viernes, 6 de mayo de 2022

La introducción de la acuñación a volante en Nápoles durante el reinado de Carlos II

 Publicado en Crónica Numismática, 6 de mayo de 2022

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El desorden monetario y financiero napolitano a comienzos del reinado de Carlos II fue debido en gran parte a la enorme contribución que este reino hubo de hacer al sostenimiento de la Monarquía durante el reinado de su predecesor Felipe IV, en base al principio de la política solidaria según la cual las partes menos expuestas de la misma debían hacerse cargo de parte de los gastos de los reinos más afectados por los conflictos. De forma simultánea a la capital reforma monetaria llevada a cabo en Castilla, desde el año 1683 se procedió a la reforma de la moneda con el uso de ingenios de acuñación, una práctica que en este reino había tenido como precedente la emisión del tari de 20 granos conocido como Radiante hacia 1620. 

Entre los años 1621 y 1660 los reinos de Nápoles y Sicilia contribuyeron de manera masiva al esfuerzo bélico de la Monarquía española, y muy especialmente durante la Guerra de los Treinta Años y hasta la Paz de los Pirineos, con ingentes cantidades de moneda, soldados, armas, municiones y víveres que tuvieron como destino la defensa del Milanesado. Por ello, como afirma Davide Maffi, Nápoles se convirtió en la caja fuerte italiana de la Monarquía. Durante el gobierno del virrey Conde de Moneterrey, entre 1631 y 1637, dicha aportación se tradujo en la salida de 3.500.000 ducados y en un importante esfuerzo bélico, y durante el virreinato del duque de Medina de las Torres, entre 1637 y 1643, se recaudaron unos 14.600.000 ducados en donativos para el sostenimiento de la Monarquía. 

Las peticiones se incrementaron con las sublevaciones de Portugal y Cataluña, por las que los reinos italianos debieron de hacerse cargo del mantenimiento del frente lombardo y ayudar en la campaña de Cataluña. Todo ello llevó al recurso del incremento de la deuda pública del Reino, que en 1646 alcanzó los ciento cincuenta millones de ducados, y a una crisis financiera que a partir de finales de 1642 llevó a la quiebra a varios importantes hombres de negocios. Las sublevaciones de los años 1647 y 1648 paralizaron estas aportaciones, que se volverían a producir tras la llegada del virrey conde de Oñate en 1650. Las contribuciones en la década de los 60 de este siglo, si bien no llegaron al monto de las anteriores, fueron preciosas para el sostenimiento del esfuerzo bélico de la Monarquía.

En contraposición a la tradicional visión del carácter depredador de la fiscalidad hispana, los estudios de Regina Grafe, en paralelo a sus estudios relativos a los territorios ultramarinos de España, muestran cómo los distintos reinos de la península itálica conservaron un amplio margen de maniobra para pactar con el monarca su contribución al esfuerzo bélico de la corona, y que vieron una cierta recuperación económica al final de la centuria, más evidente en el de Milán que en los de Nápoles y Sicilia.

Los problemas derivados del desorden monetario intentaron ser atajados durante el gobierno del marqués de Astorga y la regencia de Mariana de Austria, si bien hacia 1675, como afirman Aurora Martino y Patricia Rodríguez, la circulación de la moneda era un completo desorden, y cuando el virrey propuso una nueva acuñación de plata, no fue adoptada por diferencias entre los distintos consejos y organismos involucrados. En 1677 seguía incidiendo en dicha acuñación, que debía ser en moneda de “giro redondo y puntos que en letra diga el valor della, para que no se pueda retallar”, e informaba a Madrid de la orden dada a la ceca pantenopea de batir moneda de cobre entre 12.000 y 15.000 ducados y de la prohibición de la circulación de moneda falsa.

En agosto de este año el Rey mandó formar la Junta de Moneda de Nápoles, con el mandato de evaluar los informes y presentar su parecer. Se comenzaron a cambiar los tarines falsos por moneda argéntea de plata buena, y se prohibió la retallada mientras se acuñaba numerario de cobre. Entre 1678 y 1679 el virrey informaba de la pretensión de la ciudad de participar en la elección del peso, la ley y la asistencia a la acuñación de la nueva moneda, a pesar de que la misma era una regalía en este Reino y por tanto la ciudad no tenía derecho a lo que pretendía. Por indicación de la Junta, la ciudad envió al monarca un Memorial en 1679 en defensa de sus derechos, que la propia Junta calificó lleno de malicia y fundado en “supuestos flacos e falsos”. 

En cuanto al valor de la moneda a batir, la ciudad solicitó fabricarla con valor de diez onzas de plata de copela y dos de cobre por libra, en vez de las once onzas y tres esterlines de plata y diecisiete de cobre que contenía, procurando que la misma tuviese un valor superior al de las monedas propias de menor valor y semejante al de Roma, Venecia, Florencia y Génova, con lo que el problema quedó irresoluto. Y dado que en 1680 se incrementó la acuñación de la nueva moneda de cobre, del mismo valor que la anterior que circulaba retallada, por un monto global de 411.000 libras entre este año y 1683, solucionando los problemas derivados de su circulación hasta el siglo siguiente.

Sin embargo, y dado que el circulante de cobre se incrementaba y el de plata iba disminuyendo, el premio de esta última alcanzó el 32%. Con la llegada del nuevo virrey, Gaspar de Haro, marqués de Carpio, el 16 de enero de 1683, convencido de la necesidad de atajar estos males, se ordenó la convocatoria de una nueva Junta, y el 17 de julio aprobó una Pragmática por la que se estableció que la nueva moneda de plata con una liga de 11/12 de fino y el establecimiento de una nueva tasa para su financiación. 

El 30 de junio de 1684 se dieron nuevas Instrucciones a la Casa de Moneda para la acuñación de moneda con el ingenio fabricado a expensas de la Real Cámara para evitar su falsificación, si bien se conservan ejemplares de tari fechados en 1683 que claramente fueron batidos a volante. Considerado en Nápoles como uno de sus virreyes más importantes y estimados, como recoge Francesco di Rauso, durante los cuatro años de su gobierno y  hasta su muerte en Nápoles en 1687 se acuñaron en módulo de ducati, mezzi ducati, tari y carlini 352.388 libras de plata, por un valor de 5.604.309 ducados napolitanos. 

Entre 1683 y 1700, año de la muerte de Carlos II, se labró en la ceca napolitana moneda de cobre por valor de 3 cavalli, tornesi, grani, y 3 tornesi. En plata se batieron piezas de 8 grani, carlini de tres tipos diferentes, tari también en tres diferentes tipos, mezzi piastri, tres modelos de mezzi ducati  e igualmente otros tres tipos de ducati. Afirma di Rauso que el volumen de acuñación de estas monedas hace que las mismas sean relativamente abundantes en la actualidad en el mercado numismático, destacando especialmente por su magnífico grabado las piezas de mayor módulo, especialmente los ducados y medios ducados fechados en 1683 y 1684. 

