sábado, 10 de diciembre de 2022

Murray, Draper, Fairman & Co., grabadores de los billetes de Puerto Rico de 1815

 Publicado en Numiexpo, 2022

https://www.academia.edu/92542634/Murray_Draper_Fairman_and_Co_grabadores_de_los_billetes_de_Puerto_Rico_de_1815

Eminentes autores e investigadores numismáticos boricuas se han acercado al estudio de esta sin duda bella y poco longeva emisión de billetes llevada a cabo en el año 1815 por el felizmente recordado Intendente de la Isla, don Alejandro Ramírez. Entre los mismos, a cuyos trabajos me remito para que cualquier interesado pueda profundizar en el estudio de la numismática puertorriqueña en esta época, encontramos a don Humberto Costa[1], a don Jorge Crespo[2] y a don Luis Antonio Rodríguez[3]. Por supuesto, no podemos dejar de mencionar el excelente trabajo monográfico sobre el tema de don Ángel Navarro[4], que incluye como apéndices documentales la transcripción de los documentos sobre el tema y dos tiras de los propios billetes obrantes en ese templo de cualquier historiador que quiera acercarse al estudio de la historia de la América española que es el Archivo General de Indias. 

Por tanto, y para cumplir con la palabra dada a doña Dámaris Mercado (primera mujer presidente de la Sociedad Numismática de Puerto Rico), la aportación que puedo hacer al estudio de esta emisión, como consta en la propia documentación “un arbitrio provisional, y por ensayo”[5], es la relativa a la firma que los fabricó, la norteamericana Murray, Draper, Fairman & Co., radicada como la primera Casa de Moneda de los Estados Unidos en la ciudad de Filadelfia y predecesora de la prestigiosa firma American Bank Note, Co.[6]. 

Una breve historia de la compañía en los Papeles de Thomas Jefferson 

En una carta fechada en Filadelfia el 25 de febrero de 1813, Joseph Delaplaine y Murray, Draper, Fairman & Co. expresaban su satisfacción por haber recibido las suscripción de Jefferson a su Biblia Macklin[7]. En la edición de la Universidad de Princeton de 2004 se incluye una breve historia de dicha compañía. Esta firma de grabado se fundó en Filadelfia según este estudio hacia 1810 por George Murray, John Draper y Gideon Fairmain. Draper, natural de esta ciudad, había aprendido el oficio en Scot & Allardice, y había abierto su propia tienda con William Carr hacia 1801. Hacia 1809 se había asociado con los otros dos miembros, en un negocio que expandieron al grabado e impresión de los billetes de banco en 1811. 

Una noticia en un periódico de Filadelfia de 5 de junio de 1813 

Al autor de este artículo se le permitió examinar el establecimiento de Murray, Draper, Fairman & Co. para realizar grabados y preparar las planchas para los billetes de banco[8]. Tras afirmar que quería compartir con los lectores la inmensa satisfacción que sintió contemplando los grandes avances que suponían un establecimiento tan honorable para el país, relataba que dado que las instituciones bancarias eran muy numerosas, era sin duda un asunto de la mayor importancia idear algunos métodos para evitar la falsificación. 

La experiencia había probado, según sus palabras, que todas las medidas tomadas en este sentido, incluyendo el papel, las firmas, las marcas de agua, etc., no habían sido suficientes para el común de los que observadores. Para el autor, la única manera de prevenir el crimen y evitar las falsificaciones estribaba en utilizar a talentos de primer nivel para la ejecución de los billetes, especialmente en los departamentos de grabado, habiendo una diferencia muy llamativa entre los mayores esfuerzos en su arte y los intentos comunes de los falsificadores, que el ojo menos inexperto no podía dejar de percibir.   

Para ello, la firma había procedido a dividir las operaciones entre estos eminentes artistas, por lo que cada uno de ellos trabajaba en una parte de la plancha, en el campo en el que cada uno destacaba, con lo que se consumaba un acabado exquisito y uniforme, más allá de la capacidad de un solo artista de realizarlo y muy lejos de la posibilidad de un falsificador de imitarlo. A la habilidad del grabador se sumaba la inclusión por esta compañía en el proceso de la oportuna maquinaria, bajo la dirección del muy ingenioso señor (Jacob) Perkins de Newburyport. Según sus palabras, en este departamento se requeriría el trabajo de muchos meses para producir cualquier imitación tolerable de estos troqueles, y era imprescindible maquinaria de gran potencia para imprimir los grabados en las placas. 

