jueves, 10 de noviembre de 2022

Las rutas medievales del comercio del oro africano y su importancia para al-Ándalus

 Publicado en Oroinformación, 10 de noviembre de 2022

https://oroinformacion.com/las-rutas-medievales-del-comercio-del-oro-africano-y-su-importancia-para-al-andalus/

La sed de oro y las luchas por el control de los emporios que controlaban su comercialización transahariana desde sus centros productores a los centros de su recepción fueron una constante en la Edad Media del occidente africano y al-Ándalus. La necesidad del suministro del preciado oro, tanto para la emisión de moneda como para su uso suntuario, fue una de las principales razones para el control omeya del Magreb occidental, así como del subsiguiente por los almorávides, almohades y meriníes.  

Las fuentes de oro 

Las principales áreas productoras de oro africano durante la Edad Media se encontraban ubicadas en los cursos altos de las cuencas de los ríos Senegal, Níger y Volta Negro, donde actualmente se sigue obteniendo el noble metal de forma artesanal. Con la llegada de los musulmanes al norte de África y la expansión del uso del camello para el transporte el metal áureo comenzó a llegar a las costas mediterráneas. Esto parece corroborarse por el análisis metalográfico de las monedas áureas acuñadas en las cecas del área, denominada por los árabes Ifriqiya, que pasaron de estar batidas con la reutilización de anteriores monedas bizantinas a producirse con metal que concuerda con las actuales pepitas obtenidas en los placeres de Ghana, Costa de Marfil y Malí a partir de mediados del siglo VIII.    

Las caravanas de los mercaderes bereberes y árabes que se fueron asentando en las terminales sudanesas de estas rutas fueron las que llevaron a cabo de forma casi exclusiva este comercio, en el que destacaban el oro y los esclavos. Las mismas eran fundamentalmente las que unían el norte y el centro del continente por el Sáhara Occidental, tanto por la costa como las interiores con destino a Siyilmasa, y las que se cruzaban el Sáhara Central hacia la actual ciudad argelina de Wargla, siguiendo ambas vigentes hasta época contemporánea. Al otro lado del desierto, el control del comercio transahariano del oro y otros productos fue igualmente capital para las estructuras de los sucesivos imperios sudaneses de Ghana, Mali y Songhay. 

El emirato de al-Ándalus 

La moneda áurea, el dinar, tenía una importancia capital en el sistema monetario islámico. Por ello, tras la caída de la monarquía visigoda los recién llegados acuñaron inmediatamente una nueva moneda, totalmente distinta a la precedente visigoda y bizantina, como expresión del nuevo orden fiscal y de una nueva autoridad política emisora. Estas emisiones, o más bien en muchos casos reacuñaciones aprovechando moneda anterior, se realizaron siguiendo los patrones del nuevo sistema monetario durante un breve lapso de tiempo, entre los años 712 y 745, cuando cesaron estas acuñaciones áureas, uno de los escasos testimonios de los inicios de la historia andalusí. 

Según los estudios de José Luis de Villar, esta interrupción puede haberse debido a la falta de fuentes de aprovisionamiento propias, a la falta de fuentes exteriores y al drenaje que supuso el envío del oro obtenido por los conquistadores árabes y bereberes hacia el centro del poder en Oriente. Asimismo, coincide cronológicamente con las graves revueltas bereberes y con la instauración del Emirato Independiente de Córdoba en el año 756, que rompió los lazos de la península con el norte de África, donde, en estas mismas fechas, se documenta el comienzo de las acuñaciones de dinares de excepcional calidad batidos por los aglabíes con oro procedente del Sudan, el país de los negros. En todo caso, hay que tener en cuenta que el dinar, la moneda de oro, era la unidad de cuenta canónica, por lo que es posible que los emires cordobeses se abstuviesen de acuñar numerario áureo por ser una prerrogativa exclusiva de los califas.   

La sociedad andalusí, a diferencia de la precedente visigoda y de la contemporánea de los reinos cristianos, necesitaba del uso sistemático de la moneda acuñada, dado que era imprescindible para el mantenimiento del ejército, las relaciones comerciales, las compras diarias y el pago de tasas e impuestos. Durante esta época se acuñaron en plata dírhams, una moneda que tuvo una gran difusión interna y una proyección internacional enorme, dado que circularon no solamente en el ámbito cristiano peninsular sino también por todo el Mediterráneo musulmán, encontrándose en el comercio de lugares tan apartados como Rusia o Asia. 

El Califato de Córdoba 

En el año 316H/928-929, y tras un paulatino proceso de sometimiento de sus díscolos súbditos andalusíes, el emir Abd-al-Rahman III se autoproclamó califa, con lo cual se igualaba al abasí y al fatimí. Simultáneamente, volvió a emitir dinares a su nombre, que se siguieron batiendo durante el califato omeya hasta el siglo XI en las cecas califales andalusíes y magrebíes con altos índices de pureza. La gran demanda de oro del estado andalusí, que les llevó a controlar tanto ambas orillas del Estrecho como a organizar razias contra los centros religiosos de los reinos cristianos del norte, buscando el noble metal atesorado en sus centros religiosos, es patente en la obra de los cronistas musulmanes, así como en su atesoramientos por los grupos dominantes y en su uso en la decoración palatina y en la fabricación de objetos suntuarios. 

El control del norte de África y los puntos de llegada del comercio sahariano y del oro del Sudán Occidental enfrentó a los califas omeyas con los fatimíes, con la búsqueda de alianzas con las tribus bereberes del Magreb y el control directo de los puertos de Ceuta y Melilla. En esta guerra abierta se sucedieron las iniciativas de unos y otros, pasando las principales plazas como Fez, Tlemecén, Orán o Siyilmasa alternativamente de mano, hasta que cuando los fatimíes dirigieron su interés hacia Egipto en el último cuarto de siglo el califa al-Hakam II retomó el control del Magreb occidental, que se mantuvo durante el reinado de Hixem II y el gobierno de Almanzor. 

