lunes, 30 de mayo de 2022

De Siam a Alemania: monedas, medallas y fichas de materiales cerámicos, sobre todo en porcelana

 Publicado en Crónica Numismática, 30 de mayo de 2022


Entre las distintas emisiones de moneda de necesidad, fichas o tokens realizados desde el siglo XVIII en distintos materiales, carentes de curso legal pero que circularon como medio alternativo de pago, encontramos las realizadas en materiales cerámicos, habiéndose utilizado asimismo la porcelana para la labra de algunas bellas medallas en algunos países. En el presente artículo nos centraremos en las primeras.  

 De entre estas fichas o tokens, las que tuvieron una mayor difusión y están mejor estudiadas se corresponden con las usadas a partir de finales del siglo XVIII en las comunidades chinas en Indochina, Siam y Malasia, así como las monedas de necesidad o Notgeld emitidas por la fábrica de porcelana sajona de Meissen entre los años 1921 y 1923. Otros ejemplos    que se pueden citar de las mismas son las emisiones de Worcester de 1760 y Pinxton en 1801 en el Reino Unido, las belgas de Baudour de 1850 y las producidas en 1920 en Guatemala y en las poblaciones austriacas de Alkoven e Inzersdof en 1921.

 El primer uso a gran escala de estas fichas cerámicas lo encontramos, como antes comentábamos, en las comunidades chinas establecidas en distintos emporios del Mar de la China Meridional, como Siam y los estados malayos, entre finales del siglo XVIII y el último cuarto del siglo siguiente. Su origen se encuentra en las fichas de juego emitidas por los dueños de los hongs o casas de juego, siendo producidas asimismo por los comerciantes chinos y los dueños de los prostíbulos de Bangkok. El uso de estas fichas trascendió a aquel al que estaba destinado, circulando como moneda menuda en el área de influencia del banquero o grupo de ellos que las reconocía como tales.

 Estas fichas, conocidas con los nombres de pee o pi, eran pequeños trozos de porcelana de gran variedad de formas, habiéndolas entre otras rectangulares, cuadradas o redondas. Las mismas venían decoradas con diferentes figuras, así como inscripciones en chino o tailandés, normalmente la inicial de la casa de juego que las había emitido. Su valor venía referido a las monedas circulantes de la época: salung, fuang, song pei, pai y att. Para evitar falsificaciones fue habitual su continua sustitución y el uso de nuevos diseños. Algunas de ellas llegaron a los puertos de Malasia para su uso como fichas de juego y también como moneda circulante, donde se popularizó igualmente su emisión, dando como resultado un nuevo tipo conocido como jokoh.

 Según Miguel Ibáñez  el gobierno siamés retiró estas fichas de porcelana en agosto de 1875, limitando su validez a diciembre de ese año, si bien al parecer siguieron en circulación bastante tiempo. Presentes en las subastas y ofertas numismáticas, se encuentran asimismo importantes colecciones en diversos   museos e instituciones, como los dos mil ejemplares de Kultur- und Stadthistorsches Museum Duisburg, los cuatrocientos de la colección del British Museum, o el centenar del National Museum of Ethnography de Leiden o de la colección del Gabinete de Medallas de la Biblioteca Nacional de Francia.

 Especial mención merece la emisión de dos reales de Guatemala de 1920, durante la presidencia de Carlos Herrera, dado que, de todas las piezas estudiadas es la única que parece que tenía como destino su circulación como moneda de curso legal. Fue fabricada en Meissen, Alemania, en 1920, y se conservan muy pocos ejemplares. Fabricada en un tipo de barro rojizo conocido como Böttger, de gran dureza y que permitía una gran nitidez y definición en los detalles, tiene un diseño muy sencillo, con un escudo de Guatemala en una de sus caras dentro de un triángulo con palmas a ambos lados y estrellas y dos espadas cruzadas en su parte inferior, y su valor facial, 2 PESOS y la leyenda GUATEMALA en la otra, careciendo de fecha de emisión.

 Esta moneda nos permite enlazar con la posiblemente más famosa emisión de fichas cerámicas de la época contemporánea, la llevada a cabo en la misma fábrica de porcelana de Meissen para su circulación en diferentes ciudades de algunos estados alemanes. Dicha fábrica tiene el honor de ser la productora desde 1710 de la primera porcelana fabricada en Europa, estando todavía la compañía en activo con el nombre Staatliche Porzellan-Manufaktur Meissen GmbH.

 La razón principal para recurrir a este material, como acertadamente recoge José Ramón Vicente, fue seguramente la escasez y el alto coste del metal normalmente utilizado en las emisiones. A ello habría de sumarse la penuria monetaria derivada de la derrota germana en la I Guerra Mundial durante los primeros años de la República de Weimar, que llevó a las autoridades alemanas a autorizar a los municipios a emitir estos notgeld o monedas de necesidad, para lo que se utilizaron los más diversos materiales.

