Publicado en
Oroinformación, 3 de noviembre de 2017
La “Leyenda
negra” sobre España también incluyó, desde hace siglos, la falacia del
agotamiento total del oro y la plata de las tierras de Indias. Según dicha
leyenda, los españoles habrían esquilmado hasta la extenuación las minas de
esos metales preciosos situadas en los virreinatos de Nueva España (actual
México), Nueva Granada o del Perú (que incluía hasta Panamá). Es decir, habría
agotado totalmente el oro y plata americanos.
Tal cúmulo de
mentiras y falsedades son tan obvios que hoy en día pueden ser desenmascarados
con los datos reales de instituciones propias de cada país (bancos centrales,
ministerios de Minas, etc.), o con los informes mensuales del Consejo Mundial
del Oro, del Silver Institute, etc. Embustes y patrañas saltan por los aires
con datos tales como que México es, en la actualidad el país mayor productor de
plata del mundo, con 5.791 toneladas de producción en 2016 y 28,4 millones de
onzas extraídas durante el primer semestre de 2017, con 6 grandes minas de la
que la famosa Fresnedillo está a la cabeza. Perú ocupa el segundo lugar mundial
de los países productores de plata, con 4.593 toneladas el pasado año, además
de ser el país con las reservas más grandes del mundo, nada menos que 120.000
millones de toneladas… Así podríamos seguir con Bolivia (1.300 toneladas en
2016), Chile (1.500 toneladas), etc.
Por lo que se
refiere al metal rey, el oro, Perú ocupa sexto lugar del mundo entre los países
de mayor producción, 150 toneladas en 2016, y México el octavo, con 120
toneladas.
Si eso fue esquilmar,
está claro que la citada leyenda es una total patraña, o bien es que los
españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII fueron unos chapuceros y no supieron
vaciar las minas de Potosí, Zacatecas y demás.
Hasta
aquí, el argumento de “Oroinformación” sobre la gran mentira. Pero es que,
además, numerosos estudios de investigación histórica y económica también
desenmascaran los malintencionados bulos con la aportación de datos como los
que el doctorando Pedro Cano proporciona a continuación con este interesante y
documentado artículo.
Humboldt fue el
primer autor que estudió sistemáticamente la producción de metales preciosos de
las Indias españolas desde su descubrimiento hasta principios del siglo XIX.
Consideraba arbitrarios los cálculos realizados hasta esa fecha, y afirmaba que
gran parte de los que al tema se habían acercado no habían hecho más que copiar
los datos contenidos en el Tratado de comercio
y marina de Gerónimo de Uztáriz, que asimismo se había basado en los
cálculos de Sancho de Moncada y Pedro Fernández de Navarrete. La síntesis que
realizó de los cálculos de los principales autores que habían tratado el tema
fue la siguiente:
Autores
|
Épocas
|
Millones de Pesos
|
Uztáriz
|
1492-1724
|
3.536
|
Solórzano
|
1492-1628
|
1.500
|
Moncada
|
1492-1595
|
2.000
|
Navarrete
|
1519-1617
|
1.536
|
Raynal
|
1492-1780
|
5.154
|
Robertson
|
1492-1775
|
8.800
|
Necker
|
1763-1777
|
304
|
Gerboux
|
1724-1800
|
1.600
|
El autor
de Reserches
|
|
|
sur le Commerce
|
1492-1775
|
5.072
|
Realizó un
minucioso cálculo de todas las cantidades de metales preciosos producidas en
las minas americanas desde 1492 a 1803. Para ello, utilizó los registros de las
Casas de Moneda y de las Tesorerías Reales de México y Potosí, y otros datos
obtenidos in situ para las
producciones de otras áreas del Perú, Buenos Aires y Nueva Granada, tanto para
las cantidades efectivamente registradas como para las que habían sido
remitidas a Europa vía contrabando.
