Publicado en UNAN Numismática, nº 44, 2021
Este
año 2021, en el que se celebra el Bicentenario de las Independencias de México,
Perú, las Repúblicas Centroamericanas y Panamá, es una buena ocasión para
recordar la historia previa de los principales actores de las mismas, todos
ellos sin excepción oficiales de alto rango de los Ejércitos y con importantes
destinos en el gobierno de la Monarquía española, un pasado obviado por
incómodo en la mayoría de unas biografías que mitifican a estas sin lugar a
dudas importantes figuras. Por sus servicios a la Monarquía todos ellos
recibieron importantes reconocimientos y medallas, que pasamos a detallar, con
una pequeña biografía introductoria de estos primeros años de sus intensas
vidas.
Agustín Cosme Damián de Iturbide y
Arámburu
El autor del Plan de Iguala y Emperador de México nació en
Valladolid, Michoacán, el 27 de septiembre de 1783. Era hijo del navarro José
Joaquín de Iturbide y Arregui, natural de Peralta, y de la michoacana de origen
guipuzcoano María Josefa de Arámburu y Carrillo de Figueroa.
En 1797 ingresó en el regimiento de su ciudad, y en 1808,
con el grado de teniente, participó en la en la represión de la Conjura de Valladolid,
y en octubre de 1810 se negó a colaborar con el alzamiento de Manuel Hidalgo y
Costilla.
Entre este año y 1816 adquirió notoriedad por la persecución
a la que sometió a los principales jefes independentistas. En 1813 fue
ascendido a coronel por el virrey Félix María Calleja y recibió el control de
la intendencia de Guanajuato, y en 1815 derrotó al caudillo José María Morelos.
A raíz de reiteradas denuncias en su contra de oficiales del ejército y de los
comerciantes por prácticas ilegales, fue destituido por el virrey, y aunque fue
absuelto por mediación del auditor de guerra, no volvió al ejército.
Tras la sublevación de Rafael de Riego y el restablecimiento
de la Constitución el 1820, los miembros de la Conspiración de la Profesa
contactaron con Iturbide, encargado de combatir al insurgente Vicente Guerrero,
con el que concluyó el Plan de Independencia de la América Septentrional,
conocido como Plan de Iguala,
el 24 de febrero de 1821, con el
objetivo de declarar la independencia de México, manteniendo la
monarquía en la persona de Fernando VII u otro de los miembros de su familia.
Gabino Crispín de Gaínza Fernández de
Medrano Monzón y Ximénez de Tejada
El primer Jefe Político de la antigua Capitanía General de
Guatemala independiente nació en Pamplona, Navarra, el 20 de octubre de 1753,
en el seno de una noble familia. Comenzó su carrera militar en 1769 como cadete
del Regimiento de Infantería de Soria, actualmente la unidad militar en
servicio activo más antigua del mundo, dado que había sido fundada en 1509 con
el nombre de Tercio de Zamudio. En 1777 fue ascendido a subteniente, alcanzando
el grado de capitán dos años después, con destino en la plaza de Orán,
participando en 1780 en el bloqueo de Gibraltar.
Pasó a América en la flota de Victorio de Navia y fue
destinado a la guarnición de Mobila. Participó en la toma de Pensacola durante la Guerra de
Independencia de Estados Unidos, fue destinado posteriormente a La Habana y al
acabar el conflicto, pasó al Reino del Perú. Tras retornar a la península en
1789, estuvo destinado en su regimiento con el grado de capitán, hasta que a
instancias del brigadier Carlos del Corral, Presidente de la Real Audiencia de
Cuzco, fue destinado a sus órdenes como segundo comandante con sueldo y
carácter de teniente coronel. El año 1792 se abrió su expediente de pruebas
para la concesión del título de Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén,
Rodas y Malta.
Durante las guerras contra la Convención francesa y Gran
Bretaña desempeñó los cargos de Comandante Militar y Juez Real Subdelegado del
Partido de Chancay en la primera y de la defensa de toda la provincia de
Trujillo. El 10 de febrero de 1795 fue agregado como teniente coronel al
Regimiento Real de Lima. El 25 de octubre de 1799 contrajo matrimonio con
Manuela Gregoria de Rocafuerte, hija del capitán de artillería Juan Antonio de
Rocafuerte y Antoll, natural de Morella, Valencia. Su cuñado, Vicente
Rocafuerte, fue posteriormente presidente de la República de Ecuador.
