miércoles, 3 de febrero de 2016

Los resellos de las repúblicas americanas sobre moneda española

Publicado en Numismático Digital, 3 de febrero de 2016
http://www.numismaticodigital.com/noticia/9208/articulos-numismatica/los-resellos-de-las-republicas-americanas-sobre-moneda-espanola.html


Un interesante tema de estudio es el uso de resellos por parte de los independentistas americanos durante sus sublevaciones, así como la continuidad de la circulación de las emisiones oficiales españolas una vez alcanzada en las distintas Repúblicas su independencia. De manera muy sucinta, vamos a hacer una pequeña referencia a estos resellos.
 
En la actual República Argentina se resellaron en la provincia de Salta, al occidente del país, monedas de dos y cuatro reales de los reyes Fernando VI y Carlos III. Dicho resello consiste en grabar en el centro del reverso, sobre los mundos en el caso de los columnarios, las letras A y R formando un monograma dentro de un círculo de hojas. Aunque no han llegado a la actualidad monedas de ocho reales reselladas de esta manera, se supone que se hacía. En la misma provincia, según de la Fuente, el gobernador Güemes por Bando de 26 de octubre de 1817 ordenó el resellado de las monedas realizadas por los plateros imitando el cuño antiguo de Potosí con un punzón con las letras PR, PTR o PATRIA, entre dos ramas de laurel, si bien estas monedas fueron canceladas por Bando de 25 de mayo del año siguiente.
En la provincia de Buenos Aires se reselló moneda entre los años 1727 y 1831 con las letras BN, Banco nacional. A la de Río de de Plata se atribuye un resello con una contramarca consistente en un punzón rectangular con las siglas R.P. En Tucumán el 1819 se reselló la moneda macuquina con un óvalo y las letras NT. En la Rioja se resellaron entre 1830 y 1835 gran cantidad de monedas de todo tipo con la leyenda RIOJA. En Mendoza, las autoridades ordenaron el 12 de diciembre de 1823 el resello de la moneda macuquina con una balanza y la leyenda FIDELIDAD dentro de un círculo. En la provincia de Córdoba se hizo un resello con un sol de ocho rayos, y en fecha tan tardía como 1851 varias monedas recibieron la contramarca R.A., República Argentina.
En el año 1818, durante la guerra entre Argentina y Paraguay, se reselló en este último país la moneda española con las siglas DO (Departamento Oriental) o D.O.V. Durante la Guerra de la Triple Alianza se cortaron monedas españolas y extranjeras en trozos, conocidos como balastracas, que recibieron un resello con el numeral de su valor. En fecha tan tardía como 1868 se reselló moneda por orden del general Francisco Solano Sánchez con esta fecha, bandera y león sentado. De la Banda Oriental, actual Uruguay, se conocen resellos realizados en 1845 durante la guerra con Argentina con fecha y valor 1 peso fuerte, y los realizados entre 1853 y 1870, consistentes en un caballo al galope o parado.
En el territorio del actual Chile encontramos resellos tanto nacionalistas como realistas. Entre los primeros tenemos los resellos realizados por los independentistas en la región de Valdivia, realizados sobre monedas de ocho reales de los monarcas Felipe V, Carlos III y Carlos IV, grabando dentro de un círculo las iniciales VALD y un volcán. Otras contramarcas se realizaron en Concepción, Valparaíso, Serena y Santiago, con volcán y las letras del departamento que realizaba el resello. Este resello de montañas y sol es muy similar al que luego veremos que se utilizó en Centroamérica.