Por ello, el autor estimaba que los propietarios de esta compañía habían prestado a su país el importantísimo servicio de producir billetes de banco totalmente imposibles[9] de falsificar, sin necesidad de invertir importantes sumas de dinero, con el concurso de talentos de primer nivel con artistas y mecánicos. Este era un beneficio público del que ningún otro país, en su opinión, podía jactarse, y por ello era un honor que este primer establecimiento y consecuentemente la salvaguardia que suponía contra los angustiosos efectos de uno de los crímenes más execrables estuviese reservado a América, y una justa causa para la alegría de todos sus ciudadanos. 

En este sentido, destaca igualmente el testimonio del famoso cartógrafo escocés John Melish, que afirmaba, poniendo el ejemplo a esta compañía, que los trabajos de grabado que se llevaban a cabo en América eran iguales o incluso superiores a los que se llevaban a cabo contemporáneamente en Europa[10].  Este autor aseveraba que los billetes impresos por esta compañía eran muy admirados por la belleza y la elegancia de su trabajo, y que sobrepasaban a cualquiera que él había visto nunca en Europa. Dicha compañía llevaba según su testimonio dos años operativa, y había grabado billetes para 42 bancos, de los que ninguno de ellos había sido falsificado.   

El uso del torno geométrico en un artículo del Instituto Franklin 

En el segundo volumen del Journal of the Franklin Institute de 1826 se incluye una noticia relativa al grabado de los billetes de banco, con una plancha, perteneciente a esta compañía[11]. Comienza su estudio afirmando que el tipo de trabajo que mostraba había sido durante mucho tiempo utilizado con éxito para evitar las falsificaciones. La totalidad de los tipos, exceptuando las letras, estaban realizadas en el torno, por lo que el proceso era puramente mecánico. El utensilio utilizado era conocido como torno geométrico[12], que había sido inventado por don Asa Spencer de Connecticut, que se encontraba en ese momento en esta población, si bien había prevalecido la creencia errónea de que había sido producto del genio de don Jacob Perkins, un inteligente caballero de la misma ciudad que Spencer. 

Spencer habría sugerido a Perkins la aplicación del mismo a los billetes de banco, como una medida de seguridad contra las falsificaciones. Ambos viajaron a Filadelfia en 1816, el año en el que el grabado se aplicó por primera vez a los billetes de banco de los Estados Unidos por la compañía Murray, Draper, Fairman & Co. Fairman y Perkins viajaron a Londres en el año 1819, y su trabajo fue adoptado y seguía siendo el usado por los banqueros y bancos del Reino Unido. 

El torno geométrico difería mucho de cualquier máquina hasta entonces utilizada. La única que era aparentemente similar era la conocida como Rose engine, que trabajaba con placas de esfera metálicas, que era solamente capaz de copiar patrones que anteriormente se habían realizado sobre guías, mientras que el torno geométrico formaba sus propios patrones, siendo todos ellos originales, variados y en número ilimitado, como los producidos por un caleidoscopio. 

 Las figuras formadas por el torno geométrico en el grabado eran de línea continua, que volvía sobre sí misma. Según los estudios realizados, el inventor del torno era incapaz de reproducir un patrón particular, excepto si había guardado un registro exacto de los arreglos utilizados para su producción original. Y bajo cualquier nuevo arreglo, el patrón resultante era conocido como una mera prueba. En una inspección detallada de los ejemplares, se podía ver que en algunas de las figuras las líneas eran blancas y el fondo negro, lo que se lograba mediante la llamada transferencia, que guardaba ciertas similitudes con la impresión de un sello. 

Cuando se fabricaba una matriz de acero, en la misma estaban grabadas las líneas, como si hubiesen sido grabadas en cobre, y con la suficiente potencia para producir una impresión completa, así como la matriz del reverso. Esto desafiaba cualquier esfuerzo de la mano más capaz de producir una imitación exacta. Por todo ello, los autores estimaban que todo lo que se podía tener por cierto, en la prevención de las falsificaciones,  era producir unos trabajos que necesitaban una pericia consumada y aparatos costosos, por lo que una imitación tolerable debería ser igualmente difícil de realizar e improductiva. 