 En este contexto, a comienzo de la década de 1920 diversos municipios encargaron a la casa Meissen la emisión de monedas locales para la circulación interior de moneda menuda, debido a su carestía. Para ello se utilizaron en primer lugar moldes de yeso, que posteriormente fueron sustituidos por otros de acero, lo que facilitó las labores y el detalle de los motivos en ellas reproducidos. Si bien las más frecuentes fueron realizadas en el barro rojizo antes visto para Guatemala, pero se encuentran ejemplares en color blanco, verde, negro e incluso con una lámina de oro en su filo.

 Buena parte de ellas se destinaron no a la circulación, sino al coleccionismo numismático, que de hecho hizo que la producción se incrementase y los motivos y tipos se multiplicasen. Entre finales de 1920 y 1923 se emitieron cientos de series  de estas monedas cerámicas, tanto para las autoridades municipales que las solicitaban como para empresas y coleccionistas. Así, se fabricaron series para las ciudades de Meissen y Freiberg en Sajonia, Münsterberg en Silesia, Quedlinburg en Sajonia-Anhalt o Eisenach en Turingia, en valores que varían desde los 10 pfennigs hasta los 20 marcos. Con posterioridad la fábrica siguió emitiendo bellas medallas en este bello material.

domingo, 29 de mayo de 2022

Patrimonio de la Humanidad en España

 Publicado en El Tinto Numismático, Vol. II, Nº1, enero-febrero-marzo 2022

https://www.academia.edu/80179428/Patrimonio_de_la_Humanidad_en_Espa%C3%B1a

Desde que la Conferencia General de la UNESCO adoptase en su XVII reunión celebrada en París la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, 1.154 sitios en todo el mundo han recibido la consideración de sitios específicos en el planeta de importancia cultural o natural excepcional para el acervo común de toda la Humanidad. Cada uno de ellos pertenece al estado donde se ubica, pero al ser de interés para toda comunidad internacional se considera que debe ser preservado en beneficio del conjunto para las futuras generaciones. Dichos lugares de especial interés común son de tipo cultural, natural o de carácter mixto, incluyéndose también el patrimonio inmaterial.

 Repartidos en 167 países, en 2021 el país que más lugares posee es Italia, con 58, habiendo desbancado a China, que ha pasado al segundo lugar, con 56. España, tradicionalmente el tercero de la lista con 49, ha sido sobrepasada por Alemania, con 51. Francia tiene los mismos que España, y los siguientes países con más lugares que han merecido este reconocimiento son la India, con 40, y México, con 36. Las regiones que más de estos sitios incluyen en el mundo son las Comunidades Autónomas de Castilla y León y Andalucía, en España, y Lombardía y Toscana en Italia, con 8 o más, siendo Córdoba la ciudad con más bienes protegidos de todo el orbe, con cuatro.

 Desde el año 2010, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre realiza anualmente una emisión dedicada a uno de estos sitios ubicados en España. La particularidad de la misma es que consiste en una emisión filatélica, una Hoja Bloque en la que se incorpora el bien reconocido,  en la que se incluye como sello postal la representación de la moneda de dos euros que simultáneamente se acuña anualmente sobre la misma temática, en cantidades limitadas y que, si bien tiene pleno valor como moneda circulante, se presenta en un bello carnet y encapsulada para disfrute de los coleccionistas. Para este año 2022 está previsto que la emisión venga dedicada al Parque Nacional de Garajonay, en la isla canaria de La Gomera. 

viernes, 13 de mayo de 2022

Las monedas acuñadas durante la I República española

 Publicado en UNAN Numismática, nº 47, marzo-abril 2022

https://www.academia.edu/79051363/Revista_Digital_UNAN_Numism%C3%A1tica_no_47

La I República federal española tuvo una efímera vida de continua inestabilidad, dado que duró solamente once meses, entre el 11 de febrero de 1873 y el 3 de enero de 1874, con cuatro presidentes distintos.  Su Constitución, que no llegó a proclamarse, preveía la  subdivisión del país en trece Estados peninsulares, dos insulares y dos americanos, todos ellos dotados de amplia autonomía política

 Se enmarca en un periodo conocido como Sexenio Revolucionario, que comenzó con el triunfo de la revolución conocida como Gloriosa en 1868 y el derrocamiento de Isabel II, y terminó con la Restauración borbónica en la persona de su hijo, Alfonso XII. Tras la formación de un Gobierno Provisional, en la Constitución de 1869 se estableció como forma de gobierno la monarquía, ofreciéndose el trono al italiano Amadeo de Saboya, que tuvo un corto reinado entre los años 1871 y 1873, en el que se tuvo que enfrentar a los problemas derivados de la III Guerra Carlista, la Guerra de Cuba, la agitación obrera y las pugnas interpartidistas.