Por su parte, los resellos realistas son muy tardíos, de la década de los años 30, y consistían en dos anagramas, CHI y LOE, dentro de sendos rectángulos a ambos lados del busto del monarca sobre ocho reales de Carlos IV y Fernando VII, durante el gobierno de Antonio Quintanilla. Los modelos de estas monedas fundidas fueron piezas potosinas o limeñas del primer lustro de los años 20 del siglo, y su peso es inferior al legal. Según Trivero, y de acuerdo con una carta de Saturnino García a la Real Academia de la Historia, el gobernador Antonio quintanilla requisó entre 1821 y 1822 toda la platería del archipiélago, ordenando a un platero llamado Palomino que la fundiese en reales de a ocho. 
De la Fuente recoge un resello rarísimo que atribuye al general Ramírez, tras la recuperación de Potosí, con la fecha 1816 y escudo de la VILLA IMPERIAL DE POTOSÍ. Tras su definitiva independencia y separación de la Gran Colombia, Ecuador reselló toda la moneda circulante, existiendo una contramarca con las letras MDQ (Moneda de Quito) en monograma, y existe otro resello más escaso consistente en dos montañas. En el archipiélago de las Galápagos se reselló la moneda circulante entre 1920 y 1928 por el comerciante Rogelio Alvarado, encontrándose entre este numerario moneda española acuñada un siglo antes.
Los resellos realizados en el territorio de la actual Colombia fueron ordenados por el virrey Benito Pérez para Santa Marta, sobre monedas de ocho reales de Carlos IV y Fernando VII. Los mismos consisten en pequeñas marcas con las letras SM dentro de un círculo de puntos, acompañado en ocasiones de otro con VPB dentro de un óvalo. También se realizaron resellos consistentes en una granada dentro de un óvalo. En la isla Margarita se reselló moneda entera y moneda cortada con las siglas MA.
En el caso de Costa Rica, a partir de 1841, se reseñaron todas las emisiones circulantes de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII. Así, encontramos hasta once tipos diferentes de resellos, buscando con ello dar a estas piezas un valor nacional. Para evitar que la moneda saliese del país, se agujereaban las monedas además de contramarcarlas, con taladros que variaban desde los 4 mm para las piezas de dos reales a los 8 mm para los pesos fuertes. El más común de ellos, que no producía cambio en el valor de las monedas, consistía en un grabado de dos flores concéntricas sobre las piezas de medio, uno, dos, cuatro y ocho reales.
 Otro resello que no suponía cambio en el valor facial consistía en grabar un pequeño busto en las emisiones de dos reales.
            Por ley de 13 de noviembre de 1845 se autorizó la circulación de las pesetas provinciales españolas, conocidas como sevillanas, con excepción de las de Isabel II, con un valor de dos reales. En el anverso de las piezas se estampó una contramarca circular de 13 mm, con cabeza de mujer a izquierda, con peineta y moño, y leyenda semicircular Costa Rica, y bajo el busto el valor, 2.R. En su reverso se labró un árbol con la leyenda HABILITADA POR EL GOB. Otro resello, que se utilizó también para el resello de las pesetas provinciales españolas, tanto antiguas como coetáneas, fue el de un león pasante dentro de un círculo con la leyenda HABILITADA POR EL GOBIERNO.
Había otros, sin embargo, que sí suponían el cambio del valor facial de las monedas. Entre ellos, encontrábamos uno sobre las acuñaciones de uno y dos reales, con un árbol franqueado de un 1 y una R, para darles el valor de un real. El mismo resello, acompañado por un 2, 4 o un 8, para darles este valor, aunque fuesen de mayor valor facial. Una marca similar, pero con árbol y 2 R, se utilizaba sobre monedas de uno y dos reales para darles este último valor.