A modo de conclusión 

Como podemos concluir a la vista de los testimonios de la época, la firma elegida por el Intendente para llevar a cabo esta emisión de treinta mil billetes para Puerto Rico ofrecía las máximas garantías de que los mismos no podían ser falsificados, por lo que se evitaban los gravísimos problemas de las emisiones que se habían hecho localmente en la isla anteriormente. 

Y no podemos dejar de poner de manifiesto que los mismos, a pesar de su corta vida útil, como también hemos visto en las publicaciones norteamericanas contemporáneas, pueden considerarse como un precedente de las masivas y longevas emisiones posteriormente llevadas a cabo por el Banco de los Estados Unidos, solamente un año después, y del Banco de Inglaterra a partir de 1819.


[1] COSTA, H., Los Billetes de la Isla de Puerto Rico, Colección Humberto Costa, Mayagüez, 2007.

[2] CRESPO ARMAIZ, J.L., Fortalezas y Situados. Sociedad Numismática de Puerto Rico, First Book Publishing of Puerto Rico, 2005; Panorama Monetario y Numismático de Puerto Rico, Lulu Press, 2017.

[3] RODRÍGUEZ VÁZQUEZ, L.A., Catálogo del Papel Moneda de Puerto Rico, Lulu Press, 2011; Historia de las monedas, contramarcas y fichas que circularon en Puerto Rico de 1508 a 2013, Lulu Press, 2013. 

[4] NAVARRO ZAYAS, A.O., “Documentos relativos a la fabricación de los billetes de 3 y 5 pesos del Intendente Alejandro Ramírez (1815)”, NUMIEXPO, 2016.  

[5] Archivo General de Indias, SANTO DOMINGO, 2417, Fol. 1. 

[6] ALCÁNTARA ALEJO, C., Diccionario de Integración latinoamericana, Plaza Valdés, 2008, p. 146.

[7] JEFFERSON, T. & JEFFERSON LOONEY, J., The Papers of Thomas Jefferson: 1 May 1812 to 10 March 1813, Vol. 5, Princeton University Press, 2004, p. 654.

[8] BREWSTER, A., An appeal to banks in particular and the public in general, Sheldon & Goodwin, 1815.

[9] En cursiva en el texto.

[10] MELISH, J., Travels though the Unites States of America, in the years 1806 & 1807, and 1809, 1810 & 1811 …, John Melish, 1819, pp. 282-283.

[11] Journal of the Franklin Institute, Vol. 2, Pergamon Press, 1826, pp. 106-108. El mismo artículo se reproduce entre otras revistas contemporáneas en  Mechanic's Magazine, Museum, Register, Journal & Gazette, Knight & Lacery, 1827, pp. 508-509.

[12] Geometric Lathe.

Spintriae, as fichas eróticas da Roma Antiga

Publicado en Revista Numismática Brasileira, Vol.XXVI, nº2


https://www.academia.edu/92433982/Spintriae_as_fichas_er%C3%B3ticas_da_Roma_Antiga

Resumo: Como afirma Oswaldo Rodrigues, muitas formas diferentes vinculam dinheiro e sexo, sendo as fichas conhecidas como spintriae usadas na Roma Antiga um exemplo claro dessa relação. As tesseras, utilizadas na época republicana para fins militares e na época imperial para setores muito diversos, tinham, como assinala David Martínez, uma clara função de propaganda, ainda maior do que a da própria moeda. Desde o século XIX, existem teorias sobre o seu uso, desde fichas de jogo ou fichas de entrada para os banhos até os mais defendidos, sua emissão expressamente para uso em bordéis. Sua iconografia, muito realista, é muito variada, o que dificulta a sistematização, e incluem cenas comuns a outras representações que se encontram em inúmeros objetos contemporâneos como afrescos, frascos de unguentos, objetos do cotidiano como xícaras ou lanternas, ou mesmo em sarcófagos, dentro do extenso mundo do erotismo romano. 

Palavras-chave: Spintriae, arte erótica, tesseras, Império Romano, Arqueologia.

 

Abstract: As Oswaldo Rodrigues states, many different ways unite money and sex, being the tokens known as spintriae used in ancient Rome a clear example of this relationship. The tesserae, used in the republican era for military purposes and in the imperial for very diverse sectors, had as David Martinez collects a clear propaganda function, even greater than that of the currency itself. Since the nineteenth century there have been theories about its use, from game chips or entrance to the hot springs to the most defended its issuance expressly for use in brothels. Its iconography, very realistic, is very varied, which makes it difficult to systematize, and collects scenes common to other representations that are found in countless contemporary objects such as frescoes, jars of ointments, useful of everyday life such as cups or skylights or even in sarcophagi, within the vast world of Roman erotica. 