En base a estos
datos, calculó que el importe total del oro y la plata registrados en las
posesiones españolas había ascendido entre estos años a 4.035.156.000 pesos. A
ello habría de añadirse las cantidades que no constaban en los registros, y que
ascendían a un total de otros 816.000.000 pesos, con lo que el montante total
de lo producido habría ascendido a 4.851.200.000 pesos. La distribución de esta
producción en los diversos virreinatos sería la siguiente:
Divisiones
políticas
|
Pesos
|
Virreinato de Nueva
España
|
2.028.000.000
|
Virreinatos del Perú y Buenos
Aires
|
2.410.200.000
|
Capitanía General de
Chile
|
138.000.000
|
Virreinato de Nueva
Granada
|
275.000.000
|
A estos importes
habrían de sumarse las cantidades que no habían sido beneficiadas en las minas,
y que constituyeron el botín de las primeras huestes, que estimó en 106.000
marcos de oro más, por valor de unos 25 millones de pesos. Llegó incluso a
calcular las cantidades importadas de metales preciosos en Europa por periodos,
por medias anuales, siendo los resultados que reflejó los siguientes:
Épocas
|
Medias
anuales
|
1492-1500
|
250.000
|
1500-1545
|
3.000.000
|
1545-1600
|
11.000.000
|
1600-1700
|
16.000.000
|
1700-1750
|
22.500.000
|
1750-1803
|
35.300.000
|
Humboldt
estimaba que a finales del siglo XVIII en la América española se quintaban
anualmente 41.400 marcos de oro y 3.563.000 marcos de plata, según la
documentación a la que había tenido acceso en España y en el reino de la Nueva
Granada, lo que coincidía con la afirmación de Campomanes, que estimaba en 1775
la importación de metales preciosos en treinta millones de pesos. El desglose
de dichas magnitudes por Virreinatos era el siguiente:
Divisiones
|
Oro
|
Plata
|
Valor
total
|
políticas
|
Marcos
|
Marcos
|
en pesos
|
Virreinato de Nueva España
|
7.000
|
2.250.000
|
22.170.740
|
Virreinato del Perú
|
3.400
|
513.000
|
5.317.988
|
Capitanía General de
Chile
|
10.000
|
29.700
|
1.737.380
|
Virreinato de Buenos
Aires
|
2.000
|
414.000
|
4.212.404
|
Virreinato de Nueva
Granada
|
18.000
|
poco
|
2.624.760
|
Total
|
40.600
|
3.206.700
|
36.063.272
|
A dichos
importes se tenían que añadir los que habían eludido el quintado y habían
pasado de contrabando. Según los datos manejados, el importe del total extraído
de las minas indianas habría sido notablemente superior, como se refleja en el
siguiente cuadro:
Divisiones
|
Oro
|
Plata
|
Valor
total
|
políticas
|
Marcos
|
Kilos
|
Marcos
|
Kilos
|
en
pesos
|
Virreinato de Nueva
España
|
7.000
|
1.609
|
2.338.220
|
537.512
|
23.000.000
|
Virreinato del Perú
|
3.400
|
782
|
611.090
|
140.478
|
6.240.000
|
Capitanía General de
Chile
|
12.212
|
2.807
|
29.700
|
6.827
|
2.060.000
|
Virreinato de Buenos
Aires
|
2.000
|
506
|
481.830
|
110.764
|
4.850.000
|
Virreinato de Nueva
Granada
|
20.505
|
4.714
|
|
|
2.990.000
|
Total
|
45.117
|
10.418
|
3.460.840
|
795.581
|
39.140.000
|
Humboldt hacía
referencia a las cantidades estimadas por diferentes autores coetáneos,
considerándolas demasiado elevadas. Así, Malaspina mostraba una producción en
1793 de 40 millones de pesos; Jacob, autor del artículo Méjico de la Enciclopedia Británica, en 42.721.000 pesos; y El Viajero Universal, en 1798, estimaba
la cantidad de 38.200.000 pesos. Tampoco consideraba acertados los datos
reflejados en La riqueza de las Naciones
de Adam Smith, que valoraba las remesas anuales de metales preciosos desde el
continente americano a Cádiz y Lisboa en 6 millones de libras esterlinas,
estimando que esta cantidad estaba infravalorada en 2/5 partes.
Según Adam
Smith, toda la plata y el oro conducidos anualmente a España y Portugal según
las relaciones más verídicas no excedían regularmente de seis millones de
libras, o 27 millones de pesos fuertes. Para Lionet, en un año común las minas
españolas producían 14.000 marcos o 3.750 kilogramos de oro puro, con un valor
de 12.055.555 francos 56 céntimos, y 1.400.000 marcos o 375.000 kilogramos de
plata pura, con un valor de 77.777.777 francos y 78 céntimos.
Los datos
referidos al Nuevo Reino de Granada fueron refutados por José Manuel Restrepo.
Para él, los cálculos referentes a Barbacoa y a Cauca eran correctos, pero los
del Chocó eran muy exagerados. Los cálculos realizados por Vicente Restrepo
indicaban una producción para el mismo periodo de 440.000.000 pesos, de los que
194 millones se correspondían al siglo XIX.