 El cambio en el régimen no se vio acompañado por cambios en los tipos en las acuñaciones, dado que durante estos meses se siguió batiendo moneda de oro a nombre de Isabel II y de plata a nombre de Amadeo I  y con los tipos aprobados por el Gobierno Provisional. A ello se suman las emisiones realizadas en Cartagena durante la Revolución Cantonal y las llevadas a cabo en la República de los Valls de Andorra.  Tras el golpe de Estado del General Pavía y la asunción del poder por el general Serrano, se instaurará una dictadura que finalmente, tras el Pronunciamiento en Sagunto del General Martínez Campos en 1874, dio paso nuevamente a la monarquía borbónica. 

viernes, 6 de mayo de 2022

La introducción de la acuñación a volante en Nápoles durante el reinado de Carlos II

 Publicado en Crónica Numismática, 6 de mayo de 2022

https://cronicanumismatica.com/la-introduccion-de-la-acunacion-a-volante-en-napoles-durante-el-reinado-de-carlos-ii/

El desorden monetario y financiero napolitano a comienzos del reinado de Carlos II fue debido en gran parte a la enorme contribución que este reino hubo de hacer al sostenimiento de la Monarquía durante el reinado de su predecesor Felipe IV, en base al principio de la política solidaria según la cual las partes menos expuestas de la misma debían hacerse cargo de parte de los gastos de los reinos más afectados por los conflictos. De forma simultánea a la capital reforma monetaria llevada a cabo en Castilla, desde el año 1683 se procedió a la reforma de la moneda con el uso de ingenios de acuñación, una práctica que en este reino había tenido como precedente la emisión del tari de 20 granos conocido como Radiante hacia 1620. 

Entre los años 1621 y 1660 los reinos de Nápoles y Sicilia contribuyeron de manera masiva al esfuerzo bélico de la Monarquía española, y muy especialmente durante la Guerra de los Treinta Años y hasta la Paz de los Pirineos, con ingentes cantidades de moneda, soldados, armas, municiones y víveres que tuvieron como destino la defensa del Milanesado. Por ello, como afirma Davide Maffi, Nápoles se convirtió en la caja fuerte italiana de la Monarquía. Durante el gobierno del virrey Conde de Moneterrey, entre 1631 y 1637, dicha aportación se tradujo en la salida de 3.500.000 ducados y en un importante esfuerzo bélico, y durante el virreinato del duque de Medina de las Torres, entre 1637 y 1643, se recaudaron unos 14.600.000 ducados en donativos para el sostenimiento de la Monarquía. 

Las peticiones se incrementaron con las sublevaciones de Portugal y Cataluña, por las que los reinos italianos debieron de hacerse cargo del mantenimiento del frente lombardo y ayudar en la campaña de Cataluña. Todo ello llevó al recurso del incremento de la deuda pública del Reino, que en 1646 alcanzó los ciento cincuenta millones de ducados, y a una crisis financiera que a partir de finales de 1642 llevó a la quiebra a varios importantes hombres de negocios. Las sublevaciones de los años 1647 y 1648 paralizaron estas aportaciones, que se volverían a producir tras la llegada del virrey conde de Oñate en 1650. Las contribuciones en la década de los 60 de este siglo, si bien no llegaron al monto de las anteriores, fueron preciosas para el sostenimiento del esfuerzo bélico de la Monarquía.

En contraposición a la tradicional visión del carácter depredador de la fiscalidad hispana, los estudios de Regina Grafe, en paralelo a sus estudios relativos a los territorios ultramarinos de España, muestran cómo los distintos reinos de la península itálica conservaron un amplio margen de maniobra para pactar con el monarca su contribución al esfuerzo bélico de la corona, y que vieron una cierta recuperación económica al final de la centuria, más evidente en el de Milán que en los de Nápoles y Sicilia.

Los problemas derivados del desorden monetario intentaron ser atajados durante el gobierno del marqués de Astorga y la regencia de Mariana de Austria, si bien hacia 1675, como afirman Aurora Martino y Patricia Rodríguez, la circulación de la moneda era un completo desorden, y cuando el virrey propuso una nueva acuñación de plata, no fue adoptada por diferencias entre los distintos consejos y organismos involucrados. En 1677 seguía incidiendo en dicha acuñación, que debía ser en moneda de “giro redondo y puntos que en letra diga el valor della, para que no se pueda retallar”, e informaba a Madrid de la orden dada a la ceca pantenopea de batir moneda de cobre entre 12.000 y 15.000 ducados y de la prohibición de la circulación de moneda falsa.

En agosto de este año el Rey mandó formar la Junta de Moneda de Nápoles, con el mandato de evaluar los informes y presentar su parecer. Se comenzaron a cambiar los tarines falsos por moneda argéntea de plata buena, y se prohibió la retallada mientras se acuñaba numerario de cobre. Entre 1678 y 1679 el virrey informaba de la pretensión de la ciudad de participar en la elección del peso, la ley y la asistencia a la acuñación de la nueva moneda, a pesar de que la misma era una regalía en este Reino y por tanto la ciudad no tenía derecho a lo que pretendía. Por indicación de la Junta, la ciudad envió al monarca un Memorial en 1679 en defensa de sus derechos, que la propia Junta calificó lleno de malicia y fundado en “supuestos flacos e falsos”. 

En cuanto al valor de la moneda a batir, la ciudad solicitó fabricarla con valor de diez onzas de plata de copela y dos de cobre por libra, en vez de las once onzas y tres esterlines de plata y diecisiete de cobre que contenía, procurando que la misma tuviese un valor superior al de las monedas propias de menor valor y semejante al de Roma, Venecia, Florencia y Génova, con lo que el problema quedó irresoluto. Y dado que en 1680 se incrementó la acuñación de la nueva moneda de cobre, del mismo valor que la anterior que circulaba retallada, por un monto global de 411.000 libras entre este año y 1683, solucionando los problemas derivados de su circulación hasta el siglo siguiente.