Keywords: Spintriae, erotic art, teasers, Roman Empire.

 

 

Independentemente do uso que se possa dar, com várias teorias que analisaremos mais adiante, é importante fazer uma introdução sobre a importância da sexualidade em Roma, como estudou Juan Francisco Bermúdez. Na sociedade romana, segundo este autor, era proibida qualquer prática sexual em que os instrumentos passivos do ato, fossem escravos, escravas ou mulheres livres, se tornassem elementos sexualmente ativos, tanto heterossexuais quanto homossexuais. 

Segundo esse autor, embora houvesse certo tipo de liberdade sexual, ela só poderia ser exercida por homens livres e, embora certas práticas sexuais fossem permitidas e outras proibidas, ambas eram praticadas regularmente por pessoas diferentes de qualquer categoria social, principalmente na prática da prostituição. As posições e práticas, tanto heterossexuais como homossexuais, exercidas pelas prostitutas e seus clientes romanos estão representadas em inúmeros tipos de suportes, como candelabros ou lamparinas, em diferentes tipos de louças, em afrescos, pinturas e mosaicos, em grafites e inscrições nas paredes, nas próprias spintriae e nos escritos de autores gregos e latinos. 

Existe uma grande variedade destas fichas e dos motivos eróticos que nelas estão representados, a grande maioria dos quais ostenta no verso um numeral circundado por uma orla pontilhada, laureadas ou ambas, variando de I a XVI, portanto equivalente à moeda de bronze romana, o asse, 16 delas fizeram um denário, a moeda de prata. Para David Martínez, os artistas que deviam fazer as spintriae devem ter sido os trabalhadores da Casa da Moeda de Roma, encarregados de fazer os cunhos das moedas, baseando esta afirmação nos paralelos iconográficos que mostram com outros tipos de emissões. 

Em relação à sua composição metalográfica, o metal mais utilizado é o oricalco, uma liga de cobre, zinco e chumbo com alguns traços de ouro, prata ou estanho, sendo o principal metal da liga o cobre. Este metal era de jurisdição praticamente imperial, devido à sua valiosa composição, como atesta o fato de ser a liga usada para a cunhagem dos famosos dupôndios durante o Alto Império. Juntamente com sua arte requintada, que denota o trabalho de gravadores profissionais, isso parece sustentar que eles foram oficialmente cunhados na própria Casa da Moeda de Roma. 

O primeiro autor que se referiu a essas fichas como spintriae em um tratado de Numismática foi o filólogo, diplomata e numismata Ezechiel Spanheim, baseado em uma citação de Tácito e Suetônio, e embora tenha feito referência aos jogos depravados do imperador Tibério, em sua opinião, essas tesseras foram usadas como ingressos de teatro. Para os autores numismáticos do século XIX, seu destino não poderia ser outro senão estar inequivocamente relacionado ao sexo, exceto no caso de Mowat, que defendia sua produção para o uso recreativo da plebe romana. 

Já no século 20, Rostovtzeff relacionou diretamente esses tokens ao seu uso exclusivo como meio de pagamento nos bordéis romanos, ainda hoje a interpretação favorita dos colecionadores europeus. A prostituição era um negócio poderoso na Roma imperial, registrando até 32.000 prostitutas oficiais em menos de meio século na cidade de Roma, sem contar aquelas que praticavam seu ofício sem registro oficial. 

Igualmente importante era a relação das tesseras com as milícias, as legiões romanas, razão pela qual também se argumentou que a sua utilização poderia estar relacionada com prémios ou pagamentos especiais a soldados, uma espécie de medalha que poderia ser utilizada para o efeito, guardada como lembrança ou mesmo pendurado, já que são preservadas cópias com furo. Isso foi parcialmente verificado, por dois spintriae com os numerais de duas Legiões que realmente participaram da conquista da Britânia. 