En el anverso de estos ducados, también conocidos como piastras, con un valor de 132 grana, peso de 28 gramos y una ley de 895 milésimas, se representa el busto del rey a la romana, con Toisón de Oro al cuello, y su titulación como Rey de España y Nápoles. En su reverso se representa un cetro coronado situado entre dos hemisferios, claros precedentes de los orbes de los míticos columnarios de mundos y mares, y la leyenda en cartel UNVS NON SUFFICIT –uno no es suficiente-. Esta bella pieza fue grabada por Iovanni Montemein, representado en su anverso por su monograma IM, siendo las siglas de ensayador AG A, que se corresponden con el nombre del maestro de ceca , Andrea Giovane, y del ensayador Marco Antonio Ariani, todos ellos operativos también durante el comienzo del reinado de Felipe V. 

A partir de 1689 se cambiaron los motivos de los ducados, también conocidos como escudos, y un peso de 25 g, ligeramente inferior a las emisiones anteriores, con valor nominal de 100 grana. Manteniendo el retrato del monarca en el anverso pero coronado, en su reverso se incluyó un escudo con las armas del monarca e incluyendo las propias del reino. Nuevamente en 1693 se cambiaron los tipos y el peso de la moneda, que pasó a 21,60 g, incluyendo en su reverso una representación del Toisón de Oro. 

Los medios ducados acuñados entre 1863 y 1684 llevan como motivo del reverso una figura togada y tocada con corona de laurel, con palma en su mano izquierda y escudo con los blasones napolitanos en la derecha, recostada sobre un papa de Europa en el que es visible la Península Itálica, y la leyenda RELIGIONE ET GLADIO –religión y espada-. Su peso se vio reducido en las emisiones correspondientes a los años 1689 y 1693, que portan los mismos motivos arriba descritos, desde los 14 gramos iniciales a los 12,75 g y 10,90 g de las últimas emisiones.

Propio es también el grabado que tienen los tari acuñados entre los años 1683 a 1687, con un valor de 20 grana  y un peso de 5 gramos. En su anverso se representa nuevamente el orbe occidental coronado, encontrándose entre la corona y el mundo una cornucopia y un fascio entrecruzados. Los correspondientes a las siguientes emisiones, que coinciden cronológicamente con las anteriormente vistas e igualmente en su tipología, tienen un peso de 5 y 4,25 gramos. 

También son propios los motivos de los carlinos de la primera emisión de 1683-1687, con la representación de un  león sentado junto a los atributos del monarca, cetro y corona cerrada rematada por cruz, y la leyenda  MAIESTATE SECVRVS  (Majestad segura). Los acuñados correlativamente a los dos tipos de los ducados o escudos citados anteriormente portan los mismos tipos. Existe una variante acuñada entre los años 1688 y 1690, que recoge en su reverso una cruz ancorada.

Para saber más: 

GRAFE, R., Distant Tyranny. Markets, Power, and Bakwardess in Spain, 1650-1800, Princeton & Oxford, 2012.

LUCA G. de y SABATINI G. (eds): Growing in the shadow of an empire. How Spanish colonialism affected economic development in Europe and in the World (16.-18. cc.), Milan, 2012.

MAFFI, D., “Tiempos de calamidades. Las Haciendas de Milán, Nápoles y Sicilia frente a la crisis (1630-1660), Stud. his., H.ª mod., 41, n. 1,2019, pp. 29-63.

MAGLIOCCA, P., La moneta napoletana dei Re di Spagna nel periodo 1503-1680, Nomisma, 2020.

MARTINO, A. y RODRÍGUEZ REBOLLO, P., “Fernando Joaquín Fajardo, Marqués de Los Vélez, Virrey de Nápoles (1675-1683)”, en Los señoríos en la Andalucía Moderna: el marquesado de los Vélez, 2007, pp. 321-335.

RAUSO, F. di, “Le monete napoletane di Carlo II e un inedito tari del 1683”, Cronaca Numismatica, nº 231, 2010, pp. 50-57.

VICENTI, J.A., Catálogo General de Moneda Española. Imperio español (Europa), Madrid, 1976.

La circulación global de la plata española durante el siglo XVIII

 Publicado en Sobre España en el largo siglo XVIII, 2022


https://www.academia.edu/78252270/La_circulaci%C3%B3n_global_de_la_plata_espa%C3%B1ola_durante_el_siglo_XVIII

Síntesis.- Durante el siglo XVIII se produjo un progresivo incremento de la producción de plata en las Indias españolas, así como a una mayor acuñación, como consecuencia de las políticas borbónicas de fiscalización de la actividad minera y de control directo de la producción monetaria con la gestión directa de las Casas de Moneda. La producción de gran cantidad de numerario en cuantías crecientes cubrió las necesidades de los mercados internacionales, y la moneda de cuño español se convirtió en el circulante no solamente del comercio internacional, sino también en el propio de amplias zonas del mundo. Con la crisis medioambiental, política y económica de finales de la centuria y comienzos del siglo XIX, se asistió al intento por parte de muchos de dichos países y territorios a su acopio y resello, como intento de evitar su extracción y para dotarse de una moneda propia.

 Palabras clave.- Moneda, real de a ocho, comercio internacional, resello, política monetaria.

 Abstract.- During the eighteenth century there was a progressive increase in silver production in the Spanish Indies, as well as a greater minting, as a result of the Bourbon policies of regulator of mining activity and straight control of monetary production with the direct management of the Mints. The production of a large amount of currency in increasing quantities covered the needs of international markets, and the Spanish silver coins became the circulating currency not only of international trade, but also the own of large areas of the world. With the environmental, political and economic crisis of the late century and the beginning of the nineteenth century, many of these countries and territories attempted to maintain and countermark them, as an effort to prevent their extraction and to provide themselves with their own currency.

 Key words.- Currency, Spanish dollar, International Trade, Counterstamp, Monetary Policy.

viernes, 22 de abril de 2022

La Numismática: monedas, medallas y billetes en el Museo Arqueológico Nacional

 Publicado en Numismático Digital, 20 de abril de 2022


https://cronicanumismatica.com/la-numismatica-monedas-medallas-y-billetes-en-el-museo-arqueologico-nacional/

Como afirmaba Carmen Alfaro, el origen remoto de la colección numismática del Museo Arqueológico Nacional, conocido habitualmente  por las siglas MAN,  se encuentra en la fundación en 1712 por Felipe V de la Biblioteca Real, que integró las antiguas colecciones de monedas que existían en Palacio. Durante todo el siglo XVIII sus fondos se fueron incrementando por donativos, hallazgos y adquisiciones. En 1835 sus fondos se había casi quintuplicado, y en 1867, con la fundación del Museo Arqueológico Nacional, los fondos arqueológicos y numismáticos de la Biblioteca Nacional, antes Real, así como los del Museo de Ciencias Naturales y los de la Escuela Especial de Diplomática fueron transferidos a la nueva institución. 

