El Nuevo Reino de Granada
era un lugar donde abundaban los yacimientos auríferos, y donde se producía
principalmente moneda de oro. No obstante lo anterior, los escudos no
circulaban en la misma proporción, dado que eran enviados casi en su totalidad
a Cartagena de Indias, vía Honda, para ser remitidos a España.
Ya en el siglo
XVI se había dispuesto que hubiese una casa de moneda en este territorio. Pero
no fue hasta el reinado de Felipe III cuando se ordenó al ingeniero Alonso
Turrillo de Yerba que la fundase, iniciándose las labores en 1621. Turrillo
recibió el título de tesorero propietario, y dicho cargo fue ostentado por sus
parientes hasta 1753.
La ceca era una
especie de herrería, con hornos para afinar y fundir, y de una sola planta,
entre las actuales calles 11 y carrera 5ª del popular barrio de la Candelaria
en la actual capital colombiana. Fue en esta ceca en la primera de las Indias
que se labró moneda de oro, a comienzos del siglo XVII, proveniente de los
placeres de Antioquía, parte del Chocó, Girón, Neiva, Chaparral y demás
mazamorrerías del reino.
Entre 1695 y
1743 el Tesorero de esta ceca fue José Salvador de Ricaurte, hijo del anterior
titular José de Ricaurte, que fue sustituido por José Prieto de Salazar.
Prieto, capitán peninsular y vecino de Santa Fe, habría recibido según
Margarita Restrepo en 1718, por concesión real, el privilegio de su
administración a cambio de una suma aproximada de 220.000 pesos
Junto a esta
concesión obtuvo asimismo el privilegio de establecer en el Nuevo Reino de
Granada una o más Casas de Moneda, dando a cambio a la Real Hacienda 85.000
pesos efectivos como parte del precio de su concesión. Estas concesiones las
obtuvo para sí y para sus herederos por juro de heredad perpetua.
En su informe
de rendición de cuentas como presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de
Granada de 1729, el Mariscal de Campo Antonio Manso puso de manifiesto la
riqueza minera del territorio, y que cada día se encontraban ricas minas.
Asimismo, daba noticia de la buena ley del metal. A pesar de ello, afirmaba que
los mineros del Chocó eran pobres, dado que los dueños de las minas eran
vecinos de Popayán, y enviaban el oro para su labra a la Casa de Moneda.
El metal ya
amonedado salía y desaparecía de la circulación sin dejar más utilidad que la
que le correspondía a tesorero de la ceca, lo que se debía a su entender a la
mala gestión de los gobernadores, y pensaba que se deberían hacer casas fuertes
en las minas, donde se remitiese a los holgazanes, para que diariamente fuesen
entregados por su alcalde a los mineros, acabando por ende con los agravios que
se cometían con los indios.
Otra utilidad
para el Reino sería la labra de moneda de plata, que era la que circulaba en
él. Afirmaba que mientras que los doblones desaparecían, los patacones y reales
era la que se manosea y trajina, pero
al ser poca la que se sacaba, la mayor parte salía del reino en barras y piñas,
y solamente cada dos o tres años el tesorero de la Casa de Moneda hacía una
laborcita de doscientos a trescientos marcos, dado que cobraba menos derechos
con ella.
Dado que el
presidente estimaba que la falta de circulante argénteo era una de las
principales causas de la pobreza del lugar, estimaba que su remedio pasaría por
ordenar al tesorero que frecuentase la labor de la moneda de plata, haciendo
una labor considerable de ella al menos una vez al año.
En 1743 consta
como titular Tomás Prieto de Salazar, que se mantuvo en el oficio hasta 1748.
Su sustituto fue Manuel de Porras, el último tesorero particular, dado que en el
año 1753 la Corona asumió el control de la Casa de Moneda, nombrando a sus
superintendentes. Según Araujo, en los años 1750 y 1751 se expidieron varias
Reales Cédulas y Ordenanzas por las que se fijaba que se indemnizarían los
justos derechos de los titulares, si bien hasta junio de 1755 no se hizo
efectiva en esta ceca, tras la interposición de una demanda por parte de doña
Mariana de Salazar, la viuda de Prieto de Salazar.
La orden de
traspaso a la Corona fue recibida por el virrey de Nuevo Reino de Granada el 13
de diciembre de 1751, y el reglamento para la Casa de Moneda fue similar a los
de las otras cecas indianas. Como superintendente se nombró al teniente coronel
Miguel de Santistevan, que ocupó el puesto entre 1753 y 1775, con el encargo de
efectuar tal incorporación, bajo la supervisión del virrey José Alfonso
Pizarro. La primera labor de oro por cuenta del rey se llevó a cabo el 12 de
julio de 1753.