Uma explicação que pode ser plausível é a dada por Bateson, que defende como hipótese que os numerais que aparecem em uma de suas faces fariam deles algum tipo de jogo semelhante aos nossos atuais jogos de cartas. Outras interpretações relacionam-nas a ingressos  para espetáculos e locais públicos, como termas, a brindes ou mesmo à prática de algum tipo de jogo erótico. 

Acredita-se que foram cunhadas exclusivamente na Roma de Tibério, imperador famoso por seu apetite carnal exorbitante, e, portanto, tinham uma circulação muito limitada na época. Esta é uma das razões pelas quais é duvidoso que seu destino fosse ser usado como moeda de pagamento em bordéis. Outra circunstância que parece negá-lo é que, sendo meio de pagamento para este tipo de estabelecimento, as sínteses não foram encontradas nos prostíbulos dos sítios arqueológicos de Pompeia e Herculano, mas nas casas dos indivíduos e misturadas com outros objetos da vida cotidiana, e também em outros achados arqueológicos. 

Estas fichas, um magnífico espelho da sociedade romana que as emitiu, são muito procuradas no mercado numismático, onde se pagam preços exorbitantes. Como em qualquer moeda ou ficha que se sabe ser desejado, deve-se ter muito cuidado para evitar ser enganado com uma falsificação. E, igualmente, deve-se levar em conta que durante o Renascimento foram feitas cópias das coleções que foram encontradas. 

Referências bibliográficas: 

Bermúdez Calle, Juan Francisco, “Sexo, prostitución y las fichas eróticas de la Antigua Roma. Dentro del lupanar”, Epigrafía y Numismática, 30 de diciembre de 2013.

Martínez Chico, David, “Sexo y erotismo en las llamadas spintriae, las supuestas y problemáticas tesserae de lupanar de la Antigua Roma”, Athenaeum. Studi di Letteratura e Storia dell'Antichità 106/2, 2018, pp. 533-557

Martínez Chico, David, “Tesserae frumentariae, nummariae et ‘Spintriae’ Hispaniae. Hallazgos y nuevas perspectivas”, Revue numismatique, 6e série - Tome 176, 2019 pp. 107-138

Rodrigues Jr., Oswaldo M., “Sexo, amor e dinheiro”, Revista Brasileira de Sexualidade Humana, Setembro 2020, pp.. 485-500.

lunes, 5 de diciembre de 2022

La producción de la Casa de Moneda de México entre 1772 y 1797, según un documento del Archivo General de Simancas

 Publicado en Numismático Digital, 5 de diciembre de 2022


En un documento del Archivo General de Simancas, con signatura SGU, LEG, 6861, 102, encontramos la Razón de los marcos de plata y oro que se habían labrado en la Real Casa de Moneda de México con el consiguiente sello, desde el año 1772 hasta finales de 1797, incluyendo igualmente lo acuñado en el año 1798 hasta el 26 de abril de 1798, con sus respectivos valores, incluido el feble, que habían producido, así como una Carta del Superintendente de la institución solicitando aumentos de sueldo para el personal de la ceca. 

Según la Contaduría de la ceca, la producción total en pesos ascendió desde 1772 a 1797 a quinientos veinticinco millones doscientos cincuenta y siete mil ochocientos ochenta y un pesos, y dos reales y medio, ascendiendo lo acuñado hasta abril de 1798 a seis millones setecientos diez y nueve mil setecientos veintiséis pesos y seis reales y medio. De ellos, veinte millones doscientos noventa y un mil trescientos setenta y ocho pesos habrían sido acuñados en moneda áurea, y el resto en moneda de plata. 

Si cruzamos estos datos con los contenidos en el magnífico trabajo de Guillermo Céspedes del Castillo en la obra de obligada consulta Las cecas indianas en 1536-1825, obtenemos los siguientes resultados:   