El 5 de julio de 1895 se inauguró el Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos, y se ubicó el monetario en dos salas en el área sudeste del edificio que acoge el Museo en 38 armarios de caoba. La exposición de monedas se llevó a cabo en 21 mesas con vitrinas, un número que luego se incrementó, y en 1925 los fondos generales constaban de 160.000 monedas y 15.000 medallas. Con el comienzo de la Guerra Civil, las colecciones se trasladaron al piso bajo del edificio, y durante la misma se produjo el gravísimo hecho de la incautación en noviembre de 1836 de 2.796 monedas de oro, la práctica totalidad de las que poseía la institución, salvo las que pudieron ser salvadas por los funcionarios y conservadores aún a riesgo de sus propias vidas. 

Durante la postguerra se realizaron importantes trabajos de investigación, y a partir de 1951, bajo la dirección de Joaquín María de Navascués se trasladó el monetario a la zona central de la planta principal del edificio. Ese mismo año se creó el Instituto Antonio de Agustín de Numismática del CSIC con sede en el Museo para la ordenación de los fondos del Gabinete, lo que se complementó con la publicación de dos volúmenes de Las monedas hispánicas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid 

En estos años los inventarios muestran que los fondos consistían en 180.000 monedas, 7.000 medallas y varios centenares de billetes.  En estas mismas fechas, por falta de espacio, se suprimió la exposición permanente de numismática y medallística. En 1979 el Gabinete se trasladó al ala norte de la planta cuarta del Museo, donde se acondicionó una cámara blindada para acoger la totalidad de los fondos. 

La última reforma del Museo Arqueológico Nacional que se llevó a cabo entre los años 2008 y 2014,  ha dado un vuelco a la forma de preservar y mostrar las colecciones numismáticas de sus fondos, las aproximadamente 300.000 piezas que conserva la institución. Se ha construido un Gabinete Numismático más amplio y con mayores posibilidades funcionales, y las colecciones numismáticas han recuperado un espacio propio en la exposición, gracias a un área monográfica, La moneda, algo más que dinero. 

La propia institución recalca cómo la moneda es uno de los objetos arqueológicos que más información aportan al conocimiento de la Historia, debido a su carácter de documento oficial, elemento de prestigio y signo de identidad de la autoridad emisora y de la sociedad donde se acuñó. La misma igualmente transmite multitud de datos para el estudio de los aspectos económicos, artísticos, sociales y políticos, sirviendo como elemento principal de datación de aquellos yacimientos donde se ha encontrado. 

La colección numismática, que abarca desde el siglo VI a.C. hasta el siglo XXI, es la mejor de España en este ámbito y una de las más destacadas a nivel mundial. Además de monedas, incluye objetos monetiformes o relacionados con el dinero de todas las épocas, su manejo y su fabricación –medallas, fichas, balanzas, pesas dinerales y comerciales, matrices, cuños-, así como piezas vinculadas formal, técnica o históricamente con la moneda, como entalles, camafeos, sellos y matrices sigilares. 

En su catálogo se puede consultar la  información sobre las monedas que han existido a lo largo de la historia, desde las primeras, acuñadas hacia 600 a.C., hasta las utilizadas en la Edad Contemporánea. Estos objetos son importantes documentos históricos, que proporcionan información sobre la economía, la política, la ideología o las creencias religiosas de las sociedades y las culturas que las acuñaron. Las monedas están clasificadas, según su antigüedad, en las secciones Protohistoria, Hispania romana y visigoda, Edad Media, Edad Moderna y Contemporánea, Egipto y Grecia.

El espacio Dinero sin moneda muestra otros objetos y materiales utilizados en los cinco continentes y en distintas épocas para realizar los pagos, como el ganado, la sal, diferentes tipos de conchas y objetos de metal. Su uso cotidiano y su prestigio hicieron que las monedas fueran imitadas para otros usos como fichas, vales, amuletos, joyas o botones y otros complementos. Las emisiones estuvieron igualmente en el origen de diversas obras de arte, especialmente las medallas, y encontramos asimismo a la moneda incluida en el lenguaje iconográfico de otras manifestaciones artísticas, como en la pintura.

 El museo dedica su siguiente sala, Enriquecer el museo, a la exposición y divulgación de sus nuevas adquisiciones y a pequeñas exposiciones temáticas que se renuevan periódicamente. Otra parte de la exposición se centra en la fabricación de la moneda, en un proceso en serie regulado por las autoridades emisoras en todas sus fases, desde la extracción y adquisición de los metales necesarios para la acuñación hasta su retirada de la circulación. Dentro de este apartado se ilustra al visitante de los sucesivos avances tecnológicos en campos como la minería, la acuñación y la organización de las Casas de Moneda. E igualmente de los monederos, trabajadores y oficiales que llevaban a cabo las emisiones, y de los artistas que las diseñaron.

 En el apartado Pesar la moneda, contar el dinero el museo exhibe juegos de balanzas, contadores y pesas, utilizados por los cambistas y banqueros, oficio que tiene continuidad con la siguiente parte de la exposición, que viene dedicada a los billetes y al papel moneda emitido en España.

  La vitrina cero del Museo Arqueológico Nacional se puso en marcha en 2017 y se trata de una vitrina que la da la bienvenida al visitante y que se utiliza para complementar la exposición permanente y mostrar fondos de la institución como las nuevas adquisiciones, piezas invitadas o colecciones del almacén bajo un relato o temática.

 El área final de la exposición se centra en la Numismática como ciencia dedicada al estudio de la moneda, el dinero, las medallas y otros objetos relacionados funcional o formalmente con los anteriores. Como antes se ha remarcado, su importancia para el progreso del conocimiento de la Historia es fundamental. Desde sus orígenes en el siglo XVI, ha sido una disciplina fundamental para el desarrollo de la Arqueología desde el siglo XIX, y esta sección muestra la forma de abordar la lectura y el estudio de la moneda, su comprensión en su contexto histórico y la manera en la que podemos abordar su lectura y estudio.

Para saber más:

 Alfaro Asins, Carmen, Museo Arqueológico Nacional. Numismática y Medallística, Ministerio de Cultura, Separata, 1991, pp. 163-188.

 “La moneda, algo más que dinero”, Cuadernos del MAN nº 8, 2021.