Otros autores
realizaron cálculos divergentes sobre esta producción, como el de Soetbeer, que
estimaba un monto global de más de 661 millones de pesos. Gran parte de las
divergencias, como pone de manifiesto Melo, vienen derivadas de las
estimaciones sobre el contrabando y la evasión de impuestos, y por contener sus
estudios la producción de regiones diferentes.
Los cálculos de
Hamilton en su clásica obra American
Treasure and the Price Revolution in Spain, 1501-1650, han sido utilizada
durante mucho tiempo por los sucesivos historiadores que han tratado la
revolución de los precios en Europa y de la producción argéntea indiana. Según
dicha serie, entre 1521 y 1530 sólo se habrían recibido en España 149
kilogramos de plata, cantidad que se fue incrementando en los siguientes
decenios hasta llegar a unas 303 toneladas en el decenio 1551-1560.
A partir de este
decenio se produjeron espectaculares crecimientos, desde las 943 toneladas del
siguiente hasta las 2.708 del primer decenio del siglo siguiente. A partir de
este momento la importación de plata se estabilizó alrededor de las 2.200 toneladas decenales
hasta 1630, y tuvo un rápido descenso hasta llegar al mínimo de 443 toneladas
en los años 50, el último de los periodos estudiados. En total, Hamilton
estimaba que entre 1503 y 1660 las importaciones argénteas de las Indias ascendieron
a 16.887 toneladas.
Cipolla estimaba
que durante el siglo XVI se produjeron 16.000 toneladas de plata, en el
siguiente 26.000 toneladas y durante el siglo XVIII más de 39.000 toneladas,
una marea que inundó primero España y posteriormente un país tras otro, dotando
a los mercados internacionales de una liquidez excepcional, lo que favoreció
extraordinariamente el desarrollo del comercio intercontinental. Este autor
ponía en tela de juicio los cálculos de Humboldt, dado que a su entender estos
datos, basados en los registros oficiales, obviaban la plata fuera de registro,
las importaciones por contrabando que alcanzaron a su entender dimensiones
extraordinariamente elevadas.
En todo caso, de
todos los cálculos realizados se desprende que la producción de oro se
incrementó progresivamente a lo largo del siglo XVIII, y el porcentaje del
incremento de la moneda batida en el mismo es de un 780%, con lo que la tasa
anual de crecimiento se situaría en un 2,3%, en una continua y regular
expansión del sector a lo largo del siglo.
Morineau
estimaba que entre 1721 y 1740 se importaron unos 8,5 millones de pesos,
procedentes 4,2 de Tierra Firme, o 4,8 en la hipótesis más favorable, y 5,3 de
Nueva España. Ente 1746 y 1750 habrían llegado según sus cálculos a Europa sin
distinción del país más de 100 millones de pesos, en el siguiente lustro al
menos otros 90 millones. A finales del siglo XVIII, España habría recibido un
montante anual de 7 millones de pesos de Tierra Firme y 8 millones desde Nueva
España, según Bernal.
Entre los años
1763 a 1783 las remesas de Indias supusieron una media anual de tres millones y
medio de pesos, si bien hubo años en los que, como en 1774, su importe fue muy
elevado, 134.503 reales de vellón. En esta época fueron más importantes las
recibidas desde el virreinato del Perú que de las procedentes del de Nueva
España, una tendencia que se invirtió en los últimos años del siglo a favor del
virreinato septentrional, y que llevó a que en los años de la Guerra de la
Independencia se situasen en un 90% del total.
Según Miño, la
transferencia neta fiscal de los territorios indianos entre 1763 y 1783 habría
significado el 15% de los ingresos ordinarios de la tesorería metropolitana,
alcanzando el 25% en la década de 1790, el 40% entre 1802 y 1804 y
aproximadamente el 50% entre 1808 y 1811.
Esto significó en moneda 3,5 millones de pesos en la primera etapa y más
de 5,4 millones hasta 1805, sin contar los ingresos de las transacciones
comerciales y del estanco del tabaco, contribuyendo Nueva España con más de un
50% hasta 1787 y con un 75% hasta 1811, lo que se tradujo según este autor en
30 millones de pesos de plata, de los que 24 millones eran originarios de Nueva
España.