Junto a
Santistevan vinieron desde la Península el ensayador Juan de Chávez, el fiel de
balanza Juan Espinoza de los Monteros, y los talladores José Martín Carpintero
y Francisco Benito. El primer superintendente mandó el 22 de agosto de 1753 que
se hiciese formal inventario de esta Casa, sus oficinas y bienes materiales,
herramientas y demás instrumentos de que se componía y existían como también de
los libros y papeles de la oficina del escribano, que comenzó el 23 de agosto.
Si bien se habían previsto indemnizaciones para los que
antes de esta incorporación tuviesen justos derechos, la indemnización a la
viuda de José Prieto, doña Mariana de Salazar, no se hizo efectiva hasta junio
de 1755, tras interponer la misma el 22 de junio de 1754 una demanda ,
solicitando el pago de los utensilios adquiridos para la labor de la moneda,
las obras del edificio y las mejoras realizadas en la misma.
Durante el
juicio se sustanció que la construcción y las obras realizadas en el inmueble
no hacían parte de la concesión, por lo que lo único que era propiedad de
Prieto y que se le debía indemnizar a sus herederos era el juro de heredad.
Finalmente, en julio de 1755 el virrey Solís firma un decreto en el que se le
reconoce a la viuda el derecho a recibir el importe de 379 pesos, 7 reales y un
cuarto. Araujo recoge parte de dicho fallo:
Respecto de haber tomado su majestad en sí la Real Casa
de Moneda de esta corte, se declara que de los frutos de ella se debe
satisfacer a los herederos de don Joseph Prieto de Salazar el valor de el
vinagre, fierro, azogue, aguafuerte, tiestos, carbón, leña, sal, fragua del
oficio de herrero y balanzas de plata conforme el inventario y entrega hecha
por el administrador don Manuel de Porras al superintendente de dicha Real
Casa...
Asimismo, en
fecha 18 de diciembre de 1777 se asignó a los descendientes de José Prieto como
rédito del capital debido una pensión de
ocho mil pesos anuales, a pagar por la Casa de Moneda de Santa Fe, pensión que
los mismos siguieron cobrando según Restrepo al menos hasta 1860, dividida
entre sus numerosos descendientes.
La
administración directa de la ceca neogranadina supuso una serie de mejoras,
como fue la conclusión de la construcción de la propia Casa de la Moneda, que
quedó como nos ha llegado a hoy en día, y el definitivo abandono de la
acuñación de moneda macuquina, que fue sustituida por la moneda circular,
apareciendo la primera emisión de la nueva especie a finales de 1756. Si bien
hay ejemplos de ellas, al parecer solamente hay moneda del tipo de mundos y
mares en la ceca durante un año, en 1759.
La Casa de Moneda era como hemos
comentado poco más que una herrería, por lo que había que levantar un nuevo
edificio y prepararlo para fabricar en ella la nueva moneda redonda. El elegido
para ello fue Thomas Sánchez Reziente, que encargó a la Casa de Moneda de
Sevilla todo lo necesario para batir moneda esférica. El material llegó a
Bogotá en 249 cajones, y se llevó por el cauce del río Magdalena en caballería
y con cargueros indios.
La nueva obra
de piedra y adobe se llevó a cabo en el solar que ocupaba la antigua ceca, y
comenzó en 1753, siendo virrey José Alfonso Pizarro. Para las reformas en el
edificio se realizó un plano en Madrid que fue entregado a Miguel de
Santisteban. La nueva obra fue reinaugurada por el virrey Solís en 1756. Los
trabajos duraron seis años, y a su terminación se concedió a Sánchez Reziente
por sus servicios una pensión vitalicia equivalente a su sueldo, 1.800 pesos
anuales.
La actual Casa
de Moneda es actualmente la sede de la Biblioteca Luis Ángel Arango, y
básicamente tiene la distribución realizada con esta reforma, salvo que han
desaparecido la sala de fundición y el molino de laminación o ingenio, movido
por mulas.
Parte de su
producción se destinó a los trabajos de fortificación de Cartagena de Indias, y
a los gastos derivados de los conflictos bélicos, como sucedió con el ataque de
Vernon en 1741. Esta casa de moneda suplió asimismo de fondos para llevar a
cabo la expulsión de los jesuitas en 1767, y para la comisión que fijó los
límites hispano-portugueses en el área amazónica.
Joaquín Espín
afirmaba en un artículo que entre las monedas que poseía se encontraba una
moneda de cobre de 1741 de 20 mm de diámetro, en cuyo anverso aparece una
corona real y la leyenda F V R G y en exergo el año de emisión, y en su reverso
otra corona real y bajo ella una F vuelta, un castillo con tres torres entre C
y B, y similar a otra descrita en la colección Vidal Quadras y Ramón de
Barcelona de ceca desconocida, podría ser una moneda obsidional batida en
Cartagena, correspondiéndose las letras C y B con Cartagena Bloqueada.
Bibliografía
consultada:
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http://www.fuenterrebollo.com.