Las taifas y los imperios norteafricanos 

Cada uno de los nuevos estados surgidos tras la Fitna que puso fin al Califato acuñó moneda propia. Salvo en algunos casos, como el de los hamudíes, los dírhams se convirtieron prácticamente en moneda de vellón y las fracciones de dinar tuvieron una ley muy reducida y prácticamente de electro. El drenaje del oro previamente atesorado puede explicarse tanto por el corte del suministro por la expansión almorávide como por el pago a los mercenarios cristianos y de parias. Los reinos cristianos comenzaron a emitir moneda áurea de inspiración islámica, siendo los primeros de ellos los mancusos acuñados por el conde Berenguer Ramón I. 

La fragmentación de al-Ándalus y el Magreb se vio sustituida por el Imperio Almorávide, que contó para su expansión con el dominio de la principal ruta transahariana del oro. Los análisis metalográficos muestran el origen sudanés de los dinares almorávides y su excepcional calidad, un numerario que acuñado en grandes cantidades les permitió la construcción de su potente estructura estatal, con el mantenimiento de un ejército de grandes dimensiones y un importante programa constructivo. Las revueltas contra el mismo dieron lugar a partir del año 1147 a la creación de las segundas taifas de al-Ándalus. La falta de moneda almorávide llevó a los reyes de Castilla a emitir los maravedíes, con peso, alfabeto y aspecto islámicos pero con leyendas alusivas a los monarcas cristianos, el uso de la cruz como motivo y la datación por la Era de Safar o Hispánica 

 Los almorávides fueron desbancados por un nuevo imperio, el almohade, que terminó por construir un estado incluso más extenso. Al igual que sus predecesores, mantuvo un ejército incluso mayor y destinaron recursos ingentes a su programa constructivo. En cuanto al oro, el Magreb Occidental se convirtió en la única terminal de llegada del oro sudanés, pero solamente una parte del mismo se acuñó en las cecas andalusíes y magrebíes. Buena parte del mismo se destinó en polvo al suministro de otros estados musulmanes y al comercio internacional desarrollado por los genoveses, pisanos o marselleses. A cambio, los almohades obtenían entre otros productos plata, con la que se realizó una abundante acuñación de dírhams 

El apoyo de los meriníes, que sustituyeron a los almohades en el norte de África y controlaron las rutas del comercio transahariano, fue capital para el mantenimiento del emirato nazarí de Granada. Los contactos entre los sultanes meriníes de Fez y los mansas de Mali alcanzaron niveles nunca vistos anteriormente, siendo un objetivo estratégico esencial para este estado mantener un suministro regular de oro desde el Sudán Occidental. La ley de la dobla almohade fue de 972 milésimas, lo que explica tanto su éxito como la influencia que tendrá no sólo sobre las acuñaciones nazaríes y meriníes sino también sobre las cristianas. 

Los principales cambios en los tipos monetarios fueron la forma cuadrada de los dírhams y que se duplicó el peso de los dinares de oro, teóricamente para alcanzar el que tenían los dinares en La Meca en la época de Mahoma. Si bien las cecas granadinas dispusieron en determinados periodos de oro de excelente calidad para acuñar, las dificultades financieras del emirato fueron permanentes, tanto por la gran cantidad de oro que se debían pagar a Castilla en concepto de parias o que salían por el comercio, como por las dificultades en su aprovisionamiento. Por ello, en la última época se acuñaron los conocidos como dinarines, así como dinares de plata y un medio dinar de electro atribuido a Muhammad XII al-Zagal. 

El final de al-Ándalus 

En el colapso del estado meriní confluyeron las profundas alteraciones que sufrió el sur del actual Marruecos, así como la pérdida del control de Siyilmasa y con ello del comercio del oro. A comienzos del siglo XV el estado meriní sufrió en el norte revueltas de tribus árabes y bereberes y la injerencia nazarí, así como los ataques de los portugueses, que tomaron Ceuta en 1415, y de los castellanos. Finalmente, una revuelta urbana en Fez supuso el fin de esta dinastía en 1465. Los sucesivos gobernantes watasíes y saadíes se tuvieron que enfrentar con los avances portugueses en el área costera del actual Marruecos. 

Los portugueses fueron igualmente los responsables desde mediados del siglo XV del desvío de parte de la producción áurea africana hacia el comercio atlántico. El acceso directo de las sociedades cristianas al oro sudanés, tan deseado durante los siglos medievales, coincidió con el descubrimiento de América y el establecimiento de las rutas comerciales con la India, de mayor rentabilidad que el comercio del oro africano. En este contexto, el sultán Mulay Ahmed al-Mansur envió en 1590 una expedición de conquista al Bilad ad Sudan, el País de los Negros, para el control directo del comercio del oro. La misma estaba compuesta principalmente por moriscos y renegados españoles y comandada por Yuder Pachá, natural de  Cuevas de Almanzora. En esta expedición se encuentra el origen de los Arma, élite de las actuales ciudades de la Curva del Níger. 

 Para saber más 

Benhsain R. y Devisse, J., «Les almoravides et l’Afrique Occidental XIe -XIIe siècle» en Arabica, vol. 47 (1), pp. 1-36, 2000.

Bertaux, P., “África. Desde la Prehistoria hasta los años sesenta”, Historia Universal Siglo XXI, 1994.

Camacho, M., «Andalucía y Tombuctú: a propósito del Fondo Kati» en A. Egea (ed.), Andalucía en África subsahariana. Bibliotecas y manuscritos andalusíes en Tombuctú, pp. 57-70, Sevilla, 2003.

Inane, D.T., (dir.), “África entre los siglos XII y XVI”, en Historia General de África, Vol. IV, 1985.

Villar Iglesias, J.L. de, Al-Ándalus y las fuentes del oro, Tesis Doctoral, Universidad de Sevilla, 2015.

viernes, 4 de noviembre de 2022

La Gran Depresión, los pesos mexicanos y la Junta de Aibonito (1886)

 Publicado en Puerto Rico Numismático, noviembre de 2022


https://www.academia.edu/89982895/La_Gran_Depresi%C3%B3n_los_pesos_mexicanos_y_la_Junta_de_Aibonito_1886_

Para acercarnos al tema de la aceptación de los pesos mexicanos en la circulación monetaria de Puerto Rico a partir de 1879 no podemos dejar de tener en cuenta la grave crisis económica y monetaria mundial que socavó las bases económicas del orbe occidental y del liberalismo económico. El conocido como Pánico de 1873, Gran Depresión o Larga Depresión fue la primera de las grandes crisis económicas a nivel mundial, con una dilatada duración, dado que en algunos países sus nefastas consecuencias perduraron hasta finales de la centuria. 