Durante la Guerra de Independencia española, fue ascendido
por la Suprema Junta Central al grado de coronel en 1809, y en 1811 a
brigadier. En 1813 fue enviado por el virrey José Fernando de Abascal y Sousa a
Chile, con la misión de convencer al ejército insurrecto de Chile de que
depusiera sus armas y evitar la efusión de sangre, bajo promesa de perdón
absoluto, y su jura del monarca y de la nueva Constitución de España.
El 3 de mayo de 1814 firmó con los brigadieres chilenos
Bernardo O'Higgins y Juan Mackenna el Tratado de Lircay, por el que los
rebeldes chilenos reafirmaron su lealtad a Fernando VII, a la Regencia y ser
parte integrante de la Monarquía española. Por este motivo fue sometido a un
Consejo de Guerra. Tras su absolución, pasó a España, donde recibió la Cruz
de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, heredera de la de la Real
Efigie del Rey Nuestro Señor, la más antigua condecoración militar europea.
Por Real Cédula de 1 de octubre de 1818 se compitió a Gabino
Gaínza para el cargo de Subinspector de la Real Audiencia de Guatemala, si bien
aún se encontraba en Madrid cuando se produjo el pronunciamiento de Rafael de
Riego y la restauración de la Constitución de Cádiz en 1820. No llegó a Nueva
Guatemala de la Asunción hasta enero del año siguiente. En fecha 9 de marzo de
1821 el teniente general Carlos de Urrutia delegó interinamente la Jefatura
Política Superior y la Capitanía General de la misma en el brigadier Gaínza. En este puesto, fue el primer firmante del Acta de
Independencia firmada el 15 de septiembre de 1821.
Joseph Pedro Antonio María del Carmen
de Fábrega y de las Cuevas
El unánimemente reconocido como prócer de la Independencia
de Panamá y conocido como el Libertador del Istmo nació en la ciudad de Panamá
el 19 de octubre de 1774. Fue hijo del capitán de Granaderos Carlos de Fábrega,
natural de Ceuta, y de la también española europea Antonia de las Cuevas y
Álvarez, natural del municipio leonés de La Bañeza.
En su carrera militar, que comenzó a la temprana edad de
tres años, destacan sus rápidos ascensos, ya que en 1797 era teniente, y a
partir de 1812, por méritos de guerra, fue ascendido a capitán de milicias y
dos años después a teniente coronel. Fue asimismo nombrado Gobernador de las
Provincias de Veragua y Alanje el 17 de mayo de 1814. Por ello recibió dos de las condecoraciones creadas por Fernando
VII, la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y la de Caballero
de la Orden de Isabel la Católica.
En su Expediente de la concesión de la Cruz de Caballero de
la Orden de Isabel la Católica, fechado en Madrid el 15 de septiembre de 1816,
por estar comprendido en el artículo 21 de los Estatutos de la misma, en
contestación al Memorial presentado por José de Fábrega el 22 de febrero de ese
mismo año, los méritos alegados y reconocidos habían sido “haber apagado la
insurrección en varios puntos de América, hecho donativos y otros servicios”
… el
año 1812 fue comisionado para pasar a las provincias del Chocó a procurar su
pacificación por medios suaves y prudentes, y habiéndolo conseguido a fuerza de
continuadas fatigas, hizo lo mismo después en Barbacoas e Yzquande, desarmando
a las cuadrillas de esclavos que todo lo alteraban, y que en esta larga y
penosa comisión hizo gastos considerables de su propio peculio; dio además 700
pesos de donativo para sostener las
tropas de aquellos puntos, colectó otros varios donativos, y recobró 128 pesos en las minas de la playa
de Oro, que puso a disposición del comandante general.