Sin embargo, y dado que el circulante de cobre se incrementaba y el de plata iba disminuyendo, el premio de esta última alcanzó el 32%. Con la llegada del nuevo virrey, Gaspar de Haro, marqués de Carpio, el 16 de enero de 1683, convencido de la necesidad de atajar estos males, se ordenó la convocatoria de una nueva Junta, y el 17 de julio aprobó una Pragmática por la que se estableció que la nueva moneda de plata con una liga de 11/12 de fino y el establecimiento de una nueva tasa para su financiación. 

El 30 de junio de 1684 se dieron nuevas Instrucciones a la Casa de Moneda para la acuñación de moneda con el ingenio fabricado a expensas de la Real Cámara para evitar su falsificación, si bien se conservan ejemplares de tari fechados en 1683 que claramente fueron batidos a volante. Considerado en Nápoles como uno de sus virreyes más importantes y estimados, como recoge Francesco di Rauso, durante los cuatro años de su gobierno y  hasta su muerte en Nápoles en 1687 se acuñaron en módulo de ducati, mezzi ducati, tari y carlini 352.388 libras de plata, por un valor de 5.604.309 ducados napolitanos. 

Entre 1683 y 1700, año de la muerte de Carlos II, se labró en la ceca napolitana moneda de cobre por valor de 3 cavalli, tornesi, grani, y 3 tornesi. En plata se batieron piezas de 8 grani, carlini de tres tipos diferentes, tari también en tres diferentes tipos, mezzi piastri, tres modelos de mezzi ducati  e igualmente otros tres tipos de ducati. Afirma di Rauso que el volumen de acuñación de estas monedas hace que las mismas sean relativamente abundantes en la actualidad en el mercado numismático, destacando especialmente por su magnífico grabado las piezas de mayor módulo, especialmente los ducados y medios ducados fechados en 1683 y 1684. 

En el anverso de estos ducados, también conocidos como piastras, con un valor de 132 grana, peso de 28 gramos y una ley de 895 milésimas, se representa el busto del rey a la romana, con Toisón de Oro al cuello, y su titulación como Rey de España y Nápoles. En su reverso se representa un cetro coronado situado entre dos hemisferios, claros precedentes de los orbes de los míticos columnarios de mundos y mares, y la leyenda en cartel UNVS NON SUFFICIT –uno no es suficiente-. Esta bella pieza fue grabada por Iovanni Montemein, representado en su anverso por su monograma IM, siendo las siglas de ensayador AG A, que se corresponden con el nombre del maestro de ceca , Andrea Giovane, y del ensayador Marco Antonio Ariani, todos ellos operativos también durante el comienzo del reinado de Felipe V. 

A partir de 1689 se cambiaron los motivos de los ducados, también conocidos como escudos, y un peso de 25 g, ligeramente inferior a las emisiones anteriores, con valor nominal de 100 grana. Manteniendo el retrato del monarca en el anverso pero coronado, en su reverso se incluyó un escudo con las armas del monarca e incluyendo las propias del reino. Nuevamente en 1693 se cambiaron los tipos y el peso de la moneda, que pasó a 21,60 g, incluyendo en su reverso una representación del Toisón de Oro. 

Los medios ducados acuñados entre 1863 y 1684 llevan como motivo del reverso una figura togada y tocada con corona de laurel, con palma en su mano izquierda y escudo con los blasones napolitanos en la derecha, recostada sobre un papa de Europa en el que es visible la Península Itálica, y la leyenda RELIGIONE ET GLADIO –religión y espada-. Su peso se vio reducido en las emisiones correspondientes a los años 1689 y 1693, que portan los mismos motivos arriba descritos, desde los 14 gramos iniciales a los 12,75 g y 10,90 g de las últimas emisiones.

Propio es también el grabado que tienen los tari acuñados entre los años 1683 a 1687, con un valor de 20 grana  y un peso de 5 gramos. En su anverso se representa nuevamente el orbe occidental coronado, encontrándose entre la corona y el mundo una cornucopia y un fascio entrecruzados. Los correspondientes a las siguientes emisiones, que coinciden cronológicamente con las anteriormente vistas e igualmente en su tipología, tienen un peso de 5 y 4,25 gramos. 

También son propios los motivos de los carlinos de la primera emisión de 1683-1687, con la representación de un  león sentado junto a los atributos del monarca, cetro y corona cerrada rematada por cruz, y la leyenda  MAIESTATE SECVRVS  (Majestad segura). Los acuñados correlativamente a los dos tipos de los ducados o escudos citados anteriormente portan los mismos tipos. Existe una variante acuñada entre los años 1688 y 1690, que recoge en su reverso una cruz ancorada.

Para saber más: 

GRAFE, R., Distant Tyranny. Markets, Power, and Bakwardess in Spain, 1650-1800, Princeton & Oxford, 2012.

