Publicado en Panorama Numismático, 5 de julio de 2016
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La sucesión de Carlos II
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Durante
la Guerra de Sucesión se asistió a la presencia de dos autoridades políticas
que emitieron moneda simultáneamente. Desde la llegada en 1705 del Archiduque
Carlos a Denia y su reconocimiento por los reinos de la Corona de Aragón, la
guerra europea -si no mundial- que hasta ese momento se estaba librando, derivó
en una guerra civil de diez años de duración, que conllevó asimismo un
importante desconcierto monetario. Durante el enfrentamiento, la moneda fue
utilizada por ambos contendientes como arma de proclamación de su soberanía y
de propaganda política.
La
moneda fue, como afirma González Cruz, un instrumento de difusión masiva de la
imagen de los dos príncipes en disputa por la Corona de España en los territorios
por ellos dominados, demostrando a los súbditos la instauración efectiva del
poder de cada uno de ellos, y en los que la posesión de moneda acuñada por los
enemigos era considerada un delito. Fue asimismo común que los responsables
políticos y los jefes militares de ambos bandos promocionaran las aclamaciones
de los príncipes mediante entregas de moneda. La práctica de tirar monedas de
plata a la multitud se repitió en numerosas ocasiones, y en la mayor parte de
ellas tuvo resultados satisfactorios.
La sucesión de Carlos II
La
imposibilidad de tener descendencia del último monarca de la Casa de Austria
hizo que su sucesión se convirtiese en un asunto de interés internacional, dado
que las principales potencias europeas pugnaron por colocar en el trono español
a un miembro de sus familias reales. Tanto el monarca Leopoldo I de Austria
como el rey Luis XIV de Francia estaban casados con dos hijas de Felipe IV, y
por ello aspiraban a su sucesión. Por el Primer Tratado de Partición, firmado a
espaldas de España en La Haya en 1689, se reconoció como heredero al niño José
Fernando de Baviera, que gobernaría los estados españoles excepto Guipúzcoa,
que pasaría a manos francesas, así como Cerdeña, los Países Bajos y las
Colonias Americanas. Se compensaba a Felipe de Anjou con Sicilia, Nápoles y
Toscana, y el Archiduque Carlos de Austria recibiría el Milanesado. La
prematura muerte de José Fernando hizo que se llegase a un Segundo Tratado de
Partición, ratificado el 25 de marzo de 1700, por el que se reconocía como
único heredero al Archiduque Carlos, que debía no obstante ceder las posesiones
itálicas a Francia.
Carlos
II falleció en Madrid el día 1 de noviembre de 1700. Ese mismo año había
cambiado su testamento y nombrado heredero universal a Felipe de Borbón, Duque
de Anjou, debido a las presiones del monarca francés, del Papa Inocencio XII,
de la Curia Romana y del Consejo de Castilla, en contra de los derechos de su
propia dinastía, la Casa de Austria. En fecha 16 de noviembre su testamento fue
aceptado por el monarca francés, Luis XIV, y oficialmente se hizo la
Proclamación del nuevo monarca, Felipe V, en Versalles. La Proclamación del
mismo en Madrid se llevó a cabo el día 24 del mismo mes por el Alférez Mayor,
el Marqués de Francavilla, pero el nuevo monarca no llegó a la Corte hasta el
día 18 de febrero del año siguiente. El día 8 de mayo recibió el juramento de
fidelidad de los Procuradores en Cortes en la iglesia de San Jerónimo el Real.
Tras
la proclamación de Felipe V en Versalles, en fecha 21 de noviembre de 1700 por
medio del Rey Sol se solicitó a varios expertos en heráldica el diseño de las
armas del nuevo monarca. En base a las propuestas recibidas, Luis XIV decidió
que el escudo de su nieto llevase en el centro el escusón de gules con las
armas de Francia de los Anjou, sin consultar a sus súbditos españoles, que
simultáneamente habían propuesto que se guardasen los motivos antiguos.
Tras
el nombramiento, Luis XIV de Francia reconoció los derechos de Felipe al trono
de Francia, en contra de las exigencias de Carlos II en su testamento, y envió
un importante contingente de soldados franceses a las plazas de los Países
Bajos españoles. Las importantes concesiones obtenidas en el comercio con las
Indias, contrarias a los intereses ingleses y holandeses, y la alianza de estos
estados con Austria llevaron el 7 de septiembre de 1701 a la creación de una
amplia coalición internacional, la Gran Alianza, compuesta por Austria,
Inglaterra, Holanda y Dinamarca, a los que se unieron en 1703 el Ducado de
Saboya y Portugal.
El
nombramiento de Felipe de Anjou como sucesor del trono español implicaba un
cambio radical en el contexto político y comercial de todo el orbe.
Posiblemente la parte que más tenía que perder con ello era Holanda, dado que
sus relaciones con los Habsburgo españoles habían sido, durante medio siglo y
tras el definitivo reconocimiento de su independencia, el pilar central de su
hegemonía comercial.