Entre los días 10 y 11 septiembre de 1821 el mariscal de
campo Juan de la Cruz Mourgeon y Achet, último Capitán General de la Nueva Granada
y que en 1808 había protegido a José de San Martín en Cádiz salvándole la vida,
nombró a José de Fábrega Coronel de los
Ejércitos Nacionales y le encargó interinamente el mando Político y
Militar del Istmo y su provincia, afirmando que:
Tengo
la satisfacción de haber elegido a V. S. ser el hijo del País que ha de
mandar, en cuyas manos deposito la llave de dos mares para premiar sus
servicios y porque las virtudes que le adornan corresponden a la confianza que
V. S. me merece.
Dos meses después, y en este puesto, el 28 de
noviembre proclamó la Declaración de Independencia de Panamá y su
unión voluntaria con la Gran Colombia de Simón Bolívar.
José Francisco de San Martín y Matorras
Considerado una de las dos figuras más importantes de la
emancipación de la América española, junto a Simón Bolívar, principal prócer de
la independencia argentina, Fundador de la Libertad en el Perú y Capitán
General de Chile, nació en Yapeyú, Gobernación de las Misiones Guaraníes, el 25
de febrero de 1778. Era el cuarto hijo varón del teniente gobernador del
departamento Juan de San Martín y Gómez, natural de la población leonesa de
Cervatos de la Cueza, y de Gregoria Matorras del Ser, también española europea,
nacida en la localidad palentina de Paredes de Nava.
La familia se trasladó a Cádiz, puerto donde arribaron en
abril de 1784. Todos los hijos varones de este militar perteneciente a la
nobleza siguieron la carrera militar, sirviendo como oficiales laureados en
diversos conflictos y permaneciendo, salvo en el caso de José, fieles a la
Monarquía hasta el final de sus días. Tras estudiar en el Real Seminario de
Nobles de Madrid, José de San Martín se incorporó al Regimiento de Murcia, con
el grado de cadete, el 21 de julio de 1789. Sus primeras acciones bélicas se
desarrollaron en las plazas norteafricanas de Melilla y Orán, El 19 de junio de
1793 ascendió a subteniente segundo por méritos de guerra durante la
Guerra del Rosellón o de la Convención. Combatió en la Guerra de las Naranjas
contra Portugal y en Cádiz y Gibraltar contra los británicos, durante más de un
año como oficial de infantería de marina en la fragata Dorotea, alcanzando el grado de capitán el 2 de noviembre de 1804.
Al estallar la Guerra de Independencia se encontraba en
Cádiz como Ayudante de Campo del Gobernador de Cádiz, el General Francisco
María Solano, Marqués del Socorro, que murió en el tumulto provocado por no
haber declarado la guerra, salvándose José de San Martín del mismo destino por
la antes vista actuación de Juan de la Cruz Mourgeon. A las órdenes de este
último, del Marqués de la Romana y del General Castaños tomo parte en la
Batalla de Bailén, primera derrota de la historia de los ejércitos
napoleónicos, en la acción de Arjonilla. Por su heroico comportamiento recibió
el 11 de agosto de 1808 el grado de Teniente Coronel, y, como todos los
integrantes del ejército, la Medalla de Oro de los Héroes de Bailén, por
decreto de la Junta Suprema de Sevilla. Participó igualmente en la Batalla de
la Albuera el 15 de mayo de 1811, y el 26 junio de 1811 fue nombrado Comandante
de un escuadrón del Regimiento de Sagunto.
Según documentación obrante en el Archivo General de Indias,
San Martín había obtenido su retiro para la ciudad de Lima por Real Despacho de
19 de septiembre de 1811. Tras embarcarse en Cádiz
con destino a Londres y tras una breve estancia en esta ciudad, se embarcó en
la fragata Caning junto al capitán de
infantería Francisco Vera, los subtenientes Antonio Arellano y Carlos de Alvear,
el alférez de navío José Zapiola, el primer teniente de guardias valonas Barón
de Olemberg y el capitán de milicias Francisco Chilavert. Tras su llegada a
Buenos Aires el 13 de marzo de 1812, se pusieron al servicio de las Provincias Unidas
del Río de la Plata.
José Mariano de la Riva-Agüero y
Sánchez-Boquete
Primer Presidente de la República del Perú, nació en Lima el
3 de mayo de 1783. Era hijo del español José de la Riva Agüero y Basso della
Rovere, Caballero de la Orden de Carlos III y superintendente de la Real Casa
de Moneda de Lima, y de la aristócrata limeña María Josefa Sánchez-Boquete y
Román de Aulestia. Como la mayor parte del patriciado limeño, tuvo formación en
el Ejército virreinal.