LUCA G. de y SABATINI G. (eds): Growing in the shadow of an empire. How Spanish colonialism affected economic development in Europe and in the World (16.-18. cc.), Milan, 2012.

MAFFI, D., “Tiempos de calamidades. Las Haciendas de Milán, Nápoles y Sicilia frente a la crisis (1630-1660), Stud. his., H.ª mod., 41, n. 1,2019, pp. 29-63.

MAGLIOCCA, P., La moneta napoletana dei Re di Spagna nel periodo 1503-1680, Nomisma, 2020.

MARTINO, A. y RODRÍGUEZ REBOLLO, P., “Fernando Joaquín Fajardo, Marqués de Los Vélez, Virrey de Nápoles (1675-1683)”, en Los señoríos en la Andalucía Moderna: el marquesado de los Vélez, 2007, pp. 321-335.

RAUSO, F. di, “Le monete napoletane di Carlo II e un inedito tari del 1683”, Cronaca Numismatica, nº 231, 2010, pp. 50-57.

VICENTI, J.A., Catálogo General de Moneda Española. Imperio español (Europa), Madrid, 1976.

La circulación global de la plata española durante el siglo XVIII

 Publicado en Sobre España en el largo siglo XVIII, 2022


https://www.academia.edu/78252270/La_circulaci%C3%B3n_global_de_la_plata_espa%C3%B1ola_durante_el_siglo_XVIII

Síntesis.- Durante el siglo XVIII se produjo un progresivo incremento de la producción de plata en las Indias españolas, así como a una mayor acuñación, como consecuencia de las políticas borbónicas de fiscalización de la actividad minera y de control directo de la producción monetaria con la gestión directa de las Casas de Moneda. La producción de gran cantidad de numerario en cuantías crecientes cubrió las necesidades de los mercados internacionales, y la moneda de cuño español se convirtió en el circulante no solamente del comercio internacional, sino también en el propio de amplias zonas del mundo. Con la crisis medioambiental, política y económica de finales de la centuria y comienzos del siglo XIX, se asistió al intento por parte de muchos de dichos países y territorios a su acopio y resello, como intento de evitar su extracción y para dotarse de una moneda propia.

 Palabras clave.- Moneda, real de a ocho, comercio internacional, resello, política monetaria.

 Abstract.- During the eighteenth century there was a progressive increase in silver production in the Spanish Indies, as well as a greater minting, as a result of the Bourbon policies of regulator of mining activity and straight control of monetary production with the direct management of the Mints. The production of a large amount of currency in increasing quantities covered the needs of international markets, and the Spanish silver coins became the circulating currency not only of international trade, but also the own of large areas of the world. With the environmental, political and economic crisis of the late century and the beginning of the nineteenth century, many of these countries and territories attempted to maintain and countermark them, as an effort to prevent their extraction and to provide themselves with their own currency.

 Key words.- Currency, Spanish dollar, International Trade, Counterstamp, Monetary Policy.

viernes, 22 de abril de 2022

La Numismática: monedas, medallas y billetes en el Museo Arqueológico Nacional

 Publicado en Numismático Digital, 20 de abril de 2022


https://cronicanumismatica.com/la-numismatica-monedas-medallas-y-billetes-en-el-museo-arqueologico-nacional/

Como afirmaba Carmen Alfaro, el origen remoto de la colección numismática del Museo Arqueológico Nacional, conocido habitualmente  por las siglas MAN,  se encuentra en la fundación en 1712 por Felipe V de la Biblioteca Real, que integró las antiguas colecciones de monedas que existían en Palacio. Durante todo el siglo XVIII sus fondos se fueron incrementando por donativos, hallazgos y adquisiciones. En 1835 sus fondos se había casi quintuplicado, y en 1867, con la fundación del Museo Arqueológico Nacional, los fondos arqueológicos y numismáticos de la Biblioteca Nacional, antes Real, así como los del Museo de Ciencias Naturales y los de la Escuela Especial de Diplomática fueron transferidos a la nueva institución. 

El 5 de julio de 1895 se inauguró el Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos, y se ubicó el monetario en dos salas en el área sudeste del edificio que acoge el Museo en 38 armarios de caoba. La exposición de monedas se llevó a cabo en 21 mesas con vitrinas, un número que luego se incrementó, y en 1925 los fondos generales constaban de 160.000 monedas y 15.000 medallas. Con el comienzo de la Guerra Civil, las colecciones se trasladaron al piso bajo del edificio, y durante la misma se produjo el gravísimo hecho de la incautación en noviembre de 1836 de 2.796 monedas de oro, la práctica totalidad de las que poseía la institución, salvo las que pudieron ser salvadas por los funcionarios y conservadores aún a riesgo de sus propias vidas. 