 Numismática y Medallística – | Ministerio de Cultura y Deporte (man.es)

La moneda, algo más que dinero – | Ministerio de Cultura y Deporte (man.es)

domingo, 3 de abril de 2022

La moneda de José Napoleón I

 Publicado en El Eco Filatélico y Numismático nº 1316, abril 2022

Tras las abdicaciones de Bayona del 5 de mayo de 1808, Napoleón publicó el 6 de junio un decreto por el que nombraba a su hermano mayor José Rey de España, cargo que ostentó desde que el 7 de julio juró la nueva Constitución y recibió el juramento de fidelidad de los componentes de la Junta de Bayona. Hasta su precipitada salida de la península el 13 de junio de 1813, solo pudo ejercer su gobierno sobre las áreas controladas militarmente por el Ejército Imperial, que sufrió un continuo hostigamiento.

 Ya durante la redacción de la Constitución de Bayona, don Juan Antonio Llorente había propuesto dos modelos de escudo para José I como rey de España y de las Indias. Uno de ellos era de gules, con ambos mundos acostados de las Columnas de Hércules y con el jefe de azur con un sol radiante, un motivo habitual de la heráldica napoleónica. Con el mismo se pretendía suprimir los antiguos blasones medievales, borrando toda distinción entre los territorios peninsulares y ultramarinos de la Corona. El segundo de ellos incluía los cuarteles de Castilla, León, Aragón y Navarra, con escudo en punta de mundos y columnas representando las Indias, y un escudete de azur con águila imperial de oro cargado.

 El diseño finalmente adoptado por Real Decreto dado en Vitoria el 12 de octubre de 1808 fue el utilizado posteriormente para sus emisiones monetarias. En sus seis cuarteles se representan los escudos de los reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada, con un nuevo cuartel, el sexto, de gules con dos hemisferios sobre ondas de azur y plata, entre las Columnas de Hércules, y con la leyenda en sus filacterias PLUS ULTRA. El mismo se completaba con un escusón de azur con águila napoleónica de oro. Estos motivos, para Faustino Menéndez Pidal, no rompían con la ordenación histórica tradicional, confirmando su carácter territorial y sentando las bases de las actuales armas de la nación. 

 El sexto de los cuarteles con columnas y orbes incluye la antigua divisa personal de Carlos V, las columnas, si bien las mismas no están coronadas, un motivo que aparece en las emisiones realizadas en las cecas de los Reinos de las Indias desde las primeras acuñaciones y se convirtió en el escudo propio de los mismos, apareciendo como tal en numerosas obras y recopilaciones ya en el mismo siglo XVI. El motivo representado, sin embargo, se corresponde con la representación de los míticos columnarios de mundos y mares, si bien en las emisiones monetarias las columnas no aparecen coronadas.

 Como afirma José María de Francisco, estas monedas son sumamente interesantes. A diferencia de las demás emisiones del que podemos denominar Imperio Napoleónico en toda Europa, no aparecen en las mismas referencias a su condición de príncipe de Francia o dignatario del Imperio. Una titulación similar aparecía igualmente en las emisiones de los diversos gobernantes de la Casa de Borbón en los distintos territorios de Italia durante el siglo XVIII como Infantes de España. Otra notable diferencia es que se conserva la legitimación divina en la misma, Dei Gratia.

 Tampoco se introdujo en el numerario español el sistema decimal utilizado en el Imperio, y si bien se suprimieron en sus improntas los valores tradicionales en reales y escudos, se introdujo por primera vez su valor en la moneda de cuenta castellana, el real de vellón, correspondiéndose 20 de estos reales al peso fuerte de 8 reales y 320 de ellos a la onza de 8 escudos en su antiguo valor facial. En la moneda áurea no se sustituyó el tradicional Toisón de Oro que rodea el escudo por la Legión de Honor francesa ni por la nueva Orden Real de España creada por el mismo monarca.

  El 28 de agosto de 1809 se ordenó por el monarca la acuñación de moneda de oro con ley de 875 milésimos y peso de 27,15 grs. la onza, y las medias onzas y doblones en proporción, así como la emisión en plata de ley de 910 milésimas de duros, medios duros, pesetas y medias pesetas. Igualmente, se organizó el personal de las Casas de Moneda. Por sucesivas Reales Órdenes de 1 de mayo, 16 de junio y 22 de noviembre de 1810 se aprobó la desaparición del real de a ocho y su sustitución por la emisión de 20 reales de vellón, y la aparición de la moneda de 80 reales de vellón en sustitución de tradicionales los doblones de dos escudos.

 Los tipos y el diseño de estas emisiones están muy cuidados. Destaca por su belleza y arte el retrato a izquierda que aparece en las monedas, realizado por el artista y grabador Mariano González de Sepúlveda con la colaboración del grabador francés Augustin Dupré, y que en las emisiones áureas porta un lazo con cinta. Las leyendas incluidas son JOSEPH NAPOLEON DEI GRATIA HISPANIARUM ET INDIARUM REX, más o menos apocopadas y con diferente distribución en las diferentes emisiones de oro, plata y cobre entre el anverso y el reverso. Se conservan las marcas de ceca y las siglas de ensayador, y en las emisiones áureas igualmente la leyenda IN UTROQUE FELIX AUSPICE DEO.

 Entre 1809 y 1813 se acuñó según María Ruiz Trapero moneda de vellón de 8,4 y 2 maravedíes para atender las pequeñas transacciones, si bien actualmente solo se conocen las emisiones de 8 maravedíes de facial batidas en la Casa de Moneda de Segovia entre los años 1810 y 1813, con dos variantes de 1811, una sin marca de ceca y otra con la marca de ceca incusa. En su reverso se conservó el diseño tradicional de estas emisiones durante los reinados anteriores, sustituyendo el escusón de las flores de Lis por el águila napoleónica.

 En Madrid se acuñó moneda de plata con faciales de 1, 2, 4, 10 y 20 reales de vellón entre los años 1810 a 1813. Con el antiguo valor facial de 8 reales en plata fuerte se acuñó moneda en la ceca capitalina en los años 1809 y 1810. Moneda argéntea de facial de 4 y 20 reales se acuñó igualmente en Sevilla en 1812. En cuanto a la moneda de oro, se acuñó numerario de 80 y 320 reales de facial en Madrid entre los años 1809 y 1813 en el primer caso y desde 1810 en el segundo.

 Según las cantidades calculadas por Glenn Murray, en la ceca de Madrid se acuñaron durante su reinado 168.272 kilos de plata y 1.162 kilos de oro. Parte de esta moneda se batió reutilizando los cuños de Carlos IV y a su nombre. Asimismo, si bien hasta la Real Orden de 22 de marzo de 1809 no se aprobaron las muestras de monedas de cuatro y ocho reales, con el busto y las armas del rey, se conservan ejemplares de ambos faciales de fecha 1808, seguramente predatados.