Fue enviado por sus
padres a España para completar su educación e iniciarse en la carrera naval,
donde se afilió a una Logia Masónica. Tras un viaje por Francia, fue nombrado
Caballero de la Orden de Carlos III en 1807. Al estallar la Guerra de la
Independencia se alistó en el ejército, tomando parte en acciones contra el
ejército napoleónico en las provincias de Guipúzcoa, Burgos y en
Córdoba. Nombrado en 1810 contador y juez conservador del ramo de suertes
y loterías del Tribunal Mayor de Cuentas de Lima. Implicado en casi todas las
conspiraciones limeñas y confidente e informador de San Martín, se presentó
ante este último en su cuartel de Huaura.
José Bernardo de Tagle y Portocarrero,
IV Marqués de Torre Tagle
El segundo de los presidentes peruanos nació en Lima el 21
de marzo de 1779, en el seno de una familia aristocrática limeña. Sus padres
fueron José Manuel de Tagle e Isásaga, tercer marqués de Torre Tagle, Caballero
de la Orden de Carlos III, y Josefa de las Mercedes Portocarrero y
Zamudio.
En 1790 ingresó en el Regimiento de Dragones como
portaestandarte, siguiendo su carrera militar en el Regimiento de Voluntarios
Distinguidos de la Concordia Española del Perú, donde fue ascendido a Teniente
Coronel y Coronel, siendo asimismo el Alcalde Ordinario de Lima entre los años
1811 y 1812.
El 29 de marzo de 1813 fue elegido diputado a las Cortes de
Cádiz. En España fue en 1815 investido con el hábito de Caballero de la Orden
de Santiago
y ascendido a Brigadier de Infantería. A su vuelta al Perú fue nombrado edecán
del virrey Joaquín de la Pezuela, y como
Intendente de la Audiencia de Trujillo, en fecha 29 de diciembre de 1820
proclamó la Independencia.
José Domingo de La Mar y Cortázar
El tercer presidente del Perú independiente, considerado por
muchos estudiosos como el Primer Presidente Constitucional de la República del
Perú, nació en Cuenca, Presidencia de Quito, el 12 de mayo de 1776. Era hijo
del vizcaíno Marcos La Mar Migura, administrador de las Cajas Reales de
Guayaquil y Cuenca, y de la guayaquileña Josefa Paula Cortázar y Lavayen, y fue
enviado con su tío Francisco Cortázar y Lavayen a la edad de dos años a España,
donde estudió en el Real Seminario de Nobles de Madrid y pasó toda su infancia
y juventud.
Adscrito como teniente al Regimiento de Saboya, participó en
la Guerra del Rosellón a las órdenes del general limeño Luis Fermín de Carvajal
Vargas y Brun, I Conde de la Unión, ascendiendo por méritos de guerra al grado
de capitán en 1795. En la Guerra de la Independencia, con el grado de mayor,
combatió en el durísimo y heroico Sitio de Zaragoza, donde cayó gravemente
herido y recibió el título de Benemérito de la Patria en Grado Heroico y el
ascenso a coronel.
Transferido al reino de Valencia, estuvo a las órdenes del
general Black, con el mando de la columna de granaderos que recibió su nombre,
dando muestra de gran valor, hasta la capitulación de dicho ejército ante el
mariscal francés Suchet. Mientras se recuperaba de sus heridas en Tudela,
Navarra, fue conducido prisionero a la villa de Beaune, en Borgoña, de donde
escapó a Suiza, y cruzando el Trieste volvió a España en 1814, donde recibió el
grado de Brigadier, su nombramiento como
Caballero de la Orden de San Hermenegildo y la Subinspección General del Virreinato
del Perú.
Nombrado Mariscal de Campo por el virrey Pezuela en
diciembre de 1819, quedó encargado de la defensa de los castillos de El Callao.
Sitiado por tierra y mar desde el 6 de junio de 1821, capituló el 19 de
septiembre de 1821 ante José de San Martín, a quien había conocido en España.