Durante la postguerra se realizaron importantes trabajos de investigación, y a partir de 1951, bajo la dirección de Joaquín María de Navascués se trasladó el monetario a la zona central de la planta principal del edificio. Ese mismo año se creó el Instituto Antonio de Agustín de Numismática del CSIC con sede en el Museo para la ordenación de los fondos del Gabinete, lo que se complementó con la publicación de dos volúmenes de Las monedas hispánicas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid 

En estos años los inventarios muestran que los fondos consistían en 180.000 monedas, 7.000 medallas y varios centenares de billetes.  En estas mismas fechas, por falta de espacio, se suprimió la exposición permanente de numismática y medallística. En 1979 el Gabinete se trasladó al ala norte de la planta cuarta del Museo, donde se acondicionó una cámara blindada para acoger la totalidad de los fondos. 

La última reforma del Museo Arqueológico Nacional que se llevó a cabo entre los años 2008 y 2014,  ha dado un vuelco a la forma de preservar y mostrar las colecciones numismáticas de sus fondos, las aproximadamente 300.000 piezas que conserva la institución. Se ha construido un Gabinete Numismático más amplio y con mayores posibilidades funcionales, y las colecciones numismáticas han recuperado un espacio propio en la exposición, gracias a un área monográfica, La moneda, algo más que dinero. 

La propia institución recalca cómo la moneda es uno de los objetos arqueológicos que más información aportan al conocimiento de la Historia, debido a su carácter de documento oficial, elemento de prestigio y signo de identidad de la autoridad emisora y de la sociedad donde se acuñó. La misma igualmente transmite multitud de datos para el estudio de los aspectos económicos, artísticos, sociales y políticos, sirviendo como elemento principal de datación de aquellos yacimientos donde se ha encontrado. 

La colección numismática, que abarca desde el siglo VI a.C. hasta el siglo XXI, es la mejor de España en este ámbito y una de las más destacadas a nivel mundial. Además de monedas, incluye objetos monetiformes o relacionados con el dinero de todas las épocas, su manejo y su fabricación –medallas, fichas, balanzas, pesas dinerales y comerciales, matrices, cuños-, así como piezas vinculadas formal, técnica o históricamente con la moneda, como entalles, camafeos, sellos y matrices sigilares. 

En su catálogo se puede consultar la  información sobre las monedas que han existido a lo largo de la historia, desde las primeras, acuñadas hacia 600 a.C., hasta las utilizadas en la Edad Contemporánea. Estos objetos son importantes documentos históricos, que proporcionan información sobre la economía, la política, la ideología o las creencias religiosas de las sociedades y las culturas que las acuñaron. Las monedas están clasificadas, según su antigüedad, en las secciones Protohistoria, Hispania romana y visigoda, Edad Media, Edad Moderna y Contemporánea, Egipto y Grecia.

El espacio Dinero sin moneda muestra otros objetos y materiales utilizados en los cinco continentes y en distintas épocas para realizar los pagos, como el ganado, la sal, diferentes tipos de conchas y objetos de metal. Su uso cotidiano y su prestigio hicieron que las monedas fueran imitadas para otros usos como fichas, vales, amuletos, joyas o botones y otros complementos. Las emisiones estuvieron igualmente en el origen de diversas obras de arte, especialmente las medallas, y encontramos asimismo a la moneda incluida en el lenguaje iconográfico de otras manifestaciones artísticas, como en la pintura.

 El museo dedica su siguiente sala, Enriquecer el museo, a la exposición y divulgación de sus nuevas adquisiciones y a pequeñas exposiciones temáticas que se renuevan periódicamente. Otra parte de la exposición se centra en la fabricación de la moneda, en un proceso en serie regulado por las autoridades emisoras en todas sus fases, desde la extracción y adquisición de los metales necesarios para la acuñación hasta su retirada de la circulación. Dentro de este apartado se ilustra al visitante de los sucesivos avances tecnológicos en campos como la minería, la acuñación y la organización de las Casas de Moneda. E igualmente de los monederos, trabajadores y oficiales que llevaban a cabo las emisiones, y de los artistas que las diseñaron.

 En el apartado Pesar la moneda, contar el dinero el museo exhibe juegos de balanzas, contadores y pesas, utilizados por los cambistas y banqueros, oficio que tiene continuidad con la siguiente parte de la exposición, que viene dedicada a los billetes y al papel moneda emitido en España.

  La vitrina cero del Museo Arqueológico Nacional se puso en marcha en 2017 y se trata de una vitrina que la da la bienvenida al visitante y que se utiliza para complementar la exposición permanente y mostrar fondos de la institución como las nuevas adquisiciones, piezas invitadas o colecciones del almacén bajo un relato o temática.

 El área final de la exposición se centra en la Numismática como ciencia dedicada al estudio de la moneda, el dinero, las medallas y otros objetos relacionados funcional o formalmente con los anteriores. Como antes se ha remarcado, su importancia para el progreso del conocimiento de la Historia es fundamental. Desde sus orígenes en el siglo XVI, ha sido una disciplina fundamental para el desarrollo de la Arqueología desde el siglo XIX, y esta sección muestra la forma de abordar la lectura y el estudio de la moneda, su comprensión en su contexto histórico y la manera en la que podemos abordar su lectura y estudio.

Para saber más:

 Alfaro Asins, Carmen, Museo Arqueológico Nacional. Numismática y Medallística, Ministerio de Cultura, Separata, 1991, pp. 163-188.