Año

Plata

Oro

Total

1772

18.117.985

771.800

18.889.785

1773

19.465.525

771.800

20.237.325

1774

12.895.154

771.800

13.666.954

1775

14.260.393

771.800

15.032.193

1776

16.543.737

771.800

17.315.537

1777

20.753.005

771.800

21.524.805

1778

19.957.822

771.800

20.729.622

1779

18.663.521

771.936

19.435.457

1780

16.742.327

771.936

17.514.263

1781

19.563.906

771.936

20.335.842

1782

16.808.554

771.936

17.580.490

1783

22.944.721

771.936

23.716.657

1784

20.265.438

771.936

21.037.374

1785

17.803.272

771.936

18.575.208

1786

16.485.168

771.936

17.257.104

1787

10.779.028

307.496

11.086.524

1788

19.540.902

605.472

20.146.374

1789

20.594.875

535.036

21.129.911

1790

17.435.644

628.048

18.063.692

1791

20.140.937

980.696

21.121.633

1792

23.225.611

969.430

24.195.041

1793

23.428.680

884.272

24.312.952

1794

21.216.871

794.160

22.011.031

1795

23.948.929

644.552

24.593.481

1796

24.346.833

1.297.794

25.644.627

1797

24.041.182

1.038.856

25.080.038

Totales

499.970.020

20.263.900

520.233.920

 Con lo que encontramos una diferencia de 5.023.961 pesos. Curiosamente, aunque en la acuñación de oro don Guillermo utilizó estimaciones anuales y reparte entre los años 1772 y 1786 por igual las rendiciones, la diferencia con lo mostrado en este documento es muy baja, solamente inferior a la real en 27.898 pesos. Sin embargo, es en la acuñación de plata donde la misma asciende prácticamente a cinco millones de pesos, exactamente a 4.996.083. 

En anexo se incluyen varias copias de la Razón de las cantidades de oro y plata acuñadas por la Real Casa de Moneda de México desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 1797, con distinción de lo labrado cada mes. Del total acuñado, veinticinco millones ochenta mil treinta y ocho pesos y siete reales, fue labrada en oro moneda por un importe total de un millón treinta y ocho mil ochocientos cincuenta y seis pesos. Se puede destacar de la misma, que se acompaña en su imagen original, que dichas labores son más importantes durante el segundo semestre del año, si bien destaca igualmente la producción del mes de febrero. 

En fecha 27 de enero de 1798, el Superintendente de la Real Casa de Moneda de México presentó una Representación al monarca, dirigida al Secretario de Estado y del Despacho Universal de Hacienda de España e Indias, dando parte de la cuantiosa acuñación verificada en el año anterior, repitiendo por ese motivo sus súplicas en favor de los ministros, oficiales y operarios que había recomendado en una carta del mismo día del año anterior. 

Según el documento anexo al mismo antes visto, se daba conocimiento de la labor de veinticinco millones ochenta mil treinta y ocho pesos y siete reales. Dado que habían ascendido en dicho tiempo los productos totales de esta vasta negociación a dos millones ciento setenta y un mil novecientos cuarenta pesos, seis reales y veintitrés y seis octavos maravedíes. Los sueldos, jornales, compra de materiales y demás gastos, con inclusión de mermas ahorradas, habían ascendido a quinientos diecisiete mil doscientos ochenta y siete pesos veinticuatro y siete octavos maravedíes, y las utilidades liquidadas a un millón seiscientos cincuenta y cuatro mil seiscientos cincuenta y tres pesos, cinco reales y treinta y dos y seis octavos maravedíes. 

Todos los ministros, oficiales, dependientes y hasta los miserables operarios de la Real Casa habían dado en estas laboriosas extraordinarias tareas nuevas pruebas de su actividad, celo, aplicación y exacto desempeño, habiendo contraído un particular distinguido mérito, siendo por ello acreedores de la piedad del Rey, Por ello, se veía en la indispensable obligación de recordar lo que había representado el año anterior, rogando al Secretario de Estado que se lo expusiese así al monarca. 

Fuente: Casa de la Moneda de México - Archivo General de Simancas, SGU, LEG, 6861, 102.

Las Monedas de Sitio en América Latina / Siege Coins in Latin America

 UNAN, Unión Americana de Numismática, e-book, 2022

https://www.academia.edu/92178990/Las_Monedas_de_Sitio_en_Am%C3%A9rica_Latina_Siege_Coins_in_Latin_America

En la edición 25 de la Revista UNAN Electrónica, publicada en julio-agosto de 2016, se presentó una propuesta destinada a investigar los casos de monedas de sitio en el continente americano, tema que había sido poco investigado hasta el momento. En aquella ocasión se propuso encomendar a diversos investigadores numismáticos miembros de UNAN, escribir artículos sobre casos de dichas monedas en sus respectivos países de origen, para ser publicados en la revista. 