 En una Minuta de la Secretaría de Estado fechada en Madrid el 11 de octubre de 1809 se recoge un Decreto por el que se ordenaba la aplicación al remedio de las urgencias del Estado las alhajas de oro y plata no necesarias para el servicio del culto de las Iglesias del Reino. Las mismas debían llevarse a la Casa de Moneda de Madrid.

 En cuanto a los ensayadores que participaron en las mismas, en la ceca madrileña encontramos cuatro combinaciones de siglas de ensayador distintas. Las siglas IG son de los ensayadores Ildefonso de Urquiza y Gregorio Lázaro Labandero, que abandonaron la Casa de Moneda de Madrid, el primero a finales de 1808 y el segundo a mediados del año 1809. Las siglas AI corresponden a Antonio Rafael Narváez e Isidoro Ramos del Manzano, y se encuentran en moneda acuñada entre los años 1809 y 1812.  

 La sigla RN aparece en moneda batida entre los años 1812 y 1813, dado que por comunicación del Ministerio de Hacienda de 18 de junio de 1812 se ordenó que figurasen en las monedas las siglas de los apellidos de los ensayadores, en vez de las de sus nombres. De acuerdo con Josep Pellicer, las monedas con estas siglas fueron acuñadas por Antonio Rafael Narváez en 1813, con las dos iniciales de sus apellidos.

 Las otras siglas que encontramos son RS, que se corresponden con Antonio Rafael Narváez y José Sánchez Delgado, este último el ensayador segundo de la Real Casa de Moneda, en moneda fechadas entre los años 1810 y 1812, pero seguramente acuñadas realmente en el año 1812, al recurrirse al aprovechamiento de los cuños anteriores. En cuanto a las siglas utilizadas en las emisiones sevillanas de 1812, se corresponden a los ensayadores Leonardo Carronero y Antonio de Larra.

 Para saber más

 DOMÍNGUEZ CASAS, R., “Escudo de Felipe III con las armas de José Napoleón I en el Monasterio de San Benito el Real de Valladolid”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, T. 68, 2002, pp. 271-294.

FRANCISCO OLMOS, J.M. de, “Las acuñaciones de los Napoleónidas. Imagen de la Nueva Europa (1803-1815)”, Documenta & Instrumenta, 5, 2007, pp. 157-191.

MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, F., “El Escudo”, en IGLESIAS, C. (Dir.), Símbolos de España, Madrid, 1999, pp. 200-206.

MURRAY PHANTOM, G.S., La Casa de Moneda de Madrid, cantidades acuñadas y ensayadores, 1614-1868, Asociación de Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia, 2014.

PAÑIOL, A., Casa de moneda - Legislación-Sistemas monetarios-Estadística de fabricación de moneda española desde la fundación en Madrid de dicha casa, Madrid, 1917.

PELLICER I BRU, J., Glosario de maestros de ceca y ensayadores, Madrid, 1997.

Prontuario de las Leyes y Decretos del Rey Nuestro Señor don José Napoleón I desde el año de 1808, T.I, Madrid, 1810.

RUIZ TRAPERO, M., “La cuestión monetaria en la España Napoleónica: de la Convención de París a la Peseta”, Cuadernos de Investigación Histórica, nº 22, 2005, pp. 77-96.

martes, 29 de marzo de 2022

La peseta, moneda nacional de la República Árabe Saharaui Democrática

 Publicado en Crónica Numismática, 29 de marzo de 2022

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Veinte años después de que el 1 de enero de 2002 se adoptase el euro como moneda de curso legal en España y se retirase de la circulación en marzo de ese mismo año, el único sistema monetario que mantiene a la peseta en vigor es el de la República Árabe Saharaui Democrática, donde tiene la consideración de moneda nacional y así está recogido en su Constitución. Con un valor equivalente a las antiguas pesetas españolas, mantiene su convertibilidad con la moneda única europea de 166,386 pesetas por euro, la misma en su día fijada antes de su desaparición.

 La peseta saharaui es una divisa que tiene carácter oficial solamente de iure, dado que en la práctica no circula de forma efectiva, con código ISO 4217 EHP. En los territorios ocupados por Marruecos la moneda en circulación es el dírham marroquí, mientras que en las zonas controladas por el Frente Polisario es el dinar argelino. A pesar de ello, desde 1990 se han sucedido las emisiones, realizadas por la madrileña Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y en la Casa de Moneda de La Habana, tanto de monedas de uso común de 1,2, 5, 25 y 50 pesetas saharauis de facial como en emisiones conmemorativas y de colección acuñadas en metales nobles.

 La primera de las monedas emitidas, en 1990, tiene un valor facial de 50 pesetas. Está acuñada en cuproníquel y con canto plano, con un peso de 6,4 gramos y un diámetro de 24 mm. En su anverso viene recogido el escudo de la RASD, con dos fusiles cruzados con banderas colgando de sus cañones, flanqueados por dos ramas de olivo, bajo un cuarto creciente y una estrella en rojo, y la leyenda en pergamino حرية ديمقراطية وحدة, Libertad, Democracia, Unidad.  En esta primera emisión se incluyó en el escudo un martillo erguido desde la junta de ambas armas, vigente hasta 1991. En su anverso aparecen en castellano las leyendas REPÚBLICA ÁRABE SAHARAUI DEMOCRÁTICA y el valor facial, 50 PESETAS. 

 En su reverso encontramos la representación de un beduino y un dromedario, un tema común en las emisiones postales de la época en que el Sáhara fue provincia española, el año de emisión, 1990, y la leyenda TRANSPORTE TIPICO en español y en árabe, النقل التقليدي. Estos mismos motivos, tanto en el anverso como en el reverso de los diferentes faciales, son los más comúnmente utilizados para las monedas de 5, 2 y una peseta hasta 2018, habiéndose realizado emisiones también en cuproníquel de estos faciales en 1992 y 2018.

 Otra moneda de 100 pesetas con los mismos tipos pero realizada en cuproníquel bañado en latón, de 29,5 gr. y 38 mm de diámetro, se acuñó asimismo en 1990. En este mismo año se llevaron a cabo igualmente las primeras dos emisiones conmemorativas en plata, con un fino de 999, 16 gr y 38,5 mm. La primera de ellas mantiene los tipos vistos anteriormente, mientras que en la segunda viene recogido en su reverso una embarcación a vela y la figura de un hombre árabe a derecha, y la leyenda bilingüe EMBARCACION ANTIGUA, así como otra del mismo facial en cobre.

 El año 1992 fue especialmente prolífico en las emisiones conmemorativas y de colección acuñadas por la RASD. Manteniendo el escudo del anverso, se emitió una pieza de 500 pesetas en plata conmemorativa de los Juegos Olímpicos de 1992, con la representación de un tenista y un esquiador en su reverso, con una tirada de 5.000 ejemplares. Los Juegos Olímpicos de Barcelona sirvieron igualmente como motivo para una emisión de 100 pesetas en acero niquelado de la misma tirada que la anterior, con un jinete saltando un obstáculo como motivo de su reverso.