Entre sus causas económicas se encuentran la sobreproducción mundial debida a la Segunda Revolución Industrial, así como el pinchazo de la burbuja ferroviaria en los Estados Unidos. A ello se sumaba la sobreabundancia de metales preciosos en los mercados, sobre todo de plata, debida al gran aumento de su producción en los Estados Unidos, Australia o México. Entre las causas desencadenantes se encuentran la obligación impuesta por el victorioso Imperio Alemán a la rendida Francia de una indemnización de cinco mil millones de francos, a pagar en oro. La abundancia de metal áureo hizo que Alemania abandonase la emisión de sus táleros de plata, creando el marco de oro el 9 de julio de 1783. 

Las pérdidas en la demanda de plata hicieron quebrar la Bolsa de Viena el 9 de mayo de ese mismo año, creando un efecto dominó que llevó a la quiebra parcial de su sistema bancario y a la rápida extensión de la crisis por toda Europa y los Estados Unidos. La caída del precio de la plata llevó a la Unión Monetaria Latina a la suspensión de las emisiones en este metal, y a los Estados Unidos a la adopción de una nueva política monetaria por la Coinage Act de ese mismo año, convirtiendo de facto a las emisiones áureas en la única moneda patrón. 

Las consecuencias de esta Larga Depresión a nivel planetario fueron muy graves. Se quebró el monopolio industrial británico y se agudizaron los conflictos sociales y laborales. Se asistió al nacimiento de los nacionalismos exacerbados y del antisemitismo, y dio comienzo la conocida como Era del Colonialismo. Las tensiones acumuladas serán las causantes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Para Puerto Rico supuso graves problemas económicos y comerciales, con la crisis del sector azucarero, así como la agresiva política norteamericana que desembocará en la Guerra hispano-norteamericana de 1898. 

La aceptación del peso mexicano y los problemas monetarios en Puerto Rico 

En 1857 se restauró en la circulación de la isla el peso fuerte o duro nacional español con la retirada de la moneda macuquina venezolana, si bien las cantidades en circulación se agotaron en pocos años. Ha de tenerse en cuenta que esa moneda nacional española había dejado de acuñarse con la independencia de las repúblicas hispanoamericanas, y que la moneda emitida en España estaba basada en otro patrón monetario, el real de vellón, por lo que su suministro desde la península no era posible sin cambiar su sistema monetario, alejándolo del de su área de influencia y vigente en todo el continente, basado en los mismos reales de a ocho o pesos en su día acuñados por las cecas ultramarinas. 

La falta de moneda de plata nacional, que no de oro, dado que al parecer hasta al menos una década después esta última era la más común en el circulante boricua, hizo que por Real Orden de 20 de noviembre de 1867 se autorizase en las arcas del Tesoro las monedas áureas y argénteas estadounidenses de oro y plata, así como las francesas, y sus piezas fraccionarias. Finalmente, las necesidades de circulante de plata hicieron que, a petición de los comerciantes, por Real Orden de 22 de febrero de 1879 se autorizó la circulación de los pesos mexicanos con el mismo descuento del 5,263% que el dólar norteamericano, el mismo año en el que la Unión Monetaria Latina había suspendido sus emisiones en este metal. 

La balanza comercial de la isla era claramente deficitaria, lo que hacía que se introdujesen gran cantidad de estos pesos mexicanos desde Cuba y Estados Unidos como pago de las exportaciones de café y tabaco, y que a su vez supuso la salida de la moneda de oro nacional que hasta entonces se encontraba en la circulación. Esta moneda había sido falsificada en grandes cantidades en los estados sureños de Estados Unidos, dado que consta que solamente de Arkansas salían anualmente alrededor de diez millones de pesos de cuño mexicano, que se estimaban poco menos que como plata en barras. La importación y circulación de los pesos mexicanos de fecha de acuñación posterior a 1886, el mismo año de la celebración de esta Junta, fueron prohibidas. 

La Junta Magna de Aibonito 

Bajo la presidencia del comerciante y banquero Ermelindo Salazar Schuck, los días 29 y 30 de agosto de 1886 se reunieron los delegados de los diferentes departamentos de la isla, con la presencia de las sociedades Unión Mercantil e Industrial de Ponce y el Círculo Mercantil de San Juan de Puerto Rico, para proponer las medidas que conviniesen someter al gobierno de la nación para buscar soluciones a los problemas que afectaban a las intereses generales del país. En la misma se plantearon varias propuestas, dirigidas entre otras a la mejora de la agricultura, la rebaja de los gastos del presupuesto de la provincia, el proyecto de un Banco Hipotecario bajo la base de un empréstito de quince millones de pesos o a la negociación de un empréstito de ocho a diez millones de pesos oro para la extinción de la deuda pública. 

Una de las propuestas aprobadas fue la solicitud al Ministerio de Ultramar para hacer desaparecer los impedimentos para el establecimiento de Bancos de Emisión y Descuento, dado que en el Código de Comercio vigente el privilegio de emisión lo tenía el Banco Español de la Isla de Cuba, que no tenía ni había tenido ninguna sucursal en esa provincia, ni practicaba con ella operaciones de ninguna especie. En el tema que nos ocupa, se dio lectura a los informes relativos a la moneda circulante y a la conveniencia o perjuicio de su canje por moneda nacional de oro y plata, o únicamente de plata, presentados por las Comisiones de Mayagüez, Arecibo, Aguadilla, Ponce y Guayama. 

El primero de ellos se oponía a dicha sustitución, alegando que el estado lastimoso de la agricultura hacía imposible la bajada instantánea de los precios locales. Las opiniones de la Comisión de Mayagüez fueron defendidas por los señores Cuebas y Domínguez, mientras que don Lucas Amadeo se opuso a ello, afirmando que mantener en la circulación una moneda depreciada por su abundancia y un metal cuya baja progresiva era imposible de prever, era correr sin rumbo a la ruina del país. Por ello aconsejaba adoptar, como proponía la Comisión de Ponce, el doble patrón monetario oro-plata, haciéndose el canje de la moneda circulante sobre la base de una fuerte proporción de oro. 