Se utilizaron asimismo resellos para reconocer la moneda macuquina legítima, con un punzón circular de 14 mm de diámetro con tres montañas iluminadas por un sol, y la leyenda entre dos círculos concéntricos REPUB. DEL CENT. DE AMER. 1846, y la marca de valor de dicha moneda en reales, 8R, 4R. En su reverso, según de la Cruz, aparece un resello de 14 mm con la leyenda HABILITADA EN COSTA RICA J.B., y dentro del círculo interior un árbol, con los valores de 2R para los faciales de ocho y dos reales y 1R para los de cuatro y reales sencillos. 
En 1830 se reselló  moneda en El Salvador moneda legítima de cuatro reales, con una contramarca de forma rectangular, con un volcán en erupción y las siglas SS a ambos lados y el año debajo. Como en el caso de otros países centroamericanos, los resellos realizados en 1839 en la República de El Salvador no suponían el cambio de valor de las monedas, sino solamente dotarlas de signos distintivos de su soberanía, como eran el escudo nacional, con muchas variantes, o un volcán. Se resellaron las emisiones de los reyes Carlos III, Carlos IV y Fernando VII de uno, dos, cuatro y ocho reales.
En 1834 se utilizó un resello a manera de cremallera, y en 1863 el general Rafael Carrera ordenó que se contramarcase toda la monda circulante con la letra R con puntos. Posteriormente, con el restablecimiento de la República, se volvió a resellar la moneda con el escudo nacional, y en septiembre de 1686 el gobierno de Francisco Dueñas ordenó resellar la moneda de cordoncillo española para diferenciarla de la moneda provincial acuñada en las cecas peninsulares, una medida que se aplicó también a partir de abril de 1869 para marcar la moneda macuquina legítima todavía en circulación.
Según de la Fuente, es posible que tras su definitiva independencia Honduras utilizase como resello el de cinco montañas y sol escondido. Según de la Cruz, el 19 de marzo de 1824 se aprobó una ley definiendo la ley y peso de las monedas acuñadas en la Federación, y el 17 de diciembre de 1824 la Asamblea del Estado hondureño decidió el resello de la moneda circulante con el sello antes usado para quintar la plata, comisionando al ensayador Narciso del Rosal y a Juan Pablo Andrade para realizar este trabajo, que comenzó el 7 de junio de 1825.
Los resellos guatemaltecos estampados en las emisiones de dos, cuatro y ocho reales de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV consisten en un círculo en el que encontramos uno o tres volcanes y un sol. Estos resellos, realizados entre 1828 y 1841, no suponían el cambio de valor de las monedas, y tuvieron según Lines su origen en un Decreto de la Asamblea Nacional Constituyente de 21 de agosto de 1823, que en su artículo 1º establecía que el escudo de armas de las Provincias Unidas, en el que se encontraban los tres volcanes. El 25 de septiembre de 1828 el presidente Juan de Mora y Fernández, dirigiéndose a la Asamblea, hizo una referencia a los mismos, al citar la autorización de la moneda de pesos fuertes previo el examen de su ley y su sellado con el quinto del Estado.
De la Fuente cita asimismo un resello utilizado a partir de 1840, con un sol, arco y flechas. Según de la Cruz, entre 1839 y 1840 se reselló la moneda macuquina para distinguirla de la espuria o la que circulaba feble, falta de peso, con tres volcanes y un sol naciente, sobre moneda de Potosí, Lima, México e incluso de Guatemala. Entre 1839 y 1840 se reselló asimismo moneda en Quetzaltenango, capital del Estado de Los Altos, con un sol naciente, un volcán y un quetzal posado, tanto acordonada como macuquina. De la Cruz apunta la posibilidad de que un resello en el que aparece un león rampante fuese de origen nicaragüense. En Nicaragua se habrían utilizado, según el mismo autor, resellos realizados entre los años 1823 y 1824.