 “La moneda, algo más que dinero”, Cuadernos del MAN nº 8, 2021.

 Numismática y Medallística – | Ministerio de Cultura y Deporte (man.es)

La moneda, algo más que dinero – | Ministerio de Cultura y Deporte (man.es)

domingo, 3 de abril de 2022

La moneda de José Napoleón I

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático nº 1316, abril 2022

Tras las abdicaciones de Bayona del 5 de mayo de 1808, Napoleón publicó el 6 de junio un decreto por el que nombraba a su hermano mayor José Rey de España, cargo que ostentó desde que el 7 de julio juró la nueva Constitución y recibió el juramento de fidelidad de los componentes de la Junta de Bayona. Hasta su precipitada salida de la península el 13 de junio de 1813, solo pudo ejercer su gobierno sobre las áreas controladas militarmente por el Ejército Imperial, que sufrió un continuo hostigamiento.

 Ya durante la redacción de la Constitución de Bayona, don Juan Antonio Llorente había propuesto dos modelos de escudo para José I como rey de España y de las Indias. Uno de ellos era de gules, con ambos mundos acostados de las Columnas de Hércules y con el jefe de azur con un sol radiante, un motivo habitual de la heráldica napoleónica. Con el mismo se pretendía suprimir los antiguos blasones medievales, borrando toda distinción entre los territorios peninsulares y ultramarinos de la Corona. El segundo de ellos incluía los cuarteles de Castilla, León, Aragón y Navarra, con escudo en punta de mundos y columnas representando las Indias, y un escudete de azur con águila imperial de oro cargado.

 El diseño finalmente adoptado por Real Decreto dado en Vitoria el 12 de octubre de 1808 fue el utilizado posteriormente para sus emisiones monetarias. En sus seis cuarteles se representan los escudos de los reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, con un nuevo cuartel, el sexto, de gules con dos hemisferios sobre ondas de azur y plata, entre las Columnas de Hércules, y con la leyenda en sus filacterias PLUS ULTRA. El mismo se completaba con un escusón de azur con águila napoleónica de oro. Estos motivos, para Faustino Menéndez Pidal, no rompían con la ordenación histórica tradicional, confirmando su carácter territorial y sentando las bases de las actuales armas de la nación. 

 El sexto de los cuarteles con columnas y orbes incluye la antigua divisa personal de Carlos V, las columnas, si bien las mismas no están coronadas, un motivo que aparece en las emisiones realizadas en las cecas de los Reinos de las Indias desde las primeras acuñaciones y se convirtió en el escudo propio de los mismos, apareciendo como tal en numerosas obras y recopilaciones ya en el mismo siglo XVI. El motivo representado, sin embargo, se corresponde con la representación de los míticos columnarios de mundos y mares, si bien en las emisiones monetarias las columnas no aparecen coronadas.

 Como afirma José María de Francisco, estas monedas son sumamente interesantes. A diferencia de las demás emisiones del que podemos denominar Imperio Napoleónico en toda Europa, no aparecen en las mismas referencias a su condición de príncipe de Francia o dignatario del Imperio. Una titulación similar aparecía igualmente en las emisiones de los diversos gobernantes de la Casa de Borbón en los distintos territorios de Italia durante el siglo XVIII como Infantes de España. Otra notable diferencia es que se conserva la legitimación divina en la misma, Dei Gratia.

 Tampoco se introdujo en el numerario español el sistema decimal utilizado en el Imperio, y si bien se suprimieron en sus improntas los valores tradicionales en reales y escudos, se introdujo por primera vez su valor en la moneda de cuenta castellana, el real de vellón, correspondiéndose 20 de estos reales al peso fuerte de 8 reales y 320 de ellos a la onza de 8 escudos en su antiguo valor facial. En la moneda áurea no se sustituyó el tradicional Toisón de Oro que rodea el escudo por la Legión de Honor francesa ni por la nueva Orden Real de España creada por el mismo monarca.

  El 28 de agosto de 1809 se ordenó por el monarca la acuñación de moneda de oro con ley de 875 milésimos y peso de 27,15 grs. la onza, y las medias onzas y doblones en proporción, así como la emisión en plata de ley de 910 milésimas de duros, medios duros, pesetas y medias pesetas. Igualmente, se organizó el personal de las Casas de Moneda. Por sucesivas Reales Órdenes de 1 de mayo, 16 de junio y 22 de noviembre de 1810 se aprobó la desaparición del real de a ocho y su sustitución por la emisión de 20 reales de vellón, y la aparición de la moneda de 80 reales de vellón en sustitución de tradicionales los doblones de dos escudos.

 Los tipos y el diseño de estas emisiones están muy cuidados. Destaca por su belleza y arte el retrato a izquierda que aparece en las monedas, realizado por el artista y grabador Mariano González de Sepúlveda con la colaboración del grabador francés Augustin Dupré, y que en las emisiones áureas porta un lazo con cinta. Las leyendas incluidas son JOSEPH NAPOLEON DEI GRATIA HISPANIARUM ET INDIARUM REX, más o menos apocopadas y con diferente distribución en las diferentes emisiones de oro, plata y cobre entre el anverso y el reverso. Se conservan las marcas de ceca y las siglas de ensayador, y en las emisiones áureas igualmente la leyenda IN UTROQUE FELIX AUSPICE DEO.

