Publicado en Revista Digital de la Asociación Belgraniana de C.A.B.A, nº18 , 2022
En el Archivo General de Indias se conserva
el bello diseño del anverso y reverso de un proyecto de medalla remitida por el
Consulado de Buenos Aires a la Corte, para su aprobación por el monarca. La
misma, que finalmente no fue aprobada, es un documento que muestra la
importancia que para los pensadores ilustrados de finales del siglo XVIII tenía
el dibujo como motor de la industria y la ciencia, dentro del saber económico y
científico, más allá de su primigenio carácter artístico.
La solicitud de la creación de la Academia de Dibujo, dependiente del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires, partió de un artesano escultor, el pucelano Juan Antonio Gaspar Hernández, radicado en Buenos Aires desde 1780. El 23 de febrero de 1799 presentó a la Junta de Gobierno del Consulado su proyecto, con el deseo de contribuir a la felicidad pública abriendo una escuela donde se enseñase geometría, arquitectura, perspectiva y otras técnicas de dibujo útiles para el desarrollo de las artes y oficios.
En dicha solicitud pedía el abono de los gastos para el alquiler de la sala, las mesas, bancos y candelabros necesarios para llevar a cabo estas enseñanzas, que se llevarían a cabo durante dos horas diarias de trabajo nocturno. La propuesta de esta escuela gratuita, que contaba con el pleno apoyo de Manuel Belgrano, fue aprobada por el virrey José de Avilés, que elevó el 27 de marzo de este mismo año su propuesta al rey.
Los beneficios de dicha institución fueron enumerados por el propio Belgrano:
Los beneficios que resultan de una escuela de dibujo:
sin este conocimiento los filósofos principiantes no entenderán los
planisferios de las esferas celeste y terrestre, de las armilares que se ponen
para el movimiento de la tierra y más planetas en sus respectivos sistemas, y
por consiguiente los diseños de las máquinas eléctricas y neumáticas y otros
muchos que se ponen ya en sus libros al teólogo al que le es indispensable
algún estudio de geografía, le facilitará el manejo del mapa y del compás, al
ministro y abogado el de los planos icnográficos y agrimensores de las casas y
terrenos y sembrados que presentan los litigantes en los pleitos, el médico
entenderá con más facilidad las partes del cuerpo humano, que se ve y estudia
en las láminas y libros de anatomía, en una palabra, debe ser este conocimiento
tan general, que aún las mujeres lo debían tener para el mejor desempeño de sus
labores.
En esta situación, en fecha 8 de marzo de 1800 el Consulado de Buenos Aires remitió a su apoderado en Madrid, don Francisco Jiménez de Sarmiento, una carta en la que iba anexo el diseño objeto del presente estudio. En la misma se recogía el propósito de acuñar en plata, en distintos pesos, los ejemplares necesarios para otorgarlas a los premiados por dicha Academia, si así era aprobado por el monarca.
La historia de esta primera tentativa de enseñanza artística sistemática en el territorio de la actual Argentina y el papel de Manuel Belgrano en la misma han sido objeto de numerosos estudios, a los que remito al lector interesado, y que se recogen en la bibliografía recomendada. En cuanto a la transcripción del Acta del otorgamiento de dichos premios, realizada por el propio Belgrano, remito a su transcripción realizada por el egregio numismático argentino don Arnaldo Cunietti-Ferrando en su Historia de las Medallas Argentinas, 1747-1880. Sirva también la presente para agradecer a su buen amigo don Arturo Villagra sus siempre provechosas indicaciones.
Centramos este breve estudio, por tanto, en las propias cualidades formales de esta que hubiese sido, tras su aprobación, una preciosa medalla, lo que nos es posible hacer por el magnífico diseño conservado. Ejecutado en tinta sepia, tiene un tamaño de 19,7 x 10 cm., siendo el diámetro de la medalla de 4 cm. Realizado mediante la técnica de grabado, y en buen estado de conservación, se encuentra a disposición de cualquier investigador, interesado o mero curioso, digitalizado en la página de PARES del Ministerio de Cultura de España. Pueden consultar el registro de este bello diseño de moneda aquí.