En el México moderno se utilizaron gran cantidad de resellos desde 1820 hasta 1880, sobre monedas de dos y ocho reales de los reyes Carlos III, Carlos IV y Fernando VII. Normalmente, los mismos no suponen cambios de valor en las emisiones aunque hay casos, como el del Congreso Nacional, en el que se fraccionaban las monedas de ocho reales en cuatro partes, grabando a cada una de ellas un águila, para darles el valor de dos reales. Es muy común el resello de piezas por anagramas, como las múltiples variantes de Morelos  o los de Salcedo u Osorno.
Morelos ordenó el resello de todo el circulante en los territorios por él dominados y dictó severas normas contra los falsarios, dado que menudearon las falsificaciones, especialmente de la moneda de cobre tipo SUD. El resello más común de los utilizados fue el circular de unos 13 mm de diámetro, con el monograma de Morelos entre dos estrellas, que en el caso de las monedas batidas a nombre de Fernando VII se estamparon directamente sobre su busto. José Francisco Osorno, que recibió de la Junta de Zitácuaro el grado de Teniente General y que en 1811 tomó las minas de Pachuca obteniendo un gran botín en barras de plata, reselló moneda con su monograma, con las letras OSRN entrelazadas, en un punzón ovalado de 11 x 9 mm de diámetro.
El botín de Pachuca, 250 barras de plata, fue dividido entre los caudillos insurgentes Morelos, Rayón, Pedro Espinosa y Osorno. Vicente Beristain, comandante de artillería en esta acción, llevó parte de este botín a Zacatlán, y en esta localidad y en San Miguel transformó junto con Pedro Lachausseé las barras de Osorno en moneda mediante fundición, utilizando como modelo los ocho reales de 1811, H.J., y con las iniciales S.M y .VB. en dos punzones ovalados. En la provincia de Coahuila, se fundieron monedas tomando como modelo las emisiones de la ceca de México, con un resello con dos rectángulos superpuestos, en el de arriba con las letras MVA, que se interpreta como Monclova, y en el inferior la fecha.
Junto con el águila antes vista, también es muy común el resello del arco y la flecha del Congreso de Chilpancingo, y existe asimismo un resello de origen desconocido con un óvalo que lleva en su centro un águila sobre un nopal con una serpiente en el pico, toscamente labrada, sobre piezas de uno, dos y ocho reales, que se ha atribuido al general Vicente Guerrero. Otros resellos conocidos son los realizados por Hidalgo, con las iniciales HC, Allende, Ignacio López Rayón, Julián Villagrán  o José María de Liceaga.
Las autoridades realistas también realizaron resellos, como el atribuido a Manuel María de Salcedo, Gobernador de la provincia de Texas, que consiste en un monograma con las iniciales MS entrelazadas en un punzó ovalado de 17 x 12 mm. Otros resellos comunes fueron los realizados por Antonio Linares, con su nombre dentro de un rectángulo y estrella, las iniciales L.C.M. (posiblemente La Comandancia Militar), y L.C.V. (Las Cajas Veracruz), y el conocido como de coronas y banderas, por tener estos motivos dentro de un círculo. Existe asimismo un resello del distrito de Nueva Galicia, atribuido al comandante José María Vargas, realizado entre los años 1810 y 1821, siendo muy escasas las piezas conservadas con el mismo.
La moneda circulante fue igualmente resellada por los independentistas cubanos. En los años 1876 y 1877, durante la guerra chica, se contramarcaron los duros españoles con una llave en relieve. Este resello de la llave, pero incusa, se utilizó también en 1895 por Céspedes durante la conocida como gran guerra. El Puerto Rico, tras su anexión después de la Guerra hispano-norteamericana, se resellaron por los bancos de San Juan pesetas, por un valor de 20 centavos, y duros para darles una estimación de un dólar.