 Otra acuñación en plata de 500 pesetas alusiva al XV Mundial de Fútbol de 1994 que se celebró en los Estados Unidos en 1994, con un futbolista en su reverso y los escudos de Argentina y España, fue batida en la Casa de Moneda de Cuba. La misma efeméride sirvió para otra emisión del mismo facial de 10.000 ejemplares, en la que se representa en su reverso un balón y leyenda incusa en su centro en árabe.

 La RASD se unió igualmente a la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, con una emisión en plata de 500 pesetas, en cuyo reverso encontramos la representación de una nave a izquierda sobre el mapa de las Islas Canarias, y la leyenda ENCUENTRO DE DOS MUNDOS. También en este año se acuñó una moneda de oro de 3,1 gr. y .0996 oz. de 1.000 pesetas de facial, de la que se batieron 508 ejemplares, con los tipos genéricos utilizados para las emisiones circulantes antes vistas. Con los mismos tipos y facial se acuñaron asimismo dos variantes en cobre en el año 1991 y 22 ejemplares en el año 1992.

 El año 1992 comenzó una serie, tanto de moneda circulante como conmemorativa, dedicada a la fauna prehistórica. En este año se acuñaron 2.000 ejemplares de una pieza dedicada al Brontosaurio en la Casa de Moneda de Cuba de cuproníquel y 100 pesetas de facial. Un año después fue acuñada una moneda dedicada al Tiranosaurio del mismo facial en cobre. En 1994 se acuñó en plata una moneda de 500 pesetas en plata dedicada al Camasaurio, y nuevamente en 1995 otra emisión del mismo facial cuyo tema fue el Plateosaurio.

 Estos motivos aparecen igualmente en las emisiones circulantes de 2013, de acero bañado en níquel, en sus valores de 2, 5, 10, 25, 50 y 100 pesetas. Las emisiones de 200 y 500 pesetas, batidas en latón, tienen forma cuadrada, mientras que las de 1.000 y 2.000 pesetas son bimetálicas, al igual que los euros. Las leyendas de todas estas monedas aparecen exclusivamente en castellano.

 Retomando la línea cronológica, en 1992 se emitió una moneda de 1.000 pesetas en plata, con su equivalencia de 10 ecu, con una tirada de 15.000 ejemplares, en la que se recoge en su reverso la leyenda EN HONOR A LA COMUNIDAD EUROPEA 10 ECU, una reproducción del cuadro de Tiziano de Carlos V en la batalla de Mühlberg y una representación del Emperador con orbe y espada, dentro de una orla de doce estrellas de cinco puntas.

 Un año después comenzaron a acuñarse monedas de una serie dedicada a la defensa de la naturaleza, con una pieza de 500 pesetas de plata y tirada de 1.000 ejemplares dedicada al elefante africano. En 1996 se batió una moneda del mismo facial dedicado a la cheeta, con el reverso tanto en color plata como coloreado, y en 1997 un ejemplar coloreado en su reverso de 1.000 pesetas de facial también en plata dedicada a la Gacela de Thompson. Una moneda bimetálica de 2004 igualmente vino dedicada a la naturaleza saharui. En aluminio y cuproníquel se realizaron las emisiones de moneda circulante de 2020, dedicada la de la peseta al Agapornis Swindernianus, la de 5 pesetas al búfalo cafre, la de 10 al león, la de 20 al hipopótamo y la de 50 al gorila.

 La RASD ha emitido numerosas monedas conmemorativas dedicadas a eventos culturales y deportivos. Se batió en este sentido una moneda de 1.000 pesetas de plata para conmemorar el Mundial de España de fútbol de 1982.En 1995 se acuñó en plata una emisión llevada a cabo en La Habana de 15.000 ejemplares de 500 pesetas de facial dedicada a los Juegos Olímpicos de Atlanta, utilizando como motivo la lucha libre. Un año después se acuñó una pieza de 100 pesetas dedicada al mismo tema en cobre.

 En 1997 el tema escogido para la emisión de 500 pesetas fue la halterofilia, mientras que en el año anterior hubo una emisión del mismo facial dedicada al Mundial de Fútbol celebrado en Francia. La misma fue asimismo emitida en color, al igual que la de 1997 dedicada a los Juegos Olímpicos de Sydney, con un piragüista como motivo.

 En el 20º aniversario de la proclamación de la República, en 1996, se batieron monedas de 5.000 pesetas de plata, una con una combatiente saharaui  y otra con un vehículo militar con varios soldados. En 1997 se acuñaron dos monedas para celebrar los 15 años de relaciones diplomáticas con Venezuela, una de plata de facial 1.000 pesetas y otra de oro de 40.000 pesetas. En su anverso aparecen los escudos de Bolivia a izquierda y de la RASD a la derecha, separadas por una columna de orden dórico, mientras que en su reverso se recogen las figuras de Simón Bolívar a caballo y de El Uali. El año 1998 y 1999 se batieron en plata  curiosas monedas rectangulares relativas, sucesivamente, a la Copa Mundial de Francia y seis dedicadas a la fauna, también de 1.000 pesetas de facial.

 Otra serie dedicada a descubrimientos cuenta con emisiones de 1.000 pesetas de plata, que vinieron dedicadas a Thor Heyerdahl y a Horudsch Chaireddin en 1996. Otras emisiones vienen dedicadas a pioneros de la Humanidad, como las de 1997 a Graf von Zeppelin y al doctor Albert Schweizer, o a veleros antiguos como la dedicada en 1997 al barco vikingo Dromon, al ruso Ladia o a un antiguo mercante egipcio, con una tirada de 1.450 ejemplares. Ese mismo año se dedicaron otras bellas monedas de cuproníquel coloreadas de 1.000 pesetas de la voluminosa serie Pioneros de la Humanidad entre otros al explorador Alexander von Humboldt, a Charles Lindbergh, a Fernando de Magallanes o a Yuri Gagarin. 

 Podemos terminar esta breve reseña haciendo referencia a algunas de las emisiones en las que se reconoce la fraternal relación de España con el pueblo saharaui. Entre ellas, podemos citar una emisión bimetálica de 500 pesetas de 2010 dedicada al Papa Juan Pablo II y a Juan Carlos I, otra de 2004 relativa al 28º Aniversario del abandono español del Sahara y, por su valor declarativo, la acuñación de 5.000 pesetas de 1997 dedicada a Cervantes, en la que su leyenda recoge EL ESPAÑOL PATRIMONIO DE NUESTRO PUEBLO.

jueves, 17 de marzo de 2022

El héroe nacional cosaco Iván Stepanovich Mazepa en la notafilia y la medallística ucraniana

 Publicado en Crónica Numismática, 17 de marzo de 2022

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La figura del noble cosaco Iván Stepanovich Mazepa, que prestó sus servicios en la Mancomunidad de Lituania-Polonia y posteriormente como Atamán o General Supremo de los Cosacos de la Ucrania de la margen izquierda del Dniéper en nombre del Zar de Rusia, ha sido desde la instauración de la grivna o hryvnia como moneda ucraniana el motivo representado en los billetes de diez grivnas. Asimismo, su figura histórica ha sido igualmente utilizada por Ucrania para dar nombre a una de sus más destacadas condecoraciones desde el año 2009. 

