lunes, 2 de enero de 2023

La aceptación de las monedas de las nuevas repúblicas hispanoamericanas en Puerto Rico

 Publicado en Puerto Rico Numismático, enero 2013

https://www.academia.edu/94176844/La_aceptaci%C3%B3n_de_las_monedas_de_las_nuevas_rep%C3%BAblicas_hispanoamericanas_en_Puerto_Rico

El proceso de Independencia de las nuevas repúblicas hispanoamericanas supuso una de las mayores mutaciones en los flujos monetarios de la Historia. En pocos años, el flujo de plata que procedente de las Casas de Moneda españolas en el continente americano y que alimentaba el comercio mundial desde hacía tres centurias se alteró y finalmente quebró, y las vicisitudes bélicas afectaron especialmente a las principales áreas productivas, Nueva España y Potosí, a comienzos de los movimientos insurreccionales. La escasez se sintió en todo el mundo, y puede considerarse que en el circulante a nivel mundial la Era de la Plata fue sustituida por la Era del Billete. 

Estos problemas se añadieron  en Puerto Rico a los derivados del retraso de los situados, a la inclemencia climática  y a los enfrentamientos bélicos de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con los graves perjuicios sufridos por el recurso de las papeletas sin respaldo en moneda metálica. Esta situación se vio paliada cuando por Decreto de 18 de junio de 1813 se autorizó por el gobernador Salvador Meléndez Bruna y por la recomendación del intendente Alejandro Ramírez, la entrada y circulación legal de la moneda macuquina procedente de los refugiados venezolanos, como un mal menor necesario para garantizar la circulación monetaria en la isla.  Con ello se consiguió amortizar el papel moneda en una cuantía de medio millón de pesos, y se dotó a la isla de un circulante que se mantuvo, no sin problemas, durante años y evitó las anteriores tensiones monetarias sufridas. 

En esta situación, la moneda provincial española, conocida como sevillana, acuñada en las cecas peninsulares en pesetas y medias pesetas, comenzó a aparecer en cantidades crecientes en las Antillas españolas, aunque con menor presencia en Puerto Rico que en Cuba. A pesar de lo afirmado por algunos autores, la llegada de este numerario, cuya circulación estaba restringida por ley a la España peninsular, se debió principalmente a su amplia difusión en las colonias caribeñas del Reino Unido, en los Estados Unidos y en Canadá, donde era la moneda más utilizada y común entre las clases populares. Su presencia en Cuba, Puerto Rico e incluso en las nuevas repúblicas independientes se debió principalmente a los fallidos intentos del gobierno británico por sustituir el patrón monetario basado en el dólar o peso español por el de la plata esterlina hacia 1825, que si bien no consiguió retirar de la circulación ni alterar el sistema monetario del peso, supuso la desmonetización de la moneda provincial española, que circulaba en todas sus posesiones caribeñas y en Norteamérica en grandes cantidades. 

 Se asistió igualmente a la gradual llegada de moneda acuñada por las nuevas repúblicas independientes, que en un primer momento no se aceptaron en la circulación, por las connotaciones políticas que ello supondría de reconocimiento implícito de su soberanía política y monetaria. En estas primeras emisiones de los nuevos estados el peso del precedente sistema monetario castellano fue claro, tanto en las denominaciones de las monedas como en su ley y peso. Por ello, ante la escasez de circulante y unas relaciones comerciales nuevamente abiertas, se comenzaron a recibir por las autoridades solicitudes para permitir su circulación. En virtud de ello, a partir del 23 de octubre de 1833 se admitieron en la isla las monedas de aquellos territorios, que aun así seguían considerándose como provincias disidentes. 

En virtud de ello, las monedas de plata se recibieron por su mismo valor en plata nacional de cuño español. En el caso de las emisiones áureas, el valor de cada onza se fijó en 15 pesos y medio, mientras que la de cuño nacional se estimaba en 16 pesos. Con ello, este tipo de moneda, especialmente la mexicana, entró en circulación en la isla. Tres años después, se ordenó en fecha 24 de marzo de 1836 que la cuarta parte de los derechos correspondientes a la moneda nacional pudieran pagarse en moneda de esta procedencia, dado que la falta de moneda fuerte o nacional hubiese paralizado el comercio, permitiéndose con ello pagar los aranceles aduaneros con este tipo de moneda. 

A pesar de ello, no faltaron detractores a estas medidas. La falta de recursos derivada de varios factores, entre los que se encontraban el abandono de las explotaciones menos rentables, el déficit crónico de las nuevas repúblicas y la inestabilidad política y social, llevó a la manipulación de la moneda con fines recaudatorios e hizo que algunas de estas nuevas emisiones fuesen repudiadas fuera de sus fronteras. Ya en 1836 se pidió en Puerto Rico la primera reducción del valor de la moneda de los nuevos estados, debido a los problemas derivados del nuevo circulante colombiano. En el año 1855 el debate llegó a las Cortes, donde se originó un Proyecto de Ley en el que se pedía que se facilitase la circulación de las monedas de las repúblicas hispanoamericanas, una vez que se comprobase su peso y ley. 

Fuentes consultadas: 

Archivo Histórico Nacional, Ultramar, 1065, exp.9. 

Para saber más: 

ADINA CETI, M., Los problemas monetarios en Puerto Rico en la primera mitad del siglo XIX, Trabajo de Fin de Máster en Patrimonio Histórico Escrito, Universidad Complutense de Madrid, Curso 2018-2019.

CÓRDOVA, P.T. de, Memoria sobre todos los ramos de la Administración de la Isla de Puerto-Rico, Madrid, 1838.

CRESPO ARMÁIZ, J., Fortalezas y Situados. La geopolítica española y sus efectos sobre el desarrollo económico y monetario de Puerto Rico (1582-1809), Puerto Rico, 2005.

CRUZ MONCLOVA, L., Historia de Puerto Rico. Siglo XX, Tomo I (1808-1868), Madrid, 1970.

IRIGOIN, A., “Las raíces monetarias de la fragmentación política de la América Española en el siglo XIX”, Historia Mexicana, vol. LIX, núm. 3, enero-marzo, 2010, pp. 919-979.

LLUIS Y NAVAS-BRUSI, J., "La herencia española en la moneda hispanoamericana", NVMISMA, nº 28, septiembre-octubre 1957, pp. 55-92.

MAR, A., The science of Money, George Bell & Sons, Londres, 1885.

No hay comentarios:

Publicar un comentario