Una vez se recibiesen comentarios y sugerencias de los miembros, se procedería a publicar un libro que compendiase los resultados de tales investigaciones para la totalidad del ámbito geográfico de UNAN. En números sucesivos de la revista se fueron publicando dichos trabajos y, cuatro años más tarde, ya se dispone de los resultados de esa iniciativa. Se encomendó el trabajo de editar ese primer libro de UNAN, reuniendo los trabajos individuales previamente publicados, a Roberto Jovel, presidente del Polo Centroamericano de UNAN, quien originó la propuesta inicial en 2018. 

Los autores de trabajos individuales sobre casos de monedas de sitio en los países incluyeron a los distinguidos numismáticos – presentados en orden alfabético de sus apellidos – Claudio Angelini (Brasil), Pedro Cano (España), Ricardo De León Tallavas (México), Jorge Emilio González Valdés (Cuba), Carlos Iza Terán (Ecuador), Roberto Jovel (El Salvador), Luis Roberto Ponte (Venezuela), Carlos Torres Gandolfi (Chile) y José Serna (Colombia).

A proposal was included in the 25th issue of UNAN Numismatics Review, published in July-August 2016, to conduct research on the cases of siege coins minted in Latin America, a subject which had been covered scarcely. Individual researchers would develop technical articles on siege coin cases minted in their respective countries, to be published in the UNAN Numismatic Review.

Once comments and suggestionswere received from other UNAN members, a book describing the results of this research for the Latin American region was to be published by UNAN. Successive issues of the UNAN Review included such works. Four years later, this initial stage of the project has been completed. UNAN entrusted the task of editing the book to Roberto Jovel, Chairman of the Central American Region of UNAN, who made the initial project proposal in 2018.

The names of the individual authors on siege coin cases – listed in alphabetical order of their last names – include Claudio Angelini (Brazil), Pedro Cano (Spain), Ricardo De Leon Tallavas (Mexico), Jorge Emilio González Valdés (Cuba), Carlos Iza Teran (Ecuador), Roberto Jovel (El Salvador), Luis Roberto Ponte (Venezuela), Carlos Torres Gandolfi (Chile) and Jose Serna (Colombia)

La moneda en circulación en las Islas Malvinas en el siglo XIX / Currency in circulation in the Falkland Islands in the 19th century

 Publicado en UNAN, Unión Americana de Numismática, Vol. VIII, nº 049, Agosto 2022


https://drive.google.com/file/d/1OyILpvWiWcTaMabvs0r6xq0CW5yTt32G/view

El pequeño archipiélago de las Malvinas se mantuvo deshabitado hasta el siglo XVIII, si bien aparece ya en varias cartas náuticas desde la temprana fecha de 1502 y fue visitado por varias expediciones españolas en la primera mitad del siglo XVI. A pesar de ello, el gobierno inglés y posteriormente británico siempre defendió para justificar su anexión que las islas fueron descubiertas en 1592 por el capitán John Davis, un marino al servicio de sir Thomas Cavendish, o dos años después por Richard Hawkins, durante el reinado de Isabel I. 

El primer intento de asentamiento en las mismas se llevó a cabo por Louis Antoine de Bougainville, con una expedición compuesta por granjeros que partió en septiembre de 1763 del puerto galo de Saint-Maló, fundando en 1764 el fuerte de Port Louis en la isla Soledad. Las autoridades españolas requirieron a las francesas la evacuación de las islas, que fueron entregadas el 1 de abril de 1767 al gobernador español nombrado al efecto, don Felipe Ruiz Puente, que se hizo cargo del establecimiento, renombrado Puerto Soledad, y de sus 115 habitantes. 

The small Falklands archipelago remained uninhabited until the eighteenth century, although it appears in several nautical maps from the early date of 1502 and was visited by several Spanish expeditions in the first half of the sixteenth century. Despite this, the English and later British government always defended to justify their annexation that the islands were discovered in 1592 by Captain John Davis, a navigator in the service of Sir Thomas Cavendish, or two years later by Richard Hawkins, during the reign of Elizabeth I. 

The first attempt at settlement in them was carried out by Louis Antoine de Bougainville, with an expedition composed of farmers who left in September 1763 from the French port of Saint- Malo, founding in 1764 the fort of Port Louis on Soledad Island. The Spanish authorities required the French to evacuate the islands, which were handed over on April 1, 1767 to the Spanish governor appointed for that purpose, Don Felipe Ruiz Puente, who took charge of the establishment, renamed Puerto Soledad, and its 115 inhabitants.