Iván Stepanovich Mazepa nació en 1639 en la actual Ucrania central, bajo el gobierno de la conocida como la Mancomunidad de Lituania-Polonia en el seno de una familia noble, realizó sus estudios en Kiev y en un colegio jesuita de Varsovia. Viajó en su juventud por Europa Occidental y hablaba con fluidez ucraniano, ruso, polaco, latín, alemán e italiano, así como el tátaro de Crimea. Entró al servicio del monarca polaco Juan II Casimiro en 1659, realizando para el mismo numerosas misiones diplomáticas en Ucrania.

En el año 1663 Mazepa volvió a su tierra natal, al caer su padre enfermo. Poco después, en 1669, entró al servicio de Petro Doroshenko, el Atamán  de la margen izquierda del Dniéper, y posteriormente al de su sucesor Iván Samoylovych, sirviendo en su ejército y realizando labores diplomáticas en Crimea, Polonia y el Imperio Otomano. Los voivodas de esta parte de Ucrania dependiente de Rusia gozaban de una amplia autonomía en virtud de los conocidos como Tratados de Pereyaslav. En 1687, tras acusar a Sampylovych de conspirar para independizarse de Rusia, consiguió que fuese derrocado y fue él mismo nombrado Atamán con la ayuda del  aristócrata ruso Vasili Golitsin. 

Mazepa acumuló grandes riquezas, convirtiéndose en uno de los más grandes terratenientes de todo el continente. Bajo su gobierno se erigieron numerosas iglesias en un estilo conocido como barroco ucraniano, se amplió la Universidad de Kiev y se fundaron nuevas escuelas, pero la rigidez de su gobierno también llevó a varias sublevaciones cosacas, destacando la de la Sich de Zaporiya. Intervino asimismo en las sublevaciones de los cosacos de la Ucrania de la margen derecha, bajo soberanía polaca, tras recibir el permiso del zar Pedro I, con lo que tomó el control de buena parte de la misma.

Durante la Gran Guerra del Norte, un conflicto de enorme extensión y que junto con su contemporánea Guerra de Sucesión española sumió a toda Europa en una era de sangrientos y dilatados conflictos bélicos, Pedro I requirió los servicios de los cosacos en lugares distantes como Letonia, y en su territorio se instalaron contingentes del ejército ruso.  Durante el avance de los ejércitos sueco y polaco hacia Ucrania, el 28 de octubre de 1708 Mazepa se alió con ellos, junto a un pequeño contingente de 3.000 cosacos, mientras que la inmensa mayoría de la población siguió siendo fiel al zar. Tras la victoria rusa de Poltava en 1709, huyó al Imperio Otomano junto con Carlos XII de Suecia, muriendo en la fortaleza de Bender, en la actual región de Transnistia.

Excomulgado por la Iglesia Ortodoxa Rusa, su nombre figuró hasta 1869 en la lista de traidores malditos citados públicamente en las iglesias durante la Fiesta de la Ortodoxia. Esta visión se mantuvo durante la época soviética, y no fue hasta la independencia de Ucrania cuando fue proclamado Héroe Nacional, con una fuerte oposición tanto de Rusia como de las facciones filorusas de la propia Ucrania. Su figura fue recogida en la obra de importantes escritores románticos, como Lord Byron, Víctor Hugo o el propio Alexander Pushkin, el padre de la novela rusa moderna, así como en la de música de compositores de la talla de Franz Liszt o Pyotr Ilyich Tchaikovsky. 

Los billetes a nombre de Iván Mazepa 

Una moneda conocida como hryvnia o grivna se había utilizado ya en el siglo XI en el Rus de Kiev, y fue recuperada como moneda nacional ucraniana durante la efímera República Nacional Ucraniana de 1917. En 1996, se volvió a introducir un numerario con esta misma denominación para sustituir a los circulantes karbovanets, debido a la hiperinflación sufrida por Ucrania tras el colapso de la URSS, con una tasa de cambio de cien mil a uno. Los primeros billetes habían sido impresos a comienzos del año 1992 por la Canadian Bank Note Company, donde permanecieron depositados hasta su introducción en la circulación. 

Ya en la primera serie de fecha 1992 encontramos a Iván Mazepa como motivo del anverso del billete de 10 grivnas, viniendo su reverso dedicado al Monasterio de las Cuevas de Kiev. Sus medidas son 135 x 70 mm, y su color predominante el violeta. En una segunda serie impresa en 1994 encontramos los mismos motivos, pero con un diseño diferente, tanto en el anverso como en el reverso, de los billetes de 10 grivnas, y unas medidas de 133 x 66 mm. En la tercera serie, del año 2006, se encuentran nuevamente los mismos motivos en el billete de 10 grivnas, si bien cambian tanto el color predominante, que pasa a ser el rojo, como las medidas, 124 x 66 mm. 

La cruz de Iván Mazepa 

La cruz de Iván Mazepa es una condecoración instituida el 26 de marzo de 2009, el año en el que se conmemoraba el 300 aniversario de la Batalla de Poltava, por Viktor Yushchenko, tercer presidente de Ucrania. Con la misma se honra tanto a ciudadanos ucranianos como extranjeros o apátridas que hayan contribuido de manera notable al  renacimiento del patrimonio nacional, cultural, artístico, espiritual, arquitectónico, militar e histórico de Ucrania, en aportaciones como la actividad estatal, diplomática, humanística, científica, educativa y benéfica. 

Se trata de una cruz de un solo grado, recibiendo los galardonados la insignia de la misma y un certificado. En cuanto a su diseño, se trata de una cruz equilátera recta con sus terminaciones extendidas y bordes cóncavos de plata, esmaltada en rojo frambuesa. En su centro aparece un campo esmaltado en azul, con la representación de un cosaco en oro en su centro, y rodeado por el anagrama del escudo de Mazepa. Porta asimismo muralla de oro en el espacio entre los brazos.

