Publicado en Panorama Numismático, 5 de marzo de 2015
http://www.panoramanumismatico.com/articulos/pedro_alonso_ocrouley_anticuario_y_numismatico_id02035.html
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Entre los personajes numismáticos de nuestro
Siglo de las Luces destaca la figura del gaditano Pedro Alonso O’Crouley y
O’Donnell. Hombre ilustrado, que había recibido una esmerada educación en
Francia, fue una persona emprendedora,
adinerada, amante del arte, de las monedas y de otros objetos artísticos del
pasado. Sus proyectos culturales le convirtieron en un hombre famoso y
reconocido, no sólo en su Cádiz natal, sino en el resto de España e incluso en otros
países europeos. De entre sus obras destacan su Ydea Compendiosa del Reyno de Nueva España, cuyo manuscrito
original se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, y, en el tema
que nos ocupa, su traducción de la obra del político y escritor inglés Joseph
Addison de 1721, Dialogues Upon the
Usefulness of Ancient Medals.
Pedro Alonso O’Crouley, también conocido como O’Crowley, nació en Cádiz en 1740. Era, como sus
apellidos indican, hijo de irlandeses afincados en la capital andaluza. Empezó
a trabajar como contable y tenedor de libros en una casa comercial, y desde muy
joven se dedicó al comercio, pasando a Indias por primera vez en 1765 tras
haberse matriculado un año antes en el Consulado de Comercio de su ciudad
natal. Gracias a los beneficios de su actividad y a su matrimonio con María
Power y Gil ascendió socialmente, llegando a convertirse en un rico
comerciante, luego ennoblecido. Fue un referente en la vida social y cultural
del Cádiz de la segunda mitad del siglo XVIII, donde destacó por sus labores
filantrópicas. Aficionado al arte, a las antigüedades y a las medallas y
monedas antiguas, llegó a formar una magnífica colección privada.
Su afición le llevó a visitar gabinetes en Inglaterra, Francia y Madrid,
contactando con sus poseedores y teniendo con ellos una importante
correspondencia epistolar, como sucedió con Patricio Gutiérrez Bravo, Antonio
Tomás de Herrera, Antonio Ponz o Cándido María Trigueros. Alcanzó con ello el
reconocimiento de importantes instituciones y anticuarios de su época, como la
Sociedad de Anticuarios de Edimburgo o la Real Academia Española, donde fue
recibido como correspondiente. Gracias a sus contactos adquirió las colecciones
numismáticas de Patricio Gutiérrez Bravo, Juan de Rivera y fray Juan Adrián de
San Luis, acrecentando con ello la suya propia.
O’Crouley coleccionaba monedas, medallas, camafeos, pinturas, estatuas
antiguas y objetos de ciencias naturales, con los que formó un gabinete o museo
en su domicilio de Cádiz, que fue descrito por el viajero, historiador
ilustrado y miembro de la Real Academia de la Historia Antonio Ponz Piquer en
su visita a la ciudad. Afirmaba Ponz que
su colección de pinturas ascendía a un par de centenares de piezas, con autores
nacionales y extranjeros tan afamados como Veronés. Ribera, Rubens, Murillo,
Zurbarán o el propio Velázquez. Recogía asimismo que se había dedicado
especialmente al conocimiento de las monedas antiguas, ascendiendo el número de
ellas que poseía “…à unos quantos millares, y que es muy copiosa la coleccion
imperial, y aun mas por su término la de nuestras Colonias…”
En 1795 O’Crouley publicó en castellano la traducción de la obra de Joseph Addison Dialogues Upon the Usefulness of Ancient Medals, conocida por los
numísmatas españoles en su edición
original, con el nombre de Diálogos sobre
las utilidad de las medallas antiguas, Principalmente por la conexión que
tienen con los Poetas Griegos y Latinos, que tuvo una amplia difusión. La
traducción se ciñó en gran medida al original inglés, si bien suprimió algunas
frases que podían ser ofensivas para los católicos españoles. Como apéndice a
la obra incluyó asimismo una descripción de sus propios fondos, publicada un
año antes, por lo que, como afirma Sánchez-Cantón,
fue el dueño de la primera colección española de cuadros y estatuas que tuvo un
catálogo impreso.