Don Felipe Cuebas solicitó expresamente una Proposición por la que la Asamblea declarase que no consideraba el momento oportuno para efectuar el canje de la moneda de plata mexicana circulante por otra nacional, y que declarase igualmente que cuando desapareciesen las causas que hacían inoportuno en ese momento dicha sustitución el canje se efectuase, como lo solicitaban las Comisiones de Ponce, Aguadilla y la capital, por moneda nacional de oro y plata. Así fue finalmente acordado y aprobado por trece delegados, con el voto negativo de los otros doce. 

Para saber más 

Acta de la Junta Magna celebrada en la Villa de Aibonito por los delegados de los Departamentos de Puerto Rico, 29 y 30 de agosto de 1866. Disponible en la página web de la Biblioteca Virtual de Puerto Rico.

 

CANIO, S. de, “Populism, Paranoia, and the Politics of Free Silver”, Studies in American Political Development, 25, 2011, pp 1-26.

COLL Y TOSTE, C., Reseña del Estado Social, Económico e Industrial de la Isla de Puerto Rico al tomar posesión de ella los Estados Unidos, San Juan, Puerto Rico, 1899.

MAR, A. del, History of monetary systems, New York, 1895.

NAVARRO ZAYAS, Á. O., Cuestión Monetaria en Puerto Rico (finales del siglo XIX), Ponce, Puerto Rico, 2007.

PASCUAL MARTÍNEZ SOTO, A., “La formación del sistema bancario de Puerto Rico (1870-1899)”, en Orígenes de la globalización bancaria. Experiencias de España y América Latina, El Colegio de México-Genueve Ediciones, 2017.

RIVERA RODRÍGUEZ, I., “El debate sobre el peso mexicano en Puerto Rico: 1879-1889”, Serie de Ensayos y Monografías, nº 62, 1991. 

viernes, 7 de octubre de 2022

Moneda metálica y moneda-papel: Los mercados financieros en la Edad Moderna

 Publicado en Numismático Digital, 7 de octubre de 2022



Desde finales de la Edad Media, los europeos se habían dotado de instrumentos financieros para acceder a los mercados internacionales de capital, principalmente con el desarrollo de las letras de cambio, que permitían hacer efectivo el cobro inmediato de las ventas y a su vez retrasar su pago, evitando los perjuicios inherentes a desplazar grandes cantidades de moneda metálica. Asimismo, los mismos permitían las operaciones con distintas monedas efectivas e incluso con monedas de cuenta, para evitar las alteraciones monetarias realizadas por los distintos gobiernos.

sábado, 1 de octubre de 2022

Medallas de Proclamación y Jura de los reyes de España en Puerto Rico

 Publicado en Puerto Rico Numismático, octubre 2022


https://www.academia.edu/87664371/Medallas_de_Proclamaci%C3%B3n_y_Jura_de_los_reyes_de_Espa%C3%B1a_en_Puerto_Rico

Según afirmaba Manuel Romero de Terreros, la proclamación o jura de un nuevo rey en los vastos dominios de la Monarquía española era un acontecimiento extraordinario, celebrado con un lujoso aparato. Entre los fastos, destacaba la emisión de medallas de proclamación y jura, que se distribuían entre el pueblo, una costumbre que está documentada en los Reinos de las Indias ya en el siglo XVI, pero que tuvo tu época dorada en el XVIII, con el advenimiento de la Casa de Borbón.  Como recoge el profesor José María de Francisco, estas medallas son un importante documento de primer orden que nos muestra la heráldica de numerosas localidades y de otras instituciones, como los consulados y universidades, así como su evolución.

viernes, 30 de septiembre de 2022

El ensayador Pablo Cano Melgarejo: entre el virreinato y el Perú independiente

 Publicado en OMNI nº 16, 2022

http://www.wikimoneda.com/OMNI/revues/OMNI_16.pdf

Resumen.- Pablo Cano Melgarejo fue un importante oficial de la Real Casa de Moneda de Lima durante el transcendental cambio operado en el Virreinato del Perú. Sus 44 años de servicio en esta ceca son analizados a la luz de los documentos que obran en el Archivo General de Indias. Asimismo, las acuñaciones realizadas durante su servicio como ensayador son igualmente documentos de gran importancia para el estudio de esta época de transición entre el gobierno de la Monarquía española y su tránsito a la actual República del Perú.

 Palabras clave: Casa de Moneda de Lima, ensayador, moneda, numismática, acuñaciones virreinales, independencia de Perú. 

Abstract.- Pablo Cano Melgarejo was an important official of the Royal Mint of Lima in an significant exchange operated in the Viceroyalty of Peru. His 44 years of service in this mint are analysed in light of the documents in the Archivo General de Indias. Likewise, the minting made during his service as an assayer are also documents of great importance for the study of this period of transition between the government of the Spanish Monarchy and its transition to the current Republic of Peru. 

Keywords: Lima Mint, assayer, currency, numismatics, viceroyalty coinage, independence of Peru.

El Camino de Santiago o Ruta Jacobea y su reflejo en la Numismática española e internacional

 Publicado en Crónica Numismática, 30 de septiembre de 2022

https://cronicanumismatica.com/el-camino-de-santiago-o-ruta-jacobea-y-su-reflejo-en-la-numismatica-espanola-e-internacional/

Todos los años, y más en aquellos que, como el presente, son Años Santos Compostelanos, miles de peregrinos surcan los distintos Caminos de Santiago, uno de los primeros itinerarios culturales declarados Patrimonio de la Humanidad, en 1993, por la UNESCO. Las motivaciones para hacerlo son variadas, desde las puramente religiosas a las deportivas, pasando por las culturales o simplemente turísticas. 

La moneda y la Ruta Jacobea siempre han estado íntimamente unidas. Importante fue en sus inicios el aporte que la moneda ultra pirenaica hizo para el desarrollo de una economía monetaria y del comercio en los reinos cristianos que cruzaba el Camino, siendo la propia Santiago fue una de las cecas emisoras de la España Medieval. Tanto Santiago Zebedeo como la Catedral compostelana, así como otras bellas muestras del arte diseminadas por los distintos Caminos fueron objeto igualmente de bellas emisiones de moneda y billetes no solamente de España, sino de otros países. Finalmente, no podemos olvidar que fue la fachada del Obradoiro el motivo elegido para ilustrar las monedas más humildes, los céntimos, del vigente sistema del Euro.