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

FUENTE FREYRE, J.A. de la, Resellos en ocho reales, América
LEÓN, N., y LOW, L.H., La moneda del general insurgente don José María Morelos. Ensayo numismático, Cuernavaca, 1897.
LINES, J.A., "Los resellos de "tres volcanes"", NVMISMA, nº 31, marzo-abril 1958, pp. 33-45.
MONTANER AMORÓS, J., Los resellos. Las monedas españolas reselladas en el mundo, Valencia, 1999.
MURILLO, J., Historia de las monedas de Costa Rica. Catálogo Numismático, EUNED, Costa Rica, 2004.
TRIVERO RIVERA, A., El peso fuerte de Chiloé

martes, 2 de febrero de 2016

Una aproximación al estudio de los proyectos de creación de un Banco Nacional en España durante la Edad Moderna

Publicado en Pecvnia, núm. 19 (julio-diciembre 2014), pp. 157-179

http://revpubli.unileon.es/ojs/index.php/Pecvnia/article/view/3586



Desde los estudios monográficos realizados por Hamilton en 1949, se ha producido el acercamiento a este tema por numerosos autores, en relación con otros trabajos relativos a la economía en general y al estudio de los sistemas bancarios de la Edad Moderna en particular. Para la preparación del presente artículo, y siempre a la vista del importante papel de esta amplia y bien estructurada bibliografía, se han estudiado las obras originales de los autores, españoles y extranjeros, que durante tres siglos y dentro de sus planes tendentes a reformar su país, estimaron que una buena solución para paliar los problemas económicos de España era la creación de un banco público que canalizase los ingentes flujos de capitales de una Corona extendida por todo el orbe. A pesar de ello, y debido principalmente a la abundancia de moneda metálica derivada de las continuas llegadas de metales preciosos y numerario procedentes de los territorios ultramarinos de la monarquía, dichos planes sólo se intentaron poner en práctica en situaciones de absoluta necesidad, como sucedió durante las sucesivas crisis económicas y monetarias de comienzos del siglo XVII y durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, cuando la falta de moneda metálica llevó a los gobernantes a recurrir a la emisión de papel moneda, y finalmente a la creación del Banco Nacional de San Carlos.    

Palabras clave: Banco Público, moneda, comercio, préstamos, letras de cambio, vales reales.
 

jueves, 28 de enero de 2016

La moneda castellana acuñada durante el reinado de Fernando VI

Publicado en Panorama Numismático, 28 de enero de 2016
 
http://www.panoramanumismatico.com/articulos/la_moneda_castellana_acunada_durante_el_reinado_de_fern_id02321.html

Durante el reinado de Fernando VI (1746-1759) se continuó acuñando moneda con los valores y los tipos de su padre, Felipe V. La buena acogida de los durillos, según Gil Farrés, evitó la acuñación de reales de a ocho, potenciando este monarca a esta especie monetaria mediante la abundante emisión de estos medios escudos. En Madrid y en Sevilla se emitieron reales sencillos y dobles con escudo grande y cuartelado, y medios reales con igual reverso y en el anverso escudo cuartelado.