El Escudo representado es muy similar al conservado actualmente en el Museo Mitre, dibujado por el pontevedrés Pedro Antonio Cerviño, director de la Escuela de Náutica fundada ese mismo año y Comandante del Tercio de Gallegos durante la defensa de Buenos Aires contra las invasiones inglesas. Difiere en pequeños detalles, como que el REAL de la leyenda aparece apocopado en RL, y que ambas naos están enfrentadas, a diferencia de lo que luego comentaremos. Dicha autoría aparece corroborada por aparecer en dicho dibujo en exergo la misma, Cerviño dibujó,
En el campo de este proyecto de medalla encontramos el escudo del Consulado porteño, compuesto por el blasón de la ciudad rodeado de una serie de alegorías. En su leyenda superior, dentro de una cinta plisada en sus extremos, aparece REAL CONSULADO DE BUENOS AIRES, mientras que en parte inferior aparece un borrón, lo que parece dar a entender que la leyenda, posiblemente el nombre de su diseñador, fue finalmente tachada. La medalla viene embellecida por una gráfila u orla exterior en todo su contorno. En cuanto a su reverso, es de diseño muy simple, con una leyenda perimetral superior ACADEMIA DE DIBUJOS, continuada por todo el perímetro de la medalla restante con una orla de laurel, y la leyenda central PREMIO PRIMERO.
El centro de la composición del anverso recoge el escudo oficial de la ciudad de Buenos Aires, establecido en 1649 y aprobado por su Cabildo el 5 de noviembre de ese año, durante el mandato del Maestre de Campo Jacinto de Lariz. Los motivos representados en esta primera versión son una paloma, con pico hacia la izquierda, rodeada de un halo, y las aguas del Rio de la Plata. La paloma representa el Espíritu Santo, protector de la ciudad. También se reproducía en el mismo un ancla completa, como símbolo de que la ciudad era un puerto o apostadero, que en versiones posteriores se sumergió en parte. En nuestro caso, es visible salvo una de sus cañas.
En esta primera versión no aparecían las dos naves, que no obstante sí que encontramos en esta propuesta de medalla, siendo uno de los ejemplos más antiguos conocidos de su uso. En heráldica ambas naos, tradicionalmente, se han venido representando como una carabela y como un bergantín del siglo XVI, en los que ambas naves aparecen por el costado de babor, aludiendo a las dos fundaciones de la ciudad por Pedro de Mendoza y Juan de Garay. A diferencia de diseños posteriores, las naos de esta propuesta son de similar diseño, por su porte fragatas contemporáneas a su realización, y tienen una trayectoria divergente desde el centro de la composición, sobre un mar tranquilo. El escudo oval está rodeado de una orla decorada con volutas y hojas de laurel en su parte superior y dos florones a ambos lados, y coronado con la corona real, cerrada, con orbe y cruz, y una cinta plisada.
Alrededor de esta composición central encontramos en alegoría los atributos de la riqueza en boga de los pensadores ilustrados españoles y europeos de esta centuria, de los que Belgrano fue asiduo lector, como Campomanes, Jovellanos, Uztariz, Quesnay, Adam Smith o Genovesi. A su derecha se representan la agricultura y los frutos de la tierra, siendo visibles un haz de espigas, un cesto con lo que parecen uvas y hojas de parra y una cornucopia o cuerno de la abundancia de la que surgen varias frutas.
Bajo el escudo, encontramos una venera o vieira, símbolo de Santiago Apóstol, patrón de España, y bajo la misma representaciones de la riqueza marina, como una estrella de mar, peces y algas. En cuanto a la parte izquierda, se representan los atributos propios de la marina y el comercio, apareciendo un mástil, una bandera, un barril, un fardo señalado con las letras RM, la caña de un ancla, un cañón y sus balas.
Esta magna fundación finalmente tuvo una breve existencia, no solamente por la negativa de la Corona posteriormente puesta de manifiesto por Belgrano, basándose en su situación de práctica bancarrota por el continuado periodo bélico vivido en Europa alternativamente contra la Revolución Francesa y Gran Bretaña, sino por la propia oposición interna de algunos habitantes de Buenos Aires.
Para saber más
Bottarini, Roberto, “La escuela y el premio. El programa ilustrado de Manuel Belgrano: Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor (1796)”, Hist. Educ. Rev. Interuniv., 29, 2010, págs. 285-305.
Britos, Diana Victoria, “sobre el vocablo
“arte” en las Memorias consulares de
Manuel Belgrano en el siglo XVIII”, AdVersuS
XIV, 32, junio 2017, pp. 1-22.
Cunietti-Ferrando, Arnaldo, Historia de las Medallas Argentinas,
1747-1880, Buenos Aires, 2010.
Dib, Matías, Ideario de Belgrano, Colección Idearios Argentinos, 2019.
Dosio, Patricia Andrea, “Un saber en
tensión: Manuel Belgrano y la enseñanza del dibujo en el Buenos Aires tardocolonial“,
Anales de la Educación Común, Bicentenario de la Provincia de Buenos Aires
y del fallecimiento de Manuel Belgrano, Vol. 1, nº 1-2, 2020, págs. 65-74.
Escola, Héctor Jorge, “Manuel Belgrano. El Consulado. La Escuela de Náutica. La Gloria”, Boletín del Centro Naval, nº 808, mayo-agosto, 2004, pp. 201-208.