En la misma afirmaba que era Teniente Cuadrillero Mayor de la Santa Hermandad de Toledo y Socio de la
Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Según recoge Ortiz de Urbina, ofreció dedicar la publicación de esta obra a la
Sociedad Bascongada, sin contraprestación de abono de gastos de impresión, lo
que fue aceptado a condición de que la obra superase una revisión efectuada por
personas inteligentes. En su dedicatoria a la misma hace referencia a Alfonso
el Magnánimo, al célebre Arzobispo de Tarragona don Antonio Agustín y a los
trabajos realizados por la Sociedad para adelantar su museo numismático, “… que
vendrá a ser con el tiempo uno de los mas preciosos de nuestra Península”.
En las Notas a dicha traducción comentaba el
precio y estimación que tenían entre los anticuarios las monedas, que estaban
en relación con la falta que les hacía para completar sus colecciones. Los
autores Valliant, Morelio y el Padre Flórez habían dejado listas de las medallas o tipos con mayor apreciación
en todas las series que habían tratado, si bien, a juicio del autor, “…sus
calificaciones padezcan excepción a veces”.
Una moneda podía ser rara en un país
o nación, y común en otros, pero siempre para el autor se reputaban como
apreciables los tipos que rara vez se descubrían, así como las de los
emperadores romanos que reinaron poco tiempo, y muchas veces se estimaba más
las monedas y medallas de bronce, por ser más raras, que las de oro y plata.
Para dedicarse al estudio de la numismática era
a su entender necesario tener aplicación y constancia, en un conocimiento muy
agradable para quien lo emprendía, y aunque el fruto de esta tarea no era tan
brillante en el mundo como el de otros ramos de la literatura, “…era de grande
utilidad para descubrimientos Geográficos, Chronológicos, y otros muy
apreciables conocimientos”. Hablaba también de muchas obras inútiles que salían
cada día a la luz, “…que parecen inventadas para la enorme fatiga de la prensa,
y detrimento de las Ciencias útiles; que solo pueden servir de robar á los
estudiosos un tiempo que, según el cómputo y periodo breve de la vida, jamas
basta para lo mucho y bueno que hay escrito, y lo que mas importa saber á todos
para una instruccion sólida y permanente”.
También hacía referencia a la barbarie de
fundir las monedas de oro y plata, una costumbre que se seguía practicando con
gran pesar de los sabios por joyeros y veloneros. El gobierno debía a su
entender ordenar que, al igual que les estaba vedado fundir las monedas
circulantes, se les debía prohibir expresamente la fundición de moneda antigua,
imponiendo multa a los contraventores. Debía asimismo prohibirse su salida,
como lo estaba la de las pinturas “…de nuestros Autores mas clásicos”.
La parte más voluminosa de la obra, desde la página 169 a la 585, y con
portada independiente, viene dedicada a la descripción de su propio monetario, Musaei o-Croulianei compendiaria descriptio;
ó Catálogo de las medallas, camafeos, monumentos antiguos &c., de don Pedro
Alonso O’Crouley, Madrid, 1794. El mismo, según su propio testimonio,
estaba compuesto de “…cuatro mil
quinientas medallas útiles en sus diferentes clases, sin numerar los
duplicados, que bastarían á formar el decente y copioso Monetario de un
aficionado”. Como recoge Sánchez-Cantón, se trataba de un catálogo
elaborado con asesoramiento técnico, lo que separaba a este libro de los
inventarios al uso de los siglos XVII y XVIII. En cuanto a su difusión, su obra
es citada, por ejemplo, por Josef Salat.
Como otros tantos comerciantes gaditanos, O’Crouley sufrió la drástica
disminución de las actividades comerciales como consecuencia de las guerras y
de la ocupación francesa de la Península. Para mantenerse tuvo que vender gran
parte de su patrimonio. Tras la Real Cédula de 6 de julio de 1803, por la que
se concedía a la Real Academia de la Historia la inspección de las antigüedades
españolas, O’Crouley ofreció su colección de monedas a la Academia mediante
compra o a cambio de un empleo en Madrid para uno de sus hijos, o una pensión
segura por dos o más vidas, lo que finalmente fue rechazado tras el informe de
José Antonio Conde de 16 de diciembre de ese mismo año. Falleció, rodeado de su
numerosa familia, en 1816.
BIBLIOGRAFIA
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medallas antiguas, Principalmente por la conexión que tienen con los Poetas
Griegos y Latinos, traducción de O’CROULEY, P.A., Madrid, 1795.
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