Desde 1747 en Madrid y el año siguiente en Sevilla, la leyenda utilizada en el reverso de las onzas fue NOMINA MAGNA SEQVOR, seguimos al más grande. La Pragmática de 28 de febrero de 1747 estableció la labra de moneda menuda de cobre, de un maravedí, en el Real Ingenio de Segovia, usando los tipos ya utilizados en las emisiones de 1741, debido a la gran escasez que había de numerario de pequeño formato.
Las piezas debían contener en su anverso un escudo contra cuartelado de castillos y leones con cuartel de lises en su centro, y a sus lados la marca de ceca y el numeral romano I, y leyenda FERDINAND VI D G HISP REX. En su reverso debía aparecer un león rampante con corona sobre la esfera terrestre, y la leyenda VTRIVMQUE VIRTUTE PROTEGO, protejo ambos con la virtud, y el año de acuñación. Se da la anomalía de que existen monedas con fecha de emisión 1746, siendo la orden para su labra del diciembre de 1747. 
En su época se intentó llevar a buen término lo prevenido en la reforma de 1728, esfuerzo unificador que pretendía desmonetizar las monedas sin cordoncillo y las piezas macuquinas. Dicho fin no pudo lograrse, dado que los volantes no fueron capaces de acuñar nuevas monedas ajustadas a las nuevas normas suficientes para garantizar las necesidades de numerario para la circulación.
Por Real Decreto de 2 de diciembre de 1747 se ordenó que todas las monedas esféricas que se labrasen en las cecas metropolitanas y de las Indias debían necesariamente llevar en su canto un cordoncillo o laurel, para evitar su limadura o cercén, y que fuesen admitidas en el comercio. En fecha 19 de diciembre de 1747 se dictó una Pragmática prohibiendo la circulación de las monedas esféricas que tuviesen faltas en el cordoncillo o circunferencia por cercen. Estas monedas deberían llevarse a las Casas de Moneda, y se satisfaría a sus poseedores el importe de las mismas como pasta. Las monedas batidas a partir de 1728 y todas las que se labrasen con posterioridad con cordoncillo al canto debían ser admitidas en el comercio sin ser pesadas y por su valor íntegro.
En las Ordenanzas para el gobierno de la labor de monedas que se fabricaren en la Real Casa de Moneda de México y demás de las Indias de 1º de agosto de 1750, se fijó el ratio bimetálico entre el oro y la plata en España en la proporción 15,06 a 1, y en las Indias en 16 a 1, lo que supuso un importante beneficio en el cambio del oro por la plata. Ello llevó a que, durante veinte años, las llegadas de metal áureo a la Península fueran anormalmente bajas, a pesar de los continuos requerimientos para que todo el oro recogido en las Cajas Reales fuese remitido a España. A juicio de Hamilton, esta medida fue la única equivocación importante en términos monetarios de este reinado, y supuso que la mayor parte del oro en circulación en las Indias fuese absorbido por los pagos de los créditos públicos y los de los salarios de los oficiales.
En 1752 los comerciantes de Cádiz se quejaron al monarca, afirmando que la falta de numerario de vellón para los cambios suponía un serio problema para el buen fin de sus negocios, y el Tesoro Real suministró rápidamente el numerario en la cantidad adecuada. El 20 de mayo de 1752 se ordenó retirar la moneda circulante antigua acuñada en las Indias, batida a martillo antes de 1728, cercenada e incluso falsificada, a costa de la Corona.
El intento uniformador se muestra asimismo en el proyecto de cierre de todas las Casas de Moneda peninsulares, incluyendo Sevilla y Segovia, centrando la acuñación en la ceca capitalina. Ignacio de Luzán, Superintendente de la Casa de Moneda de Madrid y miembro de la Junta de Comercio y Moneda, elaboró un informe planteando esta posibilidad.
Para Luzán, el cierre de la ceca sevillana vendría justificado por motivos de rentabilidad, y en los defectos del numerario acuñado en la misma, que redundaban en el descrédito de la moneda allí batida. Asimismo, de su informe se desprende que quería que la ceca madrileña tuviese el control y la dirección de las labores en las Casas de Moneda indianas, y que asimismo que los oficiales que fuesen destinados a ellas fuesen formados en la capital. Asimismo, en Madrid se habrían de fabricar los útiles e instrumentos necesarios para las labores, y se probarían también los inventos.
Tenemos una postrera referencia numismática de este monarca en su sepulcro, situado en el convento de las Salesas Reales de Madrid, construido por iniciativa de su esposa María Bárbara de Braganza en 1747, monumental edificio barroco en cuya construcción se invirtieron ochenta y tres millones de reales. Un dicho popular de la época, todavía en uso, se refería al enorme gasto que supuso:
                                              Bárbara reina,
                                              Bárbaro gusto,
                                              Bárbara obra,
                                              Bárbaro gasto.

El sepulcro fue diseñado por Sabatini, y del conjunto escultórico se ocupó Francisco Gutiérrez. En el mismo hay dos esculturas franqueando el catafalco, la Justicia y la Abundancia. Esta última lleva en su mano el cuerno de la abundancia, en donde son visibles y fácilmente reconocibles algunas de las más valoradas monedas españolas y portuguesas de la época, que han quedado inmortalizadas en mármol.
Entre ellas, son reconocibles reversos de pesos columnarios de las cecas indianas, reversos de reales dobles batidos en Madrid en 1757, bustos del mismo monarca de las onzas acuñadas en México en 1757, el anverso de un real de a dos de la ceca de México, con marca M, el busto de su hermano y sucesor, Carlos III, que terminó la obra, y de una emisión de una onza de Lima de 1761, y reversos de monedas portuguesas, de Juan V o José I, de 400 reis o novos escudos.
Virginia Tovar recoge la curiosa historia de la Casa del Duende, donde en el reinado de Fernando VI se descubrió la existencia de monederos falsos que acuñaban doblillas de oro de Brasil, y que inventaron una historia de enanos con poderes sobrenaturales que hicieron huir a sus sucesivos inquilinos.   