Tras el hallazgo del sepulcro atribuido al Apóstol a comienzos del siglo IX, durante el reinado de Alfonso II de Asturias, fue el monarca navarro Sancho III el que dio un nuevo impulso a las peregrinaciones a principios del siglo XI, lo que se tradujo en una afluencia creciente de ultra pirenaicos, conocidos como francos, durante esa centuria y la siguiente, cesando a comienzos del siglo XIII, cuando el eje económico que suponía el Camino y que unía los puertos pirenaicos con Santiago fue sustituido por el que enlazaba Andalucía con los puertos cantábricos.

En ambos siglos, el sistema monetario en los reinos de Castilla, León, Navarra y Galicia se basaba en el romano del sueldo y el denario, junto a las humildes meajas, si bien había una gran influencia tanto del sistema monetario de la España Musulmana, basado en el dinar, como del franco, con base en el sueldo galicano, que se introdujo en la península en tiempos de Sancho el Mayor y en Castilla durante el reinado de Alfonso VI. La momentánea influencia monetaria franca en el área del Camino se vio facilitada por las crisis desencadenadas por las invasiones norteafricanas de los almorávides y almohades, en una economía basada principalmente en los pagos en especie en los que la moneda era más de cuenta que efectiva.

En el trazado del Camino circulaban distintos tipos de monedas ultramontanas, y los privilegios otorgados para la labra de moneda, como el otorgado al obispo Gelmírez, sirvieron para encauzar esta influencia, que posteriormente, tras el reinado de Alfonso VII, tendió a la unificación monetaria con base en la moneda musulmana, con la emisión en 1175 por Alfonso VIII de las monedas conocidas como morabetinos o maravedíes, a imitación del dinar almorávide, la base del sistema monetario castellano, aunque con sucesivas devaluaciones, durante siglos.

Entre finales del siglo X a inicios del XII, como ha estudiado José Suárez, se encuentra en Galicia por ello un nítido predominio de numerario franco, en especial de dineros del obispado de Le Puy y los dineros de Melle del conde de Poitiers y otros talleres monetarios del mediodía francés. En el siglo XII y en el siguiente tuvieron su mayor expansión los dineros de Melgueil, habiendo frecuentes menciones a los mismos en la documentación relativa a las compraventas de bienes. Se han encontrado asimismo en los tesorillos dineros simples y dobles torneses, moneda que jugará un papel preponderante en el siglo XIII, e incluso un gros tornés de mayor módulo, moneda de la época de Luis IX. En la Baja Edad Media se constata asimismo una afluencia importante de moneda inglesa, tanto peniques, groats y medios groats de plata como nobles y ángeles acuñados en oro.

Alfonso VI realizó una concesión para la labra de moneda al obispo de Compostela, y en virtud de la misma se acuñó moneda de vellón en los años 1158, 1164 y 1168, en el reinado de Fernando II de León, en dineros y meajas. El 11 de marzo de 1171 el monarca entregó al obispo la totalidad del beneficio de la ceca, lo que fue matizado en el 1182, y en tiempos de Alfonso IX, el 17 de junio de 1193, se concedió la facultad de batir moneda de oro. Antes de 1270 se cerró la Casa de Moneda, acuñándose desde entonces en exclusiva moneda para Galicia en la ceca de La Coruña.

Como afirman Raúl Sánchez y Antonio Roma, la presencia de monedas de distintas especies propias y foráneas fue una constante en el norte peninsular en los siglos medievales. La evolución en el comercio en León y Castilla es muy clara, desde la preferencia de la moneda franca a la real o episcopal, su sustitución entre 1120 y 1230 por moneda áurea y la presencia de los florines aragoneses entre 1370 y mediados del siglo XV. En Navarra, la moneda francesa servirá de modelo para las emisiones autóctonas, y en el norte de Portugal la moneda castellana y leonesa circuló profusamente en la primera mitad del siglo XIII, al igual que la moneda lusitana en la Galicia bajomedieval.

La Edad Contemporánea y la temática jacobea en las emisiones 

Ya en época contemporánea, en mayo de 1938 se emitió un billete de 500 de facial por el gobierno instalado en Burgos, en el que en su reverso se representó la catedral de Santiago. Esta emisión estuvo en circulación durante la última etapa de la Guerra Civil, hasta su sustitución por una nueva emisión del mismo valor facial fechada el 9 de enero de 1940 y dedicada a don Juan de Austria.

Unos años después, en 1993, se batió moneda de 100 pesetas en aluminio-bronce, en la que se representaron en un mapa los distintos Caminos que habían sido declarados Patrimonio de la Humanidad de ese mismo año, el Francés y el del Norte, con ramificaciones en Francia. En su reverso aparece la leyenda CAMINO DE EUROPA, con una vieira flanqueada por las doce estrellas de la bandera de la Unión Europea, y la fecha de emisión. Como curiosidad, en las monedas de cien pesetas siempre se había representado al monarca salvo en ésta, y se volvió a hacer hasta que en 2001 terminó la circulación de la peseta.

La moneda de 5 pesetas batida ese año representa en su anverso una imagen de Santiago caracterizado como peregrino, y en su reverso la vieira y una representación del botafumeiro. Ese mismo año se acuñaron monedas conmemorativas que no estaban destinadas a la circulación, en plata con faciales de 2.000 y 10.000 pesetas y en oro con faciales de 20.000 y 80.000 pesetas, con motivos tales como la vieira, la cruz de la Orden de Santiago, una vista de la Catedral, el propio Apóstol o a un grupo de peregrinos.

