martes, 5 de octubre de 2021

La solicitud de la superintendencia de la Casa de Moneda de Lima de 1818 del último Virrey del Perú

 Publicado en Crónica Numismática, 5 de octubre de 2021

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La vida de Juan Pío de Tristán y Moscoso, nacido en Arequipa el 11 de julio de 1773 y muerto en Lima el 24 de agosto de 1859, es un claro ejemplo de la ambivalencia que en las guerras de independencia mostraron las clases aristocráticas del Perú. Era hijo del Mayor General José Joaquín Tristán y Carassa, Regidor Perpetuo del Cabildo de Arequipa y su alcalde en 1768, y de María Mercedes Moscoso y Pérez, pertenecientes a la nobleza criolla. Tuvo entre sus hermanos a  Mariano Tristán y Moscoso, Caballero de Santiago, Coronel de Dragones Provinciales de Arequipa, amigo de Simón Bolívar, muerto en París en 1807, padre de la famosa escritora y pionera feminista Flora Tristán y abuela del pintor Paul Gauguin.

 También era hermano de Domingo Tristán y Moscoso, Caballero de Montesa, que como los demás hermanos pasaron en España su juventud, sirviendo como guardiamarina. Formó parte del ejército del Alto Perú junto a su primo doble, José Manuel de Goyeneche, Conde de Guaqui, y fue elegido diputado a las Cortes de Cádiz en 1813. En 1821 desertó a las filas de San Martín, quedando al mando de una división que un año más tarde fue deshecha en la batalla de Ica. Como prefecto de Ayacucho, comandó en 1827 la represión del levantamiento realista de Iquicha, y participó en la Guerra Civil de 1834 en el bando del presidente Luis José de Orbegoso. Otro hermano, Juan Antonio, se trasladó a España y siguió la carrera militar, no volviendo al Perú.

 Pío Tristán finalmente no consiguió el destino de Superintendente de la Real Casa de Moneda, solicitado en agosto de 1818. Fiel a la Monarquía hasta la capitulación posterior a la Batalla de Ayacucho, fue finalmente nombrado interinamente Virrey del Perú el 16 de diciembre de 1824, siendo por tanto el último que ostentó este título. El 24 de diciembre de 1824, ya jurado su cargo de Virrey, escribió a Simón Bolívar, amigo de juventud de su hermano, afirmando que:

… si mi deber me comprometió por algún tiempo en detener la revolución que creí tan prematura como ominosa a este país, mi sensibilidad ha tenido en vista las calamidades de una guerra fratricida, el buen sentido, la humanidad y aun la justicia misma reclaman la terminación de una lucha que continuada consumaría de un modo espantoso la desolación de un país tan privilegiado”.

A diferencia de algunos de sus parientes, optó por permanecer en el Perú, donde participó en la creación de la Confederación Peruano-Boliviana, con rango de General de Brigada, fue su Ministro de Estado y presidió el Estado Sud-Peruano entre el 12 de octubre de 1838 al 23 de febrero de 1839. Una de sus hijas, Victoria,  fue esposa del General José Rufino Pompeyo Echenique y Benavente, Presidente de la República del Perú entre el 21 de abril de 1851 y el 5 de enero de 1855 con la ayuda de su suegro y pariente.

 Su caso no es excepcional en el comportamiento de las clases privilegiadas de su Perú natal durante el conflicto. La MarGamarra, Torre TagleOrbegoso o Riva-Agüero fueron fieles militares y burócratas de alto rango al servicio del Rey Fernando VII, por solamente nombrar a algunos de los que llegaron a ostentar posteriormente la Presidencia de esta República. Siendo el menor entre sus hermanos de los que permanecieron en América, asumió el control de las empresas familiares, entre las que se encontraban propiedades agrícolas y minas de oro y plata, que habría perdido de no aceptar la naciente república. Su patrimonio se acrecentó al casarse con su sobrina Joaquina, hija de su hermana Petronila.