La enorme
descapitalización y la desacumulación debida a los préstamos, donativos y a la
consolidación de los vales reales fueron según este autor factores
determinantes de la independencia después de 1804, con la expropiación de la
renta generada por el crédito por parte de la Corona, que apuntó al corazón de
un sistema económico en el que todas las transacciones se encontraban
articuladas por el crédito eclesiástico y usurario.
Además de los
caudales remitidos, la Real Hacienda de Nueva España tenía un papel capital en
el mantenimiento de las fortificaciones y los presidios de su virreinato en el
Caribe, las provincias interiores y Filipinas, al igual que la Caja de Lima se
ocupaba del mantenimiento de las guarniciones chilenas y de Panamá, la de
Potosí de las del nuevo virreinato del Río de la Plata y las Cajas de Quito y
Bogotá de los gastos de las guarniciones de Cartagena y Guayaquil.
Grafe e Irigoin
defienden que mientras que el monto global de las remesas remitidas a la
Península indudablemente crecieron en el siglo XVIII, constituyeron una modesta
parte del gasto público global a comienzos de la centuria y una parte marginal
al final de la misma. Ello a su entender demuestra que el Imperio Español no
fue una máquina extractiva de los recursos indianos hacia la metrópoli, incluso
en este momento de máximas tensiones fiscales por las guerras libradas en
Europa, siendo mucho más importantes las transferencias entre las Cajas Reales
de los distintos territorios, y que durante esta centuria se avanzó en el
proceso de descentralización fiscal.
Según estos
autores, el estudio de las colecciones de rentas públicas en las colonias
españolas ha cambiado la caricatura absolutista del gobierno español y ha
abierto nuevos debates sobre la interpretación de estructuras imperiales
comparadas. Llegan a la conclusión de que su análisis de los ingresos públicos
españoles en la metrópoli y en las colonias les lleva a creer que la función
utilitaria de la Corona española estaba realmente centrada en el engrandecimiento
y supervivencia del Imperio al menor coste posible, lo que dependió en parte de
su capacidad de aplicar estos recursos para el funcionamiento y la protección
del mismo sin incurrir en excesivos costes fiscales y políticos. Afirman
asimismo que la enorme expansión de los territorios que se produjo en el siglo
XVIII fue, como toda la empresa colonial española, autofinanciada.
Para saber más:
BERNAL, A.M,
"Remesas de Indias: De "Dinero político" al servicio del Imperio
a indicador monetario", en BERNAL, A.M., (ed.), Dinero, moneda y crédito en la Monarquía Hispánica, Madrid, 2000,
pp. 353-384.
CARAVAGLIA, J.C. “La
cuestión colonial”, en Nuevo Mundo Mundos
Nuevos, Número 4 – 2004, pp. 1-11.
CIPOLLA, C.M., La Odisea de la plata española.
Conquistadores, piratas y mercaderes, Barcelona, 1999.
GRAFE, R., y IRIGOIN, A., The
political economy of Spanish imperial rule revisited, www.um.es, version 2, 14 Apr. 08, 31 pp.,
HAMILTON, E.J., American Treasure
and the Price Revolution in Spain, 1501-1650, Cambridge, Massachusetts,
1934.
HUMBOLDT, A. von, Ensayo Político sobre la Nueva España, T.III,
Paris, 1827.
LIONET,
P.L., Manuel du systême métrique ou Livre de réduction de toutes les mesures
et monnaies des quatre parties du Monde, Lille, 1820.
LORENZO ARROCHA, J.M., Galeón. Naufragios y Tesoros, Santa Cruz
de la Palma, 1999.
MELO, J.O.,
“Producción minera y crecimiento económico en la Nueva Granada durante el siglo
XVIII”, Revista Universidad del Valle,
nº 3-4, Cali, 1977.
MIÑO GRIJALVA, M., “La
Ciudad de México: de la articulación colonial a la unidad
política nacional, o los orígenes económicos de la centralización federalista”,
en RODRÍGUEZ O, J.E., Revolución, independencia y las nuevas naciones de América, Fundación
MAPFRE Tavera, Madrid, 2005.
MORINEAU,
M., Incroyables gazettes et fabuleux metaux: les retours des trésors
américains d’après les gazettes Hollandaises (XVIeme et XVIIeme siècles),
París, 1985.
RESTREPO, V., Estudio
sobre las minas de oro y plata de Colombia, II ed., Bogotá, 1888
SMITH, A., Investigación de la naturaleza y causa de la
riqueza de las naciones, T. II, trad. de Josef Alonso Ortiz, Valladolid,
1794.