Publicado en Numismático Digital, 4 de septiembre de 2012
El historiador hispano-dominicano Fray Cipriano de Utrera transcribió en su
magnífica obra sobre la moneda provincial de la Isla Española los documentos del
Archivo General de Indias que muestran las objeciones y resistencia que el
Cabildo de Santo Domingo opusieron a la orden de Toussaint Loverture de
armonizar el valor de la moneda circulante en las partes francesa y española de
la isla tras la anexión en 1801. Entre sus escusas, se encuentra la de no haber
encontrado en el Cabildo quien pudiera traducir los sucesivos decretos que
fueron recibidos en francés.
François Dominique Toussaint-Louverture es una de
las figuras capitales de la lucha por la abolición de la esclavitud, e incluso
Nelson Mandela le citaba como su modelo. Nacido esclavo en la parte francesa de
la Isla Española en 1743, fue animado por su dueño, Baillon de Libertat,
para que aprendiese a leer y escribir, y fue liberado en 1776. Tras el
estallido de la Revolución Francesa y la revuelta de Bois-Caiman de 1791, paso
a la parte española de la Isla en 1793, recibiendo instrucción militar para
combatir a los franceses y siendo nombrado general.
El 5 de mayo de 1794 abandonó el servicio de España y
combatió a sus fuerzas que, bajo sus anteriores superiores, habían invadido
junto con la flota británica la parte francesa de la isla, alcanzando durante
el Directorio el grado de general de división. Para dar cumplimiento al Tratado
de Basilea de 1795, que cedía Santo Domingo a Francia, en enero de 1801 ocupó
en un mes y sin resistencia la parte española de la isla.
Es en estas circunstancias cuando, en fecha 21 de Nivoso
del año IX de la República Francesa, 11 de enero de 1801 en nuestro calendario,
dictó una Ordenanza en su Cuartel General de Azúa por la que se establecía el
nuevo valor de los pesos fuertes, con una valoración anterior de ocho reales,
en once reales, el que tenían en la parte francesa, algo que consideraba
indispensable para que no hubiese distintos pesos y medidas en un mismo
gobierno. Esta Ordenanza debía ser traducida al español, leída y publicada,
apercibiéndose contra su incumplimiento.
Los miembros del Cabildo respondieron pocos días después
al General, en fecha 2 de febrero del mismo año, poniendo de manifiesto los
inconvenientes de dicha reforma. Afirmaban asimismo que debía modificarse en proporción
el valor de las demás monedas circulantes, los cuatro reales, las pesetas, los
reales sencillos y los medios, dado que de no ser así y si se estimaban
únicamente por valor intrínseco se producirían graves perjuicios, especialmente
para los tenedores de moneda menuda y para los que se dedicaban al comercio al
por menor. Por ello, solicitaban que se les remitiese una relación con el valor
de todas las monedas de menor formato.
Ese mismo día, el 13 de Lluvioso del año IX, Loverture
indicaba a los Agentes Municipales, el antiguo Cabildo, que dicha medida debía
aplicarse, dado que sus soldados estaban acostumbrados a la valoración de los
once reales, y si subsistiese la valoración española entenderían que se les
dejaba de pagar tres reales por peso, dejando a su leal saber y entender las
medidas que estimasen oportunas para paliar los perjuicios que la medida
pudiese ocasionar al público.
Dos días después, el Cabildo contestaba que estimaba que
el valor del real de a cuatro debía fijarse en cinco reales y medio. En cuanto
a las pesetas, afirmaba que el circulante estaba compuesto de piezas de cruz,
tan antiguas y desgastadas por el uso que había perdido gran parte de su
estimación con respecto a los pesos columnarios, por lo que debería correr con un
valor de dos reales y medio. En cuanto a los reales sencillos y medios reales,
afirmaba que podrían quedarse en su antiguo valor, dado que no había moneda
fraccionaria para completarlo en proporción, y que si bien con ello se producía
un quebranto de un 12 ½ % en el cambio de la moneda menuda a la fuerte, la
pérdida era menor que el 37 ½ % que se hubiese producido de no estimar la
moneda menuda.
Junto a lo anterior, solicitaban que en los tratos y
contratos firmados con anterioridad a la Ordenanza se respetase su valor en
pesos fuertes, al igual que en sus frutos. Y asimismo, piden excusas por la
demora alegando que recibían los decretos en francés, y había que buscar quién
entendiese esta lengua. Como en la canción de Juan Luis Guerra, será porque aquí no hablamos francés, vous
parlez?, no Monsieur.