El año 1999, nuevamente Año Santo Compostelano, se acuñó moneda de curso legal de 2.000 pesetas de facial, en cuyo anverso se representó el busto del monarca a izquierda y en su reverso a Santiago Peregrino, con báculo y calabaza, y la cruz de la Orden. Nuevamente se labraron monedas conmemorativas, tres de 2.000 pesetas y una de 10.000 pesetas de facial, y mientras que las primeras representaban la Catedral y otros dos hitos del Camino, la iglesia románica de San Martín de Frómista y la capilla del Espíritu Santo de Roncesvalles. La de mayor facial, batida en oro, representaba al Santiago románico del Pórtico de la Gloria.

Para el Xacobeo de 2004 se acuñó una moneda conmemorativa de 10 euros de facial, en la que en su anverso se representaba a los monarcas, viniendo su reverso ocupado por la misma representación románica del Apóstol, una vieira sobre el valor facial y la leyenda en gallego ponte en camiño. Con el mismo facial se acuñó en plata una moneda correspondiente al año 2010, con un botafumeiro y un camino en el que al fondo se vislumbra una población identificable con Compostela.

Dentro de la serie dedicada al Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en España, consistente en una emisión de una hoja bloque junto a una moneda propiamente dicha, la del año 2018 vino dedicada a Santiago de Compostela. Mientras que la hoja bloque, de medidas 104,5 x 150 mm. recoge una vista de la fachada del Obradoiro de la catedral compostelana, obra barroca del arquitecto Fernando de Casas y Novoa, la moneda, de dos euros de facial, tiene como motivo de su anverso al Apóstol con indumentaria de peregrino, delante de una de las puertas de la misma catedral.

La última de las emisiones dedicadas al Año Santo Compostelano 2021-2022 tiene un valor de 30 euros, y ha sido acuñada en plata de 925 milésimas, con un peso de 18 g, diámetro de 33 mm, canto liso y tirada de 1 millón de ejemplares. En el anverso se reproducen las efigies superpuestas de los actuales monarcas, con la leyenda superior FELIPE VI Y LETIZIA  y la inferior ESPAÑA y 2021, separados por una flor de Lis. En su reverso, acuñado a color aparece una imagen alegórica al Camino con un peregrino de espaldas y la Catedral de Santiago de Compostela al fondo.

El Obradoiro en los céntimos de Euro acuñados en España 

Cuando por Orden de 23 de marzo de 1999 se acordó la acuñación y puesta en circulación de la primera serie de monedas del nuevo cono monetario español, se optó por tres diseños distintos. Mientras que los faciales de 1 y 2 euros se dedicaron al busto del rey, y las de 10, 20 y 50 céntimos a Miguel de Cervantes Saavedra, para las monedas de más bajo facial, de 1, 2 y 5 céntimos se eligió como motivo la Catedral de Santiago de Compostela.

Por ello, estas monedas llevan grabadas la imagen del Obradoiro diseñada por el grabador Garcilaso Rollán. Entre las torres de la Catedral se muestra la fecha, a la izquierda en sentido circular y de abajo a arriba la leyenda ESPAÑA y a la derecha la marca de ceca de Madrid. Todo ello se encuentra rodeado de las doce estrellas de la bandera de la Unión europea, dispuestas como los dígitos de un reloj, y estando grabadas los números del 8 al 12 en bajorrelieve.

Para saber más: 

Abad Varela, Manuel, “En torno a un “escudo” de Luis XII hallado en Cacabelos (León)”, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, nº 4, 1989, pp. 15-30.

Collantes, Esteban, “Nuevo hallazgo de monedas francesas en el Camino de Santiago”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos y de la Institución Fernán González de la ciudad de Burgos, 1er trim. 1951, Año 30, n. 114, p. 430.

España, León, “Una pieza inédita de Fernando II, probablemente alusiva al Camino de Santiago”, Gaceta Numismática, nº 135, 1998, pp. 25-33.

Lorite Cruz, Pablo Jesús, “El Camino de Santiago en la numismática”, III Congreso Virtual sobre Historia de la Caminería, 15-30 Septiembre 2015

Martínez Gallego, José María, “El Camino de Santiago en 30 euros de plata a color: llegó “Xacobeo 2021-2022”, Crónica Numismática.

Mozo Monroy, Manuel, “Dineral o ponderal de la emisión sobre la traslación del apóstol Santiago, de Fernando II de León. Propuestas de identificación e interpretación iconográfica”, Documenta & Instrumenta, 20, 2022, pp. 149-181.

Núñez Meneses, Pablo, “Hallazgos inéditos de moneda medieval en Galicia”, Cuadernos de Estudios Gallegos, LXIII, nº129, 2016, pp. 163-203.

Núñez Meneses, Pablo, “Aportación al corpus de monedas jacobeas: Emisiones de Fernando II”, OMNI, nº15, 2021, pp. 208-214.

Río Canedo, Verónica del y Rodríguez Martínez, Xoel, “Los fondos arqueológicos del Museo de las Peregrinaciones y de Santiago: recorrido histórico y museográfico (1951-2016)”, V Congreso Internacional de Historia de la Arqueología IV Jornadas de Historiografía SEHA-MAN, pp. 729-748.

Rodríguez Casanova, Isabel, y Canto García, Alberto J., Un tesoro en el Camino de Santiago: el hallazgo monetario de Santo Domingo de la Calzada, Madrid, 2017.

Roma Valdés, Antonio, “Las monedas compostelanas entre 1157 y 1230”, Gallaecia, 22, 2003, pp. 369-382.

Ruiz Gómez, Francisco, “El Camino de Santiago: Circulación de Hombres, Mercancías e Ideas”, IV Semana de Estudios Medievales, Nájera, 2 al 6 de agosto de 1993, 1994, pp. 167-188.

Sánchez Rincón, Raúl y Roma Vallés, Antonio, “La otra cara de la moneda. Uso y reutilización de la moneda en la Edad Media del Noroeste peninsular (I)”, NVMISMA 257, Año LXIII, 2013, pp. 113-141.

Suárez Otero, José, “Moneda, peregrinación y comercio. Una nueva perspectiva del Camino en la Edad Media”,  Reflexos da peregrinación e do culto a Santiago, VIII Memorial Filgueira Valverde, 2010, pp. 81-114.

