Publicado en Numismático Digital, 5 de junio de 2013
http://www.numismaticodigital.com/noticia/6564/Articulos-Numismatica/Los-reales-Vambas-segun-Nougues-Secall.html
LORENZO ARROCHA, J.M., Las monedas en las Islas Canarias, “La Bamba”, Santa Cruz de la Palma, 1991.
LORENZO ARROCHA, J.M., "Una moneda provincial para las Islas Canarias", Crónica Numismática, junio 2003, pp. 48-49.
LORENZO RODRÍGUEZ, J.B., Noticias para la Historia de La Palma, Tomo I, La Laguna, 1975.
PÉREZ ALMEIDA, H.C., “Moneda y medios de pago en las Islas Canarias durante los siglos XVI Y XVII”, en MUÑOZ SERRULLA, M.T. (Coord.), Estudios de Historia Monetaria, Ab initio, Núm. Extr. 1 (2011), pp. 69-91.
RÉGULO PÉREZ, J., “Contribución a la Historia de la palabra “BAMBA”. Africanismo léxico adoptado por el canario en el siglo XVII”, en 2º Simposio Internacional de Lengua Española, Las Palmas de Gran Canaria, 1984.
VIERA Y CLAVIJO, J. de, Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, Tomo II, Libro VII, Madrid, 1773.
VIERA Y CLAVIJO, J. de, Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, Tomo III, Libro XVL, Madrid, 1776.
http://www.numismaticodigital.com/noticia/6564/Articulos-Numismatica/Los-reales-Vambas-segun-Nougues-Secall.html
Conocemos bien la historia de la moneda circulante en Canarias en el siglo
XVIII, gracias a los magníficos estudios de Jesús Manuel Lorenzo Arrocha,
basados principalmente en las obras de Viera y Clavijo y de Lorenzo Rodríguez.
Otra buena fuente de información es el libro del jurisconsulto y erudito
zaragozano Mariano Nougués Secall, Cartas
historico-filosofico-administrativas sobre las islas Canarias, publicado en
1858, en muchas ocasiones coincidente con el de Viera, a quien cita
reiteradamente.
En la carta 20 del libro, fechada en Santa Cruz de
Tenerife el 5 de junio de 1858 y dirigida al vicepresidente del Consejo Provincial
de Zaragoza, don Manuel Cantin, daba noticia de las monedas, pesos y medidas de
las islas. También hacía mención de las turbaciones que con motivo de la moneda
hubo en el archipiélago, y defendía la
conveniencia de que se recogiese en ella la moneda columnaria circulante. A esa
fecha se utilizaban en las islas como monedas de cuenta el peso, con un valor de 15 reales de vellón, y el real de plata de 16
cuartos, y como monedas circulantes los tostones,
medios tostones, las fiscas- las pesetas, medias pesetas y
reales columnarios- y los napoleones franceses. Habían existido igualmente
ducados de plata, de valor desconocido para el autor, pesos de 128 cuartos divididos en 10 reales cada uno, y las famosas
vambas.
Los tostones
portugueses, que circulaban desde la Unión de las Coronas en el siglo XVI,
recibían un valor de 4 cuartos más en Portugal que en las islas, por lo que
fueron sacados durante el siglo XVII por los comerciantes extranjeros, que
asimismo se llevaban los reales peruleros y de nuevo cuño de pilares, según
recogía Nougués citando a Viera, fechando esta práctica en 1685. Por ello sólo
quedaron en circulación algunos reales antiguos vambas y los falsificados en gran parte por los mercaderes.
Los reales vambas ya no circulaban en la época en la que
Nougués escribía esta carta, pero a su entender protagonizaron una página muy
triste en la historia de las islas. Afirmaba
que eran reales utilizados en la época de los Reyes Católicos en la Península,
que tenían en su anverso un haz de flechas y en su reverso una coyunda con los
nombres de los monarcas y el lema TANTO
MONTA. Se conocía asimismo por este nombre según el autor a unos reales que
mandó batir Carlos V a trueque de trigo con las armas de Castilla y León en su
anverso con la leyenda CAROLUS ET JOANNA,
y en su reverso las columnas coronadas con el lema PLUS ULTRA y en la orla la leyenda HISPANIARUM ET INDIARUM.
Ambas monedas eran de plata limpia, y se componían de
diez cuartos imaginarios. Según Viera, no se había llevado moneda de plata
desde España, y no circulaba la de vellón, al usarse para el comercio menudo
los medios reales de plata que se retiraron de la circulación en la Península
el 1 de enero de 1726 y que se llevaron en bastante cantidad al archipiélago.