La transcripción de esta Ordenanza, la original en
francés, puede consultarse en el libro de Zay que mencionamos en la
bibliografía. Asimismo, podemos continuar con esta obra las peripecias
monetarias de Santo Domingo que el ínclito Utrera no pudo encontrar en el
Archivo General de Indias. Así, un año después, el 15 de Nivoso del año X, 5 de
enero de 1802, una nueva Ordenanza de Loverture afirmaba que después de mucho
tiempo de ver la necesidad de reemplazar el numerario circulante de la colonia,
ordenaba batir en la ceca de Santo Domingo moneda de dobles escalines,
escalines sencillos y medios.
En una cara debían llevar la efigie de la República con
la leyenda Republique française, y en
la otra cara el valor de la moneda y la leyenda Colonie de Sª Domingue. A partir de ese día, los dobles escalines,
los sencillos y los medios acuñados en Santo Domingo debían ser recibidos por
los habitantes, al mismo valor que los que se hallaban en circulación del mismo
facial, siendo el valor de once escalines por cada pieza de a ocho, grueso o gourde.
Mientras que el circulante de la antigua parte francesa
de la isla seguiría circulando como hasta ese momento, el de la parte española
debía ser fundido para transformarlo en la nueva moneda menuda, por lo que se
invitaba a sus poseedores a llevarla al Tesoro Público, siéndoles entregado un gourde por cada once escalines. Se
prohibía taxativamente la saca de moneda de la colonia, bajo pena de
confiscación de la que se encontrase a bordo de los barcos antes de su
expedición. Se renovaban asimismo las penas previstas en las Ordenanzas
anteriores.
Zay describe asimismo las diferentes piezas. La moneda de
dos escalines, con un diámetro de 23 milímetros y un peso de 3 gramos 600,
tiene la leyenda arriba indicada, y una representación de la República a
izquierda, vestida con un vestido atado a la cintura con un cordel. En su mano
derecha lleva un fascio atravesado por una hacha y en la izquierda una pica que
porta un gorro frigio. En su reverso está la leyenda arriba indicada y en el
campo, el valor DEUX ESCALIN. Su canto, como en todas las demás monedas de la
serie, era estriado.
El escalín sencillo, de 19 milímetros y peso de 1 gramo
710, tiene similares tipos, salvo que en exergo tiene tres globos y en el
reverso la leyenda UN ESCALIN. En cuanto al medio, de 16 milímetros y peso de 0
gramos 810, en su anverso lleva un florón, y en su reverso la leyenda DEMY
ESCALIN. Estas monedas habían sido según Zay descritas en 1849 por Bonneville
como haitianas.
Recoge asimismo la afirmación del general Kervesau, hecha
desde la parte española de la isla, de que Toussaint Loverture quería
establecer la fábrica en Santo Domingo, y que las piezas batidas, escalines y
gourdes, llevasen en el anverso a la República y en su reverso su propio nombre.
Las labores habrían sido encomendadas a un francés llamado Tixier. Estas
afirmaciones, según Zay, no se encontraban justificadas ni por las piezas
puestas en circulación ni por el hecho de que Loverture no hiciese mención en
su Ordenanza de los gourdes, y no se conoce documentación que pueda
sostenerlas.
Por su calidad se ha defendido por algunos autores que
las mismas fueron acuñadas o bien en Inglaterra, que mantenía buenas relaciones
con Loverture, como afirma Miguel Estrella Gómez, o incluso en los recién
creados Estados Unidos. Pero hemos de tener en cuenta que la elección de la
labra en Santo Domingo venía avalada por el hecho de que en la misma ciudad
había una Casa de Moneda desde 1542, y tenía los materiales y los equipos
necesarios para llevar a cabo la labor. En cuanto a la materia prima, ya hemos
comentado que contaba con la fundición de la antigua moneda de plata española
circulante para llevar a cabo su reforma.
La obra de Zay prosigue, pero ya sin nuestro
protagonista. Habiendo capitulado el 2 de mayo de 1802, fue hecho prisionero el
7 de junio de 1802 y enviado a Francia, donde murió en Fort de Joux, en las
montañas del Jura, enfermo y sin cuidados, el 7 de abril de 1803. Su historia
se trasformó en leyenda, siendo vilipendiado por los autores franceses
coetáneos y enaltecido por los británicos. Tampoco acabó con él el sufrimiento
de Santo Domingo, que retornó a España, sufrió dos invasiones haitianas, volvió
nuevamente a ser española y no alcanzó su definitiva independencia hasta 1865.
Bibliografía
DUBROCA, L.,
La Vie de Toussaint-Loverture, chef des
noirs insurgés de Saint-Domingue, Paris, 1802.
STEPHEN, J., History
of Toussaint Loverture, London, 1814.
UTRERA, C., La Moneda Provincial de
la Isla Española, Edición facsímil del original de 1951, Santo Domingo,
2000.
ZAY, E., Histoire Monétaire des Colonies Françaises, Paris, 1892.
« La
monnaie de Toussaint Loverture », en L’escalin,
Journal de la Societé Haïtienne de Numismatique, Volumen I, nº 1, Junio
200.