El abastecimiento monetario durante la Guerra de
Sucesión: el bando austracista
El
gran problema del Pretendiente Carlos de Austria fue la falta de recursos para
sufragar las campañas militares y las cantidades que le remitían sus aliados
eran insuficientes. Mientras que hasta 1706 abundó la plata, a partir de este
año el numerario más importante de su partido pasó a ser el de cuño portugués,
los cruzados, que tuvieron curso legal en todos los territorios bajo su
control. Asimismo, debió ceder los derechos de las nuevas emisiones a los
ingleses para sufragar las deudas con ellos contraídas. De la importancia de
este numerario da fe la legislación borbónica posterior tendente a su recogida
y retirada, ya desde el año 1707, cuando se prohibió la circulación de la
moneda portuguesa en el Reino de Valencia. En 1711 se prohibió asimismo la circulación
de toda la moneda acuñada en países enemigos, y la entrega de la moneda de oro
y plata portuguesa en las Casas de Moneda por su valor intrínseco. Esta
normativa siguió emitiéndose después del conflicto, y a pesar de su reiteración
las monedas emitidas por ambos contendientes tuvieron una larga vida.
Las
emisiones del Archiduque se realizaron fundamentalmente en Barcelona y
consistieron en numerario local, como eran los dineros, ardites y croats,
si bien se batieron también reales de a dos de tipo castellano, de gran
similitud a los acuñados en Segovia en época de Carlos II. Asimismo, se acuñó
moneda propia de los otros reinos de la Corona; dineros aragoneses en Zaragoza,
dieciochenos valencianos y piezas de a dos, de a cuatro y escudos en Palma de
Mallorca.
Entre
los años 1707 y 1715, se asistió a un proceso de extensión de la moneda de los
reinos de Castilla en los territorios de la Corona de Aragón, con lo que ello
conllevó al uniformar el circulante monetario. Tras la guerra, la implantación
de la legislación castellana en los antiguos reinos tuvo su equivalencia en la
imposición del sistema monetario de Castilla. Mientras que el numerario de oro
y plata castellano habían tenido curso en los reinos orientales de la Monarquía
en toda la Edad Moderna y sus monedas propias se habían asimilado a él, estos
habían conservado sus sistemas propios en el numerario de vellón.
Una
de las primeras medidas tomada por Felipe V en materia monetaria fue la orden
de que se llevara a labrar un tercio de los metales preciosos de las remesas
indianas a la Casa de Moneda de Madrid y dos tercios a la de Segovia, pudiendo
los particulares llevar a labrar sus pastas a la Casa de Moneda de Sevilla. Por
Real Provisión de 24 de abril de 1704 se establecieron penas para los que
comerciaran en la compra y cambio de moneda de plata con interés.
Para saber más
Joaquim ALBAREDA
SALVADÓ: La Guerra de Sucesión de España (1700-1714), Barcelona,
Crítica, 2010.
Pedro de CANTOS
BENÍTEZ: Escrutinio de maravedises y monedas de oro antiguas, su valor,
reducción y cambio a las monedas corrientes deducido de escrituras, leyes y
pragmáticas antiguas y modernas de España, Madrid, Imprenta de Antonio
Marín, 1763.
José María de
FRANCISCO OLMOS: 'Comentarios a una moneda problemática: El escudo de oro de
Felipe V (Madrid, 1706)', Gaceta Numismática 160, marzo 2006, pp. 37-46.
José María de
FRANCISCO OLMOS: “La moneda como arma política en la Guerra de Sucesión
española (1703-1713). El numerario del Archiduque Carlos”, Cuadernos de
Investigación Histórica, 24, 2007, pp. 177-231.
David GONZÁLEZ CRUZ:
Propaganda e información en tiempos de Guerra, España y América (1700-1714),
Madrid, Sílex, 2009.
Jonathan I. ISRAEL: Dutch Primacy in World Trade,
1585-1740, Oxford, Oxford University Press, 1989, reimpresión de 2002.
María Teresa MUÑOZ
SERRULLA: La moneda castellana en los reinos de Indias durante la Edad
Moderna, Madrid, UNED, 2015.
Antonio Xavier PÉREZ
Y LÓPEZ: Teatro de la Legislación Universal de España e Indias, T. VI, Madrid,
Imprenta de Manuel González, 1793.
Daniel ROMERO
JUNCAL: 'Primer reinado de Felipe V (1700-1724), Borbones, hace trescientos
años', Crónica Numismática, enero 2001, pp. 50-54.
María RUIZ TRAPERO:
“La reforma monetaria de Felipe V: Su importancia histórica”, VI Jornadas
Científicas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868),
Madrid, 2007, pp. 383-402.
Rubén SÁEZ ABAD: La
Guerra de Sucesión Española, 1702-1715, Madrid, Almena, 2007.
Javier de SANTIAGO FERNANDEZ: “Legislación y reforma monetaria en la España Borbónica”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 403-436.
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