Zamanillo Arizabalo, Mª Ángeles, “Sistemas de pago y circulación monetaria en La Rioja en los siglos X a XIII”, Segundo Coloquio sobre Historia de La Rioja, Logroño, 2-4 de octubre.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Plata y crédito. La financiación de la Monarquía hispánica en la época de los Austrias

 Publicado en Numismático Digital, 19 de septiembre de 2022

https://www.numismaticodigital.com/noticia/10981/articulos/plata-y-credito:-la-financiacion-de-la-monarquia-hispanica-en-la-epoca-de-los-austrias.html

La principal partida que componía los gastos de la Monarquía era la necesaria para mantener los ejércitos que combatían en buena parte de Europa, así como a los barcos y galeras de la Armada.  Junto a ella se encontraban los gastos propios de la Corte, aquellos necesarios para el mantenimiento del aparato administrativo y las ayudas y limosnas. El incremento del gasto supuso la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso por la vía fiscal, con el establecimiento de nuevos tributos y la solicitud de servicios a las Cortes, los conocidos como Servicios de Millones. Durante algún tiempo funcionaron simultáneamente dos Haciendas en los reinos de Castilla: la de la Corona, controlada por el rey, y la del Reino, bajo la supervisión de las Cortes. 

Como estudia Ringrose, entre 1566 a 1609 y de 1618 a 1648 la Monarquía se vio envuelta en guerras en los Países Bajos, el norte de Francia y Alemania. Las cifras documentadas de las cantidades sufragadas o enviadas entre 1566 y 1609 y durante cerca de la mitad de los 34 años comprendidos entre 1617 y 1651 muestran un desembolso de 193.410.000 ducados, y usando promedios conservadores para los años que faltan, el total de los desembolsos españoles entre 1567 y 1651 han sido estimados en unos 220.000.000 ducados. Esto equivaldría al 45% de todos los envíos marítimos registrados de metales preciosos durante el mismo periodo. Para este autor, y dado que este inmenso caudal casi duplicó el valor monetario de los metales preciosos que el gobierno recibía por su propia cuenta, las decisiones políticas habrían detraído considerables sumas de capital en España e Italia para destinarlas al esfuerzo bélico en Europa del Norte. 

Afirma Ruiz Martín que mientras que hasta el siglo XVI las tropas habían exigido oro para el cobro de sus soldadas, hacia 1607 los ejércitos imperiales comenzaron a hacer conciertos con los mandos y las tesorerías militares, aceptando la plata como medio de pago y exigiendo que la moneda de cuenta se convirtiese en moneda real, de plata. Asimismo, demandaron para el pago de sus soldadas reales de a ocho, llamados por ellos reales dobles, porque eran más cómodos de llevar. Esto supuso que a partir de esta fecha acabasen las algaradas que se produjeron anteriormente, debidas a los impagos a estos ejércitos. 

Fue común que se remitiese plata para acuñar in situ en los territorios en conflicto. Por ejemplo, en octubre de 1551 se acuñaron en Milán con plata llegada de las Indias piezas de a ocho, de a cuatro y de dos entre los meses de octubre y noviembre para el pago del ejército, por un valor de 7.235 marcos, 1,85 toneladas. En 1567 tras la llegada del Duque de Alba a los Países Bajos, dos enormes convoyes cruzaron Francia cargados de moneda y plata acompañando a la expedición, y en los siguientes años se enviaron nuevas remesas y hubo acuñaciones masivas en la ceca de Amberes. 

Afirma Cipolla que la gran cantidad de moneda acuñada en Amberes entre los años 1567 y 1569 tuvo como efecto el considerable incremento de la circulación monetaria en el noroeste de Francia. La plaza de Amberes fue durante gran parte del siglo XVI el principal centro económico de la Europa septentrional, y como recoge Marichal, para los historiadores de la economía fue esencial la concurrencia de la plata procedente de las remesas de los Reinos de las Indias para el desarrollo de su Bolsa, una de las primeras y más importantes de Europa. 

El profesor Clemente López González considera que fueron tres las razones fundamentales de la falta en la consecución de un equilibrio presupuestario en la Real Hacienda. En primer lugar cita las limitaciones de un sistema fiscal en el que existía una multiplicidad de figuras que hacían muy difícil la eficaz gestión recaudadora de la Corona. En segundo lugar se encontraría la ineficiente administración, con cargos públicos en muchos casos privatizados y otros tantos más preocupados por intereses particulares o locales. Para terminar, destaca también la casi total exención fiscal de las clases poderosas, y muy especialmente la nobleza, y la desigualdad contributiva de los diferentes reinos de la Monarquía. Todo ello explica que continuamente se buscasen alternativas a dicho déficit, mediante el endeudamiento a corto y largo plazo y las alteraciones monetarias, que otorgaban a la Hacienda una liquidez momentánea. 

La alternativa utilizada a la falta de ingresos ordinarios fue la de la financiación por medio del crédito que los banqueros concedían a la Corona, en base a una serie de fórmulas, como fueron los asientos, los títulos de deuda conocidos como juros y las incautaciones de los tesoros americanos llegados a la Península en forma de juros, deudas a corto plazo garantizadas por letras de cambio, o préstamos forzosos. Ello hizo que la Monarquía hispánica tuviese en la época que nos ocupa el sistema de empréstitos más desarrollado de todo el orbe occidental, y el papel de la banca fuese capital para el engranaje del sistema financiero e incluso político de los soberanos, dando liquidez a la Real Hacienda en moneda circulante. Según Pierre Vilar, la reiterada exigencia de la Monarquía a los mercaderes de la plata que recibían de las Indias a cambio de juros, que los participantes apoyaron en el metal ausente, creó una monstruosa pirámide de empréstitos, los censos. 

Los asientos eran unos contratos realizados entre la Corona, representada por la Real Hacienda,  y un banquero o grupo de ellos, por el que se recibía una cantidad un préstamo. Los mismos consistían o bien en anticipo de un importe o bien en el abastecimiento de las tropas o entrega de armas en un determinado lugar. En el mismo contrato asimismo se estipulaba las condiciones en las que dicha cantidad debía ser devuelta en moneda, así como los intereses a satisfacer y las garantías que se establecían para su cumplimiento. Normalmente se garantizaba dicho pago a cuenta de las rentas o impuestos que la Real Hacienda esperaba cobrar, y en ocasiones se concedió a los banqueros incluso la administración de tales ingresos. 