 Su reverso es plano, y en el mismo aparece el número de concesión grabado. La cruz, de 42 mm cada brazo, se une a la cinta con una anilla y un diseño de dos figuras mitológicas enfrentadas. La cinta es de muaré, con su parte central azul de 45 mm de ancho, dos bandas amarillas de 2 mm y dos cintas carmesí de 7 mm cada una.

lunes, 28 de febrero de 2022

El español José de Ribas y Boyons, fundador en el siglo XVIII de la ciudad ucraniana de Odesa

 Publicado en Crónica Numismática, 28 de febrero de 2022


José Pascual Domingo de Ribas y Boyons, almirante de la Armada Imperial rusa y fundador de la ciudad ucraniana de Odesa, nació en Nápoles en una fecha indeterminada, entre los años 1749 y 1754. Fue hijo del barcelonés Miguel de Ribas y Bouyens, mariscal y director del Ministerio de Fuerzas Navales y Armadas del Reino de Nápoles tras la reconquista del mismo por las tropas de Felipe V en 1735, y de la irlandesa Margaret Plunkett. Tras trasladarse al Imperio Ruso e ingresar en su ejército, participó en las guerras ruso-turcas y en la conquista de Crimea, recibiendo la orden de Catalina la Grande de fundar Odesa. Vicealmirante del Imperio, recibió numerosas condecoraciones y reconocimientos,  y ha dado su nombre a la avenida principal de la actual ciudad ucraniana.

  José de Ribas comenzó su carrera militar en el ejército napolitano, donde alcanzó el grado de mayor a los veinte años. En esta época conoció a Aleksey Orlov, hermano del amante de Catalina la Grande, que se encontraba en Italia, y que le llevó en su campaña contra el Imperio Otomano como intérprete y ayudante. Tras participar en la batalla naval de Chesme, fue enviado a Rusia como instructor del conde Bobrinski, hijo ilegítimo de Catalina la Grande con su amante y hermano de su protector, Gregori Orlov.

 En San Petersburgo ingresó en el Cuerpo de Cadetes de Infantería con el grado de capitán, como miembro de la nobleza española, y se casó con Anastasia Ivánovna Sokolova, dama de compañía de la zarina, que fue posteriormente madrina de sus dos hijas. En 1783 entró al servicio del príncipe Grigori Potemkin, siendo sucesivamente ascendido a coronel y brigadier y participando en la conquista de Crimea y en la formación de la nueva flota en el Mar Negro y el puerto de Sebastopol.

 Nombrado comandante de una flotilla, tomó la fortaleza de Ochakov, en la estratégica isla de Berezán y fue ascendido a general. En 1789 tomó igualmente la estratégica población de Hadjibei, emplazamiento de la presente ciudad de Odesa. Un año después consiguió tomar la inexpugnable fortaleza de Ismail, a orillas del Danubio. En 1792 fue uno de los tres plenipotenciarios que firmaron el Tratado de Jassy, por el que el Imperio Otomano cedió al ruso toda la orilla septentrional del Mar Negro.

 Nombrado contraalmirante y posteriormente vicealmirante, propuso la aprobación de la Bahía de Hadjibei como lugar de ubicación de una nueva ciudad, que Potemkin deseaba fuese la San Petersburgo del Sur, frente a otras posibles ubicaciones. Finalmente, un decreto personal de la zarina le encomendó su construcción, que llevó a cabo en solo dos años y que se convertiría en el siglo XIX en la tercera ciudad del Imperio.

 Tras la muerte de Catalina la Grande, su hijo Pablo hizo llamar a Ribas a San Petersburgo, acusado de malversación en la construcción de la nueva urbe. Tras un juicio absolutorio se le devolvieron todos sus cargos y posesiones, pero se le ordenó permanecer en la capital imperial. Contrario a la aproximación del nuevo zar a Napoleón Bonaparte, cayó en desgracia y conspiró para su derrocamiento. Murió el 2 de diciembre de 1800, aquejado de fiebres crónicas y, según algunos autores, envenenado por algunos de sus compañeros de conspiración. Su nieta, Catalina Mijáilovna Dolgorúkova, conocida como Princesa Yúrievskaya, fue amante y esposa morganática del zar Alejandro II de Rusia.

 Las medallas de José de Ribas

 Por sus méritos, José de Ribas recibió numerosos  reconocimientos,  entre los  que se encontraron las principales condecoraciones del Imperio Ruso. La primera de ellas fue la Orden imperial y militar de San Jorge, mártir y victorioso, instituida el 26 de noviembre de 1769 por Catalina II para premiar las acciones de sus oficiales y soldados. La misma estaba formada por cuatro clases de caballeros y sus colores distintivos eran el naranja y tres barras negras. Suprimida por Lenin en 1918, esta condecoración, actualmente una de las más prestigiosas del ejército ruso, fue reinstaurada por Boris Yeltsin el 20 de marzo de 1992.

 Igualmente recibió otra de las condecoraciones creadas por la zarina en 1782 como reconocimiento tanto para civiles como para militares, la Orden de San Vladimiro, la de primera clase, con una cruz roja con bordes negros y dorados. La insignia de la Orden pendía de una banda colocada sobre el hombro derecho, con una estrella de ocho rayos de oro y plata en la parte izquierda del pecho.

 Fue igualmente una de las doscientas cincuenta personas que recibió la Orden de San Alejandro Nevski durante el reinado de Catalina II. Tercera Orden civil y militar del Imperio, fue creada el 21 de marzo de 1725 por Catalina I por expreso deseo de su padre, Pedro I, para reconocer a aquellas personas que habían defendido Rusia con honor en los campos tanto políticos como militares.  La banda de la Orden de San Alejandro Nevski era roja y se colocaba desde el hombro izquierdo del uniforme militar o traje de la Corte.

 La condecoración constaba de una cruz de oro con esmalte rojo en ambos lados, con águilas bicéfalas con corona imperial en sus cuatro extremos. En medio de la cruz, en un cuadro de esmalte nublado, aparece la imagen de San Alejando Nevski a caballo. La misma fue suprimida tras la Revolución de Octubre y sustituida por la Orden de Alejandro Nevski en 1942, con carácter exclusivamente militar, una de las más altas de la extinta Unión Soviética.

 José de Ribas fue igualmente distinguido con la Orden de San Juan de Jerusalén, creada el 13 de noviembre de 1798 por el nuevo zar Pablo I. Considerado el más importante premio militar del país, su insignia era una cruz de Malta de oro cubierta con una capa de esmalte blanco, con lirios estilizados en sus extremos. Tuvo una existencia exigua, dado que su sucesor Alejandro I renunció a ser el Gran Maestre de la Orden, y en 1810 se emitió un decreto para dejar de otorgarla. 

 Curiosamente, la falta de reconocimiento de Carlos IV de España de Pablo I como Gran Maestre de esta Orden, por los derechos de su hermano Fernando III de Sicilia,  fue el casus belli para la guerra hispano-rusa de 1799-1801, en la que nunca se llegaron a romper hostilidades. En las circunstancias actuales, no podemos menos que desear la inmediata conclusión de un enfrentamiento fratricida entre dos pueblos hermanos.