La Real y Distinguida Orden de Carlos
III
Esta Orden fue establecida por Carlos III mediante Real
Cédula de 19 de septiembre de 1771, con la finalidad de recompensar a aquellas
personas que se hubiesen destacado especialmente por sus buenas acciones en
beneficio de España y la Corona. Las insignias de la Orden han variado a lo largo del tiempo,
pero invariablemente han mantenido rasgos originales: banda de seda azul con
cantos blancos, cruz de ocho puntas con la imagen de la Inmaculada Concepción,
la leyenda Virtuti et Merito y la cifra del rey fundador. La
misma está en el origen de la actual bandera argentina, dado que durante las
invasiones británicas los colores se usaron para la escarapela y el penacho del
Regimiento de Patricios de Buenos Aires, y fueron utilizados por el general
Manuel Belgrano en su diseño.
La Real y Militar Orden de San
Hermenegildo
Esta Orden de Caballería, de uso exclusivamente militar, fue
creada por Fernando VII al acabar la Guerra de la Independencia, el 28 de
noviembre de 1814, con la finalidad de recompensar los servicios prestados. La
Orden premiaba la constancia en el servicio de los oficiales de los Reales
Ejércitos, Armada y Milicias. Esta Orden es en la actualidad una de las más
altas distinciones militares de España. Tres eran sus categorías inicialmente,
una cruz para oficiales con más de veinticinco años de servicios intachables, una
placa para los treinta y cinco y la Gran Cruz para los oficiales generales a
los cuarenta años de servicios.
Las insignias en esta época eran una cruz de esmalte blanco,
de unos 40 mm. de anchura, con un círculo central azul en el que aparecía San
Hermenegildo a caballo rodeado de la inscripción PREMIO A LA CONSTANCIA MILITAR,
y en el reverso F. VII, y sobre montándola una corona real que la unía a la
cinta carmesí con filetes blancos. La placa, de igual diseño central y doble
tamaño, llevaba una corona de laurel alrededor del círculo, estaba bordada en
hijo de plata, oro y colores. La gran cruz, como la anterior vista pero con
corona real en el brazo superior, añadía una banda de los colores de la Orden y
una cruz a su lazo como venera. Estas características se mantuvieron hasta
1931, cuando, con el advenimiento de la Segunda República, se sustituyó la
corona real por una mural.
La Real y Americana Orden de Isabel la
Católica
Esta distinción fue igualmente creada por Fernando VII el 14
de marzo de 1815, para premiar la lealtad acrisolada y los méritos contraídos
en favor de la prosperidad de aquellos territorios. La Real Orden de Isabel la
Católica, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha alcanzado actualmente
un reconocido prestigio nacional e internacional, considerándose, por el número
de concesiones, la primera condecoración civil del Estado en el ámbito de las
relaciones internacionales. Importantes figuras de la política, la cultura, la
ciencia, las bellas artes y el deporte, así como numerosos jefes de Estado y de
Gobierno extranjeros ostentan dicha Orden, como reconocimiento a su relevante
labor al servicio de España.
En su diseño reproduce los orbes coronados, en azul, y las
Columnas de Hércules y la leyenda PLUS ULTRA, el emblema de Carlos I de España
y V de Alemania que con posterioridad se convirtió en el escudo privativo de
los Reinos de las Indias, con la leyenda LA LEALTAD ACRISOLADA POR ISABEL LA
CATOLICA en una corona de laurel que rodea estos motivos, sobre una cruz
carmesí con globulillos en las puntas y muralla de oro en el espacio entre los
brazos.
Medalla de Oro de los Héroes de Bailén
La Medalla de Oro de los Héroes de Bailén presenta en su
círculo central dos sables en cruz unidos con una corona de laurel en la parte
superior y una cinta de la cual cuelga el águila imperial napoleónica abatida.
En su reborde azul aparece la leyenda BAYLEN 19 DE JULIO DE 1808, y está
rematada por una corona real con orbe y cruz, con anilla para sujetar la banda
roja y gualda. José de San Martín la conservó toda su vida, dándosela un día a
su nieta María Mercedes Balcarce, que entró llorando en su gabinete, en su
exilio francés. La medalla, recogida y guardada por su hija, fue donada
posteriormente por su nieta Josefa Balcarce al Museo Histórico Nacional de
Argentina.