Para saber más

AGUIRRE, S., Prontuario alfabético y Cronológico por orden de materias de las Instrucciones, Ordenanzas, Reglamentos, Pragmáticas, y demás Reales Resoluciones que han de observarse para la administración de Justicia y gobierno de los pueblos del Reyno, 3ª Impresión, T.III, Madrid, 1799.
Archivo Histórico Nacional, Sala de Alcaldes de Casa y Corte, Lib. 1335e, Fols. 36-38.
BELTRÁN MARTÍNEZ, A.,  Introducción a la Numismática universal, Madrid, 1987.
CARNERO ARBAT, G., “El informe sobre casas de moneda de Ignacio de Luzán: un proyecto de reforma monetaria en la España de Fernando VI”, en Homenaje al Profesor Antonio Vilanova, Barcelona, 1989, vol. II, pp. 104-118.
DASÍ, T, Estudio de los Reales de a Ocho llamados Pesos-Dólares-Piastras-Patacones o Duros Españoles, T. III, Valencia, 1950-1951.
FERIA Y PEREZ, R., “La industrialización de la producción monetaria en España, 1700-1868”, en VI Jornadas Científicas sobre documentación borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 155-176.
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SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, “Legislación y reforma monetaria en la España Borbónica”, en VI Jornadas sobre Documentación Borbónica en España y América (1700-1868), Madrid, 2007, pp. 403-436.
TOVAR MARTÍN, V., "Arquitecturas singulares de Madrid: Las casas del Duende, Rebeque, Capones, Tesoro, Carracas, Pages y otras más", Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Primer semestre de 1992.

jueves, 7 de enero de 2016

Los resellos chinos

Publicado en Numismático Digital, 7 de enero de 2015

http://www.numismaticodigital.com/noticia/9138/los-resellos-chinos.html

Uno de los aspectos más curiosos de la circulación de la plata de las Indias españolas por el Lejano Oriente es la existencia de gran número de resellos chinos en las piezas de ocho reales o pesos. Esta forma de controlar la calidad y el peso de la plata acuñada obedece a la necesidad de este numerario para el comercio en la zona, y fue una medida adoptada por comerciantes y banqueros con la finalidad de garantizar la buena ley de dichas piezas.