Según Nougués, también circulaban los reales batidos en 1707 por Felipe V,
seguramente los acuñados en el Real Ingenio de Segovia con 10 dineros de ley y talla de 75 piezas el
marco en reales sencillos y de a dos, precursores de las pesetas provinciales.
La afirmación de que no circulaba moneda de
vellón en el archipiélago se contradice con lo expresado en una Real Cédula de
20 de noviembre de 1700, que encontramos en el Archivo General de Indias, Santo Domingo, 251, que aseguraba que la moneda provincial de vellón de la Isla
Española se remitía en importantes cantidades a Canarias, donde se cambiaba a
diez piezas por real de plata, con lo que se obtenía un beneficio del 400%.
También se hacía referencia a ella en la Pragmática de 1776 de retirada de todo el
circulante anterior que luego veremos, por
la qual se extinguen absolutamente todas las monedas antiguas de plata y de
vellon, que como peculiares han corrido hasta ahora en mis Islas Canaria.
Siguiendo a Viera, recogía que a comienzos del siglo
XVIII comenzaron a aparecer en las islas unos realillos contrahechos y faltos de peso, cuya introducción se
atribuyó a un tratante holandés que había transmutado en esta moneda un barril
de arenques. Hacia 1720 se advirtió que esta mala moneda inundaba las islas, y
como afirmaba Viera de cada onza de plata los falsarios sacaban de 35 a 40
reales falsos. Nougués recogía una anécdota que afirmaba que Viera o bien no
conocía o que no quiso contar, y que transcribo íntegramente:
Estos realillos se introducían en toneles que se decían ser de tachuelas.
Un comerciante del pormenor fue al Puerto a comprar un tonel de tachuelas: el
mancebo por equivocación se lo dio de realillos Vambas: el tendero volvió
inmediatamente por otro tonel y el mancebo le dijo con gracia y socarronería:
de aquellos que V. se llevó uno no hay más.
Un comerciante holandés en 1734 declaró en Santa Cruz de
Tenerife a unos arrieros del interior de la isla que esa moneda no valía, lo
que alborotó las islas, hizo cesar la contratación y se cerraron las tiendas.
El Comandante General, el Marqués de Vallehermoso, ordenó que la moneda
corriese hasta nueva orden, hasta que el 7 de julio de ese mismo año el Cabildo
General acordó que los vecinos presentasen los reales, para cortar los de mala
ley y resellar los buenos. El resello consistía en un leoncillo como lenteja prolongada, y como era muy fácil de
falsificar volvieron las turbaciones en 1735. Aunque su sucesor don Francisco
Emparán ordenó nuevamente la manifestación de toda la moneda de este tipo y que
se cortase la falsa, no se consiguió acabar con el mal hasta la retirada de
toda la moneda provincial de Canarias y su sustitución por la de la Península,
por Real Pragmática de 20 de abril de 1776.
Fuente:
NOUGUÉS SECALL, M., Cartas
Histórico-Filosófico-Administrativas sobre las Islas Canarias, Santa Cruz de
Tenerife, 1858, pp. 177-182.
Bibliografía recomendada:
LORENZO ARROCHA, J.M., Las monedas en las Islas Canarias, “La Bamba”, Santa Cruz de la Palma, 1991.
LORENZO ARROCHA, J.M., "Una moneda provincial para las Islas Canarias", Crónica Numismática, junio 2003, pp. 48-49.
LORENZO RODRÍGUEZ, J.B., Noticias para la Historia de La Palma, Tomo I, La Laguna, 1975.
PÉREZ ALMEIDA, H.C., “Moneda y medios de pago en las Islas Canarias durante los siglos XVI Y XVII”, en MUÑOZ SERRULLA, M.T. (Coord.), Estudios de Historia Monetaria, Ab initio, Núm. Extr. 1 (2011), pp. 69-91.
RÉGULO PÉREZ, J., “Contribución a la Historia de la palabra “BAMBA”. Africanismo léxico adoptado por el canario en el siglo XVII”, en 2º Simposio Internacional de Lengua Española, Las Palmas de Gran Canaria, 1984.
VIERA Y CLAVIJO, J. de, Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, Tomo II, Libro VII, Madrid, 1773.
VIERA Y CLAVIJO, J. de, Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, Tomo III, Libro XVL, Madrid, 1776.