Benemérito de la Patria
Este título es una distinción que tradicionalmente se
entregó durante el siglo XIX en diversos países hispanos,
comenzándose a utilizar en España durante la Guerra de la Independencia como
un inmaterial nomen iuris, o un
título honorífico que el beneficiario podría hacer uso nominativamente. Los
primeros galardonados fueron los vecinos,
moradores y milicianos de la ciudad de Zaragoza que lucharon durante el
Segundo Sitio de la ciudad, como José de La Mar, otorgándoles tal honor según
Real Decreto de fecha 9 de marzo de 1809, a la que seguiría al año siguiente los
defensores de la ciudad de Gerona.
Aunque poco después del final de la guerra comenzó a
aparecer una medalla con una cruz en aspa de cinco brazos, esmaltada en negro,
con muralla de oro entre los brazos y centro circular, sobre fondo blanco, con
la inscripción BENEMÉRITO A LA PATRIA, con cinta azul, con franja lateral roja
a cada lado, lo cierto es que ninguna Real Orden asocia este título meramente
honorífico a ninguna medalla. No obstante esta irregularidad y su carácter
extraoficial, fueron comunes en las pecheras de los oficiales de servicio en la
Capitanía General de Cuba. Finalmente, se prohibido su uso por diferentes
reales disposiciones, la más reciente del 26 de agosto de 1867.
La Soberana Orden Militar y
Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta
Esta Orden, fundada en el año 1084 y conocida también como
Orden de los Hermanos Hospitalarios, Orden de los Caballeros Hospitalarios
u Orden de Malta, es la más antigua vigente. Por cesión de Carlos I de
España se estableció en 1530 en Malta, hasta ser expulsada de esta isla por
Napoleón durante la Campaña de Egipto el 6 de junio de 1798. La naturaleza de
la Orden está expuesta en su Constitución, en donde se estipula que es
religiosa y laica, soberana, militar, caballeresca, de tradición nobiliaria,
con personalidad jurídica, aprobada por la Santa Sede y sujeta al Derecho
Internacional.
La Orden de Santiago
Orden religiosa y militar fundada en el siglo XII en el
Reino de León, con el objetivo de proteger a los peregrinos del Camino de
Santiago y luchar contra los musulmanes que ocupaban buena parte de la
península ibérica. En la época de los Reyes Católicos se incorporó la Orden a
la Corona de España, y el papa Adriano VI unió su maestrazgo a la corona en
1523. Su insignia es una cruz de gules simulando una espada, con forma de flor
de lis en su empuñadura y brazos, y los caballeros llevaban la cruz estampada o
cosida en su pecho. Ser miembro de la Orden de Santiago formaba parte de las
aspiraciones más codiciadas por los españoles durante la Edad Moderna, como
prueba de su nobleza.
A modo de conclusión
Como hemos podido ver, muchos de los próceres de estas, y
las demás, independencias de la América española compartieron varias
características. Muchos de ellos eran hijos de españoles peninsulares, algo
poco común debido a la escasa presencia de los mismos en unos reinos donde su
acceso estuvo vedado y con severas condiciones, y en los que se estima que
solamente pasaron a Indias de forma legal o clandestina durante el siglo XVIII
unos 55.000 españoles europeos y canarios, y que a comienzos del siglo XIX había
unos 30.000, buena parte de ellos concentrados en Lima y Ciudad de México. El
resto eran miembros de las principales familias de las élites criollas.
Sus padres por lo general fueron militares de carrera, y
ellos siguieron la tradición familiar. Asimismo, algunos de los más importantes
de ellos recibieron una educación elitista en España, donde bastantes de ellos
coincidieron y se conocieron, e incluso comenzaron a pensar en la futura
independencia en las Logias establecidas en Madrid y, sobre todo, en Cádiz. Mientras
que algunos abrazaron la causa independentista por convencimiento, otros lo
debieron hacer sobrepasados por las circunstancias. Los lazos familiares y las
amistades trazan una tupida red entre ellos, pero también con aquellos a los
que se enfrentaron y que optaron, hasta el final, por el partido realista.
Y así, la historia oficial olvida que sus protagonistas
fueron hombres de carne y hueso para elevarlos a la categoría de mitos,
obviando episodios como las horas previas a la batalla de Ayacucho, entre otras
muchas, donde numerosos miembros de ambos ejércitos se encontraron en terreno
neutral, lo que aprovecharon para saludarse y abrazarse, dado que tenían en el
bando contrario amigos, parientes y hermanos.