Estas marcas monetarias obedecen fundamentalmente a dos fines: el comercial y el cultural. En el plano comercial, se trata habitualmente de signos grandes, y su función era tanto de registro de movimiento de los banqueros y negociantes - caja, salida, beneficio, tesoro, etc.-, como de autentificación de la pieza, toda vez que, al parecer, las emisiones fraudulentas de las monedas de los monarcas hispánicos menudeaban en la zona. Junto con ellos, aparecen otro tipo de resellos, normalmente muy numerosos, que realizaban los pequeños comerciantes.
Su ámbito abarca desde signos de agradecimiento a  múltiples marcas en la misma moneda, tanto de las emisiones hispánicas en sentido estricto como de monedas españolas ya anteriormente reselladas. La comprensión de su significado es muy difícil para los occidentales, toda vez que de los diferentes idiomas hablados en China, aunque su escritura está normalizada en varias formas - chino continental, comercial, culto, etc.-, es posiblemente la más compleja y difícil de entender para un extranjero.
La moneda de mundos y mares o columnaria, acuñada a partir de 1732, devino indispensable para la compra de la seda china, por lo que en muchas fuentes se cita como moneda de la seda entre los involucrados en su tráfico. Esta moneda era remitida a Cantón, a Macao y a Xiamen, y a diferencia de las monedas españolas que las substituyeron, fue raramente marcada con resellos chinos, por lo que parece que eran garantía suficiente para sus banqueros.
Si bien existen resellos de los siglos anteriores, la práctica se generalizó cuando se descubrió el fraude realizado en la ceca de Birmingham y otras falsificaciones de piezas de a ocho de cobre chapeados,  plateados o de plata de muy baja ley, a finales del siglo XVIII, que inundaban el mercado chino. Asimismo, la India y China eran el destino de los reales de peor calidad circulantes en la América española, y eran remitidos allí mediante el comercio con las Filipinas, vía Galeón de Manila.
Los abusos y falsificaciones hicieron que el público perdiese la confianza en las emisiones, y se llegó al extremo de rechazar cualquier moneda de plata, española y posteriormente de las repúblicas iberoamericanas o de otros países, que no estuviesen previamente reconocidas, pesadas y autentificadas mediante el resello de un banquero. Según Eckfeldt y Du Bois, los chinos eran conocidos por ser expertos en juzgar la fineza de los metales, especialmente de la plata, y los cambistas solían separar los pesos buenos de los malos de una manera rápida y segura.
Por los ejemplares que han llegado a nuestra época, las piezas reselladas se corresponden en su mayor parte al reinado de Carlos IV y a la ceca de México, si bien también se encuentran resellos en monedas de Fernando VII e Isabel II, y asimismo en las emisiones anteriores correspondientes a los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III.
Fontenla llevó a cabo un estudio de 2.055 monedas reselladas aparecidas en diversos catálogos de ofertas numismáticas, en las que recogió como la moneda más antigua aparecida un real de a ocho mexicano de 1735. Su estudio mostraba asimismo la escasez de monedas reselladas hasta 1765, que aumentó ligeramente hasta 1771, y con un máximo en 1777. En este estudio consideraba que la entrada de la moneda española en China se producía en su año de emisión o en fechas muy cercanas.
Es muy difícil, como afirma Montaner en su magnífico estudio sobre las monedas españolas reselladas en el mundo, la catalogación por tipos de estas marcas monetarias. Las mismas consisten en caracteres referidos a su calidad, como justa, verdadera o correcta; a la riqueza, como moneda, beneficio o prosperidad; e incluso a adjetivos distinguidos como grande, primero o inmenso, que son igualmente nombres propios. Más raramente aparecen marcas figurativas, como un sol o un sapèque, esta última una moneda china e indochina de bronce o cobre con un agujero cuadrado en el centro.
La práctica del resellado apareció en el siglo XVII. Se verificaban la ley y el peso de las medidas por métodos diversos, y se marcaban por el comerciante que había realizado el control mediante un punzón, operación que se repetía cada vez que la pieza cambiaba de mano. Con el tiempo, las mismas se cubrían de contramarcas, haciendo inidentificables las monedas, e incluso se rompían. Finalmente, la moneda destruida o muy deteriorada se vendía por su peso y valor intrínseco, entre 6 y 700 piezas de cobre.
Según Te K’un, el primer banquero o comerciante en cuyas manos caía la moneda la resellaba con un minúsculo ideograma, dando desde entonces al comerciante y al particular su garantía del valor actual de la moneda. Esto se repetía con cada subsiguiente banquero, hasta que al final el dólar resellado parecía un disco o una taza de plata batida. La práctica se llevó a cabo hasta los tiempos de la República, y muchos dólares del país sufrieron el mismo destino. Pero en el norte y a lo largo del Yangtsé la moneda circulaba como había sido acuñada.
En 1838, Díaz Arenas recogía que:

Todos los pesos españoles que van a China se señalan con las marcas de las diferentes boticas (tiendas o casas de comercio chinas) por donde circulan, las cuales al fin causan su división en varios pedazos, y circulan por el peso en el comercio, y de que los pesos de Carlos IV que se llevan de Manila ganan de 8 a 10.

Según recoge Foerster, Eduard Kann, un oficial del ejército chino y eminente numismático, autor de varios libros sobre moneda china, en la ciudad de Foochow existía la práctica del resellado tan frecuentemente que desvirtuaba cualquier señal de acuñación original en la moneda, que acababa … en algunos casos asumiendo la forma y apariencia de un champiñón con viruela. 
En la obra de Roberts se afirmaba que cada moneda tenía la marca de la persona por cuyas manos había pasado, y que como el número de resellos rápidamente se hacía muy numeroso, era habitual que los trozos de las monedas se volviesen nuevamente a resellar y cada vez se hiciesen fragmentos más pequeños, que finalmente eran aceptados en el comercio por su peso. 

Bibliografía

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DÍAZ ARENAS, R., Memoria sobre el comercio y navegación de las Islas Filipinas, Cádiz, 1838.
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FOERSTER, G.H., “La moneda viajera”, Crónica Numismática, octubre 2000, pp. 48-49.
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