El expediente de su solicitud de la Superintendencia de la Casa de Moneda de Lima

En este expediente, conservado en el Archivo General de Indias, Joaquín de la Pezuela, Virrey del Perú, remitió al Secretario de Estado del Despacho de Hacienda en Madrid la solicitud del entonces Presidente Interino del Cuzco, el  Brigadier don Pío de Tristán, de ocupar el cargo por fallecimiento de su anterior titular. Como es habitual, comienza con la recomendación del virrey, que destaca su papel en las diferentes campañas llevadas a cabo por Tristán en las rebeliones de la Paz y contra los insurgentes del Río de la Plata, y la contribución realizada con reclutas y dinero al Ejército del Alto Perú. 

Se incluye a continuación la Instancia, escrita de puño y letra por el propio Pío Tristán, en la que enumera sus méritos. Curiosamente, esta solicitud no es tan extensa como las que se solían presentar, en las que constaban varias recomendaciones de jefes superiores y las hojas de servicios de los pretendientes, pero puede utilizarse perfectamente para al hilo de su narración ilustrar los principales sucesos referidos con las monedas y medallas que se fueron emitiendo durante las guerras mantenidas en el Alto y Bajo Perú, así como en las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Comienza el mismo con una descripción de sus servicios prestados en España:  “Don Pío de Tristán y Moscoso, Brigadier de vuestros Reales Ejércitos y  Presidente de vuestra Real Audiencia del Cuzco en el Virreinato del Perú, a los Reales Pies de V.M. parezco y digo: Que destinado desde mi infancia a servir a V.M. en la gloriosa carrera de vuestras Armas, me incorporé en 1790 en vuestras Reales Guardias Valonas en clase de Cadete, habiendo llegado hasta el empleo de primer teniente de ellas, cuya gracia me confirió V.M. en 1802, y bajo cuyas banderas defendí vuestros sagrados derechos en la guerra contra la Francia en los años de 1792 y siguientes, manteniéndome en campaña todo el tiempo que duró aquella, en vuestros Ejércitos de Cataluña y Navarra, y por consiguiente en las diferentes Batallas y acciones particulares que ocurrieron en la misma”. 

Enrolado según algunos autores en el Regimiento de Soria, la unidad militar en activo más antigua del mundo, en el que prestó también sus servicios Gabino Gaínza, pasó a España con el grado de subteniente. Estudió Derecho en Salamanca, donde coincidió con Manuel Belgrano, a quien posteriormente se enfrentaría, si bien en la correspondencia que cruzaron siempre se trataron con franca cordialidad. Su hermano Mariano, que residía en España, le envió a estudiar a Francia, de donde volvió a España tras el estallido de la Revolución. Tras participar en la Guerra del Rosellón, como él mismo afirma y donde pudo coincidir entre otros con José de San Martín y José de La Mar, fue destinado como ayudante de Pedro de Melo de Portugal y Villenavirrey del Río de la Plata,  permaneciendo dos años en Buenos Aires. De todos estos datos, recogidos por los cronistas e historiadores, no hace ninguna mención en esta Instancia. 

A partir de este momento volvió a su tierra natal, lo que relata de la siguiente manera: “Retirado con vuestro Real Permiso a la Ciudad de Arequipa, mi Patria, desempeñé todos los cargos concejiles a que se hace acreedor un ciudadano que con su comportamiento contiene el honor de su cuna, y ocupando el de Alcalde Ordinario de primer voto de dicha Capital, tuve la gloria de ser uno de los individuos que juró la exaltación de V.M. al trono, y de hacer el donativo voluntario de ochocientos pesos en Reales Arcas para el sostén de la guerra declarada a los franceses. 

Suscitados los primeros movimientos de insurrección en la Provincia de la Paz, Virreinato de Buenos Aires, fui nombrado Mayor General del Ejército que, a las órdenes de vuestro General Conde de Guaqui, pacificó aquella Provincia en el año de 1809, en cuya Expedición. Que duró cerca de ocho meses, cedí mis sueldos, y toda gratificación a beneficio de vuestra Real Hacienda. 

Sucesivamente por las alteraciones de la Capital de Buenos Aires, acaecidas en el siguiente año de 1810, fui reelecto Mayor General para el Ejército que se organizó en el Desaguadero a las órdenes del mismo Conde de Guaqui, cooperando con mis desvelos a su instrucción, y concurriendo a las batallas memorables de Guaqui, y a la de Amiraya en la Provincia de Cochabamba. 

