Publicado en Crónica Numismática, 29 de septiembre de 2021
https://cronicanumismatica.com/una-historia-paralela-del-hundimiento-de-la-fragata-nuestra-senora-de-las-mercedes/El día 30 de
septiembre se estrena una serie del laureado director Alejandro Amenábar
dedicada tanto al hundimiento de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes”
como a su expolio por la cazatesoros Odissey y al posterior juicio, por
el que la Corte Suprema de Estados Unidos otorgó la propiedad del pecio a
España. Mucho se ha escrito sobre la infamia de una escuadra británica que, en
la conocida como Batalla del Cabo de Santa María, sin previa declaración de
guerra y violando el acuerdo de la Paz de Amiens, mandó a pique a esta
fragata y capturó y llevó a puertos británicos a otras tres más, cargadas de
pasajeros civiles, de los impuestos recaudados en las Indias y de caudales
privados.
La miríada de libros, artículos científicos y de divulgación que se han publicado durante los últimos años hacen un perfecto relato de estos hechos, y a ellos me remito. Pero realmente no he encontrado en ellos la justificación para que una flota británica fuera enviada por su gobierno a interceptar un convoy cargado de plata en un acto de felonía, algo no inusual en su historia, sabiendo que con ello iba a reanudar una guerra intermitente y de resultado incierto. Y la razón última, aún a costa del acoso de su propia opinión pública, que literalmente se le echó encima desde el mismo momento en que se cometió este vulgar acto de piratería y solicitó la devolución de los caudales y la libertad de las personas retenidas, se encuentra en el precioso –y vil-metal. La necesidad de moneda de plata, tanto para el mercado interior como para el comercio internacional, era perentoria para un naciente Imperio Británico.
El sistema bancario y crediticio británico, muy desarrollado y bien estructurado durante el siglo XVIII, había entrado en crisis en febrero de 1797, durante las guerras contra la Francia revolucionaria, cuando los particulares acudieron en masa a los bancos para retirar sus depósitos en moneda metálica. El Consejo de Ministros tuvo que ordenar la suspensión temporal de los pagos en especie, y ordenó el curso obligatorio del papel moneda, una medida que se prolongó durante 33 años. Para las necesidades más acuciantes, se utilizaron 345.000 reales de a ocho españoles previamente resellados con los punzones usados para quintar la plata, con un pequeño retrato oval y posteriormente cuadrangular del monarca Jorge III, que finalmente fueron retirados por Orden de 9 de mayo de 1798.
Nuevamente se procedió al resello masivo
de reales de a ocho españoles, curiosamente… en el año 1804, el año del suceso
de la fragata Mercedes. Para ello, según Eckfeld y Du Bois, funcionarios
de la ceca de Filadelfia, se acuñaron dos millones de pesos
de cuño español. En todos ellos es visible parte de la moneda original que se
utilizó de cospel de estos Bank Dollar.
En todo caso, estas masivas reacuñaciones realizadas para dotar de circulante al territorio metropolitano y a Irlanda, que las adoptó como moneda provincial de seis chelines irlandeses, no eran el mayor quebradero de cabeza de las autoridades británicas. Su comercio exterior, y muy especialmente el llevado a cabo con Oriente, dependía de la plata de cuño español, dado que sus habitantes, y muy especialmente los chinos, no aceptaban ninguna otra.
El Té, un producto que había pasado de ser considerado de lujo a bien de primera necesidad en Gran Bretaña, era comercializado en Europa por los daneses, y para adquirirlo era necesaria moneda de plata española. Con la excusa de evitar que la flota danesa cayese en manos de Napoleón, nuevamente sin declaración previa de guerra los británicos bombardearon en 1807 Copenhague y literalmente se llevaron la totalidad de la flota danesa. Con ello, los británicos obtuvieron el monopolio de su comercio. Durante las Guerras Napoleónicas, los británicos destruyeron sistemáticamente cualquier instalación industrial que encontraron, incluso en los países teóricamente aliados.
Durante toda la Edad Moderna, el circuito de la plata española había recorrido todo el mundo y había servido para monetizar las economías de los principales estados, como el Impero Chino, el Mongol de la India y el Turco Otomano. La plata americana, producida en los reales de minas de los Reinos de las Indias españolas, tuvo durante el siglo XVIII una producción ascendente, por lo que el comercio internacional tenía moneda suficiente para mantenerse, lo que asimismo servía para evitar que su valor se depreciara y socavase las bases económicas de la Monarquía española.
Tras esta declaración encubierta de guerra y el desastre de Trafalgar, el Reino Unido intentará, en un primer momento, acceder directamente a las fuentes de la plata, con el intento de ocupación del Río de la Plata en 1806-1807. Tras la ocupación napoleónica de la Península Ibérica, su política varió, en el sentido de que si formalmente defendía los derechos de España sobre sus territorios ultramarinos, ayudaba a los insurgentes americanos más o menos encubiertamente con fondos, empréstitos, su flota e incluso con unidades enteras de combatientes. Tras la independencia de las nuevas repúblicas hispanoamericanas, el sistema colapsó, y en vez del dominio directo el Reino Unido optó por el colonialismo económico.
El
comienzo de esta centuria marca el comienzo de la intervención directa
británica en la conquista del subcontinente indio. Para el comercio con el mismo,
era igualmente necesario disponer de moneda de plata de cuño español. La
política británica en Asia durante el siglo XIX se ocupó principalmente de
expandir y proteger su dominio sobre la India, considerándola como la Joya de
su Corona, y la clave para su dominio en el resto del continente. Igualmente,
le dio el control sobre la producción del opio.
China, la principal receptora de la plata de cuño español durante tres siglos, vio como la misma comenzó a salir de su territorio por la masiva introducción de dicha droga por parte de los británicos. Las derrotas chinas en las conocidas como Guerras del Opio supusieron su forzada apertura al exterior y su postración durante más de un siglo. El otro gran Imperio de la Edad Moderna, el Turco Otomano, se convirtió en el enfermo de Europa, por el acoso intermitente del Imperio Británico y el Ruso.
Por tanto, de alguna manera, la felonía cometida el 5 de octubre de 1804 contra la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” y el resto de la flota española, más que un acto de piratería aislado, puede considerarse como el primer y premeditado acto del comienzo del dominio del mundo por una potencia emergente, el Imperio Británico, y el establecimiento de un nuevo colonialismo, todo ello con profundas raíces monetarias.
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