Aunque en un principio el lugar donde estos contratos se formalizaban fue en las llamadas ferias de contratación, tanto nacionales como extranjeras, ya en el siglo XVI su negociación pasó a realizarse en Madrid. Destacaron entre estas ferias las ferias genovesas de cambio, instituidas en Besanzón en 1534 por orden de Carlos I y que posteriormente se celebraron en otros lugares, como Piacenza y las localidades ligures de Novi y Sestri Levante, y que a diferencia de otras ferias de cambio se mantuvieron activas como centros de cambio exterior hasta el siglo XVIII. 

El enorme volumen de capital que la Real Hacienda necesitaba supuso que en la práctica solamente unos pocos banqueros, aquellos que detentaban una mayor capacidad económica, fueran los que acaparasen dichos asientos. Aun cuando dichas operaciones no estuviesen exentas de riesgos, el enorme beneficio obtenido por ellas las hacían muy tentadoras para los banqueros y asentistas. Además, daban pie a la especulación con el crédito público, toda vez que podían negociar con los llamados juros de resguardo, entregados por la Corona en garantía de los préstamos obtenidos. 

La mayor parte de estos prestamistas eran extranjeros. Las leyes del Reino prohibían la saca de metales preciosos, con lo que se tuvo que o bien que negociar licencias de saca o bien los prestamistas tuvieron que reinvertir la ganancia obtenida comprando productos manufacturados, alimentos o materias primas. En la primera mitad del siglo XVI los banqueros fueron principalmente alemanes, como los famosos Fugger o Fúcares, y los Welser. A partir de 1557 se vieron sustituidos por los genoveses, como los Spínola, Centurión o Grimaldo, que carecían como sus predecesores de capitales suficientes para hacer frente a las necesidades de crédito de la Corona, pero controlaban el tráfico del oro.  

Como recoge Cipolla, la facilidad de los genoveses para obtener las licencias de exportación de plata les convirtió en los distribuidores de la plata española en buena parte de la Europa meridional. Más adelante aparecieron también hombres de negocios portugueses, en muchas ocasiones judíos conversos, a la sombra de la unión de las Coronas, y cuando se comenzó a aceptar la plata para los pagos internacionales, los asentistas de ambos orígenes compartieron dicho negocio.  Para Sancho de Moncada, los extranjeros eran los beneficiarios de más de un millón de juros, infinitos censos, toda la Cruzada y un enorme número de beneficios y encomiendas. 

Los banqueros cobraban sus asientos en distintos lugares de la Península Ibérica, que eran remitidos por sus correspondientes a Madrid en mulas o en carros. Buena parte del metal que llegaba acuñado o que se batía en Sevilla, en incluso en barras, se remitía primero a Madrid antes de salir al extranjero, por lo que la capital se convirtió cada vez más en el principal centro de distribución de numerario en el siglo XVII. 

Como recoge Álvarez Nogal, desde Madrid los banqueros iban enviando regularmente el metal precioso a sus corresponsales en Génova o los Países Bajos, encargándose ellos de vender el metal al mejor postor en el lugar donde el precio fuese más elevado, aunque ello supusiese un nuevo transporte del mismo. Una vez vendido recibía letras de cambio a pagar en las ferias o plazas donde los banqueros de Madrid tenían compromisos adquiridos con los que habían prestado inicialmente el dinero a la Monarquía. Asimismo, los banqueros cobraban sumas procedentes de inversiones de otros extranjeros, principalmente genoveses, normalmente rentas derivadas de juros, censos, cesiones y otras deudas, que eran remitidas a sus propietarios para disfrutarlas en sus lugares de residencia. 

Pierre Chaunu afirmaba que los metales que salían de Sevilla, un 83,80% de plata en 1570 y un 77,62% en los diez primeros meses del año siguiente, se destinaron en sus 2/5 partes a Valladolid, área de ferias, y a la Corte, una quinta parte al resto de Castilla, otro quinto a Andalucía y un séptimo hacia el norte cantábrico. Consideraba factible que la plata tuviese un rápido tránsito hacia Lisboa, que como Amberes era un foco de atracción de este metal para los pagos en el océano Índico y en Extremo Oriente. 

Según este autor, durante la primera mitad del siglo XVI las salidas de metales preciosos se organizaron en dirección a Amberes, verdadera capital financiera del mundo Atlántico, trasportados por las zabras de Vizcaya, registrándose envíos masivos según este autor en 1544, 1546-1548 y 1550-1552. Este numerario, en moneda mayor o barras o ya acuñado, era asimismo redistribuido en dirección a Alemania y a las islas Británicas. 

Para saber más: 

ÁLVAREZ NOGAL, C., “La formación de un mercado europeo de Plata: Mecanismos y costes de transporte en España”, Universidad Carlos III, Primer borrador: enero de 2005, 26 pp.

CHAUNU, P., Conquista y explotación de los nuevos mundos, Barcelona, 2ª ed., 1982.

CIPOLLA, C.M., La Odisea de la plata española. Conquistadores, piratas y mercaderes, Barcelona, 1996.

LÓPEZ GONZÁLEZ, C., “Desde las reformas monetarias de los Reyes Católicos hasta fines del siglo XVII”, en Hernández Andreu, J., Historia Monetaria y financiera de España, Madrid, 1996.

MARICHAL SALINAS, C., “La piastre ou le real de huit en Espagne et en Amérique: Une monnaie universelle (XVIe-XVIIIe siècles)", Revue européenne des sciences sociales, Tome XLV, 2007, N° 137, pp. 107-121.

RINGROSE,  D.R., Imperio y península: ensayos sobre historia económica de España (siglos XVI-XIX), Madrid, 1987.

SANTIAGO FERNÁNDEZ, J. de, "Relaciones monetarias entre Castilla y Génova durante el reinado de Carlos II", R.I.N., nº 109, 2008, pp. 303-332.

RUIZ MARTÍN, F., “El problema del vellón: Su incidencia en la distinta evolución económica de Castilla y de la Corona de Aragón en el siglo XVII”, Manuscrits: Revista d'història moderna, nº 15, 1997, pp. 97-104.

VILAR, P., Crecimiento y Desarrollo,  Barcelona, 2001.