Habiéndoseme concedido después de estas, el mando en Jefe de Vanguardia, penetré con ella en la Provincia de Tucumán, y en su capital y Río de las Piedras, mandé las sangrientas acciones de 12 y 24 de septiembre, y retirándome a Salta de un modo que si fue glorioso a vuestras Armas, fue bien penoso por la falta de víveres, municiones, obstrucción de caminos y de todo recurso en la distancia de noventa leguas, sostuve en dicha Capital una de las más tenaces y horrorosas acciones que ha visto el Perú, el 20 de febrero del siguiente año de 1813, de cuyas desgraciadas resultas me retiré a mi domicilio en Arequipa. 

Tras la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813, el Ejército Auxiliar y Combinado del Perú de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, en nombre de los derechos de Fernando VII, ocupó Potosí, donde, siguiendo instrucciones de la Asamblea Constituyente de Buenos Aires de fecha 13 de abril de este año, se acuñaron monedas con nuevas leyendas e iconografía de la misma ley y peso que la moneda de cuño español. Tras las batallas de Vilcapugio y Ayohúma, el ejército se retiró el 18 de noviembre con todo el dinero sellado y sin sellar que se encontraba en la Villa, ordenando Belgrano la voladura de la Casa de Moneda, lo que finalmente no se produjo por la defección de un oficial llamado Anglada, que cortó la mecha. 

Sublevada la Provincia del Cuzco, y atacada aquella por los caudillos Pumacahua y Angulo, fui uno de los Jefes que procure con el mayor empeño la organización de su defensa, y me presenté al muy desigual y desgraciado combate de 10 de noviembre de 1814; y restaurada en ella la dominación de V.M. en 2 de diciembre inmediato, fui nombrado por vuestro General don Juan Ramírez, y confirmado por vuestro Virrey del Perú Marqués de la Concordia, Gobernador intendente y Comandante General de dicha Provincia de Arequipa, cuyo cargo desempeñé con esmero un año y nueve meses, erogando nuevamente un empréstito de quinientos pesos, hasta que vuestro actual Virrey del Perú me confirió en 19 de julio de 1816 el destino que ejerzo, en el cual, y los demás, creo haber llenado mis deberes, y la confianza de los Jefes,  sin que pueda ocultarse lo difícil de estos empleos en unos tiempos los más calamitosos. 

Nueve años, Señor, de penalidades y fatigas sin interrupción, en comisiones las más delicadas y expuestas, han debilitado mi salud; y por toda recompensaPido y suplico, que si le fuesen agradables mis Servicios con la exposición de verdad que sellará con su Informe el digno Superior Jefe de este Reino, y por cuyo conducto dirijo la presente solicitud, se digne vuestra Real Munificencia conferirme la Superintendencia de vuestra Real Casa de Moneda de la Capital de Lima, vacante hoy por muerte del que la obtenía: gracia que espero alcanzar de la Piedad de V.M”, concluye su instancia Pío Tristán. 

Bibliografía

 Carta nº 286 del virrey Joaquín de la Pezuela, a Martín de Garay Perales, secretario de Hacienda – Archivo General de Indias, Lima, 759, nº 16.

 BRYCE DE TURBINO, M., “Juan Pío de Tristán y Moscoso, un moderno político en la emancipación del Perú”, Genealogía, heráldica y documentación, UNAM, 2014, pp. 219-282.

DARGENT CHAMOT, E., “La Casa de Moneda de Potosí”, en ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, G., y CÉSPEDES DEL CASTILLO, G., Las Casas de Moneda en los Reinos de Indias. Vol. II. Cecas de fundación temprana, Madrid, 1997.

FUENTE CANDAMO, J.A., Sobre el Perú: Homenaje a José Agustín de la Puente Candamo, T.II, Lima, 2002.

LOHMANN VILLENA, G., Los Americanos en las órdenes nobiliarias,  CSIC, 1993.

RIVERO LAVAYÉN, R., “Los Moscoso. Su descendencia en Perú y Bolivia”, Genealogías Bolivianas,  Austin, Texas, 2012.

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