, se originaron los mayores casos en la historia de descomposición simultánea de estados en todo el planeta, por lo que algunos historiadores se refieren a ella como la crisis general. Todo ello tuvo como resultado añadido una serie de conflictos que, además de destruir la riqueza, supusieron la devaluación de la moneda, una inflación galopante en numerosos estados y el corte de los suministros de plata española a lo largo de todo el orbe. 

Medio escudo francés de Luis XIV de 1647

 En circunstancias climáticas adversas, creció el número de revueltas populares en todo el mundo, desde China y Japón hasta Rusia y Europa Central y Francia. En las décadas centrales del siglo tuvieron lugar más guerras documentadas a lo largo del planeta que en ninguna otra época anterior o posterior hasta 1940. Los grandes imperios, como el Mongol de la India, el Chino o el Otomano se sumieron en guerras constantes. En la década de 1640 se desmoronó el estado más populoso del mundo, la China de los Ming, y se arruinó la Confederación Polaco-Lituana, el estado más extenso de Europa. 

Entre otros muchos casos en una Europa devastada por la Guerra de los Treinta Años, en Francia se produjo la Revuelta de la Fronda, en Inglaterra se juzgó a su soberano Carlos I por crímenes de guerra, la República Holandesa cambió radicalmente su forma de gobierno, el sultán turco Ibrahim fue estrangulado por sus súbditos y el Kremlin de Moscú fue saqueado. La Monarquía Hispánica, la más extensa del orbe, sufrió sublevaciones en Portugal, Cataluña, Nápoles, Sicilia y revueltas en muchas de sus posesiones europeas. Todo ello produjo asimismo un índice de mortalidad sin precedentes, tanto por las continuas guerras como por las hambrunas producidas por las malas cosechas y la destrucción y saqueo de las disponibles, y las pandemias. 

 

8 reales Potosí 1649, con resello rodasa, tras el Escándalo en esta ceca 

Mientras que durante la centuria anterior la economía europea había crecido con rapidez, con el descubrimiento de nuevos mercados en Ultramar y el crecimiento de su demanda nacional, espoleada por el crecimiento de la población. Este periodo expansivo se debió entre otras razones al rápido aumento de la cantidad de metales preciosos y al desarrollo de los instrumentos de crédito. Con un dinero muy barato, comenzaron a establecerse bancos centrales en muchas ciudades, y posteriormente, a finales de la centuria y comienzos del XVII, los bancos públicos de Milán, Roma y el Wisselbank de Ámsterdam. 

Thaler de la ciudad suiza de Berna 

La situación se complicó en la última década del siglo XVI por la conjunción de la inestabilidad política, malas cosechas y una epidemia de peste, y se reprodujo en 1618 con otra serie de malas cosechas y que desembocó en la Guerra de los Treinta Años. La producción textil se hundió en España y el norte de Italia, y el comercio holandés se retrajo. La guerra en Centroeuropa supuso la devaluación de la moneda y una inflación galopante y desastrosa, que hizo perder al circulante bohemio alrededor del 90% de su valor, y se extendió por el Sacro Imperio. 

Daalder holandés de 1641, de la ceca de Utrecht 

Para hacer frente a esta situación, la mayor parte de los gobiernos europeos tomaron una serie de políticas proteccionistas, conocidas posteriormente como mercantilismo, para proteger su producción local e introducir sus productos en los otros estados para así conseguir a cambio los preciados metales. El volumen de entrada de metales preciosos se redujo desde su pico alcista de 1591-1595 hasta solamente un 33% en la de 1646-1650. Simultáneamente, se registró una caída en los precios, comenzando en España y extendiéndose posteriormente a Alemania, Italia, Francia, Holanda e Inglaterra. 

2 maravedíes Granada 1652 

Se recurrió en muchos lugares a la inflación monetaria, doblada de la desvalorización, dado que la acuñación de moneda de vellón o de cobre puro frente a la de oro y plata se reveló incapaz. El público europeo no estaba preparado todavía para la circulación fiduciaria, en el tránsito de la moneda mercancía a la moneda signo, por lo que estas alteraciones provocaron únicamente el doble precio, exterior e interior, y la generalización del premio para los pagos en moneda de buena ley.

 

La falta de la necesaria plata para el comercio internacional supuso asimismo la contracción del mismo, dado que para comerciar principalmente con Asia los europeos debieron necesariamente proveerse de buena moneda, entre la que destacaba de manera prácticamente monopolística la de plata de cuño español. La caída de los precios y el descenso del comercio revelan la aparición de una depresión estancada y larga, distinta de las crisis económicas de corta duración.

Las remesas de metales indianos volvieron a incrementarse a partir del quinquenio 1661-1665, donde se alcanzaron cifras record de introducción en Europa de plata indiana. 

2 escudos Sevilla 1640 

Para saber más: 

BELENGUER CEBRIÀ, E., “La crisis económica de Europa en el Siglo XVII. Algunas disparidades en torno a su disparidad bibliográfica”,  Mayurqa: revista del Departament de Ciències Històriques i Teoria de les Arts, nº 19, 1979-1980, pp. 147-171.

HAMILTON, E.J., El tesoro americano y la revolución de los precios en España: 1501-1650, Barcelona, 2000.

MORINEAU, M., Incroyables gazettes et fabuleux metaux: les retours des trésors américains d’après les gazettes Hollandaises (XVIeme et XVIIeme siècles), París, 1985.

PARKER, G., Europa en crisis (1598-1648), Madrid, 1981.

PARKER, G., “Guerra, clima y catástrofe: Una reconsideración de la Crisis General del siglo XVII y de la decadencia de España”, Actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional del Siglo de Oro (AISO), Santiago de Compostela, 7-11 de julio de 2008, pp. 115-137.