 Entre 1809 y 1813 se acuñó según María Ruiz Trapero moneda de vellón de 8,4 y 2 maravedíes para atender las pequeñas transacciones, si bien actualmente solo se conocen las emisiones de 8 maravedíes de facial batidas en la Casa de Moneda de Segovia entre los años 1810 y 1813, con dos variantes de 1811, una sin marca de ceca y otra con la marca de ceca incusa. En su reverso se conservó el diseño tradicional de estas emisiones durante los reinados anteriores, sustituyendo el escusón de las flores de Lis por el águila napoleónica.

 En Madrid se acuñó moneda de plata con faciales de 1, 2, 4, 10 y 20 reales de vellón entre los años 1810 a 1813. Con el antiguo valor facial de 8 reales en plata fuerte se acuñó moneda en la ceca capitalina en los años 1809 y 1810. Moneda argéntea de facial de 4 y 20 reales se acuñó igualmente en Sevilla en 1812. En cuanto a la moneda de oro, se acuñó numerario de 80 y 320 reales de facial en Madrid entre los años 1809 y 1813 en el primer caso y desde 1810 en el segundo.

 Según las cantidades calculadas por Glenn Murray, en la ceca de Madrid se acuñaron durante su reinado 168.272 kilos de plata y 1.162 kilos de oro. Parte de esta moneda se batió reutilizando los cuños de Carlos IV y a su nombre. Asimismo, si bien hasta la Real Orden de 22 de marzo de 1809 no se aprobaron las muestras de monedas de cuatro y ocho reales, con el busto y las armas del rey, se conservan ejemplares de ambos faciales de fecha 1808, seguramente predatados.

 En una Minuta de la Secretaría de Estado fechada en Madrid el 11 de octubre de 1809 se recoge un Decreto por el que se ordenaba la aplicación al remedio de las urgencias del Estado las alhajas de oro y plata no necesarias para el servicio del culto de las Iglesias del Reino. Las mismas debían llevarse a la Casa de Moneda de Madrid.

 En cuanto a los ensayadores que participaron en las mismas, en la ceca madrileña encontramos cuatro combinaciones de siglas de ensayador distintas. Las siglas IG son de los ensayadores Ildefonso de Urquiza y Gregorio Lázaro Labandero, que abandonaron la Casa de Moneda de Madrid, el primero a finales de 1808 y el segundo a mediados del año 1809. Las siglas AI corresponden a Antonio Rafael Narváez e Isidoro Ramos del Manzano, y se encuentran en moneda acuñada entre los años 1809 y 1812.  

 La sigla RN aparece en moneda batida entre los años 1812 y 1813, dado que por comunicación del Ministerio de Hacienda de 18 de junio de 1812 se ordenó que figurasen en las monedas las siglas de los apellidos de los ensayadores, en vez de las de sus nombres. De acuerdo con Josep Pellicer, las monedas con estas siglas fueron acuñadas por Antonio Rafael Narváez en 1813, con las dos iniciales de sus apellidos.

 Las otras siglas que encontramos son RS, que se corresponden con Antonio Rafael Narváez y José Sánchez Delgado, este último el ensayador segundo de la Real Casa de Moneda, en moneda fechadas entre los años 1810 y 1812, pero seguramente acuñadas realmente en el año 1812, al recurrirse al aprovechamiento de los cuños anteriores. En cuanto a las siglas utilizadas en las emisiones sevillanas de 1812, se corresponden a los ensayadores Leonardo Carronero y Antonio de Larra.

 Para saber más

 DOMÍNGUEZ CASAS, R., “Escudo de Felipe III con las armas de José Napoleón I en el Monasterio de San Benito el Real de Valladolid”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, T. 68, 2002, pp. 271-294.

FRANCISCO OLMOS, J.M. de, “Las acuñaciones de los Napoleónidas. Imagen de la Nueva Europa (1803-1815)”, Documenta & Instrumenta, 5, 2007, pp. 157-191.

MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, F., “El Escudo”, en IGLESIAS, C. (Dir.), Símbolos de España, Madrid, 1999, pp. 200-206.

MURRAY PHANTOM, G.S., La Casa de Moneda de Madrid, cantidades acuñadas y ensayadores, 1614-1868, Asociación de Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia, 2014.

PAÑIOL, A., Casa de moneda - Legislación-Sistemas monetarios-Estadística de fabricación de moneda española desde la fundación en Madrid de dicha casa, Madrid, 1917.

PELLICER I BRU, J., Glosario de maestros de ceca y ensayadores, Madrid, 1997.

Prontuario de las Leyes y Decretos del Rey Nuestro Señor don José Napoleón I desde el año de 1808, T.I, Madrid, 1810.

RUIZ TRAPERO, M., “La cuestión monetaria en la España Napoleónica: de la Convención de París a la Peseta”, Cuadernos de Investigación Histórica, nº 